Escritores de cf en política: el grupo Sigma

Una de las conclusiones de la comisión que investigó los atentados del 11-S fue la de que el gobierno estadounidense pecó de “falta de imaginación”. Para paliar esa carencia, en la conferencia nacional sobre tecnologías de seguridad organizada en mayo de 2007 por la administración Bush en Washington estuvieron presentes, por primera vez, escritores de ciencia ficción, en un hecho que pasó bastante inadvertido para los lectores del género.

“Salvamos la civilización continuamente en lo que escribimos. ¿Por qué no hacerlo en la realidad?”, explicó el veterano Larry Niven. El autor de Mundo Anillo forma parte de un grupo de escritores que se agruparon a comienzos de los años noventa con el nombre de Sigma, con el propósito de “utilizar la ciencia ficción en interés nacional”. Unos años atrás ya fueron consultados por la administración sobre cómo podrían ser los posibles escenarios de un futuro tras un apocalipsis nuclear. Pero su invitación a esta conferencia de hace dos años por parte del departamento de Estado de Seguridad –el equivalente al ministerio del Interior- supuso un reconocimiento suplementario.

Jay Cohen, uno de los portavoces de la administración en los actos, justificó la presencia de los escritores asegurando que “la ciencia ficción de hace veinte años es la realidad de hoy”. De hecho, en la conferencia se admitió la existencia de un presupuesto de siete millones de dólares anuales para investigar proyectos “de alto impacto” –es decir, originales por no decir extraños-, tales como armaduras líquidas que se solidifican ante el impacto de una bala o medios para transmitir la energía del sol a la tierra.

La participación de Niven en la conferencia generó una notable polémica tras realizar afirmaciones como que la mejor solución para los problemas económicos de los hospitales estadounidenses sería difundir el rumor entre la comunidad hispana de que se estaba matando a gente, entre los que usaban sus servicios de manera gratuita, para utilizar sus órganos en transplantes. “Aunque, de todas formas, los problemas de los hospitales los exageran sobre todo los inmigrantes ilegales que no pagan por sus servicios”, apostilló.

La ciencia ficción en Estados Unidos es un género más ideológicamente activo de lo que habitualmente se cree –lo que ocurrirá en el futuro depende bastante de la evolución política-, y lo cierto es que los escritores presentes en Sigma son de una orientación republicana radical, mucho más marcada que la del autor al que normalmente se moteja como el “fascista de la cf”, Robert A. Heinlein. En realidad, éste era un libertario conservador, una mezcla un poco rara para la mentalidad europea pero muy entroncada con la cultura estadounidense individualista, desde los tiempos de Thoreau y Emerson.

Niven ya firmó hace cuarenta años un manifiesto de escritores de ciencia ficción favorables a la presencia estadounidense en Vietnam, que respondía a otro de escritores contrarios. Además de Niven y Pournelle, sólo otro de los narradores presentes en Sigma está considerado entre los grandes del género y tiene obra traducida al castellano. Se trata de Greg Bear, cuya última novela, Quantico, trata sobre la creación de virus que afectan sólo a miembros de determinados grupos raciales; en ese libro, judíos y árabes son los que están en peligro.

Curiosamente, entre las posibilidades anticipadas por la ciencia ficción está el hecho de que los escritores del género podrían ser consultados por el gobierno estadounidense por cuestiones de seguridad. Y es precisamente en una obra de Niven y Pournell, titulada Ruido de pasos. Claro que en la obra el peligro no es terrorista, sino una invasión extraterrestre.

10 comments

  1. Los atentados del 11-S ya habían sido descritos (y bastante fielmente) en una novela publicada por un escritor de Israel según publicó la propia prensa de allí en su día.

    Y la idea central de la novela de Bear es un secreto a voces en las cancillerías desde hace algunos años. Incluso algunos investigadores afirman que el gobierno israelí ha desarrollado ya un tipo de virus especialmente diseñado para afectar a personas con características raciales características de los pueblos semitas (habida cuenta que la clase dominante en su país es de origen caucásico -los ashkenazíes, que no tienen el mismo origen que los sefardíes-) , aunque se guardaría como último recurso en caso de gran conflagración pues el cacao étnico que hay en la zona no garantiza su «eficacia».

    El caso de SIGMA no es nuevo, en realidad. Son numerosos los escritores de CF que han utilizado el género para «contar cosas» y adelantar tendencias políticas. Véase los casos clásicos de Huxely y «Un mundo feliz» y Orwell y su «1984». Este último gran autor británico, por cierto, fue capaz hasta de contar la revolución soviética a los niños a través de un libro «infantil» que describe bastante bien lo ocurrido: «Rebelión en la Granja».

  2. Creo recordar que en su día se comentó la reunión entre la ¿NSA? -no recuerdo bien qué agencia era- y el grupo Sigma. Pero parece que no se llegó a nada, incluso a que la situación acabara de manera un tanto rara. De todas formas, hablo de memoria.

  3. PP, es que el género es una herramienta no sé si propagandística o en general, propicia para el ensayo político, mucho mejor que en casi cualquier otro caso. Los desposeídos de Le Guin debería ser libro de cabecera de muchos «antisistema» y estoy convencido de que no lo conocen siquiera. Hablando de eso no me extraña que no la invitaran…
    En cualquier caso enunciar «la ciencia ficción de hace veinte años es la realidad de hoy» y fichar a Niven y Pornuelle, que han dado en el clavo no sé las veces… Vamos, que querían a dos gurús tecnófilos de su cuerda para darse pisto y sonar misteriosos. Y la frase de Niven es propia de villano malvado de opereta. Vamos, es que la reunión tal como aparece en el artículo ese, es de película de los Hermanos Marx o de Woody Allen.

  4. Hombre, ýo no diría eso de «mucho mejor que en casi cualquier otro caso». La cifi deriva de la literatura satírica –la mayoría los antecedentes en la literatura clásica que se le citan es lo que son– así que tiene que ser política y filosófica por narices. El problema es que a veces la hojarasca de gadgets y futuribles hace los lectores y algunos autores pierdan un poco de vista esto… De todos modos, la capacidad de acierto y previsión de los autores de cifi para mí es discutible. Más bien su interés para un Gobierno está en extrapolar ciertas premisas y jugar con ellas. ¿Pero predecir el futuro?

    Este rollo del Sigma me recuerda a ese cuento de Paul Di Filippo en el que Henlein se convertía en presidente de los Estados Unidos –el tipo tuvo su carrera política– y resolvía la II Guerra Mundial de una manera bastante peculiar. Bueno, aquí tuvimos a Iniciativa Internacionalista…

  5. Heinlein recaudo fondos para Goldwater en los sesenta y fue candidato democrata en los veinte (Esto ultimo fue expurgado de su curriculum oficial)
    Lo del manifiesto pro-vietnam es más complicado Judtih Merrill propuso un manifiesto de la SFWA condenando la intervencion oficial. Al final se hiz un manifiesto diciendo algo asi como que los siguientes escritores de la SFWA condenan.. lo que desencodeno otro de «no condenan». Lo de las reuniones viene de antiguo ya lo hicieron en la era Reagan. En la primera estuvo Clarke que les hecho por tierra toda la idea de la Guerra de las Galaxias diciendo que el otro bando no tenia más que poner en orbita un cubo de clavos en una orbita de colisión ( si siquera muy fina porque los clavos formarían una nube) para que estos colisionasen con el satelite Clarke decia que no estaba muy seguro de lo que pasaria si chocaban dos objetos con una velocidad de nueve mil kilometros por hora pero que por si acaso preferiria no estar ahi. En la era Bush Asimov les visito y cuenta en sus memorias que un Pournelle muy borracho le cogio de las solapas cuando vio que disentia y le pregunto si dudaba de sus datos, Asimov le contestó que no, que de lo que dudaba era de su cordura.
    En fin… Mutata mutandis.

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