por José Ramón Vázquez
Se supone que esto debe ser graciosillo, irónico si nos ponemos pedantes. Pero hoy no. Hoy va a ser sucio y sangriento. Hoy -el día que escribo- se ha confirmado que nos hemos rendido. Convocatoria de la AEFCFT (cadáver andante donde los haya) para el Visiones 2009: queremos literatura juvenil. Tema de la Hispacon (eufemismo de convención de frikis orgullosos, o eso dicen) 2009: literatura juvenil. No es el único caso, por supuesto, pero parece casi definitivo. Pasémonos a la maravillosa literatura fantástica juvenil. Claro, es lo que vende, es lo normal. Y una mierda.
Seamos serios. Cuando sólo eran uno o dos los que se ponían a escribir para chavales, poseídos por el espíritu de «Publicar y Vender» (algo muy digno, cada cual se gana la vida como puede, y en el fondo a todo el que escribe le gustaría hacerlo) y llorando por su amado género que debían dejar, sin ni siquiera probar fuera de las fronteras para ver qué sucedía con sus obras (mis respetos para usted, señora Barceló), uno podía simplemente pensar «otro que se va, joder». Pero ahora ya es general.
Todo el mundo se ha presentado, con la furia del converso, en el cuartel del enemigo. «Sí teníais razón, no somos más que frikis peterpanescos, gordos, con granos, que entienden por moda una camiseta negra con un dibujo de un personaje de película y con una tendencia exagerada a dejarnos vello facial. Dejadnos educar a la juventud en los valores hannahmontanianos con nuestros escapismos intrascendentes». O eso parece, porque cada vez que veo en la televisión una serie juvenil la encuentro repleta de sexo y droga (como por otra parte es la vida adolescente, o intenta ser y curiosamente miden el éxito por millones, no por miles) y cada vez que leo la maravillosa literatura fantástica juvenil me encuentro con cantantes de pop blando vampiros viviendo amores castos con chicas normalmente góticas y soñadoras.
Pero los de la literatura juvenil no son los únicos. Supongo que en la próxima Hispacon se tratará la literatura histórica y el autor estrella invitado será Robin Cook. Podemos hacer el Domingo Santos un premio al mejor romance sobrenatural, ése protagonizado por modelos de Hugo Boss en el que uno es humano y el otro vampiro, hombre lobo o momia. O, directamente, las maguferías. Iker Jiménez y la segunda generación de los Jiménez del Oso en una mesa redonda titulada «La nueva tradición del fantástico español». Qué más da. Lo que importa es que ya hemos encontrado la respuesta a «cómo leches llegar al gran público». Dejando de escribir lo que nos gusta. Y cómo nos quieren señores. Es para estar orgullosos.
Podríamos haber sido revulsivos, revolucionarios, atacar los cimientos del sistema como siempre ha hecho la ciencia ficción con distopías y alegorías sobre el futuro. Pero no. Las maravillosas literaturas fantásticas bendecidas por el mainstream que debemos escribir si queremos ser algo enseñan a ser productivos miembros de la sociedad de mercado que disfrutan libremente de su fantasía en el vagón de metro pensando que este no es el mejor de los mundos posibles: le faltan vampiros macizorros. Normal, si están escritas por personas que lo único que quieren es formar parte de la productiva sociedad de mercado. Es una postura comprensible si luego no se pone uno las gafas de dar cátedra y sentencia que todo se está perdido, que la New Wave ha muerto, que lo que triunfa en el fándom son cosas sin sustancia. Que Ballard ha muerto y no hay nadie que lo sustituya, porque yo lo haría pero nadie me deja, ahí están mis ínfimas ventas en una editorial fandomita que nadie de fuera conoce, cuando lo intenté. Pero eso sí, lo de más allá de la Editorial Sota, la Editorial Caballo y la Editorial Rey no es género. Y yo ahí no lo intento que no me quieren. Pobres autores que pudieron ser algo grande pero fueron ninguneados por las editoriales a las que no mandaron nada y no les permitieron desarrollarse, dicen algunos. Con dos cojones.
Parafraseando a John Connor (por lo que dicen lo único salvable de la nueva de Terminator, he aquí la referencia pop para el sector gafapástico modernil) si has llegado hasta aquí y asientes, es que eres la resistencia. Olvídate de los senderos que tantos han transitado y crea tu propio camino. Escribe y lee fuera de las editoriales caducas y esclerotizadas. Ignora los consejos de los gurús tan cansados de luchar que lo único que dicen es que lo mejor es rendirse. Si hace falta infíltrate, di que no es ciencia ficción sino otra cosa, en el fondo el puto nombre es lo de menos. Deja que ellos pongan una etiqueta para algo que no comprenden. Y sobre todo, sé valiente. Los cobardes ya han huido. Ahora nos toca a nosotros.
Fin de la transmisión
Como escritor con numerosas obras de literatura juvenil publicadas debo reconocer mi sorpresa: ignoraba que me dedicase a algo tan deleznable. También ignoraba que fuese un cobarde por apartarme de la luz (la cf) y adentrarme en el lado oscuro de la fuerza (la lit. juv.). Dios santo, qué traición la mía, qué error, qué gran error…
Es curioso, José Ramón, pero hay gente que habla de la cf, sin conocerla, con el mismo desdén que empleas tú para hablar, sin conocerla, de la literatura juvenil. Y te digo lo mismo que le digo a ellos: no hay géneros malos y buenos, sino sólo malas y buenas novelas.
Como autor de varias pataletas irreflexivas y, por tanto, con cierta experiencia en esto de no calmarme, no pensar las cosas antes de decir tonterías y no dejarme llevar por el cabreo del momento, te aconsejaría, José Ramón, que hagas exactamente todo lo que acabo de detallar hace unas líneas que yo a menudo no he hecho.
Por lo demás, coincido al 100% con César, me temo.
¿Nosotros? ¿Quienes son nosotros?
El problema no es la novela juvenil (por cierto, estoy de acuerdo en que tu crítica es completamente injusta) sino que parece que se está produciendo un ‘abandono masivo’ de narrativa fantástica de género. Una percepción exagerada, seguramente. Aperte de que los autores son libres y que no están casados con la cifi ni con nada es un hecho, pero a un aficionado le puede chocar que las que eran grandes promesas –y los que no, también– para el mundillo acaben dedicándose a otras cosas que, desde un punto de vista de mero lector, parecen más lucrativas. De todos modos, y esto sí es un hecho, hay mucha gente que te señala la literatura juvenil como la única salida de este mundillo.
Ignoro por qué se ha cambiado el título original que era «Ideas para una revolución». Y es todo lo que tengo que añadir.
Veamos, en Sevilla había un leit motiv que era el Encuentro entre culturas… ¿Por que no puede haber un leit motiv sobre la literatura juvenil? pregunto yo.
A lo mejor el año que viene es sobre la aventura espacial… (¡ojalá!) o sobre ucronías… o no hay leit motiv.
El articulista no se si entiende que la organización este año la lleva una organización enfocada a lo juvenil, al igual que en Sevilla lo llevaba una fundación cultural (la de las Tres Culturas) y de ahí ese leit motiv
Además, los lectores de SF y F juvenil de hoy, leerán SF y F adulta mañana. Hay que «cuidar la cantera» en un momento en que los jovenes pasan de leer y van más a lo audioviusal.
Y ¡que caramba! si hasta Heinlein y Asimov escribieron SF juvenil…
Por tanto, yo tambien entiendo que la premisa de este articulo está un poco fuera de lugar.
Efectivamente, hubo una confusión sobre el título, responsabilidad del editor de la página. El que figura ahora es el que originalmente propuso Joserra, y que quedó perdido en los vaivenes de edición.
Ni tanto ni tan calvorota.
Estoy con César en que la diferencia está entre buenas y malas novelas, lo que no siempre coincide exactamente con lo que se vende. Esta situación preocupa, lógicamente, al editor y al escritor; personajes que viven de esto, pero que además ejercen su derecho a publicar y escribir lo que quieran. (Y no hablo del resto del gremio).
Otro tema es que algunas publicaciones y sus secuelas cinematográficas te parezcan una birria. Pues vale, a mi también; no las compro, ni regalo, ni recomiendo. Y tan pichi.
Esto me recuerda un poco a lo que John Updike escribió sobre Vonnegut: «[his works] have a pre-sexual, pre-social freshness; he worries about the sort of things – the future, injustice, science, destiny – that twelve-year old boys worry about».
Toda la cf, incluyendo la cf «seria», es literatura para adolescentes. Cuando uno empieza a sospechar que le quedan menos años por vivir que los que ya ha vivido, resulta un tanto frívolo preocuparse por el futuro más allá de la cuestión de si se llegará o no a cobrar la pensión (la respuesta a esto último es «no»).
Los adultos deben centrar sus energías imaginativas en otros temas. Temas como los múltiples fracasos vitales que ya habrán tenido tiempo de acumular, la incómoda perspectiva de su propia mortalidad (o sea, de su falta de futuro) y el estado de su próstata.
La única razón que un adulto puede tener para interesarse por el futuro que se extiende más allá del día de su muerte es intentar atisbar qué tipo de mundo van a heredar sus hijos. Pero tener hijos ya no se lleva: actualmente se consideran como algo engorroso, de mal gusto, y yo diría que incluso antiecológico.
Lo que a mí me parece es que, llegados a este punto, la ciencia ficción tiene con respecto a la literatura juvenil exactamente los mismos prejuicios que la literatura general tiene con respecto a la ciencia ficción. Curiosamente, tanto la literatura general como la juvenil parecen respetarse algo más entre ellas.
A lo mejor el problema estriba en que gracias a mis colaboraciones con Círculo de Lectores llevo un par de años leyendo bastante literatura juvenil fantástica, y estoy descubriendo buenas novelas que de otro modo (leyendo críticas en medios especializados, vamos) no habría tenido ocasión de conocer: simplememente, parece que la literatura fantástica juvenil es tan invisible en los medios especializados como la literatura fantástica en los medios generales.
Los juegos del hambre, de Suzanne Collins, me parece una buena distopía que no desmerece de otras distopías publicadas en editoriales de mainstream o en editoriales especializadas. Graceling, de Kristin Cashore, tiene un nivel de violencia y mala leche que no desmerece de los capítulos protagonizados por Arya en Canción de hielo y fuego. Porta Coeli, de Susana Vallejo, trata la sexualidad con muchísima menos mojigatería que el noventa por ciento de la literatura fantástica que se publica en colecciones especializadas (y, en este aspecto, nada más oportuno que mencionar a César Mallorquí)… Son sólo tres ejemplos.
No creo que haya una literatura mejor que otra y, como dice César, hay buenas obras y malas obras. Rechazar de entrada una parte importante (vale, y comercial, pero ante todo importante) de la literatura fantástica no lleva a que seamos más puristas ni más guays ni mejores: sólo conduce a que no tengamos una visión completa del género que supuestamente amamos. Creer que, porque se le dedique determinado espacio en una hispacón, se intenta imponer a todos los aficionados me parece otro error; en todo caso, una manera de perpetuar (imponer) el statu quo, de que nada cambie para que todo siga igual.
Es decir, estamos exactamente ante el mismo problema del que adolecen los fanáticos de la ciencia ficción dura, los fanáticos del space opera, los fanáticos del slipstream, los fanáticos de la ciencia ficción española, los fanáticos del terror, los fanáticos de la fantasía heroica, los fanáticos de la nueva ola y los fanáticos de cualquier cosa, en general.
No me planteo una hispacón o un Visiones dedicados a la literatura juvenil como una bajada de pantalones, sino más bien como una oportunidad interesante de la que podrían salir bastantes sinergias. Todos estamos en la misma nave: la de la literatura de calidad frente a la basura.
De lo contrario, resultaría que el último año y medio que llevo al frente de un foro de fantasía para Círculo de Lectores, el jartón de informes de lectura de novelas estimables y más que estimables que me están encargando, el haber moderado una mesa redonda sobre literatura fantástica y literatura juvenil en la hispacón de 2002, el estar preparando una crítica de la última de Ursula K. Le Guin para este mismo medio, el haber contratado un ensayo sobre Le Guin escrito por Margaret Mahy cuando servidor dirigía Gigamesh y, en resumen, el intentar ampliar horizontes no serían más que una una pérdida de tiempo.
Me parece muy sensato lo que dice Juanma. Demasiado prejuicio.
La CF históricamente convive con un tendencia al pulp juvenil (muhcos dirán que incluso es su génesis). Dentro de ese pulp hay grandes artesanos que hicieron obras mediocres, mediocres que hicieron cosas muy buenas y tíos muy puesto que hicieron (y supongo que siguen haciendo) cosas muy potentes… Joder, yo aún me acuerdo de una novela infantil de Sebastián Sorribes (muy considerado en Caluña como escritor juvenil), els Mussols de la Galera. Os la recomiendo. Y las adaptaciones juveniles de Verne de Bruguera (¡o que buenos ratos!). ¿Y Tintín en la Luna?. Que hay pasteleros… Bueno, pues eso hay que ir nombre por nombre y verlo.
Creo que hay autores estupendos en todos lados (y malos a patadas también), y creo que homenajearles es de justicia.
Ponte la Meyer, tan denostada. Pues la tía funde la novel rosa juvenil con el gótico (creo, no voy a ponerme a leer Crepúculo, no es mi tema). Esa es su originalidad y, bueno, argumentalmente no será mucho pero a mi me resulta de admirar ese tipo de cocteles. Lo mismo podría decir de Harry Potter. Que no es el camino que Joserra bendice, bueno….
A mí no me parece muy apropiado mezclar la literatura fantástica con la juvenil porque sus repectivas situaciones no tienen nada que ver. Otra cosa ya es hablar de las obras de literatura fantástica dentro de la literatura juvenil, tema que se merece, claro, un hueco en una Hispacon –si las Hispacones fueran de verdad una Convención Nacional de Literatura Fantástica como la llaman por aquí y no el «aterriza como puedas» que son en realidad–.
A ver: si tengo treinta años y no me siento inclinado a leer un libro que me viene con la etiqueta «recomendado para jóvenes de entre 12 y 16 años» no creo que sea cuestión de culpar a los prejuicios, la verdad. Al menos no a los míos. Y es que una de las cosas que no me gusta, precisamente, de la literatura juvenil –es decir, de la que se vende en ‘colecciones de literatura juvenil’– es que sus autores parezcan dispuestos a prestarse a ‘capar’ su target de lectores hacia personas de una determinada franja de edad por imperativo editorial. Y porque son más rentables. Bueno, a lo mejor en esta última parte sí que tengo prejuicios, pero puedo entender que mucha otra gente lo vea «venderse». Así que vamos a releernos el post de Joserra y a ver si alguien contesta a unas preguntas: porqué a tantos escritores de cifi y literatura fantástica del mundillo les ha dado por escribir literatura juvenil. ¿Por amor a la formación del carácter y los valores de los adolescentes castellanoparlantes? ¿O porque apuntando en esa dirección es más seguro ganar escribiendo? Y si lo consiguen, ¿alguno va a volver a escribir cifi o lo que sea sin franjas de edad?
Vale, llevas razón. Lo primero es decir que dedicarse a lo juvenil no es ni de coña un demérito. Lo segundo es que hay una cierta proximidad histórica entre CF-fantasía épica y género juvenil. Hay más proximidad que en el tecnothriller o la novela histórica (campos, por cierto, en los que también tratan de cabalgar olas los de la CF).
Ocurre que todo ese fenómeno hay que verlo con calma. Tiene muchas perspectivas. No se puede decir así sin más que los músicos de ahora no están interesados en otra cosa que no sea Pakito el Chocolatero (de éxito garantizado) y la música verbenera. Que ya nadie saca sinfonías para sinclair y zanfona. Ahora, una cierta inercia cansina si se nota sí, pero cuidado, yo la noto en todo el sector editoral español. En gran medida eso responde a que en los últimos años la promción de nuevas voces no ha dado el resultado editorial esperado. No sin razón, Follonero nos insta a mirar a sellos editorials más underground, donde puede estarse fraguando la tan deseable innovación y ruptura. Y creo que estos análisis están pasados de moda. Que hoy día lo que en verdad hay es dspersión total y máxima.Se acabaron las corrientes, las modas y tal… de donde los único segmentos de cierta rentabilidad son los arriba dichos dirigidos a un mercado masivo y es normal que los profesionales busquen allí un cierto refugio.
Una cosa que se me ha olvidado apuntar antes es que la mayoría de la literatura juvenil es realista. Tolkien es uno de sus modelos, por supuesto, pero lo es mucho más el Salinger de «El guardián entre el centeno». Y esto es porque un adolescente, a partir de cierta edad, se siente más cerca de Holden Caulfield que del pique de a ver quién mata más orcos entre Maese Legolas y Maese Gimli.
He dejado pasar un día entero para ver qué pasaba, pero vistas las interpretaciones, vamos a contarlo otra vez:
«No sin razón, Follonero nos insta a mirar a sellos editorials más underground, donde puede estarse fraguando la tan deseable innovación y ruptura»
Meeeeeeec. Error. Digo lo opuesto. Esto está dirigido a gente que escribe, no a gente que busca obras. Mi tesis es que hay dos caminos:
– escribe novela juvenil, o histórica o technothrilller, o historias realistas sobre la adolescencia en la posguerra civil que vende más. Maravilloso, te ganas tus garbanzos y tus filetes escribiendo. Pero no llores. No digas que no se puede hacer género fantástico en España o que lo que hay ahora es una mierda. Porque no has intentado hacerlo de verdad. Antes de la avalancha de insultos, lee lo que entiendo por «de verdad»
– escribe lo que de verdad te apetezca, lo que quieres escribir, sin pensar en el mercado. Y muévelo fuera del puñetero fándom. Si eres bueno te van a publicar. Sí, en serio. Mira: Martínez Biurrún en 451, Elia Barceló en Lengua de trapo y 451 y fijo que me dejo algo por ahí (¡ah! y escribe juvenil también, y me he quitado el sombrero ante ella, pensaba que yo consideraba a los de literatura juvenil poco menos que guardas judíos de campo de concentración), Félix J. Palma ganando el Ateneo y todos como locos… Hay camino, no te limites tú solo. Igual resulta que puedes ganar dinero también escribiendo lo que te gusta. Igual no y tienes que compaginarlo. Pero lo has intentado.
Y por otro lado, lo que de verdad os interesa del debate, no lo otro: Lo reconozco: tengo prejuicios. La literatura juvenil me cabrea. La literatura juvenil de definición de Spinrad, la que se publica en colecciones dedicadas, serie negra con topos rosas y así. Porque Asimov o 1984 son lecturas juveniles acojonantes… dirigidas a un público adulto. Igual que los grandes clásicos de aventuras que es lo que yo leía a los 16 años (ojo, la convocatoria del Visiones pedía cuentos para gente de 17 y 18 años ¿qué leen diferente uno de 17 y uno de 19 y uno de 21… para que tenga que darle un tratamiento especial? Que no son 12, macho, son 18) y la mayoría de por aquí también. Un tipo que durante años clama su venganza contra una sociedad burguesa hipócrita incluyendo adulterio, esclavitud, homosexualidad… no creo que muchos lo consideraran adecuado para sus hijos. Se perderían «El conde de Montecristo». Si esa es la literatura juvenil que escribes, la que pueden leer chavales jóvenes y emocionarse igual que la pueden leer adultos y convertirse en intemporal, chapó. Como ha dicho Javi eso es preocuparse de verdad por la formación de valores de los jóvenes castellanoparlantes. Si es la que te compren las AMPA y organizar tus tallercitos para ganar dinero… Lo siento, pero no. Lo haces por dinero, prioritariamente. Que como digo por n-ésima vez: ES MÁS QUE RESPETABLE, ES LOABLE QUE TE GANES LA VIDA ESCRIBIENDO Y OLE POR TI. Pero entonces no llores por lo mal que está todo y deja a los demás inconscientes romper el muro a cabezazos. Igual resulta que era de atrezzo y con ir deprisa se rompía…
P.D.: El comentario de Tim R. Mortiss es de lo más grande que he visto por aquí y da para reflexiones más sesudas que todo esto. Reflexionad sobre él, que yo lo he estado haciendo.
Creo que estamos perdiendo todos un poco la perspectiva. Estoy viendo reacciones un tanto duras y exageradas a artículos escritos en un tono satírico o irónico. Ocurrió lo mismo con el texto de Planells y aquí más de lo mismo.
Dicho lo cual si que puedo compartir, en parte, los prejuicios de Joserra a cierto tipo de literatura juvenil.
Es que en este campo hay dos mundos. Uno de libros pensados para los chavales que compran libros y se los leen. Por ejemplo, Cotrina, César Mallorquí.
Otro pensado para los institutos, colegios y demás centros de enseñanza, donde los libros son lectura obligatoria y tienen que tener una serie de «valores» que priman por encima de lo literario. Aquí podrían estar Sierra i Fabrá, Gisbert, etc.
He leído muchos del segundo tipo, son una auténtica porquería, que lo único que van a conseguir va a ser que los chavales huyan de los libros como de la peste. Eso sí, si triunfas en ese segmento te forras, tienes un público cautivo que numéricamente alcanza cifras increibles.
En este segundo caso concreto estoy bastante de acuerdo con las críticas vertidas por Joserra.
Joserra dice; «Meeeeeeec. Error. Digo lo opuesto. Esto está dirigido a gente que escribe, no a gente que busca obras».
Yo lo entendía así. Es decir, tratar de publicar en sellos como el que dices, extrafandom… Pero ahora ya no sé si lo entendí bien.
Creo que Joserra se equivoca en dos cosas.
La primera, en generalizar respecto a la literatura juvenil. En la que abunda el tipo de obras «confirmistas» que él presenta como estereotipo, pero en la que se publican también novelas cada vez más críticas y complejas. Le recomiendo dos escritas por nuestros contertulios: «Futuros peligrosos», de Elia Barceló, una colección de relatos distópicos, y «La compañía de las moscas», de César Mallorquí, aunque esta no es género. (Es cierto: César nos debe un juvenil de cf).
La segunda, en considerar que quien ya no escribe género no tiene derecho a comentarlo o criticarlo. Esto, a mi juicio, es una falacia de base. Cada cual habla de lo que le da la gana, y si tiene un bagaje en un determinado campo, con más razón.
Por lo demás, me parece muy interesante la conclusión del artículo, de la que nadie ha hablado: ya que los veteranos nos abandonan, usaremos la cf los que nos quedamos en ella, lo jóvenes con energía, con dos cojones.
Vale. Como dicen en las pelis de época, espero que sepan ustedes defender sus bravatas con la espada. Por el momento, lo que llevo leído de cf de gente que ha empezado a escribir en la última década, lo que se publica por lo general ahora mismo, sólo me hace añorar que vuelvan a la cf los de los noventa, y que sigan escribiendo toda la cf que puedan Aguilera, Dani Mares o Edu Vaquerizo.
Sí, hay alguna cosilla que está bien, un cuento aquí o allá, pero… Poquito, y de vuelo corto. Nada comparable.
Así que espero que sepan ustedes defender sus bravatas con la pluma.
«Por el momento, lo que llevo leído de cf de gente que ha empezado a escribir en la última década…»
Y lo dice el ex editor de Artifex… Pero bueno, tiene razón. El movimiento se demuestra escribiendo, publicando, rompiendo el cerco y cerrando bocas.
Nada, nada, a mí me ha gustado la frase de Julián (aunque debería decir «ha empezado a publicar» en vez de «ha empezado a escribir»), porque vuelvo a ser un «joven con energía, con dos cojones». :)
Que a mi edad los niños ya me llaman «señor» :)
La literatura fantástica de los noventa no va a volver. Transita por otros caminos. Difícilmente pueden encontrarse space operas comparables a las de entonces, pero es que nadie parece interesado en escribirlas. La sección nostalgia creo que está en otra estantería, no en la mesa de los escritores de ahora. Lo que me parece estupendo. En tiempos de Mahler se decía que aquel sinfonismo no era comparable al de Beethoven. Cierto. Era otra cosa. ¿Mejor? ¿Peor? Entramos en el resbaladizo terreno de los gustos personales. Porque a mí no me parece en absoluto que «Danza de tinieblas» de Vaquerizo sea mejor que «La piel fría» de Piñol. También me cuesta rastrear en los noventa microrrelatos como los de Eximeno, lo cual no me llevará a afirmar que ya hubiera querido Aguilera poder acercarse a las filigranas de Santi, por la sencilla razón de que compiten en ligas diferentes, o tal vez ni siquiera se trate del mismo deporte.
A ver, aclaro algo que releyéndome quizá no se entienda.
Joserra nos lanzó una de sus estupendas provocaciones. Yo me limito a contestarle con otra.
No se trata de «a ver si tenéis lo que hace falta para escribir como esos» (aunque pueda sonar a algo así con mi comparación a las bravatas de espadachines).
La cosa es más bien «me encantaría leer cosas que me gusten tanto como aquellas».
Doy por hecho que hay gente que puede escribir tan bien como aquella generación. Pero ellos hicieron algo relevante -más o menos- en la cf. Los que escriben ahora, y para los que Joserra reclama orgullosamente el género… Escriben a veces un cuentecito de cf.
Y, efectivamente, he leído cuentos de cf estricta -ojo, no estoy hablando ahora en un sentido de fantástico más amplio, sólo de cf, que es de lo que habla Joserra en su texto y esta página en general- que me han gustado tanto como aquellos. Uno por aquí, uno por allá. En total, tres de tal autor que lleva veinte o treinta publicados, dos de aquel otro.
En suma, no es que no crea en la capacidad literaria de la generación actual. No creo en que tengan el menor interés en la revolución que preconiza Joserra. En consecuencia, protestar contra los anteriores cuando los actuales no parecen tener mayor interés en el asunto es inconsecuente.
>Además, los lectores de SF y F juvenil de hoy, leerán SF y F adulta mañana. Hay que “cuidar la cantera” en un momento en que los jovenes pasan de leer y van más a lo audioviusal.
Me temo que en esto pecamos de excesivamente optimistas. Desgraciadamente, mi experiencia no ha sido esa, y a mi reflexión me remito:
http://www.literaturaprospectiva.com/?p=1757
>Por lo demás, me parece muy interesante la conclusión del artículo, de la que nadie ha hablado: ya que los veteranos nos abandonan, usaremos la cf los que nos quedamos en ella, lo jóvenes con energía, con dos cojones.
Eh, que aún quedan veteranos que no han abandonado el barco :-)
(y me temo que los jóvenes con energía no abundan)
A mí también me ha alegrado que Julián me llame joven con energía, especialmente con la semana de achaques que llevo en lo alto :DD
Un excurso al hilo : ha aparecido por ahí mención a «La piel fría» comparándola en cierta medida con «Danza de tinieblas».
Me gustaría preguntar ¿Qué es lo que le veis a La piel…?
Sinceramente no lo entiendo.
Pero si alguien, aquí o en otro sitio, me lo razona…
(No se trata de “a ver si tenéis lo que hace falta para escribir como esos” (aunque pueda sonar a algo así con mi comparación a las bravatas de espadachines). La cosa es más bien “me encantaría leer cosas que me gusten tanto como aquellas”.)
Vale. Así lo entiendo de otra manera. Entramos en los gustos personales de lo que nos gusta leer o de aquello que nos gustaría que se escribiera, y nada tengo que objetar a eso.
(Un excurso al hilo : ha aparecido por ahí mención a “La piel fría” comparándola en cierta medida con “Danza de tinieblas”. Me gustaría preguntar ¿Qué es lo que le veis a La piel…? Sinceramente no lo entiendo. Pero si alguien, aquí o en otro sitio, me lo razona…)
Si me perdonas, no voy a escribir aquí un panegírico sobre «La piel fría» ni voy a improvisar una reseña. Se ha escrito mucho de esa novela, y bien. Se pueden leer cosas interesantes en la red, es fácil de encontrar. Para mí es de lo mejor de los últimos años. Aunque tampoco pretendo convencer a nadie de nada. Cada cual lee y se forma su opinión.
Tampoco deja de ser curioso que el que puede ser el mayor éxito de la literatura de terror en español de los últimos años, con peli incluida a la vista, muy buenas críticas y no sé cuántas ediciones, haya pasado un poco de puntillas entre los aficionados de eso que se llama el «fandom». Esa es la impresión que a mí me ha dado. Lo dejo para los analistas.
La cuestión era otra. Se comparaban diferentes generaciones de escritores. Creo que el tiempo pondrá a cada uno en su sitio y que es pronto para sacar conclusiones. Lo de «ahora no es como antes» se ha dicho tantas veces. Desde la Antigua Grecia. Teatro, cine, novelas, pintura… Da igual, la frase permanece.
A mi «La piel fría», con el paso del tiempo, me va pareciendo cada vez más una obra imprescindible. Sí, no es original y tiene referentes tan claros que en algunos momentos pueden ensombrecer la novela, pero por otro lado tiene varios niveles de lectura, se lee sin pestañear, el marco para la historia es fabuloso, se cierra de una manera magistral…
Esto es lo que Santiago L. Moreno escribió para «Jabberwock» sobre «La piel fría»
http://literaturaenlostalones.blogspot.com/2007/09/albert-snchez-pinyol-la-piel-fra.html
‘nuff said.