El pasado 19 de abril murió J. G. Ballard, uno de los autores más personales que ha cultivado la literatura prospectiva. Mes y medio más tarde Alamut, en su colección Marelle, ha publicado por primera vez en España este J. G. Ballard: El tiempo desolado, un ensayo del que ha habido, al menos, dos versiones previas. En 1990 apareció en la revista Péndulo y en 1993 la editorial argentina Almagesto lo publicó en formato libro con el mismo título. Las diferencias entre este El tiempo desolado y aquellos son tan grandes que podemos hablar de un ensayo diferente.
No es que la visión de Capanna sobre Ballard se haya alterado durante este tiempo. Las partes comunes son casi idénticas y los cambios son, cuando los hay, básicamente de redacción. Sin embargo aquella edición se detenía en 1991, el año en que Minotauro tradujo El mundo de cristal. Esta edición que ahora nos ofrece Alamut no sólo contempla todas las ficciones traducidas, incluyendo la colección de relatos Fiebre de guerra y la novela Bienvenidos a Metro-Centre, sino que también considera la biografía novelada La bondad de las mujeres y su autobiografía Milagros de vida. Es decir, estamos ante un libro con un centenar de páginas más que ofrece una visión mucho más completa y exhaustiva.
El tiempo desolado sigue una secuencia lógica. El primero de los capítulos en los que se divide, “De Shanghai a Shepperton”, es el obligado recorrido biográfico deteniéndose en los momentos primordiales: la infancia de Ballard en Shanghai y la vida en el campo de internamiento donde pasó gran parte de ella, su llegada al Reino Unido, su errática etapa de estudiante, la tranquila vida familiar con su mujer y sus hijos en Shepperton, la trágica muerte de su esposa y la superación de este terrible mazazo, los diferentes pasos en el mundo de la literatura, su relación con la ciencia ficción… Lo interesante está en los breves apuntes que realiza Capanna y que van perfilando el nacimiento de la acusada personalidad del Ballard creador; cómo se forjaron esos rasgos narrativos únicos que, posteriormente, despliega en las 150 páginas siguientes.
Este núcleo central de El tiempo desolado se inicia con un repaso general a las diferentes etapas en las que se suelen situar sus obras (surrealista, catastrófica, nihilista, metafísica e hipermoderna) para, después, tratar sus claves principales a través de los títulos donde germinan. Un discurso con un hilo argumental bien establecido y pleno de detalles aunque, también, menos “exigente” (y más accesible) que el que se puede leer en su equivalente dickiano Idios Kosmos.
Entre los aspectos que trata Capanna me gustaría destacar el enfrentamiento continúo que mantienen dos facetas de la personalidad de Ballard y que guían la mayor parte de su producción: la integrada, caracterizada por esos psicópatas que abrazan las reglas de una sociedad enferma para enfrentarla a su propia psicosis, y la apocalíptica, la que parece aterrada por el rumbo que llevan las cosas y de la cual germina el discurso moralista implícito en gran parte de su narrativa. Y cómo surgen el esquema y los personajes de La tempestad de Shakespeare en varias de sus obras fundamentales, comenzando con la excelente novela corta “La ciudad última” (que se puede encontrar en la colección de relatos Aparato de vuelo rasante) y terminando con dos de sus últimas novelas, Noches de cocaína y Super-Cannes. Cómo utilizó la última obra de Shakespeare, una de las pocas en las que no se inspiró en ninguna “obra” o “historia” previa, para retomar los diálogos entre arte y naturaleza, civilización y barbarie, venganza y absolución…
Antes de terminar quería mencionar la cubierta que acompaña al libro, sencillamente fantástica. Una fotografía aérea de un cementerio de aviones en el desierto de Arizona que evoca uno de los paisajes obsesivos en los que Ballard situaba sus historias: los cementerios tecnológicos. Poblado además de uno de sus totems fundamentales: el aeroplano. Un detalle que redondea un libro inteligente e incisivo imprescindible no sólo para descubrir las claves de uno de los autores más característicos del pasado siglo XX sino, por extensión, del estado de nuestra sociedad.
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