Admito que mi conocimiento sobre Agustín de Foxá se limitaba al dato de que era el autor de Madrid, de corte a checa, la más notable novela sobre la guerra civil publicada durante el conflicto en el bando nacional, y que según numerosas referencias de fiar, es digna de echarle un vistazo al margen de consideraciones ideológicas. Según se cita en el prólogo, en una ocasión Foxá afirmó: “Soy conde. Soy gordo. Soy diplomático. ¡Soy académico! ¿Cómo no voy a ser reaccionario?”. Durante los primeros años del franquismo, fue uno de los intelectuales de referencia, desde una posición de un cierto escepticismo, pero dentro de la ortodoxia.
Mariano Martín Rodríguez, en un trabajo tan exhaustivo que hace superfluo cualquier acercamiento posterior, viene aquí a presentarnos el interés del conde de Foxá por la ciencia ficción. Sin un singular aprecio, pero con el suficiente interés para conocer una buena cantidad de películas del género y haberle dedicado una porción de su obra, que se nos ofrece luego de forma íntegra.
Con diferencia, el texto más interesante es el relato “Hans y los insectos”, en el que se nos descubre la sorprendente relación de un entomólogo sueco, desplazado a un pueblo de Castilla, con una colonia de hormigas. La historia viene a compartir un cierto aliento temático con dos obras maestras como “Un dios microcósmico” de Theodore Sturgeon o “Los reyes de la arena” de George R. R. Martin, aunque con una ambientación localista muy sabrosa, y algo menos de osadía imaginativa. Se trata de un relato francamente bueno, muy por encima de la producción de la ciencia ficción española de la época no sólo en estilo -algo que se da por supuesto a un prosista y poeta de la fama de Foxá-, sino también en desarrollo puramente fantacientífico.
El otro contenido más interesante a mi juicio es la recopilación de ocho artículos, publicados originalmente en ABC, con que se cierra el volumen. Foxá toca aquí temas de divulgación científica pero desde un punto de vista libérrimo, con especial incidencia en los temas que parecían obsesionarle -el potencial futuro de América, las sociedades de los insectos…-, mayor carga ideológica y un vocabulario y ritmo realmente notables, muy de época, muy sofisticados. Especial interés para el aficionado tiene “Mecanización de las hadas”, un breve ensayo que viene a mostrar la dualidad del intelectual medio ante el fenómeno de la cf: desprecio por su iconografía y sus modales bastos, por parte de alguien que de hecho se muestra interesado por sus temáticas y posibles logros. Es una especie de guía breve y no intencionada de las razones por las cuales creo necesario separar a la literatura prospectiva de la ciencia ficción.
El volumen se completa con “El lobizón”, cuento fantástico correcto, pero un tanto de repertorio; “Viaje a los efímeros”, un viaje imaginario emparentado con Swift que traza un paralelismo con la historia europea y que es el único texto aburrido del libro; y la obra de teatro “Otoño del 3006”, decididamente cienciaficcionera y entrañable. Magníficas, por cierto, las imágenes del estreno de la obra en 1954 (¿realmente se pudo hacer algo así en la España de esa época? ¡Casi parece una ucronía!), y muy sintomáticas las críticas recogidas en el prólogo…
El libro viene a ahondar en la necesidad de conocer más sobre los acercamientos de un buen número de escritores notables de la literatura española a nuestros géneros, en particular en lo que hace referencia al periodo comprendido entre la fundamental antología De la Luna a Mecanópolis, de Nil Santiáñez-Tió, que estudiada el periodo hasta la Primera Guerra Mundial, y los años sesenta. Cabe esperar que Martín Rodríguez, que cita en su prólogo y notas obras apetecibles de Jaime de Foxá, Ricardo Baroja o Wenceslao Fernández Flórez, pueda seguir adelante con este trabajo de investigación y reivindicación.
No se si se llegaría a representar, pero yo conocía de Ricardo Baroja una obra de ciencia ficción que tiene, ‘Pedigree’ (Madrid : Caro Raggio, D.L. 1988).
Sobre esta obra hay un artículo que aparecen en Dialnet:
Durán López, Fernando, «El pedigree de Ricardo Baroja: teatro de ciencia ficción en España», en Draco: Revista de literatura española, ISSN 0214-9842, Nº 5-6, 1993?1994, pags. 33-57.
Sánchez álvarez-Insúa, alberto, «La comedia futurista, insólita y poco conocida «El pedigree» de Ricardo Baroja», en ¿De qué se venga don Mendo? : teatro e intelectualidad en el primer tercio del siglo XX : actas del congreso inernacional conmemorativo del 125 aniversario del nacimiento de Pedro Muñoz Seca / coord. por Alberto Romero Ferrer, M. Marieta Cantos Casenave, 2004, ISBN 84-923295-3-X, pags. 531-540.
Sorprende encontrar estos detalles por la historia d ela literatura.
Este libro es uno de esos textos que vale la pena leer al menos por la introducción, si la ficción no interesa.
Confirmo la opinión de Julián sobre el trabajazo de Martín Rodríguez; muy interesante, por otro lado.
Incido en confirmar el extraordinario y extenso trabajo de Rodríguez en la introducción. Un ensayo que merece por sí sólo el libro. Respecto a los relatos contenidos son, desde luego, curiosos. La crítica del estreno teatral se cebó bastante en el mismo. En la de Luis Calvo, del ABC del día siguiente, se destaca la division de opniones del público: unos admirados y otros aburridos por la «inacción».
Es un gran libro.
Como anécdota casi desconocida de Foxá, que manifiesta su carácter y que recuerdo a menudo: Curzio Malaparte describe en su obra Kaputt una tertulia que tuvo con él, varios embajadores y el general Mannerheim (el mandamás de Finlandia) cuando Foxá estaba de embajador en Helsinki. Foxá defendió con toda seriedad y hasta levantándose a gritos de la mesa, para susto de los presentes, que Dios era «¡español y católico!». Hasta amenazó con protestar oficialmente en un extraño ejemplo de surrealismo diplomático.
Cuando todos pensaban que se iba a armar un conflicto bastante absurdo Mannerheim calmó la situación con una respuesta ejemplo de fina diplomacia: «No le niego que Dios sea español, al contrario, es muy probable. Que sea católico, también es posible, aunque al ser un tema teológico habría que discutirlo más a fondo». (más o menos, hablo de memoria)
Foxá se calmó y volvió a sentarse a la mesa. Acabaron los dos borrachos perdidos.
Hommmbre… es que no es para menos… mira que poner en duda que Dios no español, esque hay gente para todo. :)))
Chencho Arias contaba el otro día en Radio Nacional que Foxá es una leyenda en el cuerpo diplomático español, del que se relatan infinidad de anécdotas.
Su favorita, según explicó, se refiere a una visita de Evita Perón a España, en los años cuarenta, para recibir la Orden de Isabel La Católica. Se la empezaron a llevar de gira turística por todas esas Españas de Dios, y a la buena señora todo le parecía mal: qué carreteras tan malas, qué comida tan extraña, nosotros en Argentina…
Finalmente, tras una parada en la que Evita tuvo que ir a donde incluso el sultán debe acudir solo, les dijo que le sorprendía la aspereza del papel que se gastaba en España. A lo que Foxá, al parecer, le contestó: «Señora, su problema es que está mirando todo en España con el mismo ojo».
Foxá tiene infinitas anécdotas, es posible que muchas de ellas se le atribuyan sin fundamento, pero da igual, son muy buenas.
Me acuerdo de una, no sé en qué recepción importante se encontraba, al estilo de boda real o semejante, que andaba él en coche de caballos descubierto, con una señorona (duquesa, condesa, reina madre… yo qué sé), cuando uno de los jamelgos del tiro, se tira un pedo. La mujer, algo abochornada dice con una sonrisa:
-Usted disculpara.
A lo que don Agustín responde.
-Faltaría más, pero creí que era el caballo.
Otra más famosa: andaba don Agustín en no sé que país americano, en encendida discusión (imagino como la que refiere Carnerio con Mannerheim) con un jerarca local, cuando el de Foxá salta:
-En españa aún se puede morir por honor
Y el extranjero contesta
– Pues aquí morimos por la democracia.
Y termina Fozá
-Eso es como morir por el sistema métrico decimal.
Seguro que muchas de estas son falsas
Dani
Otra de Foxà, que por lo visto debio ser digno de conocerse:
«Lo peor del comunismo es que te hace ser de Falange».