El shock del futuro

por Enric Quílez

Hace poco, en Colombia fue liberado un prisionero que las FARC tenían retenido desde hace más de una década. Cuando entrevistaron al pobre hombre y le preguntaron qué es lo que más le sorprendía del «nuevo mundo» en el que había aterrizado, la respuesta fue: «La tecnología».

A veces lo olvidamos, pero vivimos tiempos acelerados. Los chinos lo consideran una maldición. Occidente ha hecho de ello su modo de vida. La tecnología avanza a pasos agigantados y nosotros miramos de adaptarnos al shock del futuro, que ya predijo Alvin Toffler, como buenamente podemos.

Pensemos por un momento cómo era el mundo hace más de una década. Apenas había teléfonos móviles. Los ordenadores portátiles eran escasos y la computación, en general, era muy lenta en comparación con la de hoy. Las videoconsolas no estaban tan extendidas. El GPS era un lujo y los navegadores en los coches eran casi un producto de ciencia ficción. Desde luego, no había iPOD’s, ni iPAD’s; los PDA’s estaban poco desarrollados; el reconocimiento de voz era muy primitivo y, atención: ¿qué es eso de internet? Parece que será el futuro, aunque aún no se veía tan claro como se ve hoy día. El mail empezaba a hacer furor, al igual que los primeros chats, que entonces aún se llamaban IRC. Aparecían unos locales llamados cafés internet y la banda ancha era un sueño lejano.

La gente aún compraba CDs de audio y cintas VHS para ver las películas. El vídeo digital todavía era algo lejano. Se instalaban los primeros grandes parques eólicos en nuestro país y, por vez primera, las autoridades y la gente en general se empezaban a tomar en serio algo llamado «cambio climático». El coche eléctrico todavía estaba en fase de diseño. Podríamos seguir, porque el shock del futuro afecta a prácticamente todos los aspectos de nuestras vidas. La ciencia ficción ha tratado este efecto «despertar» en múltiples ocasiones. Generalmente, el protagonista viaja a un futuro remoto y se encuentra un mundo extraño.

A veces, el autor resalta la extrañez por encima de todo y entonces tenemos obras como El hijo del hombre de Robert Silverberg o La máquina del tiempo de H. G. Wells. Pero a veces, se prima más bien el efecto «shock del futuro», con lo que se nos quiere transmitir una sensación de agobio ante el nuevo mundo en que nos encontramos. Un par de ejemplos clásicos son «El hombre que despertó», de Laurence Manning o la novela de Arthur C. Clarke 3001. Odisea final, donde sus respectivos personajes son revividos en un futuro más o menos lejano y deben enfrentarse a un cambio cultural y tecnológico importante.

Tal vez el ejemplo más claro de todos sea La guerra interminable de Joe Haldeman, en que los militares protagonistas deben enfrentarse a un shock del futuro cada vez mayor y cada visita al «hogar» los aleja todavía más de su tiempo original. Aunque Haldeman no hace tanto hincapié en el cambio tecnológico como en el cambio social: costumbres, hábitos sociales, roles sexuales etc.

En definitiva, el hombre es un animal político y social (zoon politikon) y cualquier alejamiento de éste respecto de la sociedad por un tiempo prolongado, especialmente en tiempos de cambio acelerado, tiene sus consecuencias.

3 comments

  1. No comparto esa visión apabullante de la tecnología. Desde mi óptica, no ha avanzado tanto como se cree. Es sólo una idea que se vende. La mayor parte de los apartejos aludidos que invaden nuestra vida diaria no son más que perfeccionamiento de otros que había antes, o su versión en tamaño más reducido, a su comercialización en masa (producto del capitalismo neoliberal dominante).
    Probablemente el ingenio que mayor repercusión tenga en el hombre sea Internet (¡con mayúscula, por favor!), porque sí modifica el modelo de relaciones humanas y del tránsito de la información, entre otras cosas.

  2. Coincido contigo, Enric, y aún más en este país, que de por sí llevaba un retraso de 20 años con respecto al resto. En apenas 20 años hemos vivido un avance de 50. Qué acertado estuvo Alfonso Guerra cuando dijo aquello de «A este país en veinte años no lo va a conocer ni la madre que lo parió». La aceleración tecnológica y social ha sido brutal, como en las grandes revoluciónes del pasado.
    Las dos obras que más rápido me viene a la mente son La guerra interminable, mencionada por ti, y sobre todo, Retorno de las estrellas, de Stanislav Lem. En la de Haldeman es un efecto colateral, pero en la novela de Lem es el centro de la narración.

  3. Quisiera hacer una anotación, no solo respecto a este artículo, sino a los artículos de Cf en general.

    Yo mismo, al igual que muchos otros bloggers y escritores, centramos la atención de la ciencia ficción principalmente sobre el desarrollo tecnológico. Estoy de acuerdo en esto, y creo que el caso del artículo ilustra perfectamente el avance tan rápido que han tenido la ciencia y la tecnología.

    Sin embargo, el hecho con el cual se introduce el tema, me hace caer en cuenta de que prestamos demasiada atención a la tecnología, y nos descuidamos un poco de el trasfondo social, que es la esencia, creo, del género: la proyección de la sociedad a futuro. No es que quiera desmeritar el texto, el cual me parece muy bueno. Sólo quiero compartirles que, como colombiano que soy, lo leo y lo asumo a partir de otras perspectivas, experiencias y contextos en los cuales la discusión sobre el avance tecnológico es relativamente irrelevante frente a esas cosas que a uno le toca ver, oir y vivir, que quisiera jamás se hubieran presentado en el presente, ni se presentaran en el futuro.

    Me ha parecido excelente haberme encontrado con este artículo, más que por su contenido, porque me ha hecho caer en cuenta de ciertas cosas y replantearme algunas de mis ideas.

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