Durante la promoción de Batman y Robin, George Clooney defendió su aproximación al personaje de Bruce Wayne explicando, con sus propias palabras, que opinaba que un hombre joven, atractivo y millonario, con todo tipo de Bat-juguetes a su disposición, debería ser un tipo bastante feliz. Aquello contrastaba con el tono oscuro que por aquella época marcaba la colección del hombre murciélago, pero había que reconocer que el argumento de Clooney era defendible. Comprobamos después que era un bodrio lamentable, pero no por ser infiel a los cómics, sino porque se trataba de una película ridícula.

Si repasamos la ya larga lista de adaptaciones cinematográficas de superhéroes, comprobaremos que las buenas no lo eran por ser fieles al material original (suponiendo que exista tal cosa (1)), ni las malas lo eran por dejar de serlo. La diferencia entre unas y otras está en el respeto. ¿En qué consiste esto? El género de superhéroes se basa en los personajes, y respetar a un personaje se parece bastante a respetar a una persona; puede que esa persona no nos guste, pero si le tomamos en serio trataremos de escucharle, de entenderle, de comprender sus motivaciones, sus preocupaciones… En definitiva, nos pondremos en su lugar para tratar de entender su comportamiento. Lo mismo deberían hacer los guionistas al manejar un personaje.

Tony Stark ya era un chulo en Iron Man, pero en esta entrega es un arrogante insoportable e inestable, sin que el guión se preocupe de tratar de explicar cómo ha llegado a ese punto. Tal vez si supiéramos lo que siente un hombre de su posición al llevar la armadura, al sentir la presión de su condición de héroe, podríamos entender al personaje un poco más.

Una película narra una historia. Para hacerlo se seleccionan las escenas que se consideran más adecuadas para contar la historia en el limitado tiempo que permite el cine comercial, por lo que hay que intentar que la selección de momentos sea la más acertada. En cambio, algunos de los momentos que los creadores de Iron Man 2 han considerado idóneos para su historia son, por ejemplo, la sonrojante escena de la fiesta en la que Stark se emborracha con su armadura, o los numerosos diálogos estilo comedia romántica de Hugh Grant que Stark mantiene con ese error de casting que es Gwyneth Paltrow.

Se narra la vida de un gran personaje, y para ello se muestran las escenas más absurdas de su existencia. Tony Stark debería ser un personaje dramático, y este enfoque le convierte en un imbécil. Igual que sucede con su némesis, Justin Hammer (interpretado por un estupendo Sam Rockwell), retratado como un payaso. ¿Cómo han llegado estos dos tipos a sus respectivas posiciones en el mundo empresarial, si parecen idiotas?

Es una lástima que el humor, correctamente dosificado en la primera entrega, se desmadre en esta, no dejando claro qué estamos viendo. Ante tantos momentos chuscos, las secuencias pretendidamente serias pierden efectividad, en parte por contraste con las otras, en parte porque tampoco son ninguna maravilla. Uno ya se teme lo peor en los momentos iniciales que nos narran el origen de Whiplash de forma muy convencional (grito en plano cenital incluido…), y el resto del metraje le da la razón. Incongruencias como que Rhodes, de repente, sepa utilizar la armadura de War Machine sin que sepamos cómo; o que Stark se permita participar como piloto en el Gran Premio de Mónaco, demuestran que la película sacrifica realismo a cambio de vacuas escenas de acción.

Si Iron Man 2 resulta medianamente visible es gracias al encanto de Robert Downey Jr., que se adapta como un guante a este Stark, y un excelente diseño de producción. Pero los minutos desaprovechados son tantos que no puede eludirse la sensación de que se ha perdido otra oportunidad de evitar que esta masiva mudanza del Universo Marvel al cine que estamos viviendo estos últimos años sea percibida como una operación meramente comercial, donde la calidad no parece una prioridad. Uno no puede evitar la sensación de que Iron Man 2 es poco más que otro peldaño en esa escalera que se está construyendo, cuyo culmen será el estreno de Los Vengadores (anunciada para el 2012), y que reunirá a Hulk, Thor, El Capitán América, al propio Iron Man y a algún otro personaje que ya dispone, o dispondrá en breve, de su propia adaptación. Sólo así se explica la presencia de una desaprovechada Viuda Negra (aunque creo que no se pronuncia ese nombre en la película), la cual parece incluida únicamente para contar con otro personaje que añadir a la alineación de esos Vengadores.

Llegados a este punto, propongo una reflexión: ¿no sería aconsejable que los productores establecieran unos parámetros comunes para homogeneizar el enfoque de las adaptaciones de unos personajes que van a coincidir en un mismo título? Si cada adaptación particular muestra un estilo diferente, e incluso antagónico, ¿no resultará difícil definir el tono de la adaptación del supergrupo?

Resumiendo: Iron Man 2 es una película para contemplar sin pensar mucho, y tampoco demasiado entretenida; visible, pero decepcionante. Eso sí, cuanta con dos virtudes incuestionables: primero, que ratifica la recuperación de dos estupendos actores que estuvieron perdidos: Downey Jr. y Rourke; y, segundo, que no se exhibe en 3D. ¡Qué moda más molesta!

(1) Como ya he comentado alguna vez, a lo largo de su larga historia, Marvel y DC han puesto tantas veces los cuernos a sus personajes que no sólo no es justo exigir fidelidad a sus adaptaciones cinematográficas, sino que resulta absurdo ¿Ser fiel a qué? ¿A qué enfoque? Además, tras los X-Men de Brian Synger quedó claro que, aunque no se parezca a los comics, si tu película tiene el éxito suficiente, serán los comics los que acabarán pareciéndose a ella.

3 Responses to Iron Man 2

  1. Kansible dice:

    Estupendo articulo.

    Tuve la misma sensacion cuando sufri en el cine Hellboy 2.

    Un saludo ;)

  2. Sim dice:

    Suscribo la crítica. Lo de gwyny paltrow es inexplicable del todo punto. no siendo en absoluto mala actriz. Canta más que Belén Esteban en Redes. Ahora bien, da gusto ver buenos actores aún en una palomitera tan cutrecilla. El Downey es De Niro, sino mejor. Todo lo que toca lo ilumina. Ahí es nada, salir dos veces airoso de hombre lata en una peli de tortas.

  3. Ramón dice:

    No he visto la pelicula pero me temo que será bastante peor que esta crítica.

    Yo haría extensible lo del respeto por el personaje a cualquier adaptación de un personaje, no sólo al género de superhéroes ¿no?

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