Uno de los principales errores del ser humano en su inútil empeño por comprender el mundo desde una perspectiva exclusivamente racional consiste en redactar listas “definitivas” acerca de todo. Los libros “que hay que leer”, las películas que “hay que ver”, los sitios “que hay que visitar”, las cosas “que hay que hacer”…, como si el universo entero fuera a disolverse dentro de un par de semanas y hubiera que dejar todo limpio y ordenado (¿para quién?) antes de desaparecer en la inmensidad de lo incognoscible. Y como si todos tuviéramos la obligación, al menos moral, de haber leído, visto, visitado y hecho lo mismo para poder sentirnos integrados en nuestro momento histórico y reconocidos así como ciudadanos de pleno derecho.
El afán por listar el entorno no es nuevo. Desde que a un aburrido Adán le diera por poner nombre a todos los animales, como cantaba Bob Dylan, son numerosos los eruditos, intelectuales y listillos en general que han asumido la misión de imponer…, quiero decir, de orientar al resto de sus semejantes en los procelosos caminos del archivo del conocimiento universal. Huelga decir que el motivo secreto de casi todos ellos pasaba por la adquisición de algún tipo de poder sobre los demás seres humanos al poseer la información antes que nadie y, a menudo, facilitar sólo aquellos fragmentos que les interesara difundir en un momento dado, guardándose para sí lo más jugoso de sus descubrimientos.
Nuestro género no es innume a esta absurda pasión (aunque en este caso dudo que haya dotado de mucho “poder” a los respectivos autores de listas), como demuestran obras como Ciencia ficción: Las cien mejores novelas de David Pringle, Ciencia ficción: Guía de lectura de Miquel Barceló o Las cien mejores novelas de ciencia ficción del siglo XX firmado por varios autores bajo la coordinación de Julián Díez. He leído estos textos con interés pero con enorme escepticismo (idéntico al que me embarga cuando me encuentro con otros listados de “lo-mejor-de…”) pues a menudo me ha sucedido no hallar en ellos referencias a obras que personalmente me conmovieron y sí a otras que me parecen bastante corrientes.
Lo cierto es que nunca como en nuestra era contemporánea cualquier lector ha tenido acceso a tan inmenso volumen de informaciones con mayor facilidad, lo que ha multiplicado hasta la enésima potencia la aparición de “eruditos” y sus listas consiguientes. Hasta yo podría ponerme a redactar mi propia lista, investido de la autoridad que me concede San Google, sobre todo si me da por actuar con la extraordinaria arrogancia y el narcisismo de nuestros popes culturales que tienden a despreciar las opiniones de quienes vivieron en épocas precedentes, calificándoles de ignorantes o de parciales y que buscan aplicar a nivel general el modelo de recopilaciones de carácter histórico, que “mata” cuanto clasifica.
Un ejemplo clásico es la lista de los dioses del Antiguo Egipto. Certificamos hoy con una autoridad de catedráticos que los egipcios de la antigüedad adoraban como una de sus principales divinidades al dios halcón Horus encarnado en el sol, como si a lo largo de los miles de años de su civilización y en todos y cada uno de los nomos o provincias así hubiera sido, cuando en realidad figura de maneras muy diferentes según la época y la función concreta que se le asociara (Haraktes, Horsemsu, Horajty, Horjentijet, Harmajis, Harpócrates…), según los territorios en los que se le adorara (incluso hubo algunos en los que no estaba bien visto por estar consagrados a divinidades rivales como Seth) y de acuerdo a si, en relación con el astro solar, se le consideraba en solitario o en conjunción con otras divinidades (como Ra). Todo eso ha sido suprimido de un plumazo en la lista “definitiva” de dioses egipcios que “debemos” conocer, donde figura simplemente su nombre más popular hoy. Su nombre, por cierto, griego, puesto que el egipcio era Hor.
Esto ha sido posible porque los expertos actuales consideran al Antiguo Egipto como una civilización muerta, finalizada, a la que en el futuro la arqueología (incluyendo la interpretación de los textos recuperados en jeroglífico o demótico) no aportará nada nuevo…, salvo sorpresas mayúsculas (mmmh…, ¿los creadores de Stargate saben algo que nosotros no sabemos?) y sólo se puede hacer recuento de las cosas muertas y por tanto petrificadas.
Sin embargo, la vida es, por definición, cambio. Y por eso todas las listas están destinadas al fracaso, si es que pretenden constituirse en parámetros objetivos y puramente científicos. Ni siquiera es factible elaborar un listado personalizado ya que, a medida que tenemos acceso a nuevos ítems, nuestras preferencias originales van cambiando y añaden o eliminan unos y otros títulos. Sólo podríamos hacer la verdaderamente definitiva en nuestro lecho de muerte…, y aún así no dejaría de ser algo estrictamente personal.
La penúltima lista “definitiva” de películas “que han transformado la Ciencia Ficción y marcaron un punto de inflexión en el género” la dicta estos meses el diario El País, una de cuyas últimas promociones es una colección en formato libro-DVD que se vende asociada al periódico en su edición de los sábados (un euro costaba el primer título: 2001, una odisea del espacio, que se lanzó el 8 de mayo, y el resto se venden por 6,95). Más allá de lo positivo que sea para nuestro género que el diario general más vendido de España le dedique este espacio concreto, lo más llamativo de la promoción es el errático criterio empleado por los encargados de seleccionar los veinte títulos de lo que pomposamente denomina “Lo mejor del cine de Ciencia Ficción”.
La lista es la siguiente:
- 2001: una odisea de espacio
- Alien, el octavo pasajero
- Atmósfera cero
- Blade Runner
- Doce monos
- El Planeta de los simios
- Fahrenheit 451
- Inteligencia Artificial
- La guerra de los Mundos
- Los hijos de los hombres
- Mars attacks
- Minority Report
- Monstruoso
- 1997: rescate en Nueva York
- Robocop
- Terminator
- Thx 1138
- Virtuosity
- Yo, robot
- Zardoz
Y…, sí, tal vez el título de la colección podría hacer honor a la misma…, si todos los largometrajes incluidos estuvieran al nivel de clásicos del género (de manera que pudiéramos decir aquello de que no están todos los que son pero al menos sí son todos los que están) como El planeta de los simios, Blade Runner, Fahrenheit 451, Alien o la citada 2001. Pero en ese caso que alguien me explique la presencia de cintas tan prescindibles aquí como 1997: rescate en Nueva York, Virtuosity o Inteligencia artificial (o la pésima versión incluida de La guerra de los mundos, en lugar de la original).
Otra posibilidad es que la selección pase por el carácter de rareza. Eso que también se conoce como “película de culto” y que en general resulta más complicado de encontrar en el mercado, como ocurre con THX 1138, Atmósfera Cero o Zardoz, cada una de las cuales resulta interesante por algún aspecto concreto de su producción más que por el largometraje íntegro en sí. Pero este tipo de característica es opuesta tanto a la obra “clásica” como a la “prescindible”.
Un tercer factor a la hora de elegir es el de éxitos de taquilla más o menos recientes (aunque la calidad de las películas sea muy variable) desde Doce monos hasta Minortiy Report pasando por Monstruoso o Yo robot…, si bien otros ejemplos mentados ofrecieron pobres resultados económicos.
Aparte de todo esto, la ausencia de ciertos títulos en la lista es clamorosa: la saga de Star Wars y la de Star Trek ¿no hubieran merecido algún representante? ¿Y las de superhéroes, desde los más clásicos Superman y Batman hasta el inagotable bombeo de héroes Marvel de los últimos años? ¿Qué pasa con Matrix, Dark City, La invasión de los ultracuerpos, Ultimátum a la Tierra, El mundo en sus manos, Metropolis y tantas otras que se me vienen a la mente sin hacer mucho esfruerzo en lugar de algunos de los rellenos que figuran en “Lo mejor del cine de ciencia ficción” según “el periódico global en español”?
Finalmente, encontramos el criterio de selección del diario en una frase escueta de su página web: ”El País se reserva el derecho a modificar los títulos de esta colección”. O lo que es lo mismo: en realidad, la lista se ha elaborado con las películas cuyos derechos nos han cedido para la ocasión sus respectivas productoras.
Ante lo cual, personalmente estoy aplicando mi propio criterio: compro sólo las que no tengo y me interesan (pocas en esta lista, la verdad).
Error de partida: estas listas no funcionan como «lista de lo que es mejor», sino como lista de iniciación. No sé tú, pero yo, no llega a ser por la lista de Barceló y de Pringle, y aún miro la Ciencia Ficción, la Fantasía y demás con un terror de la leche, sin saber por dónde meterme. Estas listas funcionan, precisamente, como escaparate variado por donde introducirse al género.
Que, por otro lado, la lista de hugos y nébulas también funcionan perfectamente como introducción.
Y no se puede ver este tipo de lista comparándolo con los gustos personales, y menos con las preferencias («yo no hubiese puesto Alien tan arriba…»). Ahora, que veo que el artículo era basicamente para hablar de ti :P
Risingson, picando.
Coincido con Risingson, es un error tomarse estas listas como algún tipo de canon, y mucho más indignarse por que han puesto esto o no han puesto lo otro, cada vez que se comenta una de estas listas se acaba con la coletilla de «pues yo hubiera…» Hay que tomárselas como una selección subjetiva, que nos puede servir como orientación, sobre todo para los novatos, o para descubrir algún título que habíamos pasado por alto hasta ahora.
Muy interesante la polémica sobre Horus, Harpócrates, Hor…
Lo de las listas, bbbbbbueno, tampoco parece que tengan un afán inquisitorial, tipo indice de libros prohibidos. Los listados, amén de guías inicíáticas, sirven para indicar los gustos e inclinaciones del listador, y a veces para llamar la atención sobre un título que en su día quedó un tanto aguado. Tampoco es para cabrearse. Respecto a la lista del País, bbbbbueno… quiza entra en la praxis habitual del sector. A fin de cuentas, hay que amortizar la inversión ¿no?
Sí comparto plenamente que hoy, con Google, cualquiera hace un listado… Vamos, que no hay ni que leer…
1997: rescate en Nueva York para nada es prescindible. Un Clasicazo.
Pues al final haces lo que criticaste antes: modificas la lista a tu gusto. Por supuesto que lo que uno hace es fijarse si alguno de los títulos le interesan y si es así, pues se compra el que llamó la atención. Por lo demás, la lista en cuestión es interesante en cuanto a orientativa o informativa. En mi caso, ignoraba que existieran algunas de las películas mencionadas. Lo mismo suele ocurrirme con listas de libros «imprescindibles».
Las listas, ya sabe, cada uno tiene la suya, no coincide con las de los demás y lo divertido es compararlas y discutir apasionadamente la selección del otro.
De hecho acabo de ver entre los enlaces de esta misma página (http://daily.likeme.net/2010/07/20/10-underappreciated-sci-fi-movies/) una lista de diez películas de CF infravaloradas.
Y cuál sería mi sorpresa al encontrarme «Gattaca» en la lista . ¿Infravalorada? Curioso, porque a mí siempre me ha parecido una de las películas de CF más sobrevaloradas, y apreciada con pasión por muchos aficionados al género. Para mí es incomprensible: la encuentro pomposa, fatua y -el verdadero pecado imperdonable- aburrida hasta el bostezo.
Veo, por otro lado que incluyen también «Equilibrium» que no es que esté infravalorada, es que es mala. Parte de una premisa moderadamente interesante (una especie de puesta al día de «Farenheit 451») que intentan arrancar -sin conseguirlo- a base de echarle encima y a paletadas cliché tras cliché, con el resultado de que te pasas toda la peli pensando «qué pena… casi… qué pena».
Lo dicho, las listas son lo que son, selecciones hechas a partir del propio gusto o, como en el caso de la que comenta Pedro Pablo, a partir de lo que las distribuidoras tienen a bien cederte.
Las listas canónicas, las de verdad, mal que les pese a algunos, no las construyen lo expertos. Las va construyendo poco a poco el consenso de los espectadores a lo largo del tiempo.