Oficina de Reclutamiento
Ministerio de Guerra
Marte
A la atención del Coronel Ares
Informe de país: España
Mi coronel:
Como le he informado en misivas anteriores, los españoles son mayoritariamente pacíficos y por lo tanto, en lo que a nuestros intereses concierne, no sirven para nada. Aquí me refiero a la población en general. Sin embargo, hace unas pocas semanas hice un descubrimiento interesante: existe en la capital del país un vecindario poblado casi en su totalidad, al parecer, por una banda de guerreras temerarias. Son fáciles de distinguir: se embadurnan las caras —ya de por sí grotescamente arrugadas— con varias capas de pintura de guerra y llevan encima las pieles de los animales que han matado y despellejado, incluso cuando hay cuarenta grados a la sombra. Parecen estar jubiladas pero no creo que sea por elección propia: andan buscando pleitos desde la mañana hasta la noche. Esta semana he ido a desayunar cinco días consecutivos a una cafetería que frecuentan una decena de ellas y, cada vez, me han robado la mesa justo cuando estaba a punto de sentarme. También suelen saltarse las colas del supermercado —llevan placas de metal implantadas en los codos— y luego pagan sus compras con céntimos que cuentan uno por uno en la caja. Lo más llamativo es que nadie se mete con ellas. Seguramente acabarían con el primero que se atreviera a desafiarlas.
Calculo que la edad promedio de estas guerreras debe de rondar los 150 años, lo cual supera por mucho la esperanza media de vida de los seres humanos, incluso de los que ingieren cantidades importantes de aceite de oliva. Puede que sean indestructibles. Además, como tropas serían muy económicas de mantener: se nutren exclusivamente de café con leche y nicotina. Por supuesto tendré que profundizar en mis investigaciones para asegurarme de que realmente son aptas para nuestros propósitos. Hará falta infiltrarme en sus filas para averiguar si son, como sospecho, inmortales. También puede que no provengan siquiera de este planeta (lo cual explicaría mucho de lo antedicho) y que su invasión del barrio de Salamanca sea sólo un principio.
Rebecca,
¡Es delicioso! y tiene la justa dosis de «maldad». Me ha encantado.
Sigue así, por favor.
Roberta