por José Ramón Vázquez

El debate literario estrella, a día de hoy, es el del libro electrónico. ¿Serán capaz el .epub y derivados de destronar al papel que tantas satisfacciones ha provocado durante varios siglos a generaciones de lectores? Los nostálgicos defienden su objeto tangible con uñas y dientes y argumentan que un libro tradicional es mejor que cualquier ebook no sólo por el tacto de las páginas, la encuadernación o el fetichismo asociado al coleccionismo sino también por el olor característico que desprenden sus páginas (debo tener una pituitaria completamente atrofiada, supongo). Los translibristas no dejan de glosar en cambio las bondades de la tinta electrónica, cómo aumenta el espacio libre en nuestros hogares ya saturados de volúmenes, su portabilidad, la reducción en el consumo de madera… En lo que todos coinciden es en cómo va a cambiar el modelo editorial, tendiente a la autoedición y el nuevo horizante de posibilidades que ello conlleva. Cambiará todo, los porcentajes, la distribución, la figura misma del editor…

La otra marejada es la que provoca el exceso de libros editados. ¿Puede el mercado resistir tanta demanda? ¿La publicación de tantos títulos (unos 25000 al año en España aproximadamente, si excluimos los libros técnicos y universitarios) está ahogando las ventas? Empresas de autoedición camufladas como editoriales, pésimas ediciones repletas de erratas y sin ningún criterio de formato, distribuidoras que se llevan la parte del león simplemente por mover los libros de un lado a otro y que devuelven al editor la mitad de una tirada que, en ocasiones, no ha llegado siquiera al punto de venta… “Para vender hay que colocar miles de ejemplares en un escaparate, si no date por muerto”, es una frase que se escucha ya más en las reuniones de escritores que la célebre “Pues en mi libro…”

Y en medio de tanto ruido y furia a veces me paro y me pregunto: ¿el papel en el que estaban escritos los viejos libros era verde o blanco? No importa nada lo de dentro, importa cuánto vende. Todo el debate parece haberse reducido a cómo los escritores deben adaptarse a los nuevos tiempos para ser más leído, sin que importe en absoluto la obra en sí. La “vanguardia” no son los que tienen nuevas ideas revolucionarias sobre historias, metáforas y estructuras, son los que venden directamente en la tienda de Apple y en Amazon. Los libros ya no son esos maravillosos artefactos que nos trasladan a mundos lejanos mientra viajamos en metro, nos hablan de la realidad de forma descarnada provocando reacciones sinápticas insospechadas en nuestro cerebro o, los menos, cuestionan todo nuestro sistema de creencias. No, diríase que los libros son otro bien de consumo, y como tales sólo sirven para ganar dinero.

Ciertamente esto sucede más en el realismo o la novela histórica, pero sus efectos llegan al género. Si la moda dicta zombis, todo el mundo escribe de zombis, aunque sea un tema que les desagrade profundamente, tal y como he oído en varias mesas redondas sobre el tema. Y lo mismo podría decirse de la fantasía épica. No se trata de crear una obra propia, sólida y coherente, con características que la distingan de la masa de libros que abarrotan las librerías y grandes superficies. Ni tan siquiera de escribir de lo que realmente se quiere. No, se trata de publicar, y una vez publicado, de vender. Lo único que importa es eso, todo lo demás no solo es secundario sino propio de “intelectualoides”. A mí, en particular, me parece muy muy triste. Y (aviso a navegantes, esta es la frase que todo el mundo tiene que citar para tacharme de incendiario radical, la subrayo y pongo en negrita para que quede claro) TAN PATÉTICO QUE ME PROVOCA CARCAJADAS.

Las ventas de un super-éxito de género (especialmente si está escrito en español) se sitúan, en el mejor de los casos, en la frontera de los mil ejemplares. Eso corresponde, grosso modo, a unos mil euros de beneficio para el autor (si tu editorial te paga, pero ese es otro tema y será tratado en otra ocasión). Suponemos que todos los escritores de género para adultos lo hacen por vocación y no es su oficio, y resulta que terminan escribiendo obras que no habrían siquiera pensado de no estar de moda y a las que dedican muchas horas de su tiempo libre por mil tristes euros. La crisis ha dejado las cosas mal pero ¿tan mal como para vender tu “alma artística” por ganar en dos o tres años lo que se considera un sueldo mensual paupérrimo?

Hay tanta gente queriendo comer del pastel que parece que se han olvidado por completo de los ingredientes que lo componen. La idea era escribir porque tenías algo que contar y necesitabas expresarte, demonios, no para hacerte rico. Si estabas aquí por el dinero, has elegido el camino equivocado, hay miles de negocios más rentables y menos sufridos. Me da igual si huelen o no, si ganaré mucho dinero con ellas o no, lo único que me importa de las horribles historias que escribo es lo que cuentan y cómo lo cuentan. De eso, y no otra cosa, es de lo que merece la pena hablar. Y empiezo a pensar que soy el único con esa idea.

 

40 Responses to Negro sobre verde

  1. Víctor Conde dice:

    Yo también pienso lo mismo. De hecho, os dejo el link a una adenda de mi blog que puse hace unos días, y que creo que es muy aclaratoria al respecto de mi postura sobre las leyes de mercado:

    http://victorconde2000.wordpress.com/2010/12/13/yo-soy-asi-le-pese-a-quien-le-pese/

    Un abrazo.

  2. Rudy dice:

    Interesante reflexión, que comparto en buena medida.

    Sólo un par de apuntes.

    Uno. Cuando dices «diríase que los libros son otro bien de consumo». Bueno, es que lo son: cualquier cosa que pones en el mercado y por la que cobras es un bien de consumo, no nos engañemos. Y los libros no sólo lo son, sino que lo llevan siendo mucho tiempo.

    El otro apunte es que, en cierto modo, pareces proponer un enfrentamiento entre «libro como bien de consumo» y «libro como objeto cultural/artístico/comoquieraqueprefierasllamarlo».

    No veo tal enfrentamiento. No veo que sean dos opciones enfrentadas. No veo que, para conseguir una cosa, tengas que abandonar la otra.

    Dicho de otro modo: uno puede escribir lo que le salga de las narices, hacerlo porque se lo pide el cuerpo e intentar dar lo mejor de sí mismo en el proceso y, al mismo tiempo, aspirar a que lo que ha hecho (fruto de su talento, el poco o mucho que tenga) se venda como churros.

    No veo nada incompatible en ello.

  3. Fernando Ángel dice:

    Un texto acertadísimo. Incluso hay escritores supuestamente «de vanguardia, posmodernos…» de renombre que en sus talleres y conferencias explican cómo estar pendiente del mercado y cómo el mercado editorial es el principal factor para orientar temas y formas. Véase alguna ganadora del premio Planeta, por citar ejemplos sin nombres.
    Como en toda la posmodernidad, ya no podemos distinguir entre «lo intelectual» y «lo mercantilista» sin encontrarnos con enormes sorpresas. Bolaño sería un ejemplo casi irónico de éxito desde lo imprevisible.
    En cuanto al apunte de Rudy, no puedo estar más de acuerdo en cuanto a ideal y objetivo de todo escritor honesto: escribir lo que se quiere (aunque se trate de lo más hermético y experimental del mundo) y venderlo incluso en el Alcampo. A lo de «autoenguetarse» (¡¡vivan los neologismos!!)… Nunca le he visto mucho sentido, la verdad.
    Aunque por lo general, sabemos que se trata de un objetivo basado más en la esperanza que en la realidad.

  4. JMB dice:

    Muy inspirado; me ha encantado. Un apunte. Todo el mundo se quiere comer el pastel, pero ¿qué pastel? No hay pastel. Si acaso, unas migajas.

  5. […] Literatura Prospectiva literaturaprospectiva.com/?p=6410 – view page – cached Literatura Prospectiva. Miradas al futuro desde la ficci?n. Centrado en la literatura de ciencia-ficción, pero tambi&eaute;n en el cine, los tebeos o comics, las series de televisión. […]

  6. Rudy dice:

    Evidentemente, no hablo de realidades sino de objetivos. Lo que quería decir es que no veo como incompatibles el escribir lo que uno quiera con el intentar venderlo de la mejor forma posible.

  7. Víctor Conde dice:

    Hoy en día nos alucina que cosas tan tremendas como «El almuerzo desnudo» pudiesen llegar en su día a ser libros de cabecera de toda una generación. Y si nos sorprende es porque hemos perdido muchísimo en los últimos veinte años. Hemos perdido la capacidad para sentirnos bien y cómodos con lo extremo, con lo raro y experimental. Con lo contracultural, al menos en literatura (la música es otra historia). Y esa es la peor derrota de nuestra generación.

    Como proféticamente nos avisaron los chicos de Pink Floyd en The Wall, nos hemos vuelto «comfortably numb».

  8. Joserra dice:

    No, Rudy, no es ni mucho menos incompatible y, por supuesto, es evidente que una vez escrita la obra uno quiere que se venda, y que se venda bien. No tanto por el dinero como por llegar a más gente. El problema es el de objetivos que comentas. En concreto cuál es el «primario» y el «secundario».
    Para mí es absurdo tener como objetivo primario «vender mucho» y como secundario «escribir algo que me gusta». Y puede que, a la larga, contraproducente. Es más fácil alcanzar la notoriedad literaria (y con ello un cierto volumen de ventas) siendo fiel a un estilo y una temática propias que intentar llegar a todas las modas, porque cuando tu obra salga al mercado, entre el proceso de escritura y edición, la moda puede estar ya agonizante y la gente terminará por tomarte la matrícula.
    Sobre El almuerzo desnudo que comenta Vïctor. Hombre, no creo que Burroughs fuera el Stieg Larsson de la época. Pynchon tiene un seguimiento de culto en ciertos sectores de la población estadounidense ahora mismo también, casi como Bolaño que ya ha mencionado Fer, pero en sectores reducidos. No sé si Kerouac llegaba a tanto, pero en esa época el cine, la televisión o los videojuegos no tenían tanta preponderancia como ahora.

  9. Sim dice:

    Pienso que no hay correlación entre calidad literaria y comercial.
    Como autor uno puede y gusta escribir de lo que más le guste. Y de hecho es lo que solemos hacer -y es así como tenemos el cajón lleno de papeles)

    Ahora bien. La pregunta que el editor me hace cuando firmo un contrato con él y, por tanto, devengo comisionista de un bien económico, es ¿Cuántos libros podemos vender? Suponiéndole un calidad literaria X, el objetivo, cuando hablamos de una inversión, es siempre el retorno de la inversión (a ver!!!). Que sería deseable elevar X… Bueno… También… Pero no hay correlación entre calidad comercial y calidad literaria

    Esto es así, no hay vuelta de hoja. Soluciones teóricas, leáse estrategias de marketing. hay unas pocas, por un lado, sellos especializados en calidad literaria, (ocurre que , una vez mas, no hay correlación entre calidad comercial y literaria, y vuelta a empezar). Otro es compatiblizar ambos niveles, cual Vargas Llosa. Pero claro, como Vargas Llosa hay tantos…

    ¿Porque triunfan unos diseños, pongamos de DG, respecto a, pongamos, Givenchy? la verdad es que nadie lo sabe, No hay un correlación calidad-comercialidad. Bueno, sí… Algo hay, pero es más bien plano teórico… sin demasiados referentes reales.,

  10. Sim dice:

    Perdon, la moraleja es que tienes bastante razón, Follonero, no habiendo correlación, ¿no sería mejor probar con cosas cualitativamente buenas?

  11. Mobymelville dice:

    Claro que sí.

    Se me abren las carnes cuando leo que el mercado dictará sentencia sobre lo que se escribe ahora. ¿El mercado? ¿Los escritores están en bolsa? ¿Son accionistas? ¿Escribir para aspirar a entrar en una lista a lo 40 principales?

    Lo mismo que la «profesionalización». Muy positivo si se habla de escribir como un buen artesano (lo artesano no tiene que tener necesariamente que ver con la colocación ordenada de ladrillos), pero la connotación que lleva detrás vuelve a ser la misma. El dinero que ganas o dejas de ganar, según lo que hayas vendido o dejado de vender, que es lo que muchos van a tener en cuenta y dictamina que hayas «fracasado» o no. Patético.

    Hace tiempo comenté que Fco. Javier Pérez era el ejemplo más llamativo de unos escritores que tienen en común, más que el estilo o el contenido, que hacen lo que les da la gana. Pasar de encasillamientos, de géneros y de subgéneros, o pervertirlos, haciendo con ellos lo que te apetezca. Porque con esto no te ganas la vida, y es secundario vender más o menos, le debería preocupar más al editor, no al autor. Escribir lo que quieras. No tienes dueño, a nadie se lo debes. Luego gustarás o no. Se acertará o no. Pero el pensamiento del que se parte es otro.

  12. Rudy dice:

    Joserra, que quede claro que comparto el fondo de tu reflexión, de tu preocupación por ese «desplazamiento» que comentas entre a qué le da más importancia uno o no. Sin embargo (y puede ser culpa mía y de una lectura en exceso diagonal del artículo) no parecía que a lo largo del texto eso quedara claro, o al menos quedaba un tanto ambiguo, me pareció.

  13. Risingson dice:

    Hola amigos. Como lector/procrastinador creo que, por un lado, atinas mucho en tu percepción de lo triste que es – el ejemplo es colosal – escribir de zombis aunque no te guste, y por otro creo que hay que dejar que un escritor se prostituya de vez en cuando. Que Ian Watson escriba de marines en Warhammer, que Barbara Hambly escriba de Jedis, etcétera, porque, cojones, un escritor tiene que comer y asegurar el futuro de sus hijos y esas cosas que se propone un ciudadano medio.

    Ay, pero sobre todo lo que has reflejado muy bien es lo raro que queda que un escritor o un editor, cuyo arquetipo no ha cambiado demasiado en el último siglo, se intente comportar como un accionista del siglo XXI con las dos o tres palabras que ha aprendido en los suplementos de economía semanales. Ya sabes, mercado, fluctuaciones, Angela Mérkel, esas cosas.

  14. Risingson dice:

    ¿Le he puesto tilde a la Merkel? Se me va.

  15. Juanfran Jiménez dice:

    Hola:

    Es muy interesante el artículo y lo que se ha comentado. Hay una parte de lo que dice Joserra («…y resulta que terminan escribiendo obras que no habrían siquiera pensado de no estar de moda») que debo reconocer que me ha «tocado», aunque creo que no exactamente en el contexto al que se refiere. A ver si me explico.

    No sé si os acordaréis de los concursos de microrrelatos que organizaba Elmundo.es. Cuando empezaba el concurso, que era temático, ellos daban una palabra clave y dos horas para mandar el relato. Esas dos horas me lo pasaba como un enano, dándole vueltas al magín (generalmente en el curro ¬¬’). Lógicamente, estas cosas no se hacen por el «premio» (gané un par de veces, y debo admitir que aún no me he leído ni el 5% de los libros que me regalaron) sino por el reto en sí, casi por el juego. Y además porque, en mi caso, este tipo de «limitaciones externas impuestas» casi siempre acaban siendo un motor de arranque para generar ideas (que seguramente nunca habrían sido pensadas) en un proceso en el que disfruto peleándome con esas limitaciones.

    Todo esta introducción viene porque, recientemente, me han seleccionado un relato de para el volumen 3 de la antología Z. No es que me desagraden los zombis, ni mucho menos, y de hecho soy fan de los comics de Kirkman. Pero, muy posiblemente, mi relato nunca habría sido escrito si no hubiera visto la convocatoria de Dolmen. ¿Quiere decir esto que lo pasé mal escribiéndolo? Todo lo contrario. Y efectivamente, pensar que pude hacerlo por el dinero mueve a la carcajada. ;-)

    Vamos, que seguro que no estoy diciendo nada que no comprendáis. Estoy seguro de que, Joserra, eres capaz de escribir un relato que te guste, que contenga tus temas, que exprese tus ideas, tu manera de escribir, etc. partiendo de cualquier limitación externa que podamos imaginar. Incluyendo que sea «comercial» (sea eso lo que sea).

    No sé si me explico.
    Saludos y enhorabuena a todos los de Prospectiva por la web, os leo mucho.

  16. Joserra dice:

    Creo que hay una diferencia notoria de tiempo empleado entre escribir un relato y una novela (eso no significa nada, a mí personalmente me gusta más leer relato corto y soy un defensor del microrrelato, que a algunos les parece poco menos que un chiste menor). Proponerte un reto que te lleva un mes de escritura puede ser estimulante. Un reto que te va a llevar un año entre escritura y correcciones por verte impreso a MÍ (esto es una columna de opinión, después de todo) me parece lo ya mencionado. Y, ya que estamos, las modas se pasan. Como ya he dicho cuando termine el proceso editorial igual el tirón comercial que tenía ha desaparecido.
    La «comercialidad» es una falacia que nos han hecho tragar. Si escribes (a estos niveles), escribes porque te gusta, las historias que tú quieres escribir. Francamente, y es en tema de debate candente, ahora mismo no es tan díficil publicar si cumples unos mínimos muy mínimos. Y si tienes suerte y lo que escribes está de moda, venderás bastante. Pero aún así no hay casi ningún escritor en España que viva de escribir, y los que lo hacen suelen ser columnas de periódicos.
    Y por cierto, no hace tanto se añadió un Recomendamos en el que un autor de Mondadori (editorial que, por cierto, va a publicar un libro de CF de «ghetto» en breve) hablaba elogiosamente de Fco. Javier Pérez, al que ya mencionaba Daniel.
    El problema, aquí y en las altas esferas del poder, es hacer caso a «los mercados». Se ha visto que, sin duda alguna, es lo que funciona. Que siga la fiesta.
    A pesar de lo que pueda parecer, me parece interesante tu mensaje, evidentemente la mayoría de la gente no lo hace por dinero. Precisamente por eso, ¿por qué darle tantas vueltas? Haz lo que quieras de verdad, es el mensaje real, no lo que te digan que vende. Y gracias por la enhorabuena, claro.

  17. Juanfran dice:

    Está claro: lo que no tiene sentido es hacer algo que es innecesario, no te gusta, y no te da beneficios, jejeje. Pero ya sabes aquello de «odio escribir pero me encanta haber escrito»; eso es lo subjetivo, lo que le gusta a cada uno de este «tinglado». Supongo que las motivaciones para hacer algo como escribir no son infinitas, pero sí variadas.

    Es como correr una maratón popular, que no te hace falta para nada (puedes correr tú solo el día que quieras xDDD) ni vas a ganar: mi padre ya suele ir sin inscribirse, en plan pirata, porque me imagino que después de tantos años conservar el dorsal de recuerdo no le hace ninguna ilusión. Si yo corriera la maratón un año (risas) guardaría hasta el sudor. Pues en la escritura amateur también habrá fases… y no todo el mundo pasará por las mismas, ni tiene por qué, ojo. Y tienes toda la razón, no se puede hablar lo mismo de un relato que de una novela.

    Así que no pienses que no estoy de acuerdo con lo que has dicho, ¿eh? Me parece un «recordatorio» MUY necesario, precisamente porque lo que abunda por ahí es lo contrario (o eso parece).

    En el fondo sólo quería justificarme por haber escrito cosas de zombis, xDDDD.

  18. Laura dice:

    En realidad, la situación es lo mismo de siempre sólo que con más gente implicada. Siempre ha habido obras prefabricadas con miras a tendencias comerciales y siempre ha habido también obras honestas -escritas desde el fondo del corazón del autor- que por esas cosas de la vida gustaron y se vendieron bien y luego alguien quiso copiarlas y las convirtieron en culto, etc., y siempre ha habido obras que pasan por la vida sin pena ni gloria.

    ¿Que es triste que ahora sólo se piense en vender? Pues no veo yo que sea «ahora». Los editores que no buscaron vender ya cerraron sus editoriales. No hay negocio que resista operar con pérdida todo el tiempo. Siempre se necesita algo que lo sostenga. Y el libro, como cualquier otro objeto que se coloca en una vitrina y se le pone un precio, es también bien de consumo y necesita promoción, y marketing y todos esos pormenores.

    Ahora bien, entiendo que el lamento es porque no se presta atención a la calidad de lo escrito. ¿De verdad es así? ¿No sabe el común de los mortales la diferencia entre una gran novela y una novela del montón? ¿No hay libros que se compran para un par de horas debajo de una sombrilla en medio de una playa y libros que se atesoran para toda una vida? Yo veo que sigue habiendo la clásica distinción entre el producto comercial y el objeto de valor, y éste, necesariamente, sigue siendo más escaso.

    ¿Qué debe plantearse uno si quiere aspirar a ser escritor? Pues, sí, estoy de acuerdo con la idea general del artículo: lo ideal es ser honesto consigo mismo y escribir lo que de verdad quieres escribir y no lo que te dicta el mercado. Pero si para poder hacerlo de vez en cuando tienes que escribir alguna cosilla comercial, como algunos buenos autores han hecho, no veo que sea censurable. Como alguien dijo por ahí, los autores también son personas que necesitan comer y dar de comer a sus hijos, y escribir es una actividad sufrida y larga y no hay nada objetable en querer recibir alguna recompensa económica también por ello. Y pienso que Rudy tiene razón: no es incompatible. Sólo tienes que seguir haciéndolo. Nadie está obligado a escribir «contracultura» tampoco. ¿Y si no es lo que yo quiero escribir? ¿Y si lo que a mí me apasiona y me encanta son las historias de zombies -por ejemplo-, por qué no he de escribir sobre ello? ¿Y si lo que me mata son las historias de amor empalagoso entre virtuosas doncellas y hombres lobo? En tanto un autor sea honesto consigo mismo, las condiciones de calidad sólo dependerán a la postre de su propio talento y del trabajo concienzudo que ponga en su escrito para lograr algo de valía. Lo demás… bueno, son condiciones de vida de las que no se escapa ningún artista.
    Nota: de una vez aclaro que a mí personalmente no me apasionan las historias de zombies ni las románticas monstruosas, ojo. Eran ejemplos.

  19. Sim dice:

    Ni de coña lo veo así. No entiendo la idea de Joserra sobre mercado.
    Sé que -un manera de verlo- la escritura es un proceso que nace en la subjetividad de uno y que debe ser validado en la intersubjetividad, es decir, en la subjetividad del otro. Hay que escribir para gustar, para interesar al público. Escribir para gustarse a sí mismo es convertir la literatura en una f antasía onanista y suele dar los peores resultados cualitativos.

    De todas maneras este es un debate antiguo, que recuerda al Manantial, de Vidor. ¿Qué prima, las necesidades expresivas del supuesto autor -paradigma romántico- o satisfacer las expectativas del lector/mercado, esto que para Follonero es tán chungo? Yo creo que en el contexto actual el paradigma romántico-Schopenhauer carece de sentido. En parte, la clave es que la calidad literaria se retroalimenta con el mercado/público, el no mercado no retroalimenta más que el ego del supuesto autor, propio de estos tiempos de amaterización.

  20. Víctor Conde dice:

    Curiosamente, algunos de los artistas que mejor han sido valorados en sus respectivos campos, como Herbert en literatura de cf o Spielberg en cine, son los que han conseguido desarrollar su carrera en el punto medio entre ambos extremos. Es decir, combinando calidad y comercialidad en sus obras, en lugar de irse a los extremos de «puramente comercial» o «puramente artístico».
    Creo que deberíamos coger recortes de esta gente.

  21. Joserra dice:

    El manantial está basado en una novela de Ayn Rand, santa patrona de los neocon, pero creo que no me entiendes, Sim. Es que cuando yo escribo ME DA ABSOLUTAMENTE LO MISMO lo que piense el hipotético lector. Me interesa lo que yo quiero decir. ¿Que luego resulta que eso conecta mucho con el lector y vende millones? Maravilloso. ¿Que no? Pues oye, menos maravilloso, pero me da lo mismo. Y cualitativamente no sé, pero hasta ahora pocas cosas me han echado atrás, he publicado casi todo lo que he escrito e incluso he quedado finalista de algún certamen. Y eso que jamás en mi vida he pensado en escribir para X o para Y, solo para mí.
    Yo es que concibo esto de otra manera, veo. Lo de publicar y lo de vender es lo secundario, no lo principal. Lo principal es soltar lo que llevo dentro. Ni más ni menos.

  22. Sim dice:

    Lo que tú hagas bien estará en cualquier caso, Joserra. El problema es que ese planteamiento, me da igual el lector, es culpable, en gran medida, de las cantidades industriales de basura que ensucian la literatura. Cómo puede darte igual el lector? Una novela está para ser leída, no para ser escrita. La música es para dar placer al que la escucha. Los chorizos y embutidos, para comerlos, no para pasarlo bien haciendo mondongo. El arte autista no mola.

    Prevengo de lo molesto que es para los demás escribir cosas sin interés para nadie (excluyo al autor y a la madre de sus días, obviamente, cuando alguien escribe algo es porque lo prejuzga interesantísimo) y de lo sensato del planteamiento inverso, que tú denostas y tildas de «mercantilista».

    Naturalmente, si uno es Holderlin, olvidemos lo anterior, claro… Pero no siendo así, y lo normal es que no sea así…

    Paradójicamente, y si bien apenas he concursado en cuatro o cinco premios, normalmente con cosas disparatadas, nunca jamás de los jamases me he comido un colín (mal gusto del jurado, sin duda :). O sea, que lo mismo llevas tu razón y no pensar en los demás es la condición de posibilidad de que los demás se interesen por lo que haces.

  23. Joserra dice:

    «El problema es que ese planteamiento, me da igual el lector, es culpable, en gran medida, de las cantidades industriales de basura que ensucian la literatura.»
    ¿Ves cómo pensamos de manera opuesta? Para mí el culpable es escribir pensando en el «mercado», sea este el de los frikis ciferos, los amantes de las conspiraciones o los modernitos cool. Hay cantidades ingentes de clones que se publican porque se piensa que alguien va a comprarlas.

    «¿Cómo puede darte igual el lector? Una novela está para ser leída, no para ser escrita.»
    Porque para mí escribir no es un acto de afirmación de la personalidad. No pretendo que la gente me haga reverencias ni las mujeres se lancen a mis pies. No. Sólo pretendo sacar los demonios que me impiden dormir por las noches diciendo «escribe mi historia» de la cabeza. Y oye, si a alguien le gusta, perfecto. Y si no, yo me he quedado muy a gusto juntando líneas. Me parece un hobby saludable.

    «Prevengo de lo molesto que es para los demás escribir cosas sin interés para nadie (excluyo al autor y a la madre de sus días, obviamente, cuando alguien escribe algo es porque lo prejuzga interesantísimo) y de lo sensato del planteamiento inverso, que tú denostas y tildas de “mercantilista”.»
    La autora de mis días no se lee lo que escribo, no le gusta. Tampoco el autor de mis días, aunque este sí algo más. Me ha llegado a decir que por qué no escribo «cosas normales». Y lo mismo se puede decir de mis amigos de toda la vida o mis compañeros de trabajo. Se lo leen otros compañeros de penurias en esto de escribir, principalmente, y aficionados al género en general que no escriben (claro, como si existieran :D)

    «O sea, que lo mismo llevas tu razón y no pensar en los demás es la condición de posibilidad de que los demás se interesen por lo que haces.»
    No necesariamente. A lo mejor es que las historias que a mí me gustan (y por eso las escribo) le gustan a más gente. Que es posible, oiga.

  24. Yo reconozco que veo la escritura de forma muy parecida a lo que dice Joserra. Escribo (pinto, diseño, creo, etc.) porque siento que debo hacerlo, y aunque me gustaría llegar a más público, como a todo hijo de vecino, y las tendencias que están en el aire me influyen, lo cierto es que escribo lo que me da la gana.

    Creo que la única forma coherente de trabajar la literatura (o cualquier otro tipo de arte) por un autor es ser fiel a uno mismo, ajeno a modas y tendencias. Tener tu propia voz y tu propia visión del mundo y ofrecerla a los lectores. ¿Que solo un centenar sienten interés por tu obra? Qué le vamos a hacer. Es lo que hay.

    Yo soy consciente de que lo que escribo llega, por diferentes razones, a un público minoritario, pero ese público me llena completamente. Quizá en un futuro pueda llegar a más gente, pero intentar que llegue no va a condicionar mi obra. Escribo lo que deseo escribir (ya sea ficción mínima, ya sea una novela), la publico (o lo intento) donde quiero hacerlo y disfruto de todos los pasos, pero siempre siendo yo. O al menos eso quiero creer.

  25. Sim dice:

    Claro que pensamos de manera opuesta. Esa es la cosa. ( Aunque no tanto, yo no acepto, por ejemplo, que el mercado sea el árbitro de la calidad literaria de un libro. En este punto, yo creo en la crítica, en el sabio)

    No a fin de persuadirte, pero sí de fijar una opinión alterna.

    Creo que ceñirse a una estructura externa que te supervisa el texto en función de un mercado (por pequeñito que sea) es una práctica (comercial y caulitativa) la mar de sana. Por esa razón, básicamente, la literatura anglosajona es puntera (comercial y cualitativamente) en muchos aspectos y la española hace trillones de años que vegeta en la modorra.

    Creo que, por muy onanista que uno sea, en determinados productos, hay que buscar con desesperación la intersubjetividad. Que los dietarios y diarios privados están muy bien, que conste. Pero una novela es otra cosa.

    Creo que la proliferación de basura que nos invade -retomando el hilo inicial- viene precisamente de la inmadurez en planteamientos «hago lo que me gusta», que bien me lo paso escribiendo, etc… No tío. Si realmente quieres calité (y creo que hay que buscar calidad y excelencia), haz lo que interese a la gente, busca el interés de la gente (hombre, y si quieres tías a tus pies y tal, pues con más motivo, pero yo me haría de la tuna, tienes más posibilidades, y mira que es caer bajo… :D). Y evidentemente, todo tiene sus excepciones, y a Kafka me remito.

    De todos modos, gracias por la polémica.

  26. Joserra dice:

    Pero es que eso no es cosa del autor, es cosa del editor. El editor es el que debería buscar eso. Al autor le tiene que importar, mientras escribe, tres leches todo el proceso. Una vez termina debe tener claro qué ha escrito en realidad y ver qué editoriales podrían estar interesadas (y eso implica, de paso, conocer las editoriales a base de LEER LIBROS EDITADOS POR ELLAS). Y a partir de ahí, el editor verá si le interesa, sugerirá cambios y el autor seguirá sus consejos si lo cree conveniente. Que «capen» la obra agentes externos puede ser incluso valioso, «autocaparse» en base a unos supuestos parámetros de mercado es lo que me parece inaceptable.

  27. Fernando Ángel dice:

    Me parece que Sim solo disfruta un tipo de literatura, paraguás bajo el cual se escuda de la demás. por otra parte, plantear que quien escribe sin pensar en el público es onanista y que da los peores resultados cualitativos es tan falso y tan demostrablemente absurdo, además de poco respetuoso como pensar que lo comercial es todo una mierda. Respecto a lo de Schopenhauer, que se plantea ya al principio del El mundo como voluntad y representación (para quien quiera contrastar), es un reduccionismo de hace 200 años que intentó revitalizar Theodor Adorno en los sesenta, sin éxito. Schopenhaur no sabía nada de psicología ni de mercado capitalista. Y eso cambia mucho las cuestiones. Hoy, desde esos nuevos planteamientos, se ha superado esa simplificación de: “obra para una élite” vs. “obra para el vulgo”. Véase: Jameson en “Teoría de la posmodernidad” o Jauss en el capítulo segundo de “Experiencia estética y hermenéutica literaria” donde precisamente se defiende muy argumentadamente y muy racionalmente que cada autor es un mundo y cada obra mucho más, que no hay diferencias cuaklitativas entre comercialidad y elitismo cultural, sino que depende del texto. Plantear una fórmula del tipo: “Todo lo que se escribe así es así y no hay más”, en plan dogmático y sentencioso, carece de cualquier sustentación. ¿Reducimos toda la creación literaria y todos los resultados literarios a: “Lo que uno escribe sin mirar al público carece de calidad y es onanista”? ¡¡Por favor, un poco de relativismo, de apertura, de tolerancia…!!

    Si hubiera una clave absoluta para hacer una buena obra y además de éxito, ¿por qué no la aplicáis? Si no, esas sentencia absolutas… Como que no las veo…

    Y, desde luego, con el criterio de “obra solo para el mercado” lo que se consigue es muchas veces (no todas, no seré yo reduccionista) “obra para el mercado”. Por esa regla se llega a defender, por mera lógica, la peor franquicia, el best-seller más cutre o la moda más comercial.

    O no.

    De igual modo, lo superelitista puede dar una obra autocomplaciente y sin valor.

    O no.

    Depende.

    Pero, claro, supongo que cuando alguien defiende escribir para el público a lo que se refiere es: ·”Escribir para mi nivel, que es el bueno porque soy el equilibrio perfecto entre cultura y tío de la calle”. Con esto retomo el principio de mi comentario: parece que pretendes aceptar solo las obras de la línea que te gusta. Está bien. Tienes derecho a ello. Pero no me parece que sea un factor con el que argumentar nada.

    ¿Equilibrio de Spielberg y Herbert? No parece que lo hayan conseguido siempre, precisamente esos dos. ¿Qué pasa con el fracaso comercial de Blade runner? Fue una obra muy, muy personal. Y fracasó. ¿Es onanista? diría que sí, en el sentido aquí explicado. ¿Y Brian Aldiss? ¿Y el Lazarillo, que fue un fracaso cuando salió y un éxito 50 años después? ¿Y quién adivina lo que quiere el público? ¿El autor? ¿En serio? ¿Hay que eliminar algo profundo e interesante de una novela si pensamos que puede ser un problema comercial? ¿Hay que quitar una frase muy, muy poética porque si es muy culta y retórica es que está escrita para gustarse a uno mismo? ¿De verdad crees que quien escribe muy retóricamente, muy poéticamente lo hace por epatar, por gustarse? ¿De verdad estás diciendo eso? ¿Ese es tu punto de partida de análisis?

    La poesía hermética para ti debe de ser cosa de gafapastas, ¿no? Y las novelas de Beckett o sus obras de teatro… No te quiero ni contar…

  28. Fernando Ángel dice:

    He mezclado respuestas a dos entradas diferentes. Las preguntas retóricas finales iban para Sim.

  29. Sim dice:

    Amigo Fernando, yo soy extremadamente snob en mis inclinaciones literarias. De hecho, sólo leo gente muerta (con alguna que otra excepción) y CF. Me gusta, y ya que citas el hermetismo, un huevo el Maestro Eckhart y la mística alemana, Hildegarda de Winge, por ej. El diccionario de Cirlot no debe faltar en ninguna libreria que se precie. Que ciertamente es literatura en las antípodas de la comercialidad ya en el mismo momento de su concepción, pues sí, es expresionismo puro y duro. El Lazarillo y el Quijote, en cambio, son lo contrario. Literatura con clara vocación popular desde la primera línea.

    Admito, por supuesto, la excepción. En ningún momento he pretendido expresar que la «literatura onanista» sea toda y siempre nefasta (he citado ejemplos al respecto, Kafka y Holderlin). Pienso, sin embargo, que si en algo lleva ventaja la literatura inglesa -en general y con excecpiones- es que el autor coloca al lector como centro. Y me parece un camino básicamente correcto, que permite superar el amaterismo patente del momento actual.

    De Schopenhauer me refiero, más bien, a la visión del arte como consolación vital ante el nihilismo filosófico, que para mí, es paradigma del romanticismo (y del amaterismo), frente a una visión más artesanal, mas Ilustración y más empirista, que es la que yo defendería, puestos a cometer la osadía de polemizar con un experto. En cuanto a la escuela de Francfort, pues eso… justamente caída en el olvido.

    ¿Deben eliminarse algo profundo e interesante en una novela por criterios comerciales? Pues claro. Sí por ejemplo cuando ese párrafo tan bonito y profundo le mete un giro torpe a la historia. Cómo se sabe eso? Trabajando en equipo, con lectores testers y tal (supongo, es algo que desgraciadamente aquí no se estila por lo residual del mercado) … A veces, dice Proust, hay que renunciar a la frase bella por la eficacia (bueno, no lo dice así pero…)

    En lo que dice Joserra, pues bastante razón teórica tiene (no pragmática), salvo en que yo tampoco desaconsejaría autocaparse en aras de una intersubjetividad.

  30. Fernando Ángel dice:

    Perfecto, Sim. Me disculpo por mi juicio completamente gratuito sobre tus gustos. Ahí tienes razón. He hablado sin saber.

    Respecto al resto… ¿El Lazarillo tiene vocación popular desde la primera línea? ¿En serio? ¿Y las citas del principio a autores clásicos en un juego metaficcional con el lector?¿Y su reelaboración culta de tradiciones folklóricas? Está demostrado que tuvo un autor muy culto e incluso Juan Ignacio Ferreras defiende que era reaccionario y elitista, demostrándolo perfectamente en «España contra la modernidad». ¿En quien te basas para afirmar que era literatura popular? No, el Lazarillo no tiene inclinación popular ni de coña. Todo lo contrario. Por eso fue un fracaso en su tiempo. El Quijote, sí, Pero no lo he puesto de ejemplo.

    Tu matiz sobre el onanismo no corrige tu sentencia dogmática inicial. ¿No lo has querido expresar?

    Lo has expresado.

    Y ahora me dices que cuenta con pequeñas excepciones, que viene a ser casi lo mismo que tu sentencia inicial (retomaré esto al final de este comentario).

    Y la literatura inglesa pone al lector como centro… Hmmm… No en el camino que indicas. Plantea la recepción, no al lector del mercado generalista, en absoluto. De todo hay, por supuesto. Pero a menudo esa recepción se mira desde lo elitista y lo muy poético. Véase Pynchon, véase Wallace… No en la línea del debate de este hilo sobre ceder al mercado (sea al culto o al popular), sino como mecanismo para redondear el funcionamiento de la obra en sí misma. Un final poco comercial puede ser aceptado si es un buen final. Con editores de inquietudes literarias, por supuesto. Excepto editoriales más populares o ante presiones que perjudican a la obra. ¿Pero son buenas esas presiones cuando aparecen? Según tú, sí.

    A Schopenhauer lo has citado tú, oye, poniéndote ahí arriba. Yo solo te he respondido en el mismo nivel. Ni como experto ni como aficionado, sino «en el nivel donde tú has puesto». Ahora hablar de «osadía de polemizar con un experto»… Pues fale. Pero tengo entendido que eres tú el experto en filosofía. Creía uqe de Schopenhauer te referías a la obra como perfecciónn en sí misma. respecto a la sublimación de las pasiones que indica (como Hegel)… Remito de nuevo a mi respuesta desde Jameson y Jauss. Pero lo aclaro: sí, se escribe por eso, aunque luego cada autor se resista más o menos. pero se escribe como sublimación de fantasías. No creo que nadie haya podido demostrar lo contrario. Que lo castres más hacia el mercado o te sumerjas en ello… De nuevo no es señal de calidad para arriba ni para abajo. Depende del texto y del autor. Lo siento, sigo sin comprender las actitudes dogmáticas e intolerantes.

    Respecto a la escuela de Frankfurt… Tanto como olvidada… A mí no me gusta nada, desde luego, pero ¿olvidada? Un poco audaz, ¿no? De todos modos, eso sí se sale del hilo.

    Vamos al debate: así que tú tienes un concepto medieval del arte, ¿no? Empirista, artesanal…, has escrito. (¿También defiendes el anonimato del autor?) Así que lo del simbolismo, parnasianismo, surrealismo, expresionismo (todo lo no empírico, artesanal…)… Naaaah… Romanticadas pedantes, ¿no? ¿Poeta en Nueva York? No hay Cristo que lo entienda… ¿Rayuela? Ganas de quedar bien ante los colegas intelectualoides… ¿Cine filosófico? Gafapastismo… En fin… No pienso igual. Poco más que decir ante esa postura tan cerrada.

    Así que defiendes un arte «más ilustración», que tenía el objetivo de educar al pueblo moralmente porque el pueblo por sí mismo era ignorante… Ahá.

    Así que hay que escribir con testers… ¿No? Con estudios de mercado, ¿no? ¿Esa es la literatura que defiendes? Bien. No creo que ni tu Cirlot ni tu mística alemana (Eckhart especialmente) ni seguramente Kafka hubieran sido escritos hoy desde esa línea ni mirando al mercado como propones. Te los habrías perdido. Seguro.

    En cuanto a lo de «Sí por ejemplo cuando ese párrafo tan bonito y profundo le mete un giro torpe a la historia», no viene al caso. Pues a lo mejor sí, pero ¿la polémica era que la obra perdiera coherencia? ¿Hablábamos de eso? Nooooop. Hablábamos precisamente a lo de tus amados testers: si no perjudica a la historia, incluso si está toda la obra escrita así, ¿habría que abandonarlo si se pensara que a muchos lectores, la mayoría quizás, no les gustaría? Menudo giro es responder respecto a mi apunte sobre el lector mediante la coherencia del texto. Pero no pasa nada. Con lo de los testers me has respondido.

    Literatura por encargo es lo que defiendes. OK. Tu línea la veo perjudicial y peligrosa para la literatura. Nadie escribiría cf. Casi nadie escribiría terror. Olvídate de avances narratológicos o experimentaciones mal aceptadas por el público en sus épocas pero que luego fueran usadas por los autores populares… No esperes obras muy, muy filosóficas. Olvida las obras de gran riqueza del lenguaje. Citas a Proust. Proust no entraría hoy en tu sistema ni de broma. Además luego defiendes tu propia literatura, la que te gusta dentro de lo culto. Y lo llamas: «Excepciones». Claro, las excepciones que a ti te gustan. De nuevo, creo que tu argumentación está dirigida solo a tus gustos, por variados que sean. Veo una gran intolerancia y mucho ombliguismo en todo ello.

  31. Sim dice:

    Ombliguismo puede, intolerancia no.

    Una cuestión hermenéutica, Fernando, es que pones en mi boca planteamientos que no siempre digo pero que sí, reconozcamos, que me van. Luego los deformas. Y convenientemente deformados, los atacas. Procura no resumir mi opinión a un talibanismo mercadotecnico. No es eso.

    Yo defiendo las ventajas de escribir pensando en un lector. Mercadotecnicas, obviamente, pero también cualitativas.

    Centremos la cosa en lo cualitativo, pues respecto a lo otro no hay discusión. Si tu objetivo es vender libros (primero aprende a escribir, luego…) ¡mira nichos de mercado!

    La cuestión es que, cómo enfocar la escritura de una novela, ¿debo tener presente al respetable o que le den? Otra posición es un posmoderno «todo vale». Yo prefiero planteamientos más artesanales, más resultadistas y empiristas. ¿Qué hay qué hacer para gustar a la gente? Cosas así…

    De entrada, digo que, considerar al público me parece lo suyo. No digo que No haya grandes autores que con su mera subjetividad nos dejen flipando. Pero son eso, grandísimos autores… Verdaderos rompedores…

    Ves tu algún Holderlin por aquí? Verdad que no? Yo tampoco.

    Así pues, en aras de mejorar la triste mediocridad en la que nos hemos instalado, aconsejo a Joserra y gente que plantea el «ale, voy a hacer lo que me salga», que Tenga muy en Consideración el Interés del señor Lector.

    Que antes de ponerse en el asunto, trate de dialogar con gente de confianza que le pueda corregir excesos, planteamientos obsoletos, poco innovadores, cutres, desparrames del tarro y demás. En terminos Joserra, eso es para mí «autocaparse». Ser humilde y aceptar la necesidad de sacrificios de la subjetividad en aras de la intersubjetividad. Escribir pensando enla gente, en suma. Estar dispuesto a sacrificar parte de tu subjetividad en aras de una mayor eficacia de la novela, por ej.

    Ponte que yo trato de escribir una novela de humor. Pero la realidad dice que nadie se ríe. Fracaso. Me lo he pasado bomba escribiendo, pero yo creo que lo suyo es estudiar primero qué puede parecer risible al lector y ahondar por ahí, ver mecanismos, cómo se plantean las situaciones hilarantes, cómo abordarlas… de todas maneras, te lo pasarás genial escribiendo, así que procura hacerlo bien…

    En fin, has tocado muchos palos, Fernando, todos ellos interesantes. Lo del Lazarillo, por ej. yo sospecho -aunque sin duda lo sabes tú mejor- que era pura y dura narrativa popular, claramente crítica social, obvio… Pero el planteamiento me suena a, joder, voy a escribir una obra que fascinará a los lectores, tiene guasa a chorro, aventuras, etc… Bueno, eso lo sospecho, es evidente que Cervantes, en cambio, escribe el Quijote para hacer caja. Y anda que no mete metaficción, y todos esas categorías de la lit. contemporánea.

    El surrealismo, Proust, Joyce… el experimentalismo… forman parte de una corriente literaria fabulosa, la literatura del siglo XX, que me parece tan admirable como carente de sentido hoy. Esta afirmación me duele, la verdad. Tampoco lo tengo claro. Pero es como si me pongo a escribir como Tolstoi (que ya quisiera) o a componer como Bach (que oye, si supiera pues lo mismo)… Falta el sustrato emocional. Falta lo que no tiene el guitarrista japonés cuando interpreta flamenco. Sentimiento. Aún así, salen cosas buenas, vease Vila-Matas o Bolaño (lo mejor sin duda de los últimos años que yo he leído). Pero creo, al igual que vila-Matas, que esa corriente ha muerto. Ha muerto para mal o para bien en aras de una literatura que adopta lo comercial como forma contemporánea, el Pop, (y a la vez alumbra nuevas, blogs, microrelatos etc, los guiones…). Lo que ayer fue el soneto, es hoy el best seller y los 2.0 para entenderse.

    (Y joder de los joderes, no es poco posmoderno ni nada lo que vengo a decir… Me extraña un poco que tú -en la medida que más de una vez te he visto/leído defendiendo lo posmoderno (perdona si me equivoc, eh) precisamente lo critiques).

    Felices Fiestas en todo caso.

  32. Víctor Conde dice:

    <>

    No, pero son de los que más se han acercado en su carrera. De hecho, Spielberg tiene multitud de películas en su filmografía que son muy comerciales y a la vez tremendamente personales. Y Herbert, bueno, podríamos echarle en cara que plagiase «el rey Lear» de cabo a rabo para escribir Dune, pero como lo hizo tan bien, se lo vamos a perdonar.

  33. Fernando Ángel dice:

    Sim: no veo muy bien la crítica que me haces, sobre todo cuando se ve que acierto, como dices. Interpreto a partir de tus argumentos. Pero lo pensaré, lo pensaré…

    Por otra parte, creo que sigues en la línea de matizar lo que la gente debe escribir y cómo debe escribir. Parece que tienes muy claro que aquí, como nadie puede llegar a ser un grande, no hay que cerrarse en la propia obra. Para que no me acuses de sobreinterpretación, copio y pego:

    «No digo que No haya grandes autores que con su mera subjetividad nos dejen flipando. Pero son eso, grandísimos autores… Verdaderos rompedores…

    Ves tu algún Holderlin por aquí? Verdad que no? Yo tampoco.

    Así pues, en aras de mejorar la triste mediocridad en la que nos hemos instalado, aconsejo a Joserra y gente que plantea el “ale, voy a hacer lo que me salga”, que Tenga muy en Consideración el Interés del señor Lector.»

    Hasta aquí lo que has escrito.

    Escritores que nos leen… Vean que deben escribir para el mercado porque lo de pretender escribir con calidad literaria está destinado a los grandes. Y no hay ningún Holderlin por aquí, así que limitaos a vender, que es lo vuestro. Con esa regla de tres, Ballard no habría existido: salido de publicaciones de fándom con planteamientos poco comerciales.

    Lo que defiendo es que cada uno escriba como su cerebro le dé a entender y ya el mercado decidirá o no, que encima hay líneas editoriales para aburrir y te publican casi cualquier cosa… Con ese panorama, exigir la autocensura en aras de lo comercial… Me parece una pasada, de verdad. Y puestos a recomendar a Joserra, quien no escribe «lo que me salga» ni mucho menos y que nos envía borradores a los amigos para luego seguir su propio criterio, yo recomiendo lo que ya sabe: «Escribe lo que te salga e intenta hacerlo bien. Disfruta escribiendo, pasa un buen rato y yo que tú no jugaría a la especulación financiera con la literatura.» Es decir, todo lo contrario, aunque ya hará lo que le salga de los cojones, por supuesto.

    No me ha parecido que el hilo vaya por la idea de que el autor escriba con autocrítica, como ahora te leo, porque el hilo iba sobre el mercado. Evidentemente, defenderé que el autor tenga autocrítica y coteje opiniones, pero eso no debe implicar «pensar en el lector de cara a un mercado o desde el criterio de un mercado». Son cosas muy diferentes, considero.

    Tu comentario del siglo XX es supercontradictorio desde los principios que se argumentan e incluso desde la delimitación de tu propia postura, pero tú también dudas, dices. No sé…

    Lo del Lazarillo ya lo he respondido.

    En cuanto a lo posmoderno… Creo que no tenemos el mismo concepto de «Posmodernidad». En el mío entra Dostoievski al lado de Warhol, como bien demostró el propio Warhol. ;)

    Y no veo que por atacar que se defienda solo el mercado yo sea más o menos posmoderno, la verdad. Posmodernidad no es igual a capitalismo, creo, ni a lo contrario. Ni siquiera defiendo o ataco la posmodernidad. Hablo siempre de que estamos en ella, queramos o no. Y la prueba es que aquí estamos hablando de Eckhart y de Ballard y, si sale, de zombis y de Harry Potter. La posmodernidad es precisamente, entre otras cosas (muy pocas estéticas), tolerancia y convivencia de todas las posibilidades de lenguaje estético fundiendo a menudo (no siempre) lo culto y lo popular. Pero pensar en el mercado… Es sobre todo capitalismo.

    Coincido, por cierto, en que me está pareciendo una conversación muy interesante.

    Y Feliz Solsticio de Invierno también a ti y a todos los que nos leen.

  34. Sim dice:

    Pues sí. Eso vengo a decir a grosso modo, Fernando. Por supuesto, Joserra hace muy bien de escribir como le salga. Como si quiere escribir solo con la parte derecha del teclado. Yo insistiré en la ventaja de pensar MAS en el lector (especialmente la gente que no somos como Holderlin). El que sea como Holderlin, pues nada, felicidades, nos hace falta gente asi. El resto si pensamos más en el lector, y menos en dar la brasa con los escritos de aficionadillo que inevitablmente uno acumula, mejor. Hasta puede que con el tiempo, humildad y tesón saquemos algo meritorio. Es triste de pedir pero es más triste de robarrr :) Ahora, tampoco me vendáis motos de quinta mano. He visto nombres que se dan asi, como la panacea,y ostias… carne seca…

    Como se ve, el mío es un ombliguismo arte povera… Poco caritativo para con nuestra propias miserias.

    No estoy muy de acuerdo en la identificación lector – mercado – pasta. Pero bueno, tira que te va. Capitalismo, sí por supuesto, hasta que encontremos algo mejor. No caigamos en el error de soslayar la realidad. (Es otro tema, ciertamente)

    Posmodernidad, por ahí tenemos otro debate potente. Partiendo de la base de que hace ya unos años perdí la rueda (y que te agradezco que de vez en cuando nos pongas al quite de lo que hay), creo que hay cosas razonables y otras no. Razonables, la tolerancia, convivencia y fusión de diferentes narrativas, pero por cierto, acaso la literatura popular no es literatura que, en primera instancia y sin pretender renunciar a nada, va al mercado? El esfuerzo trasnvesalizador del discursos posmoderno, razonable también.
    No razonables. Esta dichosa mania, este temor a categorías potentes. Ese regusto a terminar con un todo vale. Claro que todo vale, pero precisamente, por tautológico, resulta empobrecedor- Al menos, a mí no me satisface intlectualmete, que quieres que te diga. Como no, tiendo a mirar por otros lados. Ya digo que no estoy muy puesto,eh…

  35. padawan dice:

    ¿Escribir sin pensar en el lector? Quizá se salga un poco de cómo está yendo la discusión, pero creo que esto de escribir pensando en ti mismo es un oxímoron. Por que el mero hecho de escribir persigue contar una historia, es decir, transmitir esa narración a otros. Si no pensases en que alguien va a leer esa historia no la escribes.

    La escritura tiene muchos momentos en los que es necesario pensar en el lector, aunque sea de forma inconsciente, no existe la escritura solipsista o, de existir, sería un galimatías incomprensible salvo para el propio escritor. El mero hecho de hacer una descripción está hecho pensando en el lector. Si describes el aspecto físico de un personaje estás describiéndoselo al lector ya que es una información que el escritor ya posee y, si escribiera para sí mismo, sería innecesaria.

  36. Juanfran dice:

    Leo de vez en cuando el blog de J.A. Konrath (A newbie’s guide to publishing) y los comentarios que dejan los visitantes, que suelen ser autores más o menos noveles. Allí me llama la atención lo compartimentado que tienen el tema de las etiquetas de subgénero, tanto a nivel de obra individual, como también incluso a nivel de autor o seudónimo (que pasa a ser una marca comercial asociada al tipo concretísimo de novelas que se escriben). Que si romance paranormal, romance western, fantasía oscura urbana con patatas… mil categorías.

    Aquí, en esta página, en la que creo que no me equivoco si digo que muchas reflexiones o puntos de vista parten desde la «consciencia de subgénero» (ya sea para debatir sobre si es cf o prospectiva, para proclamar que lo mejor es mezclar los géneros, para pasar de etiquetas, para pedir más etiquetas, o para lo que sea… ) me gustaría preguntaros si no creéis que cada subgénero «impone» cierto contrato, que podrá ser más o menos exigente, entre el escritor y el lector.

    Supongo que cualquier lector tiene unas expectativas determinadas ante una etiqueta. Da igual que sea prospectiva, cf, humor, novela negra, porno o mediopensionista. Como escritor, si decido (¿libremente?) hacer una novela negra, puedo intentar subvertir todas las convenciones del género, una por una. Pero el lector espera «algo» (más o menos bien definido) de esa obra. Como autor siempre puedes huir de las etiquetas… y esperar a que te las pongan otros (que te las pondrán quieras o no: a ti, a la obra, a la editorial o a lo que sea).

    A mí personalmente ese nivel de identificación total de una marca comercial (autor o seudónimo) con un género hiperdefinido, aunque funcione muy bien mercantilmente (y ahí están las pruebas) me da un poquito de repelús. Pero por otro lado, si decido escribir algo que entiendo que es género, o mezcla de ellos, quizás no puedo perder de vista al hipotético lector y el contrato implícito que firmo con él.

    No sé.
    Saludos.
    Juanfran.

  37. Fernando Ángel dice:

    Padawan: creo que nadie escribe sin un lector modelo. En eso estoy de acuerdo contigo. Yo veo imposible escribir sin lector modelo, aunque sea de manera inconsciente. Lo que se debate aquí, creo, es si deben sacrificarse cuestiones estéticas pensando en el mercado.

    Juanfran: Según quienes los estudian, los géneros son horizontes de expectativas. Hay una definición genial: «Son áreas sincrónicas (reglas que rigen en un momento dado) y diacrónicas (vienen de una serie de obras cuyos elementos comunes se continúan en el tiempo) en las que una serie de lectores han sintonizado sus gustos». Es decir, volcamos nuestras inquietudes personales en una serie de elementos parejos a los de otro lector, que quizás tenga otras inquietudes, pero quelas busca en los mismos elementos.

    Es decir, al buscar dichos elementos, se afirma que cada lector tiene un horizonte de expectativas. El cumplimiento o no de dicho horizonte (la denominada «distancia estética») puede producir satisfacción o rechazo, según la manera de afirmación del género o de ruptura del mismo. No existen reglas fijas.

    Pero el mero hecho de optar por una línea, desde luego, «impone» como bien dices un contrato al lector, que además lo acepta en cuanto que lee desde esa línea. Esto es tan absoluto que en mis clases consigo que la interpretación de un mismo texto cambie… Imagina… ¡¡¡No ya desde el género desde el que se lea!!!! ¡¡¡Sino desde el autor que pongo a pie del texto!!! Es sorprendente cómo firmar un mismo poema como Quevedo, Borges o Blas de Otero provoca cambios en la interpretación, debdido al horizonte de expectativas impuesto desde elementos comunes en las obras de dichos poetas.

    ¿Cómo no va a ocurrir en los géneros? Creo que es lo que dices: contratos que imponen cláusulas. Otra cosa es que autor y lector intenten no dejarse atrapar ahí, para desarrollar construcciones creativas o lecturas creativas. ¡Por supuesto! Cuando aparece esa creatividad rompedora respecto al género, dicho género cae en decadencia (como las novelas de caballerías tras el Quijote) o se transforma (como la cf posterior al ciberpunk), según después los autores siguientes acepten e incorporen dichas rupturas o no.

    Por si a alguien le interesa el tema, hay dos artículos geniales (Aunque un poco antiguos) sobre esto: «El origen de los géneros», de Tzvetan Todorov, y «Sobre el género literario», de Lázaro Carreter. A lo mejor pueden encontrarse en la red. Con la boquita pequeña y quedando fatal, aprovecho para comentar que también lo explico en mi libro. Queda fatal decirlo, lo sé, pero es la referencia más rápida que puedo dar. Está en muchas bibliotecas universitarias. Hay manuales sobre el tema, pero no me convencen demasiado y es difícil separar el grano de la paja en muchos de ellos. Lo mejor es encontrar esos dos artículos, desde luego.

    Pero, en resumen, creo que estoy completamente de acuerdo con tu comentario, Juanfran.

  38. Juanfran dice:

    Entonces lo que creo que dice Joserra (¡que me corrija si me equivoco!) desde una perspectiva de géneros, podría ser:

    No voy a escribir obras del subgénero de moda X (o mejor Z ;-)), el cual no me gusta o no me «llama», porque:

    a) eso va en contra de mi manera de hacer las cosas en la escritura.
    b) Y además, el posible beneficio, económico o de otro tipo, es tan mínimo o tan inseguro que no merece la pena.

    Me parece coherente y entendible. Ahora bien:
    – El punto B, el «merecer la pena» es lógicamente algo subjetivo, que depende entre otras cosas, como muy bien me señaló Joserra, de la inversión de esfuerzo (relato, novela, o serie de novelas). Pero es que además puede cambiar con el tiempo, en un sentido u otro: te puedes cansar de escribir los libros de Misery o de Sherlock Holmes -¡y más pronto te cansarás si el género no te ha gustado nunca y además el beneficio es mínimo!-. Pero también, con los años, te puede apetecer intentar dar un salto hacia otra cosa que te parezca que va a llegar a más gente (o sea, novela juvenil xDDDDDDDD).

    – En el punto A es donde yo quise entrar a decir que, a lo mejor, no es para tanto. Que el contrato con el lector modelo del que hablábamos, en la mayoría de los casos (no digo en todos), no es tan exigente como para no darte la libertad de desarrollar tus temas, tus ideas, y tu manera de escribir (al menos en un 90%, jejeje). Por supuesto, hay géneros, o etiquetas, más flexibles que otros.

    Conclusión: A mí lo que me gustaría es que Joserra escribiera un cuento de escritores zombis. ;-)

    Felices fiestas.

    P. D. Fernando Ángel, creo que la alusión a tu libro viene al caso, no me parece mal ni mucho menos, y yo te la agradezco.

  39. Laura dice:

    Una autora comentó que ella escribe historias. Y se las escribe a un público hipotético. No sabe cómo es ni quiénes son. Sólo sabe que están allí, o al menos ella espera que estén. Escribe las historias que a ella se le ocurren y lo hace de manera que sean comprensibles y atractivas para un lector, ese lector hipotético que espera encontrar. ¿Género? Lo ignora. No le importa mucho. Para eso está el editor. Y quizá el promotor de mercado. Aunque por esas cosas de la vida, descubrió que el ese mercado calificaba sus escritos como de CF.

    Le ha ido bien. No es autora famosa ni gran vendedora, pero también está empezando (tiene unos cuantos años de estar en el mundo editorial- ocho años quizá-) y se desenvuelve en un mundo editorial diminuto, cual es el de mi país.

    En mi humilde opinión como lectora, sus historias son muy interesantes. Y creo que le irá mejor en el futuro.

    No hay angustia existencial ni rebeldía frente al mundo. Hay una escritora que le apasiona escribir, que cuenta historias y que eventualmente las publica, de manera que llega a más lectores de los que leerían sus historias si no las publicara. Y no estoy hablando de mí en absoluto, antes de que alguien aquí lea más de lo que escribo.

    De hecho, no creo que ella escriba para conseguir que las mujeres se lancen a sus pies…

  40. […] comparto lo que escribió José Ramón Vázquez en esta columna de Prospectiva, me gusta leer una de muertos vivientes al año para testar el estado de la […]

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