Si realizamos un simple recuento de los libros aparecidos en la sección Novedades de España, que mes a mes ha pretendido ofrecer las novedades de género publicadas en nuestro país, comprobamos que durante el pasado ejercicio se editaron casi dos centenares de títulos; concretamente 177 obras (como mínimo, sin duda algunas más debido a ausencias involuntarias) de las que 66 corresponden a escritores españoles y 8 a latinoamericanos. Es decir, alrededor del 40% de las novedades de ciencia ficción en España fueron escritas originalmente en español, lo cual parece contradecir algunos mitos largamente arraigados en un sector de aficionados. No obstante, quedan al margen cuestiones fundamentales como tirada, distribución y ventas, dado que la comparativa sería enormemente prolija en el hipotético caso de disponer de cifras reales, lo cual, me temo, no es el caso.

El lector tiene derecho a opinar si este número le parece elevado, escaso o adecuado al actual contexto sobre preferencias de lectura, aunque se encuentra en consonancia con los datos aportados por el “Estudio de la producción editorial de género fantástico en España” que arroja cifras similares en torno a 160-180 títulos/año para el periodo comprendido entre 2005 y 2009. Así pues, a pesar de la grave crisis económica, no parecen haber existido grandes diferencias cuantitativas en el último sexenio en cuanto a nuestro género favorito se refiere.

Como es obvio, la inmensa mayoría de títulos fueron novelas, aunque el número de antologías fue significativo (20); el resto se repartió entre ensayos (5, relacionados generalmente con la literatura y el cine), algunas biografías, novelas gráficas, ómnibus y hasta un poemario.

Las obras inéditas sumaron 129 títulos, es decir, las reediciones han supuesto poco más del 25% (en literatura fantástica rondan el 40%, consecuencia lógica si tenemos en cuenta que las tiradas medias en este sector son reducidas, de ahí la necesidad de continuas reediciones y reimpresiones). El formato estrella fue la edición en rústica, con el 85% de los títulos, mientras que las obras en cartoné ascendieron a tan sólo 9 y en bolsillo 16; no parece, por tanto, un género demasiado proclive al bestseller.

En cuanto a tamaño editorial, la producción se repartió entre 66 títulos publicados por pequeños sellos, 89 por medianos y grandes y 22 pertenecientes a editores amateur y autoedición. Los libros publicados en colecciones especializadas sumaron 107 (el 60%, con lo que nuevamente se invierten los porcentajes correspondientes a la literatura fantástica), si bien la tendencia es encontrar cada vez mayor número de títulos fuera de ellas.

Sólo 18 libros contaron con autoría femenina, dato muy significativo, al que habría que sumar algunas antologías colectivas. Los títulos pertenecientes a series o sagas ascendieron a 57, casi un tercio del total y bastante inferior al de la literatura fantástica, cifrado en el 40%. Además, el porcentaje de obras juveniles no llegó al 20%, frente al 32% de la literatura fantástica. ¿Estamos, por tanto, ante un género más “adulto” y menos dado a la serialización que la fantasía o el terror? Es discutible.

Respecto a cuales fueron las editoriales que publicaron más títulos, a la cabeza se encuentra La Factoría de Ideas con 21, seguido de cerca por Timun Mas con 20 (principalmente la franquicia Warhammer 40.000), Minotauro con 12, AJEC con 11, Zeta y Alamut/Bibliópolis con 8, Ediciones B con 7, Eridano con 5, Equipo Sirius y La Biblioteca del Laberinto con 3, etc. Fue notable el número de libros autoeditados, 9 en total.

No se puede hablar de una temática o subgénero estrella, aunque qué duda cabe que la Space Opera se llevó la palma con más de 30 títulos, seguido de las distopías con una quincena (9 de ellas de corte futurista juvenil, que constituyen por sí mismas un nuevo nicho de mercado). Con un número similar encontramos la temática bélica y el subgénero catastrofista-apocalíptico-postapocalíptico; igualmente, hallamos ucronías, utopías, steampunk, cyberpunk, thrillers futuristas, política ficción, invasiones alienígenas, viajes espaciales, viajes en el tiempo, novelas de futuro próximo, sobre posthumanos, manipulación genética, clonación, virus mutantes, humor, etc.

Cuatro han sido las obras que han obtenido algún tipo de galardón literario (Crónicas del multiverso, de Víctor Conde, el Minotauro 2010; Eros. La superproducción de los afectos, de Eloy Fernández Porta, el Anagrama de Ensayo; El oficinista, de Guillermo Saccomanno, el Biblioteca Breve; y La sombra de la luz, de Enrique Cortés, el Astro de Ficción Científica), a los que debemos sumar premios como el UPC (cuyo ganador permanece aún inédito), el Alberto Magno y algunos otros de relato. Los libros publicados en otras lenguas oficiales del estado español ocuparon un lugar apenas anecdótico.

En cuanto a publicaciones periódicas especializadas, en formato papel podemos citar la revista SciFi World consagrada al medio cinematográfico, los 3 números del fanzine Barsoom y el único número del catalán Catarsi, sin olvidar por supuesto el número doble especial de la decana revista Cuasar, que no es española sino argentina pero goza de una cierta distribución en nuestro país.

En formato electrónico encontramos algunos libros, fundamentalmente ediciones digitales de novedades en papel, que se suman a contenidos diversos en e-zines como Alfa Eridiani, Axxon, MiNatura, Imaginarios, El Templo de las Mil Puertas, Sci-fdi, NM, Aurora BitZine, Exégesis, Generación Cero, Red de Ciencia Ficción, Redes para la Ciencia, y algunos otros como un par de volúmenes sobre ciencia ficción búlgara editados al amparo de la AEFCFT y la última HispaCon. También aparecieron en formato electrónico las Actas del I Congreso Internacional de Literatura Fantástica y de Ciencia Ficción, celebrado en la Universidad Carlos III de Madrid en mayo de 2008.

Y eso es todo lo que me consta.

Así pues, a modo de conclusión y al margen de datos y porcentajes, olvidos y posibles errores de catalogación, ¿podemos hablar de un año positivo para la literatura de ciencia ficción en España? De nuevo y a mi juicio, depende del enfoque.

Si nos atenemos a libros emblemáticos cuya extraordinaria calidad literaria y especulativa podamos recordar en el futuro, me temo que éste ha sido un año más bien discreto. Personalmente destacaría títulos como Luminoso de Greg Egan, Tríptico de Trinidad de Carlos Gardini, El sueño de los dioses de Javier Negrete, Tercera República de José Antonio Suárez y la revista Cuasar #50-51 (que incluye no pocos cuentos ganadores y finalistas de premios como el Hugo, Nebula, Locus, British SF y Avalón).

Pero si tenemos en cuenta la publicación de tres números especiales dedicados al género en importantes revistas literarias de propósito general (Ínsula #765, Mercurio. Panorama de Libros #124 y el monográfico Stanislaw Lem de Quimera #323), la edición del primer estudio teórico-literario que tiene visos de convertirse en referente de futuro (Teoría de la literatura de ciencia ficción: poética y retórica de lo prospectivo, de Fernando Ángel Moreno), que tras siete ediciones del premio Minotauro (el galardón más importante del mundo en cuanto a importe económico) finalmente la obra ganadora ha recaído sobre una novela de Space Opera dura, que prosigue la habitual y necesaria reedición de clásicos (Dune, La paja en el ojo de dios, Bill, héroe galáctico, Expedición a la Tierra, Las fuentes del paraíso, El hombre en el castillo, Amos de títeres, La torre de cristal, El libro del Día del Juicio Final, etc.)… qué duda cabe que éste no ha sido un año cualquiera.

¿Y ustedes, qué opinan al respecto?

Nota: Ampliación del artículo en Literatura Fantástica.