Ciencia ficción española y viejos mitos

Todo grupo organizado de personas genera sus propios mitos, tengan éstos una base real o no, y los aficionados españoles a la ciencia ficción tenemos obviamente los nuestros. Uno de los más extendidos es la creencia de que la ciencia ficción no goza del favor del stablisment crítico de este país, algo que no ocurre en el mundo anglosajón donde incluso constituye un tema de estudio en universidades y se imparten clases de escritura creativa. Admitimos, no sin renuencia, que se ha superado el escollo de publicar obras de género fuera de editoriales especializadas, en algunos sellos importantes que cuentan con mayores medios de promoción, distribución y posibilidades de ofrecer un producto acabado en óptimas condiciones a un público objetivo teóricamente mayor; después de todo, decimos, una editorial no es una ONG y publicará aquello que crea le va a reportar un beneficio económico a corto o medio plazo. Pero falta el último escollo para la definitiva “normalización del género”: el beneplácito de la sacrosanta crítica.

No obstante, reseñas de novedades literarias de género aparecen con relativa frecuencia en los principales suplementos literarios, desde periódicos a revistas. Textos tal vez no demasiado extensos y que en bastantes ocasiones es necesario entresacar de entre otros muchos, pero es que en España se publica MUCHO y, entiendo, el espacio dedicado a una reseña (que no su valor) es directamente proporcional al impacto esperable en el público lector. Es decir, intervienen variables como cantidad de público objetivo, tirada, línea editorial… y la subjetividad propia del medio y el crítico. Pese a todo, no conviene olvidar que el año pasado se publicaron tres especiales sobre ciencia ficción en revistas literarias de carácter general (Quimera, Ínsula y Mercurio, panorama de libros). Así, pues, la falta de consideración y atención no parece provenir tanto del mundo periodístico como de la crítica sesuda procedente del mundo académico. Ya se sabe, los catedráticos tienen miras estrechas y no aceptan más que a los clásicos.

Es ésta una observación que, tal vez, fuera cierta “ayer”. Pero “hoy” resulta que nuestros docentes y estudiantes universitarios se han formado y convivido con la cultura de masas, son personas jóvenes que, por lo general, no le hacen ascos a los géneros populares. Y a los hechos me remito: sin ir más lejos, en los dos últimos años han aparecido (que conozca) tres publicaciones universitarias que incluyen estudios, artículos y ensayos relacionados con la ciencia ficción y la literatura prospectiva.

En orden de antigüedad, en primer lugar tenemos las actas del I Congreso internacional de literatura fantástica y ciencia ficción organizado por la Universidad Carlos III de Madrid, celebrado en mayo de 2008. Un volumen de casi un millar de páginas editado en versión electrónica por la Asociación Cultural Xatafi y la citada universidad, y que contiene conferencias y comunicaciones sobre teoría de la literatura, teatro, narrativa latinoamericana, precursores del género, autores consagrados que publicaron textos fantacientíficos y un larguísimo etcétera, de manos de reputados especialistas como Elia Barceló, José María Merino, Fernando Ángel Moreno, David Roas, Pilar Pedraza…

En segundo lugar tenemos el monográfico Quaderns de Filologia. Estudis Literaris XIV de la Universidad de Valencia, publicado en 2009. Desconozco la génesis de esta obra (¿fue un Call for Papers para alguna jornada específica?); en cualquier caso, el volumen incluye ensayos variados -intuyo que la mayoría elaborados por estudiantes con diferentes intereses en la materia- que ahondan en aspectos sobre teoría de la literatura, relación con el cómic (nada menos que 4 artículos), el cine, el teatro, los medios audiovisuales, la problemática de género y sexo, cuestiones científicas, etc. Un volumen interesante aunque a mi juicio algo irregular, puesto a la venta al ridículo precio de 8€.

Por último, el año pasado se publicó Teoría de la literatura de ciencia ficción. Poética y retórica de lo prospectivo, de Fernando Ángel Moreno. El primer ensayo escrito en nuestro país desde de la óptica de la teoría de la literatura, muy lejos por tanto de los habituales textos pergeñados por bienintencionados aficionados al género.

Si bien será difícil mantener en el futuro una cadencia de prácticamente un volumen de ensayo universitario al año, no podemos olvidar la existencia de las tesis doctorales. Son de sobra conocidas la seminal La ciencia ficción como fenómeno de comunicación y cultura de masas en España, de Carlos Saiz Cidoncha (Universidad Complutense de Madrid, 1988), la elaborada por Miquel Barceló (lo siento, no consigo el dato), o la tesina de la francesa Florence Behm titulada Ciencia ficción en España (1993). Pero no hace falta remontarnos atrás en el tiempo, una rápida búsqueda en Google nos depara auténticas sorpresas, trabajos recientes y perfectamente accesibles entre los que se encuentran: Literatura y cine de ciencia ficción. Perspectivas teóricas, de Noemí Novell Monroy (Universitat Autónoma de Barcelona, 2008); La literatura checa de ciencia ficción en el periodo de entreguerras, de Daniel Saiz Lorca (Universidad Complutense, 2006); Interpretación y apertura de una obra de ciencia ficción española: La Nave, de Tomás Salvador, de Óscar Casado Díaz (Universidad Autónoma de Madrid, 2006); La construcción social del futuro. Escenarios nucleares del cine de ciencia ficción, de Pablo Francescutti (Universidad Complutense de Madrid, 2000); El imaginario del mundo futuro en el cine primitivo y clásico, de Rosa María Leiva (Universitat Autònoma de Barcelona, 2007), etc. por citar sólo algunos ejemplos, aunque otras muchas tesis tratan aspectos de ciencia ficción desde un enfoque secundario. Tesis a las que hay que añadir innumerables ensayos y artículos publicados por doquier.

Pero además contamos con los premios literarios impulsados desde el ámbito universitario; galardones tan reputados como el UPC de la Universitat Politècnica de Catalunya, el Alberto Magno de la Universidad del País Vasco, el Certamen de relato breve fantástico del campus de Álava y el Astro de ficción científica coorganizado por la UAM (sin contar un buen puñado de extintos convocados por la Universidad de Cartagena, Santiago de Compostela y Carlos III de Madrid), todos ellos dotados con espléndidas cantidades en metálico más el incentivo de una posterior publicación. Sin olvidar un sin fin de jornadas organizadas en universidades públicas y privadas, con conferencias, mesas redondas y actos de todo tipo celebrados a lo largo y ancho de la geografía nacional. Incluso el solemne Instituto Cervantes tiene previsto organizar para el año próximo un programa centrado en la defensa y difusión de la literatura de ciencia ficción en España, y calienta motores con dos mesas redondas (mañana y el día 23) en las que especialistas y amantes del género dialogarán en torno a este tipo de literatura.

Por tanto, la ciencia ficción interesa al mundo académico, al menos tanto como puedan hacerlo la novela costumbrista rusa, el cine negro francés o la poesía existencialista, por ejemplo. Tiene su público, minoritario aunque respetable y respetado, y en modo alguno puede afirmarse que se encuentre discriminada (odios patológicos al margen).

Así, pues, si el mundo académico ha dejado de ser “la última frontera”, ¿dónde está el problema para que la ciencia ficción despegue definitivamente en este país? Dejando al margen las oportunidades perdidas por la new wave en los años 70 del siglo pasado, y las cambiantes modas literarias, a mi juicio sería preciso que aconteciera la siguiente e improbable suma de acontecimientos:

Uno: un libro clave. No un fenómeno puntual de ventas, sino un libro capaz de trascender los límites del género (tal vez por haber ganado un premio importante o tratar una tema impactante) y que pudiera mantenerse durante muchos años en la lista de los más vendidos, para así generar una base de lectores suficiente; un libro con el que poder codearse con los lectores habituales de Bestsellers sin que te miren rarito (algo así como poder citarlo entre El Señor de los Anillos, Los hombres que no amaban a las mujeres, “el último de Stephen King” o “el nuevo de Alatriste”).

Dos: un personaje mediático. Sí, me temo que en esta Era de la Información (que no del conocimiento) aún siguen siendo necesarios los caballeros andantes sometidos como estamos a la dictadura del star system. Una personalidad mediática a la que no le duelan prendas hablar con conocimiento de causa de las bondades del género en cualquier púlpito en que se presente la ocasión. En literatura fantástica disponemos de abanderados como Fernando Savater y Luis Alberto de Cuenca, escritores mediáticos de reconocido prestigio como José Carlos Somoza, José María Merino, Ana María Matute, Juan Jacinto Muñoz Rengel, David Roas, o Enrique Vila-Matas, e incluso académicos de la Real Academia de la Lengua española como el citado Merino. Necesitamos una personalidad así (no friki, por favor) en literatura prospectiva.

Tres: más libros de género. Evidentemente, escritos con calidad literaria, con tiradas, distribución, publicidad, críticas y ventas equiparables a cualquier otro libro de literatura general de tipo medio; libros que traten fundamentalmente de los problemas de nuestro presente, perturben la conciencia de los lectores y conformen, de una vez por todas, el dichoso canon.

Podemos soñar y esperar sentados a que se cumplan estos tres requisitos por simple ley de probabilidades o por una insólita conjunción astral, o bien podemos disfrutar, valorar y criticar las obras de que disponemos actualmente, que no son pocas. Sin prejuicios, sobrestimaciones… ni viejos mitos.

17 comments

  1. Gracias por las referencias, Mariano.

    No me gustaría que se entendiera la situación como un momento mucho mejor del que es, pero en general comparto la opinión de que se va por buen camino, hacia la regularización en la que el género se vea como una literatura más.

    La gran diferencia ha estado, en mi opinión, en haberlo sabido analizar desde la literatura y en haberlo dignificado los propios lectores desde esa línea.

    Estoy se acuerdo con las tres premisas finales que apuntas. Serían muy buenas para los lectores porque mejorarían muchas cosas para nosotros si se dieran. ¡¡Escribamos ciencia ficción y literatura prospectiva!!

    Quiero apuntar también que Kosmópolis, en Barcelona, desde fuera de lo académico, ha apostado ya por Ballard y nos tendrá este año apostando por Stanislaw Lem.

    A partir de ahora, vayan adelante o no, retrocedamos o no, hay algo cierto en contra de la opinión de los defensores del gueto: las cosas han cambiado.

  2. El nº 14 de Quaderns no está publicado en 2009 sino en 2010, en diciembre para ser mas exactos. Lo de la fecha de 2009 es, supongo, por la necesidad de justificación del issn o subvenciones, o algo así. Los que publican ahí no son estudiantes, casi todos son investigadores universitarios.

  3. Estoy de acuerdo con todo. Tan sólo hay una cosa que me desconcierta un poco: en el punto 2 das por incluidos en la literatura fantástica a una serie de autores que yo no veo tan claros; quiero decir, no veo tan obvia y definida esa adscripción… Por ejemplo, José Carlos Somoza tiene un buen número de novelas que utilizan un trasfondo prospectivo, más que fantástico, como «Clara y la penumbra», «La llave del Abismo», «Zig Zag» o «El cebo». Merino también tiene muchos cuentos sueltos que están más cerca del ci-fi, pero en concreto todo el libro de relatos «Las puertas de lo posible». Y también el en libro de Muñoz Rengel, «De mecánica y alquimia», la serie final de relatos son prospectivos… No sé, para mí son tres casos claros de autores que van abriendo camino. No seremos nosotros los que a veces por puristas nos ponemos obstáculos?

  4. Por otro lado, con la política de saldos que se suele llevar (y aplaudir!) por aquí, como para que un autor trascienda lo mismo que Tolkien…

  5. Xmantra, tienes razón cuando indicas que los autores que citas han escrito ciencia ficción de calidad (o literatura prospectiva, si lo prefieres), pero a lo que me refiero es que las obras capitales de todos ellos (salvo el caso de Somoza, y con matices) no son de ciencia ficción sino fantásticas, y que gran parte de sus manifestaciones, reseñas, artículos relacionados sobre su personalidad y obra, giran en torno a la LF y apenas sobre CF. De ahí la «necesidad» de una «figura» sobresaliente e identificable en el terreno. Aunque todo esto, por supuesto, puede ser una apreciación errónea mía.

  6. No, si tienes razón, e imaginaba que lo decías con esos matices. Pero a lo que yo me refiero es que aún así, no son LF 100%, sino que quizá ya hay en su obra una cierta apertura al CF. No creo que ellos se planteen qué es lo que van a escribir, ni en qué género entrará. Lo importante es que haya apertura, y que los cambios se den poco a poco y con naturalidad. No va a haber una revolución en bloque, pero creo que podemos ser un poco optimistas respecto al futuro. Está claro que la ciencia-ficción se encuentra con más prejuicios, pero creo que ambos géneros son parte del mismo proceso de cambio…

  7. Tenemos una propuesta más humilde pero Sci-Fdi se «publica» desde la biblioteca de la Universidad Complutense. Hay tanto estudiantes como bibliotecarios, profesores e investigadores.

  8. Xmantra, a mi juicio y para esos autores, ya existe una «apertura a la CF» muy evidente y que debemos valorar muy positivamente. Puede que algunos de ellos se planteen «estar escribiendo género» y otros no tanto, pero lo importante es la calidad de sus obras.

  9. Propuestas: un autor que podría ser la «punta de lanza» de la ciencia ficción española, aún fuera de España, sería a mi criterio Félix J. Palma, dado que el sello Alianza Editorial ha podido colocar «El mapa del tiempo» al otro lado del charco. Y además, «El mapa del tiempo» es un novelón.
    Otra punta de lanza, más cercana al aspecto académico, sería el profesor David Roas, quien ha participado en eventos de literatura fantástica también al otro lado del charco como ponente. Pergaminos y experiencia tiene, por decirlo así. Y mucho carisma.

  10. Artículo muy interesante, pero discrepo cuando se afirma que la Ciencia-ficción no está discriminada. De alguna forma, la cultura imperante, ese miedo al error, al absurdo ridículo del que admite que se ha equivocado, la risa ignorante de los colectivos borreguiles tan numerosos, influyen muy negativamente a la hora de especular sobre la realidad. ¿Cuantos artículos salen sobre los «errores» de la cifi? ¿cuantos lo mezclan con el fantástico, y a su vez con el esoterismo menospreciando a los primeros?

    La cosa está peor de lo que se explica.
    Saludos

  11. Lino, mi artículo incide sobre el mundo académico y, en menor medida, el periodístico, no sobre los «colectivos borreguiles» que siempre ha habido y siempre los habrá. Culturetas ignorantes y/o con odios patológicos que menosprecian sin conocer determinadas manifestaciones de la cultura de masas. Tampoco digo que lo que algunos de ellos defiendan sea basura. En cuanto a la calle, al lector de a pie, creo sinceramente que es una cuestión de encontrar un libro clave con el que rebatir «viejos mitos», y si además disponemos de un gurú mediático, la transición sería a mi juicio mucho más suave y duradera.

  12. Hay algo fundamental: ¿cuántos sabemos de todos los tipos de literatura? ¿Y de todos los tipos de música? ¿Y de todos los tipos de teatro? ¿Y de todos los tipos de ensayo?

    ¿Sabémos todos cuanto debería saberse sobre física, medicina, biología, arte, filosofía, psicología…?

    ¿Por qué este ombliguismo con que la gente debe tener claro lo que es la ciencia ficción porque sí, sobre todo cuando el cine es su referente más claro y más cutre?

    Saber de ciencia ficción no es más cultura general que saber de psicología cognitiva, de fútbol o de moda.

    Por eso se desarrollan proyectos de difusión y actos culturales y artículos… Por eso a mí, a menudo, me irrita toda esa gente que se queja de que la ciencia ficción no se conoce, pero cuando surgen posibilidades de darla a conocer… Desaparecen o critican por criticar. No hablo de este hilo, sino de ciertas actitudes que vienen ahora a cuento. Si alguien opina que nos e concoe bien y que debería conocerse… Que colabore con su difusión, pero que no confíe en la iluminación por ósmosis atmosférica.

    Siempre… Voy a ponerlo en mayúsculas. Ahí va: SIEMPRE que he explicado la ciencia ficción ante un colectivo de profanos han reaccionado positivamente. Creo que el problema no está siempre en el público y, a menudo, ni siquiera, en los responsables culturales. Con ello no quito responsabilidad a todos esos borregos que menciona Mariano y que están en instituciones, periódicos…, sino que reparto culpas e intento poner cada cosa en su sitio.

    Cualquier día escucharé a un espeleólogo quejándose de lo inculta que es la gente al confundir los tipos de suelo de las cuevas… Por ejemplo.

  13. Tienes razón, Fer. No podemos ser expertos en todo y es normal que la gente utilice los referentes que tiene más a mano. Coincido además en que el público tiene la mente más abierta de lo que a veces pensamos; de ahí, por ejemplo, que se publique género fuera de colecciones especializadas y pueda llegar a un público lector más amplio que el estrictamente aficionado.

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