Entrevista a Pedro Pablo García May

Hay varios elementos que llaman la atención en Islas en el cielo. El envoltorio retro de aventura, el uso de tramas ocultistas, el estilo dinámico… Hablemos de la primera, ¿por qué ese aire de ciencia ficción clásica para una «aventura contemporánea», es una reivindicación, te lo pedía el cuerpo…?

La idea de la Tierra Hueca es antigua, aunque hoy suene a nueva porque hace tiempo que no se escribe sobre ella. En su día la defendieron importantes científicos y pensadores, por no mencionar clásicos de la literatura, así que me pareció de pura cortesía tender un puente de «clasicismo» para actualizarla al presente. Una de las ideas que barajó el editor para la portada era, de hecho, una imagen estilo años 30′ con dos de los protagonistas principales (hombre y mujer) posando al estilo de los pulp de Doc Savage. De todas formas, a lo largo del libro hay diversos guiños y homenajes a autores de género con los que he disfrutado personalmente y son de diversas épocas.

Tanto en la novela como en tu blog, o incluso en algunos de tus artículos en Prospectiva, navegas sobre el filo del ocultismo. ¿No temes el rechazo que estos temas causan en los lectores de cf, te atrae el captar a más público general interesado?

El término «ocultismo» es muy confuso: se emplea de la misma forma para hablar de charlatanería que de fenómenos inexplicados que de espiritualidad. Pero desde el punto de vista literario me parece interesante por su aspecto comercial: asuntos de este calado le interesan a una gran parte de nuestra sociedad, que tal vez podría acercarse a nuestros textos con mayor facilidad si además de fusionarlos con la novela negra o histórica o cualquiera otro lo hiciéramos con ciertas ideas ocultistas. ¿Por qué no emplear algunos de estos temas para enriquecer nuestro género, que al fin y al cabo está enmarcado en el fantástico y por tanto admite casi cualquier planteamiento si se desarrolla con un mínimo de lógica? Siempre me ha sorprendido sobremanera no ya el desprecio sino la franca hostilidad que muestran a este planteamiento la mayoría de autores y lectores de «la vieja guardia» de la cf española. Hemos pasado casi sin solución de continuidad desde la Inquisición religiosa a la Inquisición científica, cuando se supone que nosotros deberíamos ser los primeros en estar abiertos a emplear cualquier idea nueva, por extravagante o loca que pareciese, para aprovecharla literariamente.

En líneas generales, ¿cuál es tu relación personal real con esos temas? Sé que la pregunta es amplia y ambigua, pero también inevitable…

Mi profesión como periodista me ha enseñado, a veces incluso de forma muy brusca, que lo que se cuenta en los medios no suele tener nada que ver con lo que ocurre de verdad. El mundo en sí mismo es ocultista, en el sentido estricto del término: las verdaderas razones y el sentido de la mayoría de las cosas que ocurren en él están ocultas, no se pueden revelar porque existen intereses increíbles detrás, y eso resulta muy frustrante cuando uno trabaja contando noticias a otros. Sin embargo, para mi otra profesión como escritor esta situación resulta un gran aliciente: nunca se ha escrito mejor humor en la España moderna que cuando existía la censura franquista y había que aguzar el ingenio para explicar lo que uno quería con cierta claridad pero al mismo tiempo sin que te descubriesen. Así que bajo el manto del «ocultismo» se puede hablar de muchas cosas que de otra forma es imposible, a pesar de las apariencias de libertad de la sociedad contemporánea. O se pueden inventar, por último. En cuanto a mi relación personal con el tema, como diría Facebook: «es complicado» de explicar y mucho más de resumir aunque en este sentido me siento privilegiado por la larga experiencia que he tenido al respecto. He conocido gente muy rara, he estado en sitios muy extraños, he estudiado fenómenos ciertamente sorprendentes y he accedido a documentos muy difíciles de estudiar. Y por ello sé de primera mano que existe otra manera de ver y entender el mundo (que por cierto nada tiene que ver con «brujas», «astrólogos» y «tarotistas») pero es absolutamente personal e intransferible. Como decían los antiguos alquimistas, sólo quien ya tiene oro puede hacer más oro, y pierde el tiempo quien pretenda hacer proselitismo.

Has puesto en esta historia buena parte de tus temas preferidos, ¿das por cerrado el escenario o esperarás a ver la respuesta comercial…?

Islas en el cielo se cierra en sí misma, no tendrá segundas partes. No soy muy partidario de las sagas, a no ser que la idea de los capítulos esté muy clara desde el principio para evitar que degenere en un folletín interminable. En este caso, la idea inicial era una trilogía, pero por diversas razones quedó al final comprimida en una sola novela y no tendría sentido una continuación: ya he escrito lo que quería escribir. Ahora estoy metido en otros proyectos. Soy muy curioso, me interesan muchos temas muy diferentes y tengo un vicio básico que es leer, así que empecé a escribir por necesidad… Es difícil encontrar literatura sobre algunos de los asuntos que más me fascinan, por lo que no me queda más remedio que escribir sobre ellos para poder leer algo el respecto. En el caso del argumento central de Islas en el cielo, por ejemplo, buscas en Google textos sobre la Tierra Hueca y salen miles de páginas pero luego te dedicas a verlas y resulta que el 99 por ciento de ellas son «corta y pega» unas de otras. Me llamó mucho la atención que ningún escritor español hubiera publicado nunca nada sobre esto (o al menos yo no lo conozco), teniendo como tenemos aquí mismo diversas leyendas que hablan de ese mundo interior.

Llevas más de veinte años publicando, ¿qué valoración retrospectiva haces de tu trayectoria hasta ahora, y qué retos te planteas?

Escribo historias desde niño. Recuerdo que mi primer concurso lo gané en el colegio con una historia de cf y aún tengo guardados textos de mi época adolescente. Como profesional, mi primer libro lo publiqué hace exactamente 16 años: Mito y realidad de la leyenda celta…, por cierto, en una colección que dirigía Fernando Jiménez del Oso, conocido gurú del ocultismo televisivo en los años setenta (bueno, en realidad, él sólo ponía la foto, para darle más publicidad a la colección, porque los títulos y los autores los seleccionaba otra persona). Mirando hacia atrás, estoy contento con los resultados aunque podría (debería, teniendo en cuenta mi libreta de argumentos) haber escrito y publicado mucho más, pero es que durante todos estos años he desarrollado una actividad multidisciplinar muy intensa en diversos frentes que no me ha dejado tiempo material. Aún hoy sigo robándole horas al sueño para poder escribir aunque sea uno o dos folios diarios y esta entrevista la estoy contestando de madrugada. Después de conseguir mi éxito profesional más importante (varias decenas de miles de ejemplares vendidos) escribiendo un par de ensayos con seudónimo, ahora mi objetivo es conseguir ese mismo éxito pero ya sin máscaras y en el terreno de la ficción. Islas en el cielo es mi segunda novela publicada de quince libros ya en el mercado. Espero poder celebrar la edición de la tercera a no mucho tardar. El reto a medio plazo es poder dedicarme íntegramente a la literatura, dejando definitivamente el mundo de la publicidad. Digo…, del periodismo.

Islas en el cielo sale en el nuevo sello de un viejo conocido del fandom, Alberto Santos. ¿Cómo valoras tu relación con esta editorial y qué perspectiva ves para esta colección?

Esta novela, por una serie de características concretas, tenía que aparecer en una empresa pequeña, aunque hoy lo más importante del negocio no es el tamaño de la editorial sino su capacidad de distribución. No tengo editoriales preferidas ni agentes que me marquen el paso. He publicado en grandes, medianas y pequeñas y sólo yo decido dónde dejo mis libros (si los quiere la editorial, claro). La posibilidad de publicar con Alberto, al que conozco desde tiempos inmemoriales, surgió de una charla informal en una edición de la Feria del Libro. Luego hubo una labor muy intensa, de pura erudición diría yo, en la corrección con Carlos García Aranda. El resultado está a la vista. Creo que puede funcionar muy bien y además está la ventaja de que se incluya en una colección con otros títulos del fantástico como Rielar de Guadalupe Oteo y El jardín de la duermevela de Sergio M. Glegg.

Como periodista y como habitual en la red, ¿cuál es tu opinión sobre el futuro de los medios y el papel de internet en nuestra sociedad?

Creo que estamos viviendo tiempos extraordinariamente interesantes en todos los niveles y que los que vienen en los años próximos van a serlo aún más. Eso no quiere decir tiempos felices, puesto que por lo general los conceptos «interesante» y «feliz» suelen resultar antónimos…, pero en el caso de un escritor (o simplemente de una persona vitalista, con ganas de vivir cosas) sí es ilusionante porque las estructuras viejas se desmoronan y no parece que haya otras para sustituirlas. El mundo está cambiando muy deprisa no se sabe muy bien hacia dónde. Tengo la impresión, a nivel particular, de que no es hacia donde la mayoría de las personas cree pero en todo caso resultaría tonto quedarse en casa viéndolo por televisión. Hay que participar en ello, experimentarlo y aportar lo que uno pueda en la medida de lo posible si es que se aspira a sacar un poco de jugo a la vida.

Respecto a los medios periodísticos, evolucionan hacia la pantalla, eso está claro: una sola pantalla donde aparezca a la carta todo lo que necesites (música, televisión, libros electrónicos, etc.) y desde la que al mismo tiempo estés controlado, al estilo Fahrenheit 451, en la parodia de democracia hacia la que evolucionamos. Ése parece el camino lógico, pero no descarto un gran colapso energético mundial que nos retrotraiga hacia la Edad Media (de hecho, estamos ya al borde de una etapa así, con el neofeudalismo capitalista, las cruzadas entre cristianos y musulmanes con judíos en medio, la fuerza bruta de los ejércitos, las nuevas pestes sanitarias como el sida o las contaminaciones agroalimentarias etc.). En ese caso, aquéllos que tengamos una nutrida biblioteca en papel nos convertiremos en los nuevos monjes conservadores de cultura. Mira, a lo mejor así aprendo a fabricar mi propia cerveza, como en las antiguas abadías.

4 comments

  1. Algunos clásicos que hablan de la tierra hueca son Casanova, con su «Ikosameron», en el que habla de un mundo en la concavidad interior de la tierra, habitado por «megamicros», una raza protohumana; y Ludvig Holberg (1741) con su «Viaje Subterráneo de Niels Klim», de quien se dice pudo haberse inspirado Tolkien para sus ents.

  2. Pedro Pablo, te deseo lo mejor para ti y tu libro aunque discrepo de lo siguiente:

    >asuntos de este calado le interesan a una gran parte de nuestra sociedad, que tal vez podría acercarse a nuestros textos con mayor facilidad si además de fusionarlos con la novela negra o histórica o cualquiera otro lo hiciéramos con ciertas ideas ocultistas. ¿Por qué no emplear algunos de estos temas para enriquecer nuestro género, que al fin y al cabo está enmarcado en el fantástico y por tanto admite casi cualquier planteamiento si se desarrolla con un mínimo de lógica?

    Toda fusión, en principio, es factible. No me considero «vieja guardia» aunque como lector «veterano» esa mezcla que comentas generalmente no me guste (OJO, no entro a valorar el mérito literario de cada obra individual). En los 70-80′ costó tiempo y esfuerzo que la ciencia ficción se desligara de la etiqueta esotérico-OVNI-magufo y creo que se hace un flaco favor a la literatura de ciencia ficción fomentar la fusión gratuita con este tipo de temáticas. Será minoritaria, costará encontrar buenas obras, pero sigue siendo literatura especulativa que cuestiona racionalemnte nuestro presente y nada tiene que ver con los seguidores de lo esotérico. Respeto a quienes creen en ello, pero considero que son cuestiones diamentralmente opuestas.

    Lo cual no quita para que tu experimento literario de escribir una aventura siguiendo la hipótesis de la Tierra Hueca me parezca lícito e interesante: tomas una teoría (actualmente desechada por la ciencia) y la desarrollas en una historia de ficción. Porque de eso se trata: una historia de ficción; si optaras por asegurar su verosimilitud utilizando supuestas pruebas científicas (no literarias), tal y como hacen/hacían determinados autores, tal vez sería mejor ubicar la obra en la sección de ensayo esotérico.

    >Me llamó mucho la atención que ningún escritor español hubiera publicado nunca nada sobre esto (o al menos yo no lo conozco), teniendo como tenemos aquí mismo diversas leyendas que hablan de ese mundo interior

    Sin citar explícitamente la hipótesis, Carlos Fernández Castrosín tiene un par de novelas donde el protagonista se interna en las profundidades de la Tierra para correr diversas aventuras: Los subterráneos (ESpiral CF) y Cuando se abrió el abismo (AJEC)

  3. Gracias por tus buenos deseos, Mariano. :-)

    sólo una precisión, y es que la ciencia no tiene ni repajolera idea de lo que hay dentro de nuestro planeta. Solo existen teorías, la más importante de las cuales, hoy día, es la de la tierra sólida, con distintas capas, pero por increíble que suene, no está comprobada porque carecemos de tecnología para ello. Es la teoría imperante porque es aquélla en la que CREEN (no aquélla DEMOSTRADA) mayor número de científicos. Por eso resulta interesante como material literario, ya que existe una ambigüedad en nuestro conocimiento al respecto que permite jugar con varias hipótesis.

    Sé de lo que hablo porque mi especialidad como periodista es la información internacional y la científica y he hablado con expertos en las ciencias más diversas. Te asombrarías de las cosas que reconocen en privado científicos en apariencia muy materialistas. En realidad, certezas científicas hay pocas. Por ejemplo: la fuerza de gravedad SÍ es una certeza, está ahí y puede ser comprobada por cualquiera… Pero acerca de lo que puede haber bajo nuestros pies no hay un consenso real basado en pruebas definitivas ¡y eso es lo divertido, a la hora de especular!

    No conozco los relatos de Castrosín. Gracias por descubrírmelos. ;-)

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