¿Qué sería de la ciencia ficción sin Turing?

2012 ha sido declarado el año de Turing. Genio de las matemáticas, filósofo, héroe de la Batalla del Atlántico Norte y mártir homosexual, Alan Mathison Turing tendría hoy 100 años si en 1954 no hubiera decidido morder una manzana impregnada en cianuro.

Posiblemente, Turing es el matemático más frecuentado por la ciencia ficción. Clarke, Egan, Ted Chiang… serían pura carcasa si no partieran de uno de los artículos más influyentes en la historia de la ciencia: “Computing machinery and intelligence”, publicado en 1950. Tres años antes, en el Laboratorio Físico Nacional británico, Turing presentó una ponencia bajo el expresivo título de “¿Puede pensar una máquina?”. A grandes rasgos, Turing consideraba que el pensamiento es un proceso computacional y que “una máquina, convenientemente programada, podría llevar a cabo la mayor parte de las tareas típicas de la mente humana”*. Sentaba así las bases de la inteligencia artificial.

Se dirá que la idea no es nueva… la materia que cobra consciencia y deviene ente pensante está en los inicios de la ciencia ficción, o incluso antes (con golems, homúnculos y Pandoras arcillosas). La novedad reside en la asimilación del pensamiento con la computación. Todo parte de los estudios de Turing sobre algoritmos. En los años años 30, el entonces jovencísimo matemático dio forma a un proceso mecánico susceptible de ejecutar cualquier problema matemático formulable algorítmicamente, la máquina de Turing. Mediante un sencillo mecanismo que pintaba casillas distribuidas en una cinta infinita, demostró lo indemostrable de solucionar el problema de la parada del algoritmo (en coherencia con el teorema de incompletitud de Gödel). Poco después introdujo el concepto de hipercomputación, nuevas máquinas (máquinas oráculo) capaces de analizar problemas para los que no existe solución algorítmica.

Turing era un genio disperso. Tras la guerra mundial se interesó por la neurobiología… Y así surgió la teoría según la cual las neuronas no son sino máquinas de Turing interactuando entre sí para convertir inputs en outputs; datos de entrada en datos de salida. Si aceptamos que la inteligencia (nuestra capacidad visual, lingüística, representacional en suma) no es otra cosa que la conversión de inputs en outputs, la distancia entre un humano y una computadora no sería otra que la diferencia en las respuestas que uno y otro dieran a un mismo input. O lo que es igual (test de Turing), el día que el output del humano y el de la máquina fueran idénticos, no habría manera de saber quién es quién. No habría distinción entre pensamiento natural y pensamiento artificial. Una afirmación de consecuencias comparables a Darwin y a la visión del hombre como “descendiente” del mono.

En su aparataje conceptual, toda IA, Hal, Skynet o Sr. Matrix que se precie se funda en la visión de Turing, que aunque apasionadamente debatida, parece ser la única teoría plausible en estos momentos para explicar cómo la materia genera pensamiento.

Sin embargo, el matrimonio de Turing con la ciencia ficción tiene a su hijo más famoso en un ámbito distinto al de la IA. Estamos hablando del Criptonomicón, de Neal Stephenson, probablemente junto con Hyperion la novela de ciencia ficción más popular de los últimos 20 años.

Ganadora del Locus de 2000, la compré en un supermercado en la edición de tres tomos en rústica de Ediciones B de 2002 (traducción de Pedro Jorge Romero). En 2007 se editó en tapa dura.

Criptonomicón es un “romance científico” en la medida que convierte la criptografía en el eje de una aventura secuenciada en dos planos temporales; por un lado la ruptura de los códigos cifrados del Eje durante la IIGM; por otro, un proyecto empresarial, “la cripta”, tendente a crear un alojamiento premium en el que salvaguardar datos informáticos y activos financieros impermeables a todo rastreo policial o fiscal; una suerte de Suiza virtual. Ambas tramas convergen en la típica historia de “vamos a buscar un tesoro” y ambas tramas están protagonizadas por sendos miembros de las familias Waterhouse y (esa genialidad de saga que son) los Shaftoe. Así, en la parte bélica, tenemos al sargento de los marines Bob Shaftoe y al pseudoautista y matemático autodidacta Lawrence Pritchard Waterhouse. 50 años después les dan réplica dos nietos, Randy Waterhouse (cibercriptólogo) y Amy Shaftoe (tremenda maciza y action woman).

En Criptonomicón, Turing es un personaje secundario y parte de la trama está inspirada en sus vivencias durante la guerra. En 1939 Turing se incorporó a los servicios de contraespionaje británicos, la guerra se mascaba en el ambiente y los ingleses trabajaban a marchas forzadas para romper los códigos alemanes de las Máquinas Enigma. En Bletchely Park, se congregó un equipo multidisciplinar de matemáticos, ingenieros, ajedrecistas y oficiales de inteligencia. Gracias en parte a la contribución de Turing los británicos rompieron los códigos de la Luftwaffe a principios de 1941, en plena Batalla de Inglaterra. El siguiente paso fueron los códigos de la armada alemana, más sofisticados, y de los que dependía la coordinación de la flota de submarinos. A ello se dedicó Turing junto a un pequeño equipo de matemáticos, el “Pabellón 8”. La creciente sofisticación de los cifrados impuso el desarrollo de calculadoras electrónicas programables, labor en la que Turing tuvo también un destacado papel. Los códigos de la Kriegsmarine se rompieron a mediados de 1941. Los alemanes se percataron y cambiaron las claves, que no se volvieron a romper hasta 1943. Entre tanto, en el teatro de operaciones la lucha por los códigos protagonizó algunos de los lances más peliculeros de la contienda, como el “secuestro” al sur de Islandia del U-110, o misiones de desinformación como la Operación Mincemeat (en las playas de Huelva, por cierto).

En la novela Shaftoe y Waterhouse abuelos recorren los diferentes escenarios bélicos. El segundo con la misión de incautar códigos y el primero con la de pegarle dos tiros a Waterhouse en el caso de que vaya a caer en manos enemigas. Son casi mil páginas de aventuras con diálogos explosivos y una prosa amena, fluida y cargada de ironía, capaz por ejemplo de convertir en hilarante (y sumamente didáctico) un encuentro entre Turing y Waterhouse, en el que el primero explica al segundo los Principia Mathematica de Russell y Whitehead, con arranque en Leibniz, pasando por Gödel y terminando en el problema de la detención del algoritmo y la máquina universal de Turing. Tampoco el nieto Waterhouse es manco, un maniaco-compulsivo rodeado de tipos que recuerdan a Kim Dotcom, capaz de encandilarnos con una página entera dedicada al prosaico tema de porqué la leche debe beberse a 0,5 grados, todo lo cual mientras trapichea con la constructora nipona Goto Dengo (chiste privado de los informáticos ochenteros).

Y es que en el fondo, Criptonomicón es una grandiosa novela de humor. Humor del de verdad, del que te carcajea, con un Bob Shaftoe impresionante, paradigma y parodia de esa idea tan yanqui de que al final siempre hay un heroico marine que recompone a hostia limpia el sutil equilibrio del mundo.

Pienso que Criptonomicón es un clásico. Cierto que la trama “buscaban el tesoro y encontraron el amor y la fortuna” es manida, que hay fragmentos pelmazos y le sobran unas cuantas decenas de páginas, cierto. Pero la maestría narrativa, el humor, la implicación del autor en el tema y lo candente de la temática salvan esos escollos. Además, es una introducción perfecta para conocer la obra de un pensador tan fundamental como Turing.

Un tipo noble y decente.

Tras la guerra Turing recibió la Orden del Imperio Británico y se embarcó en proyectos tendentes a construir el primer computador digital moderno, en competencia con el equipo de Von Neumann (de quien Turing había sido alumno y ayudante durante una estancia en Princeton). Solitario, ensimismado y bohemio, Turing se topó con la falta de fondos, no eran buenos tiempos para una Inglaterra exhausta. Fue entonces cuando nuestro hombre se lanzó sobre nuevos campos de conocimiento que le conducirían a la inteligencia artificial, estudios que compatibilizó desde la Universidad de Manchester con el diseño de software para las primeras computadoras modernas; en secreto, siguió colaborando con el contraespionaje británico.

Probablemente, si Turing no hubiera mordido aquella manzana con cianuro hoy Silicon Valley estaría en Manchester, pero la intransigencia de una época le salió fatalmente al paso en forma de dos policías y en 1951.

Homosexual declarado y sin complejos (guapo y en perfecta forma, llegó a acariciar expectativas de correr la maratón en las Olimpiadas de 1948), Turing ligaba bastante. A finales de 1951 inició una fugaz relación con un joven de 19 años. Una noche, un chapero amigo del joven desvalijó la casa de Turing y el matemático presentó denuncia. Cuando la policía le preguntó qué pasaba, Turing lo dijo así, sin mayores complejos, un chapero amigo de mi amante…  Fue arrestado el 7 de febrero de 1952 acusado de “indecencia” por tres episodios homosexuales. Lejos de negar su condición homosexual (como le consejaban amigos y abogados), en la vista Turing se empeñó en defender que “no había nada de malo en ello”. En 1953 se le condenó a pena de cárcel (la homosexualidad estuvo criminalizada en el Reino Unido hasta 1967) conmutable por un tratamiento de castración química (dosis hormonales para forzar la impotencia). Su trabajo en el contraespionaje no mejoraba las cosas; Turing fue sometido a vigilancia policial, sumiendo al genio en un estado paranoico, que sumado al declive físico inducido por las hormonas, le llevaron a la inferencia deductiva de que no merecía la pena seguir viviendo. Se mató el 8 de junio de 1954. Tenía 42 años.

Hay fotos mejores de Turing, pero me gusta esta: Alan Mathison Turing en 1946, en el esplendor de su juventud, participando y entrando segundo en la carrera de las tres millas.

Luis Besa es periodista, autor de Metaversos e Ínsula Avataria

*De “Los Lógicos”, de Jesús Mosterín, Edhasa, un libro divulgativo y más que recomendable para introducirse en la vida y obra de los grandes lógicos del siglo XX. Respecto a la apasionante vida de Turing, Andrew Hodges, “Alan Turing: The Enigma”, http://www.turing.org.uk/turing/.

22 comments

  1. Lo de la homosexualidad de Turing ha sido algo pasado muy por alto cada vez que lo he estudiado, como si no tuviera nada que ver con su vida. Me pregunto en alto, y lo hago por si alguien lo ha leído, qué tal está la biografía escrita por David Leavitt.

  2. Esta muy bien Risingson. La tengo por ahi en casa en algun lado y a lo mejor con esto le vuelvo a dar un repaso.

  3. Sobre la homosexualidad de Turing, hombre, imagino que los ingleses no están muy pride. No sé si alguno que se haya leído la bio de Leavit puede aclararmelo, pero yo creo que directa o ambientalmente, la suerte de Turing está relacionada con el escándalo Philby y los 5 de Cambridge. Desde 1950 se sospechaba de elementos del contraspionaje formados en Cambridge y con tendencias gays. Por desertores soviéticos se sabía de la existencia de tres del Mi6 que pasaron información vital sobre la bomba atómica en 1945-46. Cosas de la vida, el encargado de la investigación en Inglaterra era Philby, o sea el mismísimo jefe de la red de topos del KGB. Philby dio el soplo a Maclean y Burguess, que pasaron al otro lado del telón a mediados de 1951. Especulo con que Philby alerto sobre Turing ni que fuera como cortina de humo, pues se buscaba desesperadamente a un tercer «homosexual y de Cambridge» y en esto sale Turing a colación.

    Brujuleando por la web me encuentro a menudo con «el halo de misterio de la muerte de Turing», se rumoreó o eso dicen web (desgraciadamente poco fiables) que lo mataron. La madre de Turing negó siempre el suidicio, aunque amigos del matemático insistieron en que estaba deoprimido y hecho polvo. En cualquier caso, creo que debe haber una relación con el caso Burguess, tanto en la dureza con que se le trató, el seguimiento policial al que fue objeto, o tal vez la sensación de una parte del stablishment de que a todos estos homosexuales de Cambridge rojos e indeseables había que cortarles las alas.

    Muy ingratos, en cualquier caso.

  4. Ah, Joserra, gracia por el cuento. No sé como diablos lo has sacado porque la web de Egan parece la de un loco desquiciado,,, Tiene muy buena pinta el cuento, lástima que mis rudimentos de inglés no dan para la lectura atenta que precisa el tema, la vinculación de la máquina Oracle con «The self-dual formulation of general relativity discovered by Abhay Ashtekar» (lo dejo tal como está, intrigante). De todas maneras me lo leo, estoy ahora tomando clases de inglés y el profe nos obliga a leer (lo que no entendáis me lo preguntáis, dice)…Vas a sudar profe, pero mucho :)

  5. No creo que lo de Turing tuviera relación alguna con los 5 de Cambridge, apartando que el ambiente de paranoia estuviese tan subido como para ir a por lo que se pusiese por delante, y si es gay pues mira tu que suerte ya puedo ser homófobo y defender a la «patria».

    Turing no era parte del entramado ingles de espionaje y contraespionaje, que era lo que, a la postre, se vio que estaba bastante podrido. Si, tenia «clearance» para trabajos clasificados (ULTRA estuvo clasificado hasta no hace mucho), pero eso. Mas relación que la paranoia y la necesidad de algun patán de demostrar que esta haciendo su trabajo a base de joderle la vida al primer gilipollas que se le ponga por delante…

  6. Ah sí, yo también pienso en la paranoia ambiental, pero que debió ser muy determinante en su caso… Otra opción más conspiranoica es que Philby buscara un chivo expiatorio o una cortina de despiste del tipo …. no, no somos nosotros, son los del contraespinonaje… En cualquier caso, estoy seguro que su suicidio y pormenores fue investigado a conciencia.

  7. Yo con respecto a su suicidio lo que tengo leido (y ahora no se si sale en la biografía de Leavit) es que su método, envenenarse con una manzana con cianuro – o al menos eso es lo que parece que hizo – seria una forma de tratar de darle a su madre un pie de que pensase que fue un accidente, algo asi como «se puso a jugar con el quimicefa y claro, se distrajo y la manzana»… pero en plan mas serio.

  8. Por cierto, que en Criptonomicón hay un poco «síndrome de la pastilla de jabón» con Turing: por cada homosexual que aparece, homosexual que le entra al héroe. Hay mucho hetero por ahí que aún no tiene claro que si para el género femenino es antimorbo, para el masculino gayer también lo es.

  9. Bueno… es que por lo que tengo medio entendido Turing era asi. Por ahi hay una descripción en otro contexto, creo que las memorias del que dirigia el cotarro en Bletchley Park, con Turing como «agresivamente» homosexual

    Claro que para la época el hecho de que el tio no se cortase en admitirlo ya podia ser agresivo.

  10. Y no se si seguir hablando porque me parece que te voy a destripar la biografía y lo que deberías es leerla y luego hablamos de ella :-)

  11. Sí, sí. Pero entiéndase, uno si es agresivo, supongo que lo que hará es entrar a todos los que le gustan. No a todos. Esa es la sutil diferencia.

  12. No se Rising, yo no lo vi asi – lo vi mas en plan «Turing es promiscuo y no le da mucha importancia al tema», pero puede ser. A mi lo que mas me cantaba de Criptonomicon es que Waterhouse no es que fuese autista, es que era medio imbécil

  13. Bueno, esa es otra. Pero vamos, si lo tomas como hagiografía escrita por el mismo personaje cobra bastante sentido todo.

  14. Joserra, por qué. Ahora me has hecho leer los comentarios.

    De todas formas la excusa dada – que si indultan a Alan Turing por eso tendrían que indultar a todos los homosexuales que sufrieron su mismo destino – me recuerda un poco, un pelín, a ciertas cosas que han sucedido aquí hace no mucho y que tienen que ver con un señor al que están juzgando.

  15. A mi me parece genial. Digo, si, es verdad, tendrian que indultar a todos los homosexuales, no solo a Turing. Vamos, ponganse a ello joder, saquen todo el puto listado de causas y pidanle perdon a todos, vivos y muertos, a los que la ley les jodio la vida.

  16. Todos los que comentamos en internet somos esa parte de la población que necesita medicación para sus problemas mentales. Esto es así, especialmente en política.
    Y, por supuesto, muy de acuerdo con Latro.

  17. Bueno, la figura de Turing recibió bastantes homenajes a parti de los 80-90. Calles, institutos, estatuas. En 2009, el PRimer Minisro difundió una nota solicitando perdón La propia detcisión del parlamento habla de la «terrible» injusticia.. La cuestión (creo) es que este tipo de indultos conllevarían la movilización de indemnizacion para los imagino que miles de condenados por homosexualidad hasta 1967. Por lo mismo, habría que idemnizar a las condenadas por aborto, blasfemia y tantas y tanta figuras penales que han evolucionado con la sociedad. Desde un punto de vista formal, el derecho se limita a aplicar casuistica de pena-conductas. De este criterio no retroactivo de la ley se exceptúan determinados tipos de crímenes (genocidio y alguno más). Y vamos al asunto…. Imaginad que tenemos que pagar a la gente condenada en el pasado por homosexuales, abortistas o herejes…. ¿es justo que tenga yo que pagar por lo que cometió mi abuelo? … Se diera el caso, yo abogaría porque pagaran la idemnización los abueletes :)))) (Jodo, que buena idea para el recorte de las pensiones:)))))

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