Hace tiempo llegué a la conclusión de que lo que quedaba de mi interés por la ciencia ficción se nutría más de razones ideológicas que artísticas. La clave del concepto de prospectiva está en mi necesidad personal de distinguir entre una forma de literatura que sirve para diseccionar la realidad, extrapolando a partir de nuestro entorno, y otra que no tiene más que la muy respetable, pero ya para mí poco atractiva, vocación del escapismo; sea uno de corte más sofisticado, una suerte de pasatiempo especulativo cimentado en la ciencia, u otro de carácter totalmente popular, lo que ahora los estadounidenses han bautizado sucesivamente como scifi o syfy.

Por enésima vez lo escribiré: “literatura prospectiva” no es un nuevo término para sustituir a “ciencia ficción”. Es una propuesta para distinguir entre una narrativa que es pertinente para nuestra sociedad actual y otra que deliberadamente limita su alcance a lo puramente lúdico. Perfectamente válida y defendible, pero distinta.

La idea recoge ecos en lo sucedido en otros géneros. El caso de la literatura fantástica lo he expuesto repetidamente, Todorov mediante, pero es aún más significativo el de la policiaca. A lo largo de los años cincuenta y sesenta, en un proceso lento pero exitoso, la novela negra consiguió una especie de estatuto de autonomía respecto a la novela conocida entonces como criminal o detectivesca. Como la literatura prospectiva, la novela negra tiene un alcance social muy distinto a la novela-problema inglesa que dominaba el panorama comercial del género en los años treinta y cuarenta.

A la larga, la novela negra ha sido plenamente aceptada por la comunidad académica, el mercado editorial y el lector medio. Y, en una consecuencia no tan inesperada, también ha abierto la puerta para que el resto de la novela policiaca tenga un mayor nexo con el gran mundo exterior.

Las razones por las que la ciencia ficción no abordó un proceso similar abren la puerta a un análisis prolijo. De hecho, la new wave fue un intento en esa dirección, pero erró completamente el tiro; en lugar de abrirse a las preocupaciones de posibles lectores adicionales, incidió en algunos de los defectos tradicionales del género. Resultó un movimiento demasiado hermético, una respuesta de carácter interno. Se quedó totalmente circunscrito al entorno anglosajón. Y buena parte de sus mejores libros no son de fácil lectura, en particular traducidos.

Mi percepción era que la sociedad actual, la del comienzo de la crisis cuando pergeñé estas ideas, demandaba las reflexiones que la ciencia ficción podía ofrecerle. Pero no daba con ellas en un género en el que, al acercarte, no encuentras esas inquietudes salvo rebuscando mucho; y pocos se molestan en hacerlo tras una breve navegación entre las hordas de libros escritos en arcano lenguaje científico, los trufados de ocurrencias metarreferenciales, o los de aventura espacial de estilo ramplón.

Lo ocurrido desde entonces es inevitable: los lectores han encontrado esas inquietudes con mayor facilidad en obras ajenas a la ciencia ficción. La creciente bola de nieve generada por Los juegos del hambre, un trío de novelitas de moderado valor pero con una orientación clara, en consonancia con las inquietudes de los jóvenes de nuestro tiempo, es la fase final de un proceso que todos vivimos en los últimos años con la creciente presencia de nuestras temáticas entre las novedades más rutilantes de las grandes editoriales.

El futuro se le ha escapado de las manos al género de la ciencia ficción. Las historias que cuenta se han convertido todas ellas en ucronías; relatos en escenarios con los que es tentador soñar, pero jamás existieron o existirán.

La ciencia ficción hablaba de un tiempo futuro de esperanzas que hoy no parece posible; de un espacio que nunca alcanzaremos; de extraterrestres que jamás nos encontrarán. E insiste en construirse sobre algún elemento que la ciencia da desde hace décadas como fehacientemente imposible, como el viaje en el tiempo o el viaje más rápido que la luz.

De hecho, las tradicionales dificultades de la ciencia ficción para conseguir una definición son una prueba de su debilidad: porque la ciencia ficción no es la literatura que habla del porvenir, sino de las cosas que la ciencia ficción ha integrado en su nebuloso corpus temático, que ya nada tiene que ver con la verosimilitud de su posible materialización futura.

En resumidas cuentas, mi idea es que la literatura prospectiva es la que sí habla, tomándose más o menos en serio la tarea, de cuál puede ser nuestro futuro. Desde un punto de vista bastante amplio: también puede centrarse en nuestra evolución psicológica, por ejemplo. Para ello utiliza distintas herramientas, que hacen que pueda escaparse de una fidelidad absoluta a la verosimilitud; alegoría, parábola, extrapolación…

La idea tiene una utilidad adicional para algo que me preocupó durante años: la posibilidad de salvar a parte de la ciencia ficción que puede quedar enterrada. Con Ballard, Dick o Lem fuera de peligro, debido en parte a la calidad intrínseca de su obra pero en gran medida por su capacidad para sintonizar con las necesidades de los lectores contemporáneos; quedaban descolgados otros más ligados al género: Disch, Silverberg, Brunner… Buena parte de sus mejores obras pueden ser consideradas como prospectivas, son reivindicables desde el punto literario, y confío en que les llegue el momento para ser colocadas en un lugar muy distinto al que me parece que corresponde a los Heinlein y Bujold de turno.

Quedan otros flecos pendientes, por supuesto, en lo que tan sólo es una propuesta. Por ejemplo, Fernando Ángel Moreno ha insistido muy atinadamente en que mi idea peca de situar la distinción entre ciencia ficción y prospectiva en un territorio muy poco sólido como lo es el de la intención del autor. Tampoco se puede obviar el hecho de que las fronteras son muy poco claras; aún menos que las ya muy difusas con la fantasía. Ni el hecho de que el término en sí, prospectiva, parece demasiado alambicado. O que esta propuesta de separación parece dejar el regusto, totalmente injustificado, de que no pueda hacerse buena literatura con las herramientas de la ciencia ficción tradicional, lo que unos cuantos escritores ya han demostrado ayer y hoy que es falso.

Pero creo que el balance en los cinco años desde que publiqué el primer artículo artículo al respecto, y los tres que ha sumado esta web -en la que un grupo de gente extraordinaria decidió aunar esfuerzos bajo una bandera de entonces muy dudosa viabilidad-, es por lo general positivo. En algún momento de entonces hice una búsqueda en Google con los términos “literatura prospectiva”, sin resultados. Hoy superan los 33.000, sólo una parte ligados a esta página: encuentro que es un elemento común en los debates sobre el género, empieza a ser citado en el extranjero y, por supuesto, está el excelente trabajo de Fernando Ángel Moreno, que ha decidido generosamente emplearlo para desarrollar una labor que en cualquier caso hubiera afrontado con igual éxito con otro término.

Porque la conclusión importante no es que se emplee esta expresión u otra, sino que se debata sobre la obvia división necesaria dentro de lo que se conoce como ciencia ficción. Durante muchos años, grandes escritores, quizá los mejores, han tenido que cargar con una pesada etiqueta que les limitaba fuera del género, sin que a cambio consiguieran reconocimiento en su interior. La ciencia ficción, en particular a partir de los setenta, no se ha interesado en modo alguno por las temáticas sociales y políticas, y sólo raramente por la búsqueda de un estilo refinado, pero también ha atado en su interior a quienes se preocupaban estas alternativas.

Los hechos, en forma de un creciente éxito editorial ajeno al universo del fandom, están poniendo fin a esta profunda injusticia. Cuando cualquier escritor de los hasta ahora especializados tiene calidad suficiente, puede conseguir audiencias mayores y la publicación en editoriales serias, como vemos que se va produciendo cada día de manera creciente.

Todo lo que escribo parece contradecirse con el hecho de que esta web quede hibernada por falta de colaboraciones. Pero creo que en el fondo forma parte de la misma lógica de las cosas de la que acabo de hablar. La literatura prospectiva es, en una de las diferencias con la ciencia ficción tradicional, un área que no parece despertar vocaciones de sacerdocio, sino que tiene cabida en medios generales. Como temática que es publicada junto a la literatura general, tal vez sea una contradicción que tenga sus rincones específicos.

Por otra parte, debo agradecer a quienes en su momento siguieron adelante con la web cuando a mí se me terminaron las fuerzas que hayan optado por el adiós, o el hasta luego, en lugar de dejarse llevar hacia una prostitución de la idea original. Literaturaprospectiva.com es una web con actualizaciones diarias y de calidad; si no es posible mantener algo parecido a ese ritmo y esos estándares, porque no se ha conseguido hacer crecer el número de colaboradores con la difusión fuera de los lectores especializados, es preferible dejar un buen recuerdo o una puerta abierta, antes que dar comienzo a una pendiente descendente que seguiría dando trabajo sin gratificaciones.

Pero la semilla está plantada. Los brotes han comenzado a crecer en varios frentes y los proyectos de los que aún no puede hablarse son de más envergadura y más tentadores que nunca. Tal vez no aquí, no a este ritmo; pero seguimos adelante.

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41 Responses to El valor de la ciencia ficción cuando ya es toda ucronía

  1. Moisés dice:

    Creo que lo prospectivo se ha asimilado por la literatura generalista porque ya no se habla hoy tan alegremente de lo que pueda ocurrir cien años en el futuro. Y para hablar del 2112 hay que recurrir a la ciencia ficción por narices, pero para hablar de hoy, de mañana o del 2017, no.

    Por otro lado, creo que Internet ha desplazado un poco (un poco) la eficacia del género para advertir sobre el futuro. En una red de blogs, TEDs y demás (herramientas usadas a menudo por los propios autores), gente incluso a la que no llega la literatura está mejor informada sobre el mundo que le rodea y a dónde les lleva.

    No es óbice para que no exista este tipo de literatura, claro. Es más, en proporción al grave déficit de atención que sigue teniendo la realidad, se sigue escribiendo muy poca literatura prospectiva, de futuro-ficción o como queramos llamarla. Y hay temas como el peak oil de los que aún se habla muy poco pese a su importancia.

  2. Juanma Santiago dice:

    Lo que estoy observando en las últimas correcciones que me pasan es algo que comenta Julián: el efecto Los Juegos del Hambre, que tiene mucho de coyuntural, por aquello de que van a estrenar la peli.

    El caso es que los briefings de las edtoriales de juvenil empiezan por «Promocionadla como Los Juegos del Hambre«.

    Insisto, es una moda, a efectos comerciales solo quiere captar un nicho de mercado que lo mismo se lee un Harry Potter que un Crepúsculo… pero, en lo que va de año (y estamos en marzo) ya me he encontrado con dos novelas «a lo» Juegos del Hambre.

    ¿Sirve esto para extrapolar alegremente que las distopías (o cierto tipo de prospectiva, siguiendo la terminología del ensayo de Julián) son ya parte del mainstream? Tal vez. En todo caso, me da la sensación de que, con sus limitaciones y todo, la literatura juvenil tiene menos remilgos a la hora de darle a los géneros y subgéneros, y estamos criando toda una generación de adolescentes que van a habituarse a leer ciencia ficción con temática prospectiva.

    A partir de ahí podemos especular acerca de si es o no el primer paso para leer distopías adultas (he aquí el debate que, hace veinte años, generaban las timunmasadas), o de si es o no el primer paso para que adquieran cierta conciencia social. No lo tengo claro, pero lo cierto es que, a fuerza de leer novela juvenil de ciencia ficción con elementos distópicos (y, ya digo, he corregido dos en lo que va de año, si bien es cierto que se la única explicación comercial es el tirón de la película de Los Juegos del Hambre), puede que con el tiempo estén más predispuestos a leer con buenos ojos distopías o prospectiva para adultos.

    Otra más. El domingo, en una comida no especialmente friqui, salió a colación Años de prosperidad. ¿Es ciencia ficción o no? Pues sí y no. Es una novela prospectiva en el sentido que dice Julián, esa ciencia ficción de «veinte minutos en el futuro» que se le puede dar a leer a cualquiera, porque habla de otras cosas. Pero la percepción que tuve no era que la trataran como una novela de ciencia ficción, sino como un análisis de la China actual (mi interlocutor había estado en China hace un par de años) pero levíiiiiisimamente extrapolado.

    Me da la sensación de que la distopía y lo prospectivo son ya literatura general e informaciones de actualidad, un poco lo que dice Moisés. Te puedes leer Mercaderes del espacio (que me sigue pareciendo LA novela de prospectiva de los años cincuenta) como una siniestra advertencia, pero también con una sonrisa de oreja a oreja, porque el neoliberalismo que nos invade ha superado con creces lo que hace cincuenta años nos parecía novela de advertencia. Ahora ves algo tan inocuo como un episodio de Ladrón de guante blanco, y resulta que al asesino a sueldo lo caracterizan como un señor que está leyendo nada menos que a Ayn Rand. Ese tipo de ciencia ficción ha quedado ya como una mera curiosidad, advertencia. Ya vivimos en ella. Ora:cle está más que superada, solo faltan unos añitos para que algún lobby proponga en serio legislación en plan Jennifer Gobierno o Leyes de mercado, y en fin, superado ya ese futuro que nos asustaba (y demostrado fehacientemente que, según para qué cosas, se había quedado corto), ya solo cabe mirar al pasado, de ahí todos los punks y retrofuturismos varios de los últimos años (steam-punk, diésel-punk, etc.).

    Ocurre un poco como con el análisis marxista y los partidos obreros en general: se han dado por vencidos (y aaaaaah, sus votantes les han dado de lado) justo cuando ha quedado demostrado que su análisis era correcto.

  3. cp1 dice:

    Hola

    Sólo un pequeño comentario, y es que el título del artículo es un truismo: toda ciencia ficción es (acaba siendo) una ucronía, creo que eso es algo inevitable. No es algo de ahora. Es un hecho. Todo lo demás es futurología, que es como jugar a los dados con los ojos vendados y debajo del agua.

    Yo suelo huir de las «audiencias mayores» y de las «editoriales serias» como de la quina. También de la ciencia ficción que no me dice nada, que es el noventa y pico por ciento. Pero casi todas podríamos decir lo mismo de casi todo, imagino

    A mí lo que me gustaría es tener un listado con las novelas que os molan, esas que llevan saliendo un tiempo y que inspiran estas reflexiones. Muchas veces es más práctico que teorizar, aunque teorizar es más divertido, sobre todo si se hace en directo con algún líquido que llevarse a la boca.

    Saludos

  4. Risingson dice:

    Juanma, estoy aplaudiendo al monitor. Esto que has escrito ha encajado con muchas cosas que tenía en la cabeza, pero además lo has expresado de maravilla. «El abogado gladiador», donde la especulación inmobiliaria ha creado barrios y barrios de gente con malas casas e hipotecada hasta su muerte (vuelvo a insistir: reedición ya!), las novelas aparentemente satíricas de Max Barry o Richard Morgan, las supuestas pesadillas de Brunner… están todas aquí.

  5. Hace un año tuve una reunión con bloggers literarios pre-adolescentes y me quedé de escayola cuando a la pregunta de «¿qué queréis leer este año?» los chicos y chicas de doce años dijeron «distopias».

  6. Juanma Santiago dice:

    La culpa es de Los Juegos del Hambre, claramente. O_O

  7. Risingson dice:

    Por cierto ¿alguno más comparte mi entusiasmo por la saga de los feos?

  8. Emilio dice:

    Bueh, supongo que huelga decir que yo estoy de acuerdo con casi todo lo dicho en la primera parte de este artículo.

    Ya he dicho por aquí que hace tiempo que veo fuera de juego la práctica totalidad de las grandes obras que ha dado la literatura de anticipación. Únicamente algunas distopías conservan su vigencia, a mi entender. A menudo incluso pienso que el género ha fracasado. Así, en general. Porque se compone de obras que erraron el tiro muy de lejos, y a menudo de forma deliberada.

    Y ojo, que concedo que en los setenta hubiera una cierta ingenuidad o inmadurez tecnológica y eso diera lugar a muchas obras que a la luz de hoy se ven disparatadas… Lo que ya no entiendo es qué demonios están haciendo los que cultivan determinadas temáticas una vez superados los noventa.

  9. Juanma Santiago dice:

    El problema es la fecha de caducidad. Al ser una ciencia ficción de advertencia, tan entroncada en el presente, suelen caer o bien por su propio peso, de puro obvias, o bien porque las circunstancias que dieron pie a su escritura han cambiado, y el mensaje ya ha caducado.

  10. Risingson dice:

    Hm, Emilio, esto me gustaría más si enumeramos las obras. ¿Cuáles son las que, para ti, están fuera de juego?

    Y esto sin entrar en algo que yo considero vital: una obra hay que contextualizarla antes de empezar a valorarla. No puede ser que sólo se valoren las que coinciden exactamente con las preocupaciones actuales.

  11. Besa dice:

    Muy de acuerdo con Emilio. Un ejemplo, Brunner y Todos sobre Zanzibar, hoy queda su experimentalismo formal, su mirada prospectiva sobre el futuro interesa mucho menos.

  12. Juanma Santiago dice:

    A modo de tentativa:

    1984 y Un mundo feliz han ganado con los años.

    Limbo es la gran tapada, la novela de la que no habla nadie y, si le echas un vistazo, descubres que está plenamente vigente.

    Mercaderes del espacio queda como la inspiradora de la rama distópica escrita desde el fándom, la mamá y el papá de Leyes de mercado o Jennifer Gobierno.

    China Montaña Zhang es la gran candidata a ganar enteros con el tiempo, aunque Años de prosperidad le ha ganado la partida de la inmediatez.

    334, Futureland y Todos sobre Zanzíbar han quedado como obras costumbristas sobre sus respectivas épocas.

    Nosotros queda como la mamá de Orwell, y una novela imprescindible para entender la Revolución soviética y, de largo, la mejor escrita de todas, pero veo que pierde componente de advertencia, de puro tremendista.

    ¿Cómo lo veis los demás?

  13. Emilio dice:

    Yo creo que lo has clavado, Juanma.
    Sólo te ha faltado abordar un subgénero de lo distópico que yo creo que estamos perdiendo de vista: el postnuclear.

  14. Kaplan dice:

    Acabo de escribir precisamente sobre eso como entradilla a la siguiente reseña, así que luego va a parecer redundante. Tengo una visión de la cf diametralmente opuesta a la que propone Bueso. El objetivo de la cf no es adivinar el futuro. El paso del tiempo no desautoriza una obra porque se hayan cumplido o no sus contenidos. Si fuera así, ninguna de la cf anterior a 1980 sería válida, porque ninguna contempla los avances informáticos. El cumplimiento de la fecha es pura anécdota. 1984 es hoy más actual de lo que lo fue en 1949. El Gran Hermano, el doblepensar y la neolengua, ficciones creadas para criticar el stalinismo, inexistentes entonces, son hoy noticia de actualidad en los periódicos. La fecha es lo de menos. Orwell no la creo como una crítica al neoliberalismo, sino más bien a lo contrario, y sin embargo su vigencia es indiscutible.
    Un escritor de cf no se sienta a escribir para acertar (o no debería hacerlo), sino que trata de extrapolar datos desde el presente para hacer más creíble su ficción. No juega a ser adivino, sino a crear un universo narrativo verosímil. Siendo así, lo que importa son los valores literarios intrínsecos, no si se han cumplido las propuestas de futuro de la novela. Muchas obras pulp siguen siendo perfectamente válidas, a pesar de contener futuros ridículos. Todas las distopías conservan su valor, puesto que extrapolan a partir de la condición social del ser humano, una constante que tiene su interés independientemente de si los cambios la han afectado o no. Los valores pueden haber quedado obsoletos, pero aún así, el valor de esa distopía como documento de la época es impagable. El acierto es un plus no buscado, nada más.
    No, la cf no yerra el tiro, ya que no profetiza, la cf es ficción. No se la puede valorar por cuánto ha acertado, sino por sus valores literarios en conjunto, uno de los cuales (pero sólo uno entre muchos) es su posible vigencia en los años subsiguientes.

  15. Besa dice:

    Llevas razón Kaplan, pero un cierto sentido de anticipación me resulta indisociable de la CF en general y más especialmente de la literatura Prospectiva, donde lo que se trata (amén de escribir buenos libros) es de «lanzar una mirada al futuro desde la ficción».

  16. Emilio dice:

    Pero que no es una cuestión de acertar con las fechas, joder. Es una cuestión de contacto con la realidad. Y la CF hace muchos años que renegó de él para apostar por la ensoñación inconsistente.

    La realidad demostrada es que, por ejemplo, si alguna vez el hombre llega a conquistar el espacio o el tiempo lo hará en un contexto sociocultural y político-económico que no tiene absolutamente nada que ver con todos los que conoce la antropología moderna.

    Vamos, que si va y resulta que el colapso al que comenzamos a enfrentarnos ahora mismo no nos aboca a la extinción y continuamos progresando, para cuando habitemos otros planetas o viajemos en el tiempo funcionaremos con toda seguridad de un modo que nada de humano tiene a nuestros ojos de ahora… Quizás para entonces pensemos como las abejas, y no como los lobos. O tal vez funcionemos mucho peor que los lobos y seamos una horda absolutamente despiadada e incapaz de cooperar en armonía interna o respetar la vida propia. O puede que estemos tan alienados y tan engañados que ni siquiera seamos autoconscientes tras tomar la pastilla violeta.

    Todo esto es porque la energía domina el tiempo y las distancias. Y porque nuestra condición humana domina cuanto hacemos. Esas dos cosas así de simples han sido dejadas a un lado por casi todos los visionarios, que a menudo se han centrado en la física, las matemáticas y la ingeniería ignorando las ciencias sociales, esas que dicen que no estamos maduros para nada que no sea irnos al carajo por la vía rápida.

    Y ante eso, se prefirió el sentido de la maravilla. Los dragones en las mazmorras. Las ciudades con cúpulas y los coches voladores. Fin.

    Los plazos, en realidad, importan un carajo. ¿Quieres hacer otra space-opera y para ello te sitúas en un futuro muy distante? Pues empieza por crear un marco social bien fundamentado a nivel antropológico, algo que pueda proyectarse desde aquí con su lógica y que responda a los problemas del ahora y a los del futuro al que te llevas la trama. Ah, que no hay cojones a hacer eso… Pues nada, a soñar, que es lo que mola.

    No sé si ahora me he explicado mejor.

  17. fonz dice:

    «O tal vez funcionemos mucho peor que los lobos y seamos una horda absolutamente despiadada e incapaz de cooperar en armonía interna o respetar la vida propia. »

    Mira, como en las novelas de Warhammer 40.000; la verdad está en las franquicias!!!

  18. Kaplan dice:

    No, Emilio, sigue sin ser eso. Valoro la capacidad de acierto en un 1% del total. Lo que valoramos de Solaris no es que en realidad el primer encuentro vaya a ser así, lo que valoramos es que si se realiza con una mente inasible, desde luego se parecerá mucho a eso. Literariamente eso se merece un diez. Luego ya veremos. Lem no busca acertar, busca crear algo nuevo en cuanto a producto literario.Lo que tu cuentas es una buena idea para escribir tu propia novela. Pero si te pones a escribirla no será (o no debería ser) porque creas que el futuro te dará la razón, sino porque da juego literario en cuanto a verosimilitud y atractivo de la propuesta. Lo cierto es que no sabemos cómo será el futuro. Desde un punto de vista agnóstico, bien podríamos encontrarnos a tipos a lo Londo Molari (improbable), bien podría Dios decidir volver y jodernos más aún (más imporbable aún). Cuando hablas de plausibilidad no lo haces por creer que el futuro será así o asá, sino por seriedad literaria, por hacer verosimil tu narración.

  19. Emilio dice:

    A mí siempre me ha perdido el verismo, cierto. Pero porque creo que esa es la vía más honesta para abordar lo especulativo, que no lo fantástico.

    La CF siempre se destacó por especular con datos formales, por no querer ser escapista, por afrontar la realidad. Al menos así fue antes y durante la guerra fría. Luego, a medida que la realidad nos arrebató la capacidad de asombrarnos de nosotros mismos, se fue viendo, ya a partir de los ochenta, como muchos acudían al género por pura nostalgia. Sabedores de que ya no tenía nada de prospectivo.

    Y para muestra un botón: me remito a las últimas novelas del único autor de éxito que ha dado el panorama local, Félix J. Palma. Todo es ambiente retro y sentimientos de añoranza en ellas. Historias escritas ahora sobre un ayer que soñaba con un mañana que no llegará ni hoy ni dentro de mucho.

  20. Risingson dice:

    Emilio ¿seguro que hasta la guerra fría la CF SIEMPRE se destacó por especular con datos formales? ¿Seguro?

    Otra cosa es que coincida con algo que, seguramente, pensamos todos: la cf en los 80, con sus ramalazos militaristas, es bastante bajona.

  21. Latro dice:

    Otra discusión para definir la ciencia ficción! Que guay :-P

    La que a mi me gusta es una que dice que la cienca ficción jamás ha ido de hablar del futuro.

    Siempre ha hablado del presente.

    La ciencia ficción enfoca en base a especulación basada, mas o menos y segun quien, en la ciencia, los temas que nos obsesionan a nosotros en el presente sobre como será el futuro (o el presente, o pudo ser el pasado).

    Asi surge todo, desde el escapismo (porque siempre es un escapismo en base a de donde y de que escapamos) como los subgeneros (el cyberpunk es la revuelta contra el dogma «la tecnología salva» que era el motivo de la mayoría de la ciencia ficción anterior y expresión directa de lo chungo que lo veiamos todo en los 80), etc…

  22. César dice:

    Kaplan tiene razón (y de paso, Latro también): la cf no es futurología, ni divulgación científica, ni siquiera es prospectiva en el sentido literal de la palabra («Estudio del futuro lejano, basado en un esfuerzo de imaginación creadora y de reflexión científica sobre lo posible»). La cf es única y exclusivamente literatura y como tal debe ser juzgada. Las «Crónicas marcianas» de Bradbury no pretendían dibujar un Marte auténtico, ni intentaban predecir el futuro, sino hablar del presente y de la naturaleza del ser humano. Y si son una obra maestra (como yo creo) es por sus valores literarios, por su poesía y por su profundo humanismo. Que en ese Marte colonizado no hubiera Internet me importa un bledo.

  23. Emilio dice:

    Pero que tampoco se trata de acertar con la sucesión de las escalas tecnológicas, sino de que nuestra civilización tal y como se ha comportado desde siempre no parece ni capaz de habitar su propio planeta sin autodestruirse en el intento. Así las cosas, si algún día se coloniza marte no será esta humanidad la que lo haga.
    Será otra.

    Y eso no es un accidente en el terreno como pueda serlo la aparición de Internet, sino un obstáculo de dimensiones monstruosas que se ha ido eludiendo por sistema. Deliberada y conscientemente.

    Vamos, que si se trataba de «hablar de la naturaleza del ser humano actual» habría que ver por qué motivo se esquivó la principal limitación de la humanidad a la hora de abordar los desarrollos: lo insostenible de sus modelos socioeconómicos y de su demografía. Todo eso apenas se ha abordado. En cambio, de maravillas tecnológicas hemos terminado hasta las orejas.

  24. Risingson dice:

    Emilio, es que depende de qué quieras hablar, no vas a obligar al autor a hablar precisamente de lo que tú quieres. Mira, coge los multipremiados: Dune refleja tanto una fascinación por el islam como por las drogas alucinógenas, los estados alterados de consciencia y el papel estatal dentro de lo que es el comercio de las drogas pese a los habitantes naturales de esas zonas que la proveen. Pórtico, claramente, es una obra nacida en los 70, donde el exceso de juerga da lugar a un nihilismo tal que los personajes se juegan la vida todos los días. Cronopaisaje está claro que habla tanto de lo fascinado que está Benford con determinados experimentos científicos que tanto dieron para la ciencia (cosa de la que me di cuenta después de «Una breve historia de casi todo» de Bryson) como su preocupación sobre el papel ético del investigador (y de paso sus preocupaciones habituales sobre sus líos emocionales, que no debe de ser muy sano lo de este tío). Y «La guerra interminable» es todo un catálogo de lo que ocurre en los 70. Así todo.

  25. Rudy dice:

    Coincidiendo al 200% con la idea de que la CF nunca ha pretendido adivinar el futuro… me sorprende que nadie se haya acordado de «El jinete en la onda del shock», una novela que, tal como lo veo, refleja el momento presente con una precisión mucho más escalofriante y contundente que las que se han estado mencionado hasta ahora.

  26. Fernando Ángel dice:

    Al cien por cien con Kaplan, César y Latro.
    Yo tampoco he entendido jamás eso de relacionar la cf con el cumplimiento de sus expectativas. Siento repetirme siempre con el mismo ejemplo, pero ahí va: Lo siento, amantes de las adivinanzas, ya podéis tirar vuestra copia de 2001 a la basura. Es una basura. Estamos en 2012 y no ha aparecido ningún monolito en la Luna.
    ¿El señor de los anillos es mala porque es imposible en la realidad o buena porque al no poder cumplirse no nos comernos el tarro con ella?
    Nadie, ni un solo escritor del mundo, puede predecir el futuro. Y si alguno lo intenta, peor para él. Farmer, para explicar esto, decía: Si Julio Verne hubiera nacido ahora, se habría cagado encima. Si hubiera nacido en 2063… ¡La leche! No podemos valorar 20.000 leguas de viaje submarino por sus innovaciones tecnológicas, sino por el acojonante, extraordinario personaje del capitán Nemo (entre otras cuestiones literarias).
    En resumen:
    La guerra interminable va de inquietudes personales de Haldeman sobre la vida y sus propias experiencias, influidas por su sociedad. Sus miedos al futuro son solo derivaciones de sus inquietudes personales. No creo que quisiera advertirnos de una guerra cósmica de ese tipo.
    La ciudad y las estrellas va de inquietudes personales de Clarke sobre la vida y sus propias experiencias, influidas por sus sociedad. Sus miedos al futuro son solo derivaciones de sus inquietudes personales.
    Todos sobre Zanzíbar va de inquietudes personales de Brunner sobre la vida y sus propias experiencias, influidas por su sociedad. Sus miedos al futuro son solo derivaciones de sus inquietudes personales.
    Muero por dentro va de inquietudes personales de Silverberg sobre la vida, influidas por sus sociedad. Sus miedos al futuro… Ah, que ni siquiera va del futuro…
    El futuro es un motivo literario, como puede ser el adulterio, el mar, la memoria o el acto de follar.
    Las literaturas prospectiva y de ciencia ficción son LITERATURA, no timadores del tarot de la televisión de madrugada. ;)

  27. Juanma Santiago dice:

    Por supuesto, y cada escritor está hablando en realidad de sus movidas personales, pero nos olvidamos del elemento que dio pie a estos comentarios: la crisis de la ciencia ficción como literatura de advertencia, el famoso «si esto sigue así…».

    No se trata, ni mucho menos, de si han adivinado o no el futuro (para eso, como dice Fer, nos montamos un gabinete de lectura de cartas del tarot), sino de la manera en que la plasmación de sus inquietudes personales _en cuestiones sociales o políticas_ sigue vigente. De cómo convirtieron en literatura sus recelos personales acerca de tal o cual asunto, y de cómo sigue vigente o no el mensaje que pretendían transmitir en esa materia concreta. Por supuesto que eso no explica toda la obra, y por supuesto que es un enfoque limitado, pero daba por supuesto que estábamos centrándonos en ese enfoque limitado. Que, por supuesto, es uno de los muchos enfoques posibles.

  28. Juanma Santiago dice:

    Quiero decir que nos hemos ido de un extremo al otro, y tampoco es eso.

    Valga uno de los ejemplos que puse unos comentarios más arriba: Nosotros, de Zamiatin. De puro tremendista, su componente de advertencia ha quedado diluido, y tal vez superado por los tiempos, pero era completamente válido para el suyo. No nos sirve de nada descalificarla por no haber sabido prever que el problema de una sociedad opresora era acentuar el individualismo y la falta de solidaridad como estrategia encaminada al «divide y vencerás», porque esos no eran los derroteros de la sociedad que quería criticar, la de la Revolución soviética. En la URSS de 1920, el problema no era el capitalismo salvaje, sino el giro opresor que estaba tomando una revolución con la que el propio Zamiatin había simpatizado.

  29. Juanma Santiago dice:

    Se me ha cortado. Quiero decir que si juzgamos Nosotros con ojos de lectores de 2012 nos va a parecer que se equivocó de medio a medio, cuando lo cierto es que Zamiatin pensaba en otras cosas. Si la juzgamos con valor histórico, lo tiene: es la madre y el padre de toda la vertiente distópica posterior. Y si la juzgamos con valor literario, pues no hay color: es la mejor escrita de todas las distopías.

  30. Latro dice:

    A ver, es que ni calvo ni con dos pelucas. De hecho lo puedes enfocar desde el otro punto de vista, como Disch en su libro «The stuff our dreams are made of»; la ciencia ficción no es que prediga el futuro, es que se ha hecho nuestro esquema mental de ver el presente.

    Evidentemente, dado que la ansiedad por el futuro es uno de los componentes que inspira a mucha de la ciencia ficcion que leemos, unido a que los escritores no son idiotas (bueno, no todos :-P), unido al interés de casarlo con la ciencia, nos da que la ciencia ficción si nos puede hablar del futuro con sentido, con enjundia, aportando valor a nuestro examen de lo que nos depara. Con tanto sentido como cualquiera de nosotros que se ponga a pensar en ello, si es el caso y es lo que le interesa al escritor – acertará en algo, fallará en mucho, pero nos retratará un punto de vista actual sobre nuestros temores y ambiciones para el mañana.

    De nuevo, si ese es uno de sus objetivos, que no tiene necesariamente por que serlo. Y de hecho si no lo es, probablemente lo haga igual, porque cada obra es de su tiempo y refleja algo de él.

    Y luego a partir de esa base, lo que decis, que es obvio – a partir de ahi lo que importa es si las ideas, las tramas, las descripciones y los personajes alcanzan a impactarte emocional y estéticamente, y no si estamos en el 2012 y yo aun no tengo mi mochila jetpack y mi pistola atómica desintegradora :-P

  31. Risingson dice:

    A lo que añado que, muchas veces, cuando se dice que un libro o una película se han quedado «antiguas», es porque no se sabe contextualizar. Y cuando se dice que en los libros de cf de los 50 las inquietudes de la sociedad eran distintas a las de ahora y ya no tienen sentido, es porque te estás perdiendo la mitad de lo que está escrito.

    Qué asco, todos de acuerdo.

  32. Fernando Ángel dice:

    Pues sí. Todos de acuerdo. ¿Alguien que lo transcriba todo para que lo publiquemos en un artículo comunal en esta misma web? Estamos que nos salimos… :P

    (Ah, es por este engreimiento por el que hay quien critica esta web… Ya… Lo voy pillando…)

  33. Latro dice:

    Pues, no, voy a disentir! Si, las inquietudes de los 50 se han quedado obsoletas :-) Preguntale tú a algun compañero de curro nacido en los 80 tardios si alguna vez tuvo miedo a la guerra nuclear. De hecho, a mi alguno me ha mirado con cara de «sereis exagerados vosotros los abuelos con vuestras batallitas»

    Otra cosa es que uno sea tan cenutrio como para no poder meterse en situación leyendo una obra de los 50. Sería tan estúpido como leerse una novela de Jane Austen y decir joder, esta gente no folla ni va de botellón, no me interesa :-P

  34. Fernando Ángel dice:

    Acabas de quedarte fuera del artículo. :P

  35. cp1 dice:

    De acuerdo estamos, pero creo que no es ese el quid de la etiqueta.

    En mi humilde opinión, de lo que se trata, lo que se pretender con la etiqueta «prospectiva» (aquí Julián pude corregirme si me equivoco), es simplemente de sacar de su tradición, de su contexto, ciertas obras que «trascienden» el género o géneros de los que se nutren. De desligarlas de su óvulo narrativo (perdón por el horrible símil), de separarlas del núcleo sin el que nunca se podrían haber gestado. Me lo imagino como una especie de burbuja que engloba esas obras, una burbuja que ha aparecido de repente, ex nihilo.

    Estas divisiones tan peliagudas yo sólo las puedo llegar a entender desde del punto de vista comercial y creo que es sólo ahí, en el marco de la mercadotecnia, dónde realmente se pueden hacer de forma tan tajante. Lo que no quiere decir que no me guste dirimir, teorizar, hablar hasta el orgasmo/hartazgo de lo que constituye un género, de qué lo diferencia de otro, o de la relevancia de tal o cual obra, o de lo rídiculo que es lo que plantaeba fulano hace treinta años, etc, etc. Que es lo que se ha estado haciendo muy acertadamente en este post.

    Creo que es más oportuno, más honrado, reconocer que se forma parte del género aunque sea de forma muy tangencial, aunque se «esté haciendo otra cosa». Creo que es más sano abrazar el frikismo que llevamos dentro.

    Pero no me voy a extender más, porque lo único que estoy haciendo es parafrasear a China Mieville, así que mejor os invito a que lo escuchéis a él, que es bastante más elocuente que yo:

    http://www.youtube.com/watch?v=CNTzgAbtPxQ&feature=related

    desde el minuto 17:40 hasta el 23:00

  36. cp1 dice:

    ((perdón por ese «pretender» y todos esos «de» que deberían desaparecer del primer párrafo)).

  37. Latro dice:

    A ver si con esto me vuelvo a meter :-P

    A ver, yo lo de «literatura prospectiva» lo he leido siempre como una adaptación al castellano (y con diferencias e inexactitudes), del termino «speculative fiction» del mundillo anglosajón.

    Que si, «prospectiva» peca de inducirnos a pensar siempre en la predicción del futuro, mientras que especulativa abarca mas – cualquier tipo de «what-if» cabe dentro, ucronias, fantasías urbanas, ciencia ficción basada en ciencia obsoleta, lo que sea.

    E insisto, me parece que aunque es verdad que mucho de lo que calificamos de ciencia ficción «actual» peca de estar en su propio mundo, siendo un refrito o extensión «ucrónica» del futuro-que-no-fue de las «épocas dorada» de antaño… tambien es verdad que la ciencia ficción ha desaparecido al hacerse ubicua. Al ser uno de los principales filtros con los que vemos la realidad, la actualidad.

    Vivimos en una época donde tenemos problemas de ciencia ficción encima. ¿Que si no es el calentamiento global? Si parece una trama de Asimov, con grupos cerriles obscurantistas persiguiendo a los científicos que tienen nos quieren advertir de … De hecho inclusive cuando oyes a alguno decir bueno, vale, si, hay calentamiento global, pero tranquilo, que ya la tecnología vendrá y haremos algo para arreglarlo… no es eso la prueba de que el enfoque «ciencia-ficción» ya no es cosa de cuatro frikis, sino uno tan presente en nuestra mente como cualquier otro?

  38. Fernando Ángel dice:

    Lo cierto es que sí respondí tras leer muy rápidamente el artículo.

    Más despacio ahora, aparte de agradecer a Julián las referencias, creo que donde estamos los dos de acuerdo es que la literatura prospectiva responde al miedo del presente. Pero ese miedo es algo complicado, puesto que no se trata exactamente de un miedo al futuro histórico-material. Es decir, no se trata de un miedo a que se creen unas determinadas leyes de trabajo o un determinado método de vigilancia.

    Las inquietudes a las que me refiero y aquellas a las que creo que se refiere Julián son mucho más abstractas. Todas las distopías han mostrado, en este sentido, un miedo al futuro respecto a las características psicológico-sociales de las próximas sociedades. Y por ello no es tanto una búsqueda de profecía como un discurrir por nuestro propio presente, que en sí siempre conlleva un miedo al futuro, cuyo cumplimiento no invalida esta reflexión sobre el presente.

    Quiero insistir en esto: el no cumplimiento de los miedos hacia el futuro no invalida las inquietudes del presente que lo han producido. Creo que aquí se salva el escollo en que vamos metiéndonos.

    En este sentido, me parece oportuno el comentario de Latro sobre la Guerra Nuclear. Como bien apunta, los cambios no hacen que las obras anteriores se queden obsoletas, sino que es solo señal de que han aumentado unos factores de inquietud y han disminuido otros. En este movimiento pendular unas obras se actualizan por un tiempo y otras se desactualizan por un tiempo. Ninguna eternamente, tal y como por ahora parece habernos demostrado la historia.

    Las únicas excepciones quizás sean tres: la Biblia, la Ilíada y La divina comedia. El resto han sufrido percances en un momento u otro sin que sus críticos tuvieran que ser tildados consiguientemente de incultos o de gente de mal gusto. Como dice Jauss, cada sociedad emancipa del paso del tiempo a las obras que mejor le vienen para defender sus inquietudes.

    Y estamos en un tiempo en que la literatura prospectiva es un medio genial para llevar a cabo la tarea de preocupar en estas preocupaciones, que en sí apuntan al futuro de un modo abstracto. O la ciencia ficción dedicada a lo cultural, si hay quien todavía prefiere despojarse de la etiqueta «prospectiva», que a mí sigue pareciéndome un acierto.

    Por último, sí quiero devolver la referencia a Julián, insistiendo en lo oportuno y fructífero que me parece su término, del cual me sigo apropiando una y otra vez en cada trabajo que publico (siempre con las debidas referencias, evidentemente).
    Tan fructífero es que ya está siendo usado fuera de España en varias universidades y en asociaciones de manera relativamente usual. Y mucho se debe a esta web, desde luego, como oirá por ahí quien quiera escuchar.

    No reconocer este mérito y esta realidad tiene que ver, en mi opinión, con cuestiones no lógicas, sino de otro tipo.

  39. Fernando Ángel dice:

    Nos hemos cruzado, Latro.

    Evidentemente, la importancia del género está en cómo ha entrado en terminología y percepciones culturales de nuestro entorno, como ocurre con los grandes movimientos estéticos. Por eso seguiré afirmando que la Ciencia Ficción (ahora de manera global, incluyendo en ello lo prospectivo) es el género estético de mayor influencia en los últimos 50 años en casi todos los ámbitos del conocimiento. Lo creo firmemente.

  40. Risingson dice:

    *Fanfarria. Ruedan los créditos*

  41. Kaplan dice:

    Fundido en negro.

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