- Hay editores que a veces se hacen el libro encima.
- El lector tiene el derecho de poner a un autor, género o subgénero de moda. El editor se arroga el de imponer como moda un género o subgénero.
- Algunos editores le indican al autor cómo debe reescribir, modificar o alterar su libro, para que esté a gusto suyo. Si el libro tiene éxito, considera que el mérito es suyo porque el autor le ha obedecido. Si el libro no tiene éxito, considera que la culpa es del autor porque no ha entendido o seguido adecuadamente sus instrucciones.
- El editor no parece precisar conocer bien la ortografía ni la sintaxis castellana. Con usar -algunos de ellos- gafas para leer ya cubren el expediente.
- El editor protegerá siempre a sus amigos y tratará de perjudicar o ningunear a sus enemigos (o inventárselos si no los tiene).
- El editor se considera favorecido con el don divino de no reconocer sus errores en la edición o producción de un libro, incluso aunque se le demuestren con pruebas palpables y fehacientes.
- Los editores y los políticos apenas se diferencian en nada:
- Hacen promesas que luego no cumplen.
- Modifican sus criterios a capricho.
- Mienten con una naturalidad pasmosa.
- No precisan tener excesiva cultura: les basta un cierto don de gentes.
- No admiten haber cometido errores: son los demás quienes los cometen.
- Nunca contestan con franqueza a una pregunta y se salen por la tangente.
- También coinciden en dos cosas: lo mismo que hay políticos honrados, hay editores honrados, y lo mismo que hay políticos que leen algún libro, hay editores que leen algún libro.
- El editor siempre considerará que su libro está mucho mejor presentado que el de la competencia (aunque el papel, la calidad de la impresión, la tipografía empleada, la traducción ofrecida, el grafismo en portada, la correspondiente ilustración, la encuadernación, etc., sean mucho mejores en la competencia).
- El editor que coincida con otro editor en una línea de libros (o género/subgénero/autores) iguales o muy semejantes, dirá siempre que es el otro quien le ha copiado (incluso aunque sea demostrable que es él quien ha copiado al otro).
18 comments
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No puedo estar más en desacuerdo con tu reflexión cuando hablas del editor en general. Puede haber casos de todo tipo (véase los últimos fregaos con ciertas editoriales que no pagaban derechos), pero describes una ucronía/distopía que no se corresponde con la realidad. Al menos, yo no conozco editores malvados cuyo único propósito sea el de putear a los pobres escritores. Hacen su trabajo, esperan ganar su dinerito y ofrecer un producto con la mayor calidad posible de la que sean capaces.
Si tu experiencia ha sido negativa, es tu caso. E imagino que el editor tendrá, a su vez, una opinión al respecto. Yo conozco otros en los que el resultado de trabajar autor y editor codo con codo ha sido enriquecedor para ambos y el resultado un producto mucho mejor. De hecho, no concibo una forma mejor de trabajar. Escritores perfectos hay pocos.
Sí. se puede decir que no te ha ido muy bien con tus editores, pero es tu caso. No creo que se pueda generalizar.
En el mío, recuerdo a uno de ellos como un auténtico hijo de Satanás, a otro como muy majete y al resto dentro de la media, con sus defectos pero también con sus virtudes.
Los dos os equivocáis (como cabía esperar), puesto que mi texto no está escrito desde el punto de vista del «escritor puteado por el editor», como sugerís, sino de la persona que lleva observando, tratando y colaborando con toda clase de editores –grandes, pequeños, aficionados, profesionales–, desde principios de 1980. No soy tan imbécil ni creído de mí mismo como para escribir un texto «revanchista», como sugerís, para «descargarme» con los que quizá «no me haya ido muy bien», como se dice arriba con muy poca gracia (eso es no conocerme, algo a lo que estoy habituado y me resbala mucho, pero me cabrea). Lo de escribir textos «revanchistas» es una tarea para la que no faltan voluntarios en este país: lo hacen y muy bien, y por eso se la dejo a ellos.
Cuando vosotros llevéis la misma experiencia trabajando con editoriales que llevo yo, a ver qué diréis.
«Que n´aprenguin», como dice mi Presidente.
Hablas de editores y escritores, así que es natural que pensemos que el texto pudiera estar escrito desde la óptica del escritor.
Por supuesto, no poseo ni remotamente la misma experiencia que tú en labores editoriales, como corrector de estilo u otras funciones, pero en todo caso creo que no invalida lo que digo porque, a pesar de tu experiencia, no justificas las afirmaciones que realizas.
Por eso, sí, me parece un texto revanchista, sea desde la óptica del escritor, del corrector u otra. «El editor no parece precisar conocer bien la ortografía ni la sintaxis castellana. Con usar -algunos de ellos- gafas para leer ya cubren el expediente»; vamos, hombre, ¿esa es una argumentación seria? Que no digo que no lleves razón en base a tu experiencia, pero desde luego la mía (personal o por lo comentado con otros escritores, y conozco unos cuantos, algunos que viven de esto) es bastante diferente.
De todas formas no sé en qué clase de editores estás pensando. Porque, obviamente, los grandes son más gestores de un negocio que correctores de sus propios libros, que para eso ya tienen correctores en nómina. Otra cosa es que un autor no quiera que le toquen una coma a su «obra maestra» (está en su perfecto derecho, pero el editor también de rechazarle) o que algunos correctores «justifiquen» sus emolumentos cambiando «sin embargo» por «no obstante» y «no obstante» por «sin embargo», que de todo hay.
He escrito –en otras partes– suficiente sobre el mundo editorial como para que alguien se pueda sorprender por estas modestas reflexiones (a no ser que, en efecto, su experiencia sea escasa). He contado –sin citar nombres, por aquello de se dice el pecado pero no el pecador– suficientes casos concretos en otras partes como para que alguien pueda sorprenderse de lo que digo: a esos casos me remito. Que no estéis (algunos) de acuerdo, puedo comprenderlo: es una opinión respetable (fruto del desconocimiento, en este particular).
Pero es que ocurre –como he dicho– que esto no es un artículo explicando vivencias personales (las vivencias personales no se explican en la web de otra persona: «literatura prospectiva» no es mi web y por tanto me guardaré mucho de cometer la infamia de venir a contar batallitas aquí), sino unas reflexiones, como he dicho, fruto de la experiencia y de lo que he visto, en donde la figura del editor está tratada desde el doble punto de vista, es decir, el que tiene el sentido español del término y el inglés. El español es el de «dueño de la editorial», y el inglés, «persona encargada de la edición de un libro». Admitiré como fallo mío no haber especificado esto claramente (si bien la mayoría de la gente conoce esta distinción y la aplica automáticamente). De ahí que algunas frases sean aplicables al «sentido inglés de editor» y otras al «sentido español del término».
E insisto: casos concretos los he explicado donde debían ser explicados, y algunos de ellos (según me han dicho otros profesionales que los han leído) no les han parecido nada exagerados; sorprendentes sí, pero no exagerados. La realidad siempre supera la ficción, en cualquier terreno de la vida.
Un detalle: cierto, tampoco los escritores están libres de culpa (lo mismo que los críticos), y se podría escribir también un poco sobre su conducta a veces endiosada, cretina, de matones en la mayoría de principiantes y de «jóvenes turcos» por quienes se creen con talento. En efecto, se podría decir mucho de ellos, porque también he tenido que tratarlos, y de cerca muchos de ellos son seres insoportables. Como dije –y escribí– una vez: puedes amar la obra pero detestar a su autor. Yo, y esto sí es una confesión personal, no soporto estar en compañía de otro escritor. Por uno que me resulte agradable encuentro diez a los que no querría tener a diez pasos cerca de mí. O sea, que tampoco son perfectos (pero el 90% se lo cree).
Y, finalmente, creo que dais demasiada trascendencia a algo que no era más que un puro entretenimiento.
Sin ánimo de polemizar, Juan Carlos, tu última frase («dais demasiada trascendencia a algo que no era más que un puro entretenimiento») me ha llegado al alma teniendo en cuenta que tus respuestas a dos inocentes comentarios de dos perfectos ignorantes ocupan más espacio que la reflexión en sí…
Juan Carlos, efectivamente no creo que nuestros comentarios sirvan para algo más que como pasatiempo lúdico, aunque por lo que veo defendemos posturas muy diferentes (aunque no necesariamente antagónicas). Pese a todo, no me ha gustado la generalización y, sí, cierto descrédito hacia la figura y labor del editor. Deduzco que tu experiencia ha sido muy negativa, pero no se puede demonizar una profesión sin aportar argumentos de peso. ¿Meterías en tu saco a figuras notables como Porrúa?
En cuanto a que has escrito en otras partes ejemplos concretos… bien, permíteme que te diga que no soy tu biógrafo y no los he leído, o cuando menos no los recuerdo. Respecto a lo de que no estar de acuerdo contigo sea debido a nuestro desconocimiento en el tema… lo siento pero quien peca de desconocimiento eres tú.
¡Por supuesto que Porrúa no entraría en ese «saco» que mencionas! La sola idea es casi ofensiva. Él sí es un ejemplo de lo que es un grandísimo editor, de lo que es amor a los libros y trabajo serio y honesto. Sin duda tendrá sus defectos, pero como resulta que es de los pocos –.junto con Plaza Janés y Anagrama– que no he tratado directamente, lo desconozco y nada puedo decir de su sistema de trabajo. Y aunque hubo un gracioso que hace muchos años me contó cuatro chafarderías (en plan revancha, dicho sea de paso, él sí), no doy demasiado crédito a chafarderías baratas a quien con el paso del tiempo he pillado en demasiadas mentiras… Como dije, parto de gente que he tratado durante años en diversas editoriales de toda clase y condición, y muy pocas de ellas, ya que la cosa os intriga, relacionadas con la ciencia ficción…
Y, ciertamente, yo tampoco tengo ganas de polemizar, por razones que no son del caso ni os interesan, pero suelo ser vagamente educado y me gusta aclarar las cosas cuando se producen malentendidos. Y no me gusta se atribuya un sentido opuesto a algo que yo he escrito, lo cual en internet ocurre continuamente.
Y, PP, puede que el comentario de Villarreal fuera inocente, pero el tuyo no.
Tranquilo, que ya llegan las vacaciones de verano y podrás relajarte un poco.
Resulta que yo no hago nunca vacaciones. Y me relajaría mucho más si no hubierais malinterpretado desde el primer momento lo que decía. Se puede discrepar de lo que uno escribe, por supuesto, pero no atribuirle alegremente malas intenciones como habéis hecho vosotros dos. Eso, repito otra vez, es no conocerme nada, aunque para lo que me queda en el convento…
Lo siento por ti (lo de las vacaciones) porque siempre vienen bien para cambiar de aires en todos los sentidos y refrescar un poco la mente, no sólo el cuerpo.
Y ya que insistes te diré que, no sé Mariano, pero imagino que al igual que un servidor, no albergaba ninguna mala intención al escribir sus comentarios. Simplemente, ejercíamos la posibilidad que nos da esta web de opinar sobre lo que escriben otras personas partiendo de la base de que nadie tiene la verdad absoluta y todo (vaya, incluso lo que tú escribes: mira por dónde) es opinable.
No sé el tiempo que llevas dedicado a esto (no soy tampoco tu biógrafo, como decía Mariano) pero yo tampoco he llegado ayer y sí he aprendido al menos una cosa de la profesión de juntaletras: lo primero que debe aprender (o que debería aprender, so pena de llevarse más de un disgusto) alguien que escribe es a no irritarse porque otro tenga otra opinión y por tanto a soportar las críticas y a aprender de ellas. Tanto de las buenas como de las malas.
Y en ese sentido te digo que si tanto Mariano como yo hemos entendido otra cosa distinta a lo que afirmas que querías decir, deberías preguntarte si el texto está correctamente escrito o tal vez debieras haberlo pulido más para que se entendiera. O para que lo entendiéramos al menos los que estamos en un nivel bastante inferior al de tu capacidad irónica, por así decir.
Otra cosa es que estes empleando tu hipersensibilidad literaria para montar una bronca gratuita con la sana (aunque retorcida) intención de animar así la participación de otra gente en los comentarios.
Por mi parte, éste es mi último comentario al respecto porque estoy bastante liado como para andar retándonos a duelo (además, tendría que ofrecerte la posibilidad de que escogieras sable o pistola, cuando siempre se me ha dado mejor el ajedrez).
Hey, apuesto a que eres una de esas personas a las que les gusta decir la última palabra…
Juan Carlos, no sé donde ves malas intenciones donde nunca las ha habido. Y mucho menos «atribuidas alegremente». Eso sí que es malinterpretar un comentario y, obviamente, no conocer al interlocutor.
Pues yo estoy completamente de acuerdo con Juan Carlos,al menso desde el punto de vista que conozco que es el del sufridisimo lector. es increible lo que teenmos que sufir los lectores. ejemplos aca vienen algunos. Minotauro publica losmcuentos completos de Dick, y se olvida en su volumen 5 ( y ultimo ) de uno de sus mejores y mas representativos cuentos) y dice que ya lo pondra cuando vuelva a saar el volumen 5 y claro a volver a pagar los 22 € por él.
Las traducciones del nuevo Minotauro (Planeta) son para salir escopeteado del miedo que dan, se comen palabras frases, traducen al buen tuntun..uffff.
La Factoria de Ideas es conocida entre los aficoinados como la Fechoria de Ideas por sus desaguisados multiples (sobre todo al reeditar clasicos)
Tambien quiero hacer constar esa curiosa tendencia de casi todos lo editores a no reeditar clasicos poco populares , al respecto la obra de Somerset Maugham o la consigues en las ediciones antiguas o ni de casualidad, idem con la de Alejandro Dumas (y mira que es comercial este señor para que ademas del conde de Montecristo y los 3 mosqueteros le editen algo mas), Victor hugo se limita a los miserables y nuestra señora. (cuando en los años 50 o 60 se publicó en España un monton de sus obras). y por ultimo ¿que os parece lo de bibliopolis con el ultimo volumen de Geralt , el brujo que no lo publica ni a tiros y que encima tiene el cuajo de sacar Narrentum , otra trilogia del polaco que va a comprar su padre, ya que si no termina la saga del brujo, a ver quien es el guapo que se atreve a iniciar otra saga cn ese antecedente.
En fin que me parece sin animo de ofender que el Señor Planells tieen bastante razon en lo que cuenta y en lo que no cuenta pero inxsnua
Hablar por hablar, sin saber de qué va la cosa: típico pecado de españoles:
http://www.fantasymundo.com/noticias/10541/carta_abierta_jose_maria_faraldo_dama_lago
No veo que Juan Carlos hable por hablar. Lleva cerca de treinta años en el mundillo, y sabe perfectamente de qué habla.
¿Soy el único que se ha leído su artículo a carcajada limpia, reconociendo personajes, actitudes y líneas editoriales pero sin interpretarlo como una carga de profundidad contra alguien en concreto, sino como una mezcla de parodia y retrato del natural? Si el mismo texto hubiera sido una viñeta de Monteys en El Jueves, seguro que la mitad de los lectores aquí presentes lo habrían enlazado en su cuenta de Facebook, o se lo habrían enviado a Nacho Escolar para que lo sacara en su blog. Si fuera un capítulo de «Happiness», de Will Ferguson, lo pondríamos como firma en nuestro correo electrónico. Me lo he leído como lo que él dice que es, puro entretenimiento, y es cierto que dice verdades como puños. De verdad que me he reído a mandíbula batiente.
Ofenderse por lo que dice Juan Carlos me parece lo mismo que darse por aludido si eres un amante del cómic y te lees el «Manual del perfecto tirano»´de Peter David. A lo mejor habrá quien salte y diga que eso no refleja el estado actual del cómic, y que si está disparando contra la D.C. y que si está contando su experiencia pero que evidentemente habla por hablar. También habrá quien capte que el autor se está descojonando de ciertos tópicos por la vía de contar unas cuantas verdades camufladas de humoradas, y está proponiéndole un juego al lector. Creo que ésa era la intención de Juan Carlos, como él mismo ha dicho. No le veo maldad ni amargura. Tan sólo eso: un juego.
Vamos, que creo que os habéis puesto muy quisquillosos con el tema y habéis saltado a defender a personas y editores a quienes no se atacaba, sólo por si acaso. Es cierto que hay editores que son un modelo de honradez, pero no es menos cierto que los hay exactamente iguales que los descritos por Juan Carlos, o peores. Y lo que se calla. El que Francisco Porrúa sea un contraejemplo perfecto para demostrar que hay editores irreprochables no significa que la política editorial de Grupo Planeta no sea lo peor que le ha podido ocurrir al sector editorial en lengua castellana y catalana. Es más, son dos caras de la misma realidad.
Basta con estar suficientemente dentro del mundillo para darse cuenta de que sólo era una sátira amable.
Por lo demás, tampoco hay que sacar el asunto de quicio. Sólo era una reflexión ajustada al espíritu de lo que se publica en Literatura Prospectiva: inteligente, profunda y sincera.
Pues no eres el único. Yo también lo leí como lo que es: una sátira divertida, de tipo general, impersonal, … Por eso me chocó mucho que los 2 primeros comentarios a esta reflexión hicieran alusiones de tipo personal («si tu experiencia ha sido negativa…», «se puede decir que no te ha ido muy bien…»). Parece ser que el sentido del humor es como los gustos y los colores.
> Basta con estar suficientemente dentro del mundillo
> para darse cuenta de que sólo era una sátira amable
Ahí está el punto de inflexión, Juanma (y Juan Carlos): los que no estamos en el fandom leemos esto y nos parece un ataque directo y sin justificaciones.
Creo que tu error, Juan Carlos, es decir (y actual en consecuencia):
> eso es no conocerme, algo a lo que estoy habituado
> y me resbala mucho, pero me cabrea
Publicar un texto en una plataforma abierta con el *requerimiento indispensable* que para entenderlo hay que conocerte y saber quién eres y tener en mente tu carrera profesional, me parece el comienzo de la confusión y bola de nieve en que acabó todo esto.
Si el texto ubiera tenido una mínima introducción (o conclusion) y hubieras puesto, por ejemplo, «estas son mi conclusiones de más de 30 años de experiencia con decenas de editores» ni a mi ni a nadie, supongo, nos hubiera chocado. No digo que esté en desacuerdo o no con el contenido, sólo que el contexto es tan tácito que puede desconocerse o malinterpretarse con mucha facilidad.
El resto, era casi inevitable.
Ya no es cuestión de Fandom. Es mundillo editorial en general.