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Los esfuerzos de los indígenas norteamericanos habían sido en vano. Nadie creía ya que una fotografía te robara el alma. Y ahora el Adversario, triunfante en su nube de azufre, se reía desde la oficina en el piso más alto de su torre de cristal, gozando al comprobar como la página web que controlaba a través de varias empresas fantasma crecía en usuarios de forma exponencial.