"El relato es la sangre que corre por las venas de la ciencia ficción". Son palabras de George Mann, editor de Solaris Books y seleccionador de la antología The Solaris Book of New Science Fiction vol. I y II, aparecida en 2007. Es en la introducción de dicha antología donde se recogen las citadas palabras, con las que no podría estar más de acuerdo. Pero no es la única máxima acertada de míster Mann, tiene varias, como por ejemplo: "Los robles más grandes siguen naciendo de diminutas bellotas." Esto lo afirma a propósito de esos libros que se desarrollan a partir del germen de algún relato donde el autor sentó las bases de unos personajes, un escenario o una trama con los que se sentía particularmente a gusto, y sobre los que terminó volviendo para escribir su novela.
Así ocurre con Jeffrey Thomas y su Deadstock, novela ambientada en la poco acogedora localidad de Punktown (escenario de los cuentos recogidos en la antología del mismo nombre) y protagonizada por Jeremy Stake, figura principal del relato “In His Sights”, publicado originalmente en The Solaris Book of New Science Fiction I. Dicho relato (la historia de un soldado de élite con habilidades camaleónicas enfrentado a una mortífera francotiradora enemiga en una selva alienígena) fue mi primera toma de contacto con Thomas y su curioso estilo, mezcla de cyberpunk y mitología lovecraftiana, y bastó para animarme a investigar qué tal se desenvuelve en distancias más largas. Una vez leída Deadstock, se diría que muy bien… pero no todo lo bien que podría.
Deadstock nos vuelve a presentar a un veterano Jeremy Stake, ya lejos del frente, acosado por un historial bélico poco feliz y por el recuerdo de su amante perdida (todo lo cual está estrechamente relacionado con los hechos narrados en “In His Sights”), reciclado de supersoldado con poderes miméticos en arquetípico detective privado duro, profesional y letal. El encargo que sirve de pistoletazo de salida para la novela no parece estar a su altura: encontrar una muñeca. La muñeca es propiedad de la hija de John Fukuda, el consabido empresario con menos escrúpulos que enemigos ya visto mil veces, y Stake parece pensárselo mucho al principio. Cuando también la niña desaparece, no obstante, despega una investigación predestinada a sacar multitud de trapos sucios a la luz.
La muñeca, por su parte, campa mientras tanto a sus anchas por las alcantarillas y los bajos fondos de Punktown, alimentándose, creciendo… y pensando.
Se dan cita en Deadstock características propias de las novelas de Richard Morgan y China Miéville: la acción desenfrenada y la mordaz crítica antisistema del primero, unida a la imaginería barroca y grotesca del segundo, aunque el híbrido no termina de cuajar. A una cuidada ambientación y una caracterización minuciosa de los personajes, acompañadas de una prosa sugerente y una inteligente dosificación de las pistas relacionadas con el misterio motor de la trama, habría que sumar además un ritmo trepidante en consonancia con la sensación de carrera contrarreloj que pide a gritos todo el conjunto. Pero es ahí donde Thomas por desgracia afloja las riendas y deja que su purasangre se pare a mordisquear plácidamente todos los hierbajos que le salen al paso. Hay tiroteos, emboscadas, puñaladas traperas y horror cósmico para parar dos trenes… y sin embargo le queda a uno la sensación, una vez terminada la lectura, de que al libro le sobran páginas.
No me impide esto recomendarlo, sobre todo a quienes gusten de la novela negra ambientada en escenarios futuristas. Total, ni siquiera cuesta dinero: el año pasado se publicó Blue War, donde Jeffrey Thomas vuelve a sumergir a Stake en el conflicto entre los humanos y los extradimensionales Ha Jiin (el mismo marco de acción de su seminal relato “In His Sights”), y a fin de promocionar su lanzamiento, Solaris Books ha puesto Deadstock a disposición del gran público en su página web, para su descarga totalmente gratuita en formato PDF o Mobipocket Reader Format. A caballo regalado…
Deadstock se puede descargar aquí