Asimov vende. Por encima de modas y tendencias, el buen doctor se lleva publicando y reeditando sin descanso en nuestro país desde la década de los sesenta de la mano de editoriales como Bruguera (y su sucesora Ediciones B), Martínez Roca o Plaza Janés. Más recientemente han sido La Factoría de Ideas y Alamut las que se han sumado a la lista ofertando nuevas traducciones de recopilaciones completas de relatos y series del autor como este Lucky Starr, cuyo nombre no dejará de resultar familiar a todos los lectores veteranos del género.
Nacido (literariamente hablando) en 1952, David «Lucky» Starr es un joven huerfano que trabaja como agente especial al servicio del Consejo de Ciencias que gobierna la Tierra. A lo largo de los seis títulos que abarca la serie (El ranger del espacio, 1952; Los piratas de los asteroides, 1953; Los oceános de Venus, 1954; El gran sol de Mercurio, 1956; Las lunas de Júpiter, 1957, y Los anillos de Saturno, 1958) Lucky y su colega Bigman (aquí rebautizado como Grandote) correrán mil aventuras a lo largo y ancho del sistema solar enfrentándose a diversas amenazas, inducidas en su mayor parte por los sirianos, los grandes rivales de la Tierra.
Estas novelas suponen, en cierto modo, una curiosidad dentro de la dilatada trayectoria del buen Doctor; no sólo por haber sido publicadas en su momento bajo pseudónimo (como Paul French), sino por su caracter didáctico y su orientación hacia un público más joven del habitual. En efecto, uno de los objetivos de la serie (aparte del entretenimiento puro y duro) era instruir al lector acerca de los conocimientos que por aquel entonces se tenían de nuestro sistema solar y de algunos de sus más destacados escenarios. Conocimientos que iban modificándose sobre la marcha a medida que un nuevo descubrimiento daba al traste con todo lo que se daba por hecho hasta el momento, por lo que el propio Asimov (firmando ya con su propio nombre) hubo de «actualizar» la serie a través de sucesivos prefacios en ediciones posteriores.
La saga de Lucky Starr es bien conocida para el lector hispano gracias sobre todo a las ediciones juveniles de bolsillo de Bruguera, y las posteriores de Ediciones B. Ahora es el turno de ediciones Alamut que, tras recuperar la trilogía del Imperio y la serie completa de los robots, acomete la recopilación en dos volúmenes de los seis títulos de la saga con una nueva traducción a cargo de Manuel de los Reyes. En base a todo lo comentado, ¿merece la pena hacerse con esta nueva edición? Quien esto suscribe opina sinceramente que sí; y es que pese al ya comentado desfase teórico, amén de un cierto estereotipamiento de los personajes, estas novelas contienen todos los elementos que hicieron de su autor uno de los mejores y más populares escritores del género. Y es que si algo se puede decir de Asimov es que era un gran narrador, que sabía dosificar hábilmente la trama para mantener el vilo al lector. Nadie como él supo fusionar la novela policiaca con la literatura fantástica, y estas novelas que nos ocupan son un buen ejemplo de ello. En cada una de ellas se plantea un enigma que los protagonistas deben de resolver, y que su autor desgrana con la precisión de un mecanismo de relojería, yendo de sorpresa en sorpresa hasta la revelación final.
Por otro lado, las aventuras de Lucky y Bigman prefiguran otras series míticas de Asimov como es el caso de las novelas de robots. El enfrentamiento entre el Consejo y los sirianos remite al que existe entre el Planeta Madre y los espaciales, mientras que el tándem formado por el detective Baley y su compañero, el robot humaniforme Daneel R. Olivaw, recuerda a ratos al formado por el ranger del espacio y su colega marciano. Por último, pero no menos importante, este libro nos acerca a la Edad de Oro del género, y nos muestra un sistema solar muy diferente del que imaginaron otros autores como Arthur C. Clarke o más recientemente, Kim Stanley Robinson (por poner un par de ejemplos), pero no por ello menos atractivo: con Lucky y Bigman, Marte vuelve a ser ese desierto rojo repleto de secretos y misterios; Mercurio, un infierno incandescente, y la superficie de Venus está recubierta de inmensos oceános poblados por extrañas criaturas. Una obra indispensable para conocer a fondo el universo personal de este gran autor y comprender mejor por qué está considerado, con toda justicia, como uno de los nombres indispensables de la historia del género.
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