por Felipe Colorado
Para entender la presencia de un escritor de ciencia ficción desconocido en los Cursos de Verano del Escorial, en unas jornadas de fuerte calado científico, debo remontarme a 2009. En dicho año se celebró “La exploración de Marte”. En 2010, “Marte y sus enigmas”. En 2011 se convocó “Marte y Sociedad” como cierre a esta trilogía marciana (¿Cómo la de Kim Stanley Robinson?). Sin faltar al rigor científico y tecnológico, se pretendía ofrecer una visión próxima a la sociedad, incidiendo en la cultura y la imaginación popular. Una actividad claramente orientada a la difusión cultural.
Éste era el tema de la mesa redonda en que yo participaba. “Marte: cultura e imaginación popular”. Los moderadores: Carlos Herranz, del Colegio de Físicos, e Ignacio Arruego de INTA. Mis compañeros de mesa: Juan Palafox, coleccionista de ciencia ficción. Miquel Barceló, divulgador y columnista. Gabriel Castilla, escritor científico y profesor. Y yo mismo, Felipe Colorado, ganador del Premio Desnivel por Om. La montaña roja.
Gabriel Castilla realizó una interesante presentación acerca del número de publicaciones sobre Marte en los últimos años, el escaso conocimiento popular de la geología marciana y el aumento exponencial del volumen de información sobre el planeta. Lanzando la pregunta: en el marco de la sociedad de la información y el conocimiento globalizado, ¿qué nos queda por imaginar sobre Marte?
Demostré la falta de originalidad de mi novela comentando al público quién entre ellos no se había imaginado explorando los profundos valles o ascendiendo los enormes volcanes de Marte. Hablé respecto a la audiencia mundial de Avatar, un 12 % de la población según San Google. Lancé algunas bromas a cuenta del éxito de “Pocahontas espacial”, apreciando sus fascinantes escenarios de ciencia ficción y sus interesantes valores humanistas y ecológicos.
Enlacé mi intervención con la inexplicable fascinación del hombre con Marte. Dicha fascinación no se inició en el mundo grecolatino. Los egipcios le llamaban Her Descher, el Rojo. Su movimiento retrógrado hizo que en el Renacimiento se demostrase que la Tierra no era el centro del Universo. Una pena para muchos en aquella época. Una ventaja para nuestra especie, al ponernos en la perspectiva correcta para comprender y explorar el espacio. La mitológica nomenclatura de Schiaparelli, sus canali, luego canales para Lowell, pusieron para siempre a Marte en el escaparate. De hecho hasta bien entrado el siglo XX se tenía clara la presencia de vida en el planeta. La NASA remachó nuestra historia de amor con Marte nombrado a la antigua formación de albedo Nix Olympica (nieve olímpica) como Olympus mons (el Om de mi novela), la mitológica montaña de los dioses. No resulta extraño que el planeta rojo forme parte de nuestro imaginario popular e incluso de nuestros símbolos oníricos universales.
Tras sesudas intervenciones de mis compañeros salió a colación el por qué y el cómo de la colonización de Marte, a la luz de la ciencia ficción. Se habló de Homo Plus de Frederick Pohl. La transformación del hombre para vivir en el espacio y Marte como objetivo para la supervivencia humana.
Yo cité a Heródoto cuando habla de los fenicios: “Fueron empujados al mar por la naturaleza de su geografía”. Los fenicios tenían los Montes de Siria a su espalda. Tras ellos, otras culturas mucho más belicosas. Al frente el mar. Ellos solo deseaban comerciar, navegar y ser felices. Hubo sonrisas entre el público que comprendió perfectamente mi comparación. El hombre puede verse empujado al espacio para obtener nuevos materiales, por energía, por ampliación de espacio vital o por causas distintas a la superpoblación, las hambrunas o el cambio climático. Si algún día conseguimos una conciencia global que nos eleve sobre las guerras de religión o supervivencia, ¿qué metas no serán asequibles al espíritu humano?
Aproveché para hacer notar que varios conferenciantes éramos profesores y estábamos acostumbrados a ser interrumpidos por preguntas. El público agradeció el gesto y me tomó la palabra, eso sí con una educación exquisita.
En las consultas y preguntas posteriores y ya con la espada de Damocles de los horarios de cierre de las históricas aulas, salieron a colación dos temas importantes. Las ventajas e inconvenientes de Internet y la terraformación. Al respecto comenté cómo un estudiante de Secundaria tiene hoy más información que un emperador romano y al carecer de la madurez necesaria, eso puede provocar frustración, desmotivación, estrés… Miquel apuntó pícaramente que podía acabar como Nerón, quemando cosas.
Me mostré en desacuerdo con que la ciencia matase la ciencia ficción. Acusación jocosa de Palafox al profesor Anguita, reputado geólogo planetario. Él se defendió en el mismo tono jovial “por alusiones repetidas”. Defendí que la mera realidad de la conquista de Marte resultaba tan inspiradora que no requería princesas, sables láser ni misiles fotónicos. Continuando con el ambiente distendido, comenté cómo durante la comida con los otros ponentes se habló, en tono de chanza, sobre misiones sin retorno, ocupadas por condenados a muerte, enfermos terminales, Imserso o, directamente,…suegras. El feedback posterior con los alumnos me suministró interesantes ideas literarias, como la colonización de Australia por presos y la vida (y la obligada permanencia) de los antiguos canarios durante las erupciones volcánicas.
El tema de la terraformación no podía faltar. Manifesté mi preocupación por el hecho de que las condiciones futuras del planeta azul nos obligasen a terraformar la Tierra. Al parecer herí sensibilidades y me disculpo por ello.
Evidentemente se dijo mucho más y muy importante. Tan solo he recogido algunas pinceladas que han quedado retenidas en mi emocionado cerebro.
Yo llevaba otros temas preparados que no pude exponer por falta de tiempo:
- La ciencia ficción como reflejo de la sociedad de la época y como crítica social.
- El aprovechamiento de los descubrimientos científicos en las manifestaciones culturales sobre Marte.
- La visión de la Tierra desde el espacio como germen de una conciencia ecológica mundial.
- El “enorme” gasto de la ESA de un euro por habitante y año y el gran logro de la Mars Express obteniendo detallada cartografía prácticamente “senderista” o el aterrizaje de la sonda Huygens en Titán, fascinante luna de Saturno, tras un viaje de 1400 millones de kilómetros.
- Los distintos enfoques de la ciencia ficción: hard, space opera, ciberpunk… respondiendo a la pregunta: ¿qué hay de ciencia en la ciencia ficción?
- “Nadie escapa a su destino, sobre todo si sale a su encuentro”…
Ojalá tuvieseis grabada en vídeo la conferencia, es muy interesante. Gracias por la crónica.
Tuvo que ser interesante, Felipe. Gracias por el aporte en este medio. Un saludo.
«anifesté mi preocupación por el hecho de que las condiciones futuras del planeta azul nos obligasen a terraformar la Tierra. Al parecer herí sensibilidades y me disculpo por ello.»
Hmmm. Interesante y enigmática frase. ¿Por qué algo como tu comentario pudo herir sensibilidades? ¿Y de qué modo?
Vamos, es pura curiosidad malsana, lo confieso, pero una aclaración/prolongación de eso sería bienvenida por mi parte.
Interesantísimo. Me uno a la petición de enlace con la grabación del evento y a la pregunta de Rudy.
Y, por cierto, aún no he leído tu novela, pero más por agobio de falta de compromisos que por falta de ganas. Me parece una idea magnífica. A ver si le dedico una crítica criticable para esta web cuando me haga con ella. ;)
Enhorabuena por la actitud, por la audacia y por este texto.
Como dijo Jack el Destripador: Vayamos por partes.
Kaneda: Vladimir Ivanov grabó buena parte de las jornadas, pero ese material estará ya en Roskosmos. Si tienes interés en algún tema concreto del state of the art sobre Marte puedes contactarme a través de mi web.
Óscar: Gracias por tu amable comentario.
Rudy: El problema estuvo más en la forma que en el fondo. Esa frase cerró las intervenciones, sin posibilidad de réplica. Luego me encontré con gente por los pasillos del aula, preocupada y con ganas de extenderse sobre el particular. No pretendía decir nada demasiado trascendente, tan solo un comentario conservacionista. Ya sabes que algunas veces a los escritores prospectivos se nos considera injustamente una especie de oráculos.
Fernando, te remito a la respuesta a Kaneda y te hago extensiva la invitación.
Respecto a la actitud, fue de obligada modestia por la audacia de compartir escenario con los grandes de la NASA-JPL, Agencia Rusa, ESA, INTA-CSIC y tantos profesionales de la cultura y el periodismo científico.
Gracias a vosotros por leer y comentar.
Felipe: si, el sambenito de «predictores» cuelga sobre el género desde los tiempos de Verne, me temo. Y no nos lo vamos a quitar de encima a estas alturas, sospecho.
Gracias por la aclaración, por otro lado.
Bueno, Felipe, al menos en este tema no se os puede tachar de oráculos a los escritores prospectivos contemporáneos, porque ya está ahí. La terraformación de la Tierra es algo que ya ha comenzado. Tímidamente, pero ya está haciéndose. El proyecto más ambicioso, sembrar los océanos con hierro, ha fracasado (como era de esperar), pero hay muchas otras empresas cuyo objetivo es «restablecer la ecología tal y como era antes de la huella humana» que parecen eficaces y además tienen aceptación política y social.
Sí, Federico, Leí por primera vez sobre el sembrado de los océanos hace como veinte años. Y Kim Stanley Robinson habla de terraformar la Tierra en Marte Rojo, que creo que se publicó a principios de los 90.
Me declaro neófito en el tema pero creo que la geoingeniería es una ciencia en pañales y que por ahora es mejor limitarla al campo de la investigación local.