Las ciudades entre las ciudades

Es curioso que cuando miramos las ciudades sólo veamos nuestras ciudades, y nunca las ciudades que quedan tras ellas, o las que quedarán ante ellas. Ciudades entre las ciudades. Miles, infinidad de ellas, que se enredan y retuercen como una interminable cantidad de realidades siempre superpuestas. Porque aquí están las ciudades que son, pero también las que fueron. Ciudades donde los edificios caen y se alzan, dejando tras de sí su recuerdo. Y recuerdos sobre recuerdos, en los que las paredes se entrelazan como laberintos imposibles en los que quedan atrapados los fantasmas. Porque cada edificio es un ciento, un millar. E incluso puede que entre todas las ciudades, y mucho más allá de ellas, sólo mirando con la suficiente atención podamos ver las extrañas y primigenias selvas espectrales enredándose con nuestros mundos de vidrio y metal.

Aquí, entre nuestros colosos de neón, moran los fantasmas de los que fueron, y los más inquietantes fantasmas de los que tal vez serán. Todos ellos siempre cambiantes, siempre ocultos, en mundos al alcance de la mano, pero que somos incapaces de ver a no ser que conozcamos las entradas adecuadas o las correctas formas de mirar. Ciudades entre ciudades en las que a veces por descuido caemos sin más. Mundos de sombras, de penumbras de tiempo, enredadas una y otra vez. Una inmensa maraña en la que todo es calle, pared y ventana. Edificios, solares y parques simultáneos. En los que no hay puertas suficientes para escapar porque cada salida es un nuevo fantasma, otra nueva ciudad, y siempre la misma al tiempo.

Urbes extrañas e inquietas que se alzan latiendo a base de asfalto y algún que otro adoquín. Ciudades entre ciudades en las que nadie vislumbra siquiera a las demás. Ciudades superpuestas y enredadas habitadas por fantasmas de los que fueron y de los que serán. Y por miles de recuerdos de fantasmas, de entes que existieron mucho antes de que alguien planteara que la muerte era un final. Ciudades escondidas entre millones de otras ciudadesy habitadas por los espectros de los que son, o de los que creen que son, pero no han sido jamás.