—No hablo tu lengua —me dijo el rey caníbal mientras me arrastraban hacia el caldero—, solo la mastico.
—No soporto que me mire de esa manera —dice el cocinero mientras contempla el cuerpo del niño que yace sobre la bandeja con una manzana en la boca.
El joven caníbal le pide al rey de la tribu la mano de su hija. Durante el convite la princesa se niega a probar el segundo plato.
—¡Estoy enfermo! ¡Muy contagioso! —gritó el misionero, pero los caníbales, que no soportan los gritos, saben cómo cortar por lo sano.
Caníbales comedidos abren clínica de medicina estética. Especialidad: liposucción. Con cada tratamiento, invitación a una cena.
Los caníbales, ávidos lectores, devoran los libros encuadernados en piel humana.
Yo soy vegetariano, ella se alimentaba de carne humana. Salimos un par de veces, pero la cosa no funcionó. Nunca me devolvió el meñique.
Los caníbales, cuando tienen preocupaciones, no dudan en comerse la cabeza.
Los asesinos conocen nuestra fecha de caducidad, los caníbales nuestra fecha de consumo preferente.
Muy bueno. Difícil escoger un solo chascarrillo entre todos.
Por cierto, que en el segundo párrafo parece faltar un verbo.
Cierto, falta un «contempla» :)
ups, corregido
A mi me gusta el de la boda, genial. El del niño no, joder este Santi, siempre metiendo niños al ajillo…..
Pues a mí me gusta que meta niños «alimenticios» en sus historias.Ya sea niños comestibles como niños en piscinas.Es más,mi puntito Herodes lo agradece (que no lo tengo muy acentuado,afortudamente).
Por cierto,felicidades.Y tú dirás,¿por qué me dice esta señorita felicidades? Pues porque sigo a Ana Pastor por el twitter de marras y ha escrito este mismo microcuento en su twit hará un par de días.Y he dicho,¡yo a este señor lo leo!
De aquí al estrellato. ;)
Gracias, Anuska :) Reconozco que lo de Ana Pastor fue todo un punto, sí :)