Me gusta mi trabajo. Llevo casi diez años en la oficina de objetos perdidos y no podría decir que sea una tarea monótona ni aburrida. Cada día llegan nuevas entregas y me sorprenden. Como aquella temporada en que nuestros jóvenes se suicidaron en masa y poco después nos llegaron diecinueve ganas de vivir. Es que estos chicos deberían tener más cuidado con sus pertenencias.
También recuerdo cuando encontramos quince virginidades de niñas de siete años; ninguna vino a recogerlas pero sus madres preguntaron por sus inocencias, las cuales nunca llegaron a nuestras manos. Debió de quedárselas el violador.
Hoy sin ir más lejos he recibido tres corazones, lo que significa que recibiremos unas pocas venganzas, algunas ganas de vivir, pero me temo que lo que más recibiremos serán recuerdos.
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