Durante la promoción de Batman y Robin, George Clooney defendió su aproximación al personaje de Bruce Wayne explicando, con sus propias palabras, que opinaba que un hombre joven, atractivo y millonario, con todo tipo de Bat-juguetes a su disposición, debería ser un tipo bastante feliz. Aquello contrastaba con el tono oscuro que por aquella época marcaba la colección del hombre murciélago, pero había que reconocer que el argumento de Clooney era defendible. Comprobamos después que era un bodrio lamentable, pero no por ser infiel a los cómics, sino porque se trataba de una película ridícula.
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