Querido Carlos

Querido Carlos:

Te escribo esta carta con tristeza y amargura, sentimientos que sé que compartirás al leerla. Duermes a mi lado con ese sueño profundo que tan adorable me parecía antaño y ahora me revuelve las tripas. Sé que cuando despiertes descubrirás la carta sobre la mesilla y, sin dudar un segundo, la cogerás y la sostendrás frente a ti con una mano. La leerás deprisa, presa de la histeria, pues siempre te ha costado dominar tus nervios. Yo esperaré aquí, a tu lado, en silencio, como siempre he hecho, hasta que termines de leerla. Después, sólo Dios lo sabe.

Te escribo estas líneas por una razón importante: ya no te quiero. Te quise durante muchos años, te quise tanto que me dolía en el alma cuando discutíamos por nimiedades y dejábamos pasar interminables horas sin hablar, pero sé que en este momento, en este instante, ya no te quiero. Mi corazón –nuestro corazón, pues al fin y al cabo de ambos es– late sólo por ti, aunque parezca extraño, y yo me agarro a la vida como la hormiga a la hoja que flota en el río, porque tengo miedo de abandonarme sin antes decirte lo que, con el tiempo, he llegado a sentir por ti.

Ya no soporto tu presencia en el mismo cuarto, tus palabras apenas murmuradas en mi oído, tu contacto por las noches, bajo las sábanas, cuando nuestra piel se roza en movimientos involuntarios. Cuando amanece y descubro tu olor en la almohada, en el pijama, en el cuerpo, siento arcadas. Odio verte a mi lado. No puedo seguir viviendo contigo, pero sabes que soy incapaz de marcharme. Tú dirías que los lazos que nos unen, tan fuertes, tan duraderos, son los que me detienen. Yo, sin embargo, creo que es mi debilidad de carácter lo que me impide cortar nuestra relación y escapar de esta prisión de carne y lágrimas sin volver la mirada atrás.

A veces te miro y me digo que seguimos tan unidos como siempre, pero no es cierto. Nuestro vínculo es sólo físico, no queda nada espiritual entre nosotros. El tiempo, ese viejo desdentado que sonríe desde el andén de la estación, se ha encargado de mostrármelo. Nuestra vida en pareja es una farsa, una burla, un infierno.

Debemos separarnos, seguir nuestro camino cada uno por su lado; reconstruir nuestras vidas, si fuera posible.

Pero no lo es, y tú lo sabes.

Desesperada, he optado por la solución más sencilla, más drástica. Cuando despiertes yo estaré profundamente dormida gracias a una veintena de somníferos. Sobre la mesilla encontrarás la carta y, junto a ella, un cuchillo afilado. Decide tú lo que quieres hacer: nos separamos, o acabas con mi vida.

Quizá puedas hacer ambas cosas a la vez.

En cualquier caso, sé rápido, por favor.

Un imposible abrazo de Carlota, tu hermana siamesa.

13 comments

  1. Magnífico cuento Santiago. En su versión en catalán para la revista Catarsi fue escogido el mejor por el jurado (aunque yo sigo defendiendo a capa y espada «polichilena» como más redondo) ;-)

    Saludos,

    Eloi.

  2. Si me quedara con uno de los que mencionas, Eloi, sería con «Polichinela», pero lo cierto es que «Querido Carlos» ha funcionado mejor. Curioso que ambos se publicaran primero en catalán que en castellano.

  3. Vamos a ver, maestro, no encuentro constancia de siameses hombre/mujer (la naturaleza es sabia). Por otro, si la tía se toma 20 somniferos, el otro también. Eso si no palman ambos del overdose (comparten la sangre). Luego no entiendo lo del cuchillo. Le da un giro terrorífico pero ¿qué parte hay que tajar? (esta pregunta me conmocionó), En principio pensé una, pero lo de que no se pueden dar un abrazo me sugiere que no era la que yo estaba pensando y que están unidos del culo.

    Tendrás que hacer un “apostillas a Querido Carlos”. Se siente….

    Por otro, el recurso al siamés es como matar bombas a cañonazos. Las historias de siameses son increíblemente difíciles de superar. Veámos esta sacada de la Wiki, a propósito de los hermanos Chun (O wung o lo que sea, chinos, uno de los platos fuertes del Barnum). Consiguieron fama y posición y se casaron. Andando el tiempo uno empezó a darle a la bebida más de la cuenta…. Su hermano se lo dijo pero el otro ni caso (por cierto, eso avala la posibilidad de que uno del par se hinche a valiums y el otro no?). Cual pasa, va y le da un aneurisma al hermano golfo. Pero, nada, ni caso, el tío sigue en el vicio.
    Y he aquí que el golfo va y le da un segundo aneurisma. El otro, llamó al médico. Cuando el médico llegó (los Cheng o Wung) yacían muertos, el uno palmó por aneurisma y al otro le reventó el corazón. El médico dijo que este otro había muerto de miedo.
    A mí cuando pienso en cómo palman los siameses, y que uno puede estar con su cerebro sano y el otro en las útlimas, glupsss, se me ponen de corbata… Bueno, por no decir como sería el sabado por la noche en casa de los (Chin o Chang), que también tela…
    Saludos.

  4. Los siameses son gemelos procedentes del mismo óvulo. No existen mellizos siameses. Por lo tanto, no es posible que existan (en nuestra realidad) siameses hombre/mujer. Se trata, por lo tanto, de un punto de partida fantástico.

    Sobre los somníferos, ya te respondes tú solo más abajo.

    Y sobre qué parte hay que cortar… lo dejo a tu imaginación :)

  5. También está el clásico El valle perdido, del gran Algernon Blackwood.

    Que me lleva a pensar en ese otro clásico del cine: Dead Ringers/Inseparables.

    Y luego está esta otra película que creo que nunca se llegó a ver por estas tierras:

    Twin Falls Idaho:
    http://www.imdb.com/title/tt0162830/

    (caso curioso el de los hermanos Polish, de los que tan sólo he visto por aquí Northfork).

    Saludos siameses.

  6. A mí me ha gustado mucho la carta, Santi. Obviamente es ficción y podemos aceptar que los siameses sean de distinto sexo, eso hace que la ambigüedad funcione hasta el final y por tanto la sorpresa se haga bien al descubrir que no hablas de una pareja común, sino de una física y, si se puede decir así, deforme. Si ya la convivencia es difícil en pareja… ¿qué podemos pensar acerca de esos pobres desgraciados? Debe ser muy duro. Me ha jodido la historia, incluso.

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