Tiempos de gloria, David Brin

Presentación de Julián Díez

Adolfina García fue el primer autor español que publicó un cuento en Gigamesh -el memorable "La casquería"-, pero tras un puñado de buenas historias, abandonó la creación por motivos tan válidos como su carrera profesional en el periodismo y su vida familiar. En la actualidad, puede considerarse que ha llevado a buen puerto ambas tareas, y en la primera se ha convertido en la jefe de la sección de Madrid del diario gratuito 20 Minutos.

Aunque sigue siendo una lectora convencida del género, y lo difunde cuando lo es posible a través de su publicación, sospecho que es de las personas a las que la falta de un medio "convincente" en papel le retrae de colaborar más con las publicaciones especializadas. En Gigamesh fue una de las más regulares y contundentes reseñadoras en mis primeros años al frente de la revista. Sus trabajos no son muy analíticos, pero resultaban siempre convincentes en sus argumentaciones y, en sus momentos más ácidos, completamente descacharrantes.

Para evitar polémicas, evito recoger aquí alguna de esas reseñas más hirientes, y reproduzco una de las que escribió para dar rienda suelta a una de sus filias: la colección Nova, de la que es incondicional seguidora hasta hoy. En particular, Adolfina es toda una degustadora de la obra de Gregory Benford, que para mí es algo que ya tiene su miga. En Gigamesh, acostumbraba a encargarse de libros de esa colección y de obras de terror, su otra filia más conocida. En este caso empleó un punto de vista femenino para rebatir el trabajo de David Brin en una obra presuntamente feminista, Tiempos de gloria.

Como en algún otro caso previo, esperemos que el pequeño asalto de recoger uno de sus trabajos la motive para volver a la actividad. En su caso, además, no es porque haya abandonado en absoluto la lectura de nuestro género.

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Lo peor de la última novela de David Brin es que traten de vendértela como un alegato feminista, y que ponga en la portada eso de “un mundo donde las mujeres han ganado definitivamente la batalla de los sexos”. Lo que el autor plantea en esta novela es una sociedad muy similar a la machista más recalcitrante, en la que lo único que hacen las mujeres es adoptar el rol de los hombres en las sociedades ultramontanas: mejores puestos de trabajo, más libertad en general, mayor posibilidad de ascender en la escala social, mayor predisposición para la lucha, acosos sexuales a los subordinados… Éste no es un libro feminista. Primero, porque lo que muestra no es otra cosa sino la sociedad actual (adelantos técnicos y formas de reproducción aparte, por supuesto), vista en un espejo en el que la mujer se comporta como el varón. Segundo, porque plantea una sociedad en la que un sexo está supeditado al otro, y el feminismo aboga por la plena igualdad entre el hombre y la mujer, y no por el sometimiento de éste al yugo femenino, como piensan algunos/as (eso es otra cosa que se llama “hembrismo”).

Malogrados panfletos pseudos feministas aparte, Tiempos de gloria resulta entretenida, pero también intrascendente, y muestra una recurrencia demasiado habitual a las situaciones supuestamente divertidas que desencadena la llegada de un viajero estelar (varón) a la descabellada sociedad descrita por Brin (gracietas a lo “los hombres no pueden montar a horcajadas sobre el caballo, que podrían lastimarse”; la mujer defendiendo al hombre a puñetazo limpio mientras éste, no apto para la lucha, aguarda a ser rescatado por la heroína en un descrito segundo plano; los hombres enrojeciendo recatadamente ante las alusiones sexuales de ellas…).

El mundo planteado por Brin está dominado por una sociedad estamental compuesta por castas endogámicas que se reproducen por clonación. Ni los hombres ni las llamadas “vars” (mujeres venidas al mundo a través de la reproducción natural) tienen cabida en esta sociedad jerarquizada y absolutamente cerrada. El argumento se centra precisamente en la vida de Maia, una adolescente discriminada por su condición de “var”, que lucha –en un primer momento acompañada por su hermana gemela, que no clon- por alcanzar el éxito y llegar a fundar su propia casta. Las peripecias de Maia por el planeta Stratos resultan más o menos entretenidas, pero la novela está dominada globalmente por un tono excesivamente ingenuo y simplista. Tiempos de gloria es, en definitiva, un libro ameno pero en absoluto vibrante, y mucho menos encuadrable en el género de la ciencia ficción feminista, lejos de la capacidad imaginativa que demuestran a la hora de idear nuevas relaciones entre sexos autoras como Joanna Russ.

2 comments

  1. Bueno, veo en esta antigua reseña conclusiones sobre lo que no hay. Ni es una novela feminista (sí una novela que juega/ironiza con los roles) ni es una novela con ansias de trascendencia. Es una novela maja que se lee con agrado aunque no está al nivel del Brin de Tierra, por ejemplo.

    Y bueno, respecto a lo de «porque lo que muestra no es otra cosa sino la sociedad actual»… pues claro, coño. Todos los escritores de ciencia ficción escriben sobre su sociedad actual, obviamente. A partir de ahí se exageran cosas para mostrar inquietudes y listo.

  2. No estoy muy de acuerdo con la escasa valoración de la novela.

    Por un lado me parece que «Tiempos de gloria» viene a ser una incursión de David Brin en la saga de Ekumen de Úrsula K. LeGuín, muy relacionada con la novela de LeGuin «La mano izquierda de la oscuridad». El marco en el que se encuentra el planeta descrito y el rol del viajero se entienden mucho mejor si se lee «La mano izquierda de la oscuridad».

    La novela de Brin es menos sociológica que las de LeGuin, aunque también hace reflexiones ipotentes, no es exactamente feminista pero, al ironizar sobre los roles de género, cuestiona la sociedad en la que vive el lector, como también cuestiona indirectamente la oferta de promoción social del «sueño americano», aquí representado por los desesperados intentos de las var de salir de su marginación y constituir un nuevo clan. Además es mucho más «hard» en el sentido de pararse más que LeGuin en los aspectos tecnológicos y, por supuesto, el componente aventurero está muy reforzado. Brin es un poco el Alejandro Dumas de la ciencia ficción contemporanea, capaz de crear aventuras intrépidas sin tregua al estilo de «El conde de Montecristo» o «Los tres mosqueteros», en el marco de la ciencia ficción.

    Una novela recomendable al cien por cien.

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