por Des Frankenstein
Creo que La señora de los laberintos no es una novela disfrutable por todos los lectores debido a su elevada complejidad. Hay momentos en que lees y lees sin llegar a aprehender el significado de lo que su autor plantea en sus páginas. De hecho estuve a punto de dejarlo… hasta que llegué más o menos a la página 50. En ese momento, algo en mi cabeza hizo click; supongo que la acumulación de conceptos nuevos por fin entendidos. Y ha resultado un libro muy interesante. Vaya por delante que he leído la traducción al castellano realizada por Virginia Sanmartín López y considero que la suya ha sido una labor de mérito. Tal vez las decisiones que ha tomado a alguien no le parezcan las más adecuadas (no es mi caso, mi pobre nivel de inglés no me permite juzgar), pero dada la dificultad aparente de la tarea y el resultado final, logra que el libro se entienda y es de justicia reconocérselo.
Al comenzar la lectura me vinieron a la cabeza dos novelas: La naranja mecánica de Burgess y Expreso Nova de Burroughs. En ambas el lenguaje empleado por sus autores crea esa sensación de no entender completamente lo leído. La primera por la invención de un idioma nuevo (creado por Burgess) y la segunda por complejidad de la técnica empleada en su escritura (metáforas extrañas y técnica de plixado del lenguaje). Pero no es el caso de La señora de los laberintos. Aquí lo que lastra la lectura es la asimilación de conceptos nuevos en torno a la realidad virtual. Hasta que no vislumbramos lo que significan todo se hace azaroso, pero cuando damos ese paso es como un estallido en el cerebro.
Karl Schroeder define un futuro para la humanidad en el que la realidad virtual ha pasado a ser “la realidad” o, mejor dicho, “las realidades”. Seguro que ahora todos pensáis en Matrix, pero os quedáis cortos. Despliega aspectos mucho más complejos: la cohabitación de múltiples realidades, la tecnología que lo posibilita, la sociedad que se podría generar, la estructura política, los problemas (incluso los psicológicos) que plantearía y hasta la existencia de Dioses generados por la propia tecnología.
La señora de los laberintos es, fundamentalmente, una novela de ideas que define una posible distopía. Y esto es así en el sentido en que lo era en las novelas de Wells o Stapledon. Las ideas son la novela, el uso del lenguaje, los diálogos, el desarrollo de los personajes y el estilo son secundarios. Podríamos decir que el aspecto “literario” es algo pobre. La intención de Schroeder es dejarnos con la boca abierta con las posibilidades de la tecnología y las implicaciones de las mismas en lo que a la humanidad se refiere. Como siempre sucede en las distopías, los avances científicos pueden llevarnos a una esclavitud encubierta o al tan ansiado concepto de libertad. Además el libro admite relecturas; hay frases que en sí mismas contienen ideas de lo más estimulantes.
En definitiva, una novela que exige un esfuerzo intenso pero que, si perseveras, te recompensa haciéndote pensar.
Entre esto y lo de Vellum/Tinta parece que la gente de La Factoría se está metiendo en terrenos densitos densitos ¿no?
No he leido Vellum, pero si, parece que por ahí van los tiros. Es un riesgo desde luego.
¿O será que una de las ramas de la CF actual va por ahí?
Aldiss o Ballard podrían ser precursores de este tipo de dificultades ¿no?
:D