Sobre Encuentros en la tercera fase

Un proyecto muy deseado

Tras años de trabajar en series de televisión y telefilmes, y de dirigir dos largometrajes, Loca evasión y Tiburón, el enorme éxito de esta última permitió a Steven Spielberg materializar su primer proyecto realmente personal. Un proyecto que llevaba acariciando durante años, prácticamente durante toda su vida.

En 1964, con tan sólo 17 años de edad pero bastante experiencia realizando cortos domésticos, Spielberg se embarcó en una empresa realmente colosal: Firelight, un largometraje en 8 milímetros de 140 minutos que era una especie de Encuentros en la tercera fase de andar por casa. La película, financiada por papá Spielberg, contaba con los amigos y las hermanas de Steven como actores.

Esta obra, junto con el cuento corto Experiencies, escrito por Spielberg en 1970, serían los dos precedentes más claros del tercer largometraje profesional del director, que siempre había deseado rodar una película de ciencia ficción. Pero el cineasta sabía que para poder contar con el presupuesto que su proyecto requería necesitaba realizar primero una obra que supusiera un taquillazo, ya que en aquellos momentos el género fantástico no se les antojaba demasiado rentable a los dirigentes de los grandes estudios (el éxito de 2001. Una odisea del espacio ya estaba lejos, y La guerra de las galaxias aún no se había estrenado). Fue durante el rodaje de Tiburón cuando Spielberg comenzó a esbozar la historia que sería el germen de Encuentros en la tercera fase, entonces con el título provisional de Watch the skies (Vigila los cielos), basada, como se ha dicho, tanto en Firelight como en Experiencies. El tremendo éxito comercial que supusieron las correrías depredadoras del simpático escualo permitió que Spielberg contara con el apoyo de la Columbia, compañía que puso a su disposición un gran presupuesto, en su mayor parte destinado a la construcción de los enormes decorados en los que se rodaría la película así como al apartado de efectos especiales. Dicho presupuesto se vería posteriormente incrementado hasta el punto de que del éxito del proyecto dependería el futuro de la histórica productora.

Spielberg encargó la escritura de la película al guionista Paul Schrader, pero quedó tan descontento con el tratamiento del autor que rechazó su guión (del que tan sólo conservó el título), y se decidió a escribirlo personalmente. Encuentros en la tercera fase se convertiría así en la obra más personal del cineasta, ya que suya sería la idea original, el guión y la dirección, hecho que no se ha vuelto a repetir en su carrera, ni siquiera en el caso de E.T.: El extraterrestre, otro proyecto muy personal, pero cuyo guión corrió a cargo de Melissa Mathison. Habría que esperar hasta el año 2001 para que Spielberg volviese a rodar otro largometraje con guión propio, Inteligencia Artificial, (basado en un relato de Brian Aldiss, y no en una idea propia del director).

Señas de identidad

Encuentros en la tercera fase relata de forma muy realista y a la vez espectacular cómo podría producirse un contacto entre la humanidad y una raza extraterrestre. Un enfoque que, más de tres décadas después de su estreno, creo que no ha sido superado, e igualado en muy pocas ocasiones.

Steven Spielberg construyó una película que cuenta con numerosos elementos que se han convertido en característicos en la carrera del exitoso cineasta.

· Lo ordinario enfrentado a lo extraordinario. Roy Neary (un estupendo Richard Dreyfuss) es una persona normal y corriente que se ve envuelto en una situación totalmente extraordinaria, tal y como explica Lacombe (Francoise Truffaut) en la película. La presencia de personas corrientes con sus problemas cotidianos ha sido algo habitual en los productos de la factoría Spielberg. Casos como el de El diablo sobre ruedas, Tiburón, E.T.: el extraterrestre, o Poltergeist, son sólo algunos ejemplos.

· La negativa a crecer. Neary es un niño que se niega a crecer, y que se niega a perder la fe en la magia. Esta especie de Peter Pan (uno de los numerosos apodos con los que se conoce a Spielberg, y uno de los personajes literarios favoritos del director, el cual versionaría directamente en Hook) tiene la inmensa fortuna de comprobar que su fe es, finalmente, fundada.

· El protagonismo de los niños. Si los adultos que aún conservan un niño en su interior son especialmente receptivos a todo lo maravilloso del universo, mucho más abiertos a la magia están los propios niños. La maravillosa visión que Spielberg sostiene de la ingenuidad infantil hace de los pequeños el vehículo ideal para que lo fantástico entre en el mundo corriente en su cine. El pequeño Barry (el simpático Cary Guffey) se convierte así en un elemento clave de la historia. Es el primero de los protagonistas que toma contacto directo con los extraterrestres, en esa escena en la que los juguetes cobran vida (en otro homenaje a Peter Pan). Barry, y por extensión todos los niños, muestran una actitud abierta y positiva ante lo desconocido, frente al recelo y desconfianza propio de los adultos. Él no tiene duda de que los visitantes sólo albergan buenas intenciones.

Además, los propios extraterrestres muestran un aspecto muy similar al de los niños, lo que hace suponer que, al igual que los críos, no albergan sentimientos hostiles, y que tan sólo les mueve el afán de conocer y aprender.

· Los extraterrestres pueden ser buenos. Contradiciendo a décadas de literatura y cine fantástico, Spielberg nos sorprende mostrándonos a unos alienígenas bondadosos (tan maravillosos que utilizan la música como lenguaje), lejos de los violentos colonizadores habituales en el género. En este mismo sentido abundaría años después con otra película notablemente personal, la celebérrima E.T.: el extraterrestre, pero también cruzaría la línea al adaptar el clásico La guerra de los mundos, en la que los visitantes no resultan tan amistosos.

Pero, pese a que el enfoque es positivo, Spielberg no renunciaría, en la primera parte de la película, a meter el miedo en el cuerpo del espectador, aún ignorante de los verdaderos propósitos de los aliens, en secuencias tan brillantes como la de la abducción del pequeño Barry.

· Familias rotas. Seguramente influido por la separación de sus padres, Spielberg muestra con frecuencia en sus películas familias problemáticas o directamente rotas, como son los casos de las de los dos protagonistas de Encuentros en la tercera fase, Roy y Jillian (Mellinda Dillon).

Colaboradores de lujo

Quizás el colaborador más notable con el que Spielberg contó para esta película fue Francoise Truffaut, el célebre director francés a quien Steven admira profundamente. También contó con John Williams, legendario músico que ha sido casi una constante durante toda su carrera, y que además de la banda sonora del filme creó la secuencia musical que sirve como clave de comunicación entre humanos y extraterrestres.

Pero hubo también otras aportaciones decisivas para conseguir que la película se convirtiese en ese clásico que sin duda es. Douglas Trumbull se encargó de realizar unos magníficos efectos especiales que resultarían claves para dotar de credibilidad a una obra de este tipo. El director de fotografía, el espléndido Vilmos Zsigmond, principal responsable del apartado visual del film, aunque no el único, ni mucho menos: William A. Fraker rodó las escenas adicionales en América; Douglas Slocombe las escenas en la India; Allen Daviau, John Alonzo y Laszlo Kovacks las escenas adicionales de la edición especial; y Steve Poster fotografió las escenas de la segunda unidad.

La tensa espera

A pesar del estupendo equipo humano involucrado en la película, durante las semanas previas al estreno la tensión resultaba palpable en las oficinas de la Columbia. Eran conscientes de lo que se jugaban con el proyecto, y la coincidencia de fechas entre el estreno de su película y el de La guerra de las galaxias no resultaba precisamente tranquilizadora. Pero la realidad fue que la película resultó un éxito tan grande que la productora no tardó en encargar a Spielberg la supervisión de una secuela, de la que incluso se llegó a escribir el argumento con el título de Night Skies.

Desgraciadamente, el estrepitoso batacazo que supuso la siguiente película del director, 1941 (la cual, a juzgar por los hechos, le quitó las ganas de volver a dirigir una comedia), hizo que el proyecto fuera abandonado. De modo que, en lugar de afrontar una segunda parte que se suponía costosísima, la Columbia decidió exprimir aún más la película original, y se puso en marcha una curiosa experiencia pionera.

Spielberg ha confesado públicamente su inseguridad a la hora de estrenar, y ha explicado que se pasaría la vida retocando sus películas, quitando y poniendo cosas, víctima del eterno dilema de todo artista: ¿cuándo se puede dar por terminada una obra? Pero afortunada o desgraciadamente, la industria cinematográfica impone fechas de estreno concretas, por lo que las películas deben estar listas para ser presentadas al público en el momento previsto, esté o no de acuerdo su responsable. En este caso la fecha de estreno señalada para Encuentros en la tercera fase obligó a su director a dar por terminada la película con cierta precipitación, sin haber quedado totalmente satisfecho del resultado final, a pesar del éxito de público y crítica que cosechó.

En esta coyuntura, y al no poder abordar la secuela, el director decidió retocar el original, realizar una nueva edición de la película en la que pudiera introducir algunas ideas que se la habían quedado en el tintero. Así se eliminaron 16 minutos del anterior montaje, y se añadieron 13 nuevos (aunque sólo 7 de ellos fueron rodados expresamente para la ocasión). Se introdujo de esta forma la escena del barco encontrado en el desierto, el momento en que Roy entra en la nave espacial (escena utilizada como principal reclamo comercial de esta nueva edición), y la canción “When you wish upon a star (nuevo homenaje a la literatura infantil, ya que el tema aparecía en la banda sonora del Pinocho de Disney), y que se había decidido no incluir en la primera versión.

Así, tres años después del estreno de Encuentros en la tercera fase se presentó al público la Edición Especial de la película, la cual, a decir verdad, no resultaría tan “especial”: además de no funcionar demasiado bien en taquilla (hecho lógico hasta cierto punto ya que, al fin y al cabo, se trataba básicamente de la misma película que todo el mundo había visto ya), la crítica opinó que, pese a resultar más espectacular que la primera versión, esta nueva edición incidía menos en lo referente a los elementos psicológicos y sociológicos de la narración.

Pero si artísticamente esta nuevo montaje resultó bastante decepcionante (no aportaba nada a la historia, y las escenas añadidas resultaban bastante superfluas) el experimento sí fue un éxito desde el punto de vista comercial: abrió el camino a esas “Ediciones Especiales” tan abundantes hoy en día que permiten a los estudios vendernos una y otra vez la misma película, tras introducir unos mínimos cambios o añadir algunos extras. El ejemplo más sangrante de esta estrategia es, sin duda, el culebrón Blade Runner, película que ya ha contado con numerosos montajes, muchos de ellos supuestamente definitivos en el momento de su lanzamiento.

La magia que llegó del espacio

Pero, estrategias de marketing aparte, lo que sin duda perdura tras contemplar cualquiera de las ediciones de Encuentros en la tercera fase es ese maravilloso y espectacular desenlace lleno de optimismo, esa luminosa comunión extraterrestre, de unión de razas. Un final que apuesta por la adopción de un talante positivo ante el futuro y las nuevas tecnologías (algo poco habitual en el género fantástico), que intenta hacernos ver lo vital que resulta mantener vivo al niño que fuimos, lo necesario que es seguir creyendo en los milagros y en la magia.

Un final que incide en lo necesario que resulta, como diría Clint Eastwood en Los puentes de Madison, “abrazar el misterio”.

4 comments

  1. Hay una mezcla de influencias en esta película de Spielberg que quizás es lo que consigue ese profundo efecto que causa en todos. Es como una vía de escape a la depresión del cine de los 70, una forma de llevar la ciencia ficción a los aspectos más deprimentes de la clase media, y tiene mucho que ver con otros aspectos de cine moderno como ese tratamiento coral de personajes que coinciden en un hecho maravilloso. De hecho casi utiliza la ciencia ficción como medio para dar esperanza a gente que no la tiene.

    Así que en ese retrato de la mediocridad y soledad hay unos momentos tremendos, casi todos los de Richard Deyfruss, como, especialmente, el momento donde el hijo grita a su padre que no llore porque eso es de mariquitas, mientras éste se rinde indefenso (seguramente uno de los momentos más crueles de las familias rotas de Spielberg). Es Deyfruss quien lleva el peso de toda la historia, ya que el resto de las tramas son practicamente obviables.

    Pero claro, está también el poder visual de Spielberg, ya notable desde su primera película. Las manos de los nativos señalando al cielo, el ovni que pasa por encima del coche, la abducción del niño (un momento terrorífico, que acaba con las nubes más creativas y aterradoras jamas vistas en el cine), y esos momentos donde Trumbull le ayuda a conseguir secuencias oníricas muy hermosas, donde el sentido de la maravilla casi se convierte en empatía y envidia (la visita extraterrestre en la carretera, con las luces de colores).

    Es sin duda una película de fe y esperanza, de esperar un Deus Ex Machina en vida en forma de extraterrestres. Es impresionante, y ha marcado mucho de la filosofía new age que ha habido desde entonces. Imprescindible.

  2. Una de mis pelis favoritas de todos los tiempos, que supuso además el germen de las producciones de carácter conspiranoico (por ejemplo: ese gobierno mentiroso ocultando información y simulando un virus de las vacas locas que puede mutar y afectar a los humanos -¿de qué me suena esto?- para expulsar a la población de la zona de contacto…)

    Hoy día, los ETs que aparecen al final no podrían ser los mismos. Los «grises» (bajitos, cabezones, sin nariz y de ojos grandes y almendrados) están considerados en los círculos ufológicos contemporáneos poco menos que como hermanos gemelos de los cuak-cuak marcianos de Mars Attacks.

  3. PP, lo del gobierno conspiranoico que nos oculta mutaciones y extraterrestres viene de lejos. De MUY lejos. De los años 50 al menos.

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