Zoo City, de Lauren Beukes

La sudafricana Lauren Beukes, ganadora de la última edición del premio Arthur C. Clarke, nos sumerge prácticamente sin darnos tiempo a tomar aire en una Johannesburgo alternativa y decadente, dibujada con una paleta de negros y grises que convierten la ciudad en uno de los escenarios más sórdidos y opresivos con el que haya tenido el malsano placer de toparme en los últimos tiempos. Lo pintoresco y vívido de las descripciones, no obstante, más lo explosivo y a ratos incluso hilarante de los diálogos, unido a la frescura y el temple de la narración, posibilitan que la mirada del lector se deslice sobre las páginas sin mancharse apenas con la mugre que lo impregna todo, siempre con la sombra de una sonrisa en los labios, aun cuando vuele la sangre a su alrededor y resuene en sus oídos el eco de las más variopintas aberraciones.

Zinzi December, la protagonista y voz en primera persona de la novela, es una muchacha que gozó de una infancia privilegiada y una meritoria carrera como periodista independiente; lamentablemente para ella, en algún momento se enganchó a las drogas y empezó a entrar y salir de las clínicas de rehabilitación como Pedro por su casa, hasta que una noche fatídica provocó la muerte de su hermano, obtuvo un perezoso como indisoluble animal de compañía e ingresó en prisión. Ahora está en libertad condicional y malvive en el gueto de Johannesburgo conocido como «Zoo City» mientras intenta desembarazarse de las numerosas deudas acumuladas durante su etapa de adicción. La principal manera de conseguir su objetivo pasa por emplear su mashavi, o talento mágico, para encontrar toda clase de objetos perdidos (en ningún caso personas, aunque inevitablemente sea eso lo que terminará haciendo) mientras complementa sus ingresos realizando timos en provecho de la organización criminal a la que debe dinero.

Lo que en principio puede parecer una trama algo dispersa no tardará en adquirir cuerpo cuando un extravagante productor musical contrate sus servicios para localizar a la femenina mitad de una pareja de adolescentes estrellas del pop; pese a las reticencias iniciales de Zinzi, la recompensa ofrecida resultará ser demasiado suculenta como para rechazarla. Con la investigación ya en marcha, el devenir de sus pesquisas la conducirá desde los privilegiados enclaves de la «gente guapa» de la ciudad a sus más sórdidas cloacas (literalmente), amén de obligarla a afrontar algún que otro fantasma de su turbio pasado.

A pesar de la crudeza con que se expone la acción a lo largo de toda la novela, firmemente anclada en el hard boiled menos refinado, el peripatético elenco de personajes y el refrescante exotismo de los escenarios se encargan de diluir en parte lo que de otra manera sería una insoportable concatenación de desgracias, vilezas y reveses de la fortuna. En este sentido, no puedo por menos de dar la razón a William Gibson, quien desde la cubierta (espectacularmente ilustrada por Joey Hi-Fi en la edición para el Reino Unido, dicho sea de paso; espectacularidad recompensada en abril de este año con el galardón de la British Science Fiction Association) nos asegura que la escritora «consigue que parezca fácil»; aunque peque de críptico, el elogio se descifrará por sí solo conforme vayamos pasando una página tras otra de agudezas verbales, proezas narrativas y giros argumentales desgranados con pasmosa destreza, hasta desembocar en los impecables compases finales de la trama urdida por Beukes.

Si bien la novela aún permanece inédita en español, no debe de faltarle mucho para salir a la venta bajo el sello de alguna de nuestras editoriales, según la misma autora desvelaba en Twitter a comienzos de verano. Ya sea en versión original o traducida, me atrevería a afirmar que la mezcla de novela negra y fábula distópica de Zoo City es lo mejor que le ha pasado al subgénero de la fantasía urbana en los últimos tiempos.

3 comments

  1. Al finalizar el tercer cuatro de la novela, el arco argumental que abre el relato se cierra y ahí quedé con cata de WTF!, mientras el relato hacía uso de otro plot que se venía formando en sus páginas como una niebla. Me da la sensación que la autora se vio atrapada por su propio gólem y na no supo como terminar lo que comenzó, imaginó un desenlace de película y regresó sobre el texto para agregar otras escenas con los ingredientes del cocimiento final. ¡Y vaya que final, chico! Pero fue necesario veinte páginas extra de atar cabos sueltos, con escenas inconexas y la protagonista, Zinzi, realizando acciones sin entender por qué las hace… (clic en mi link para leer la reseña completa)

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