por Manuel de los Reyes.
Más o menos por estas fechas, hace quince años, un ilusionado servidor empezaba su formación universitaria en la facultad de Traducción e Interpretación de la universidad de Salamanca. Lo que me había llevado hasta allí, tras un par de años de zozobra académica propiciada por una desafortunada naturaleza disipada y un inusitadamente virulento acceso de horror vacui pospubescente, era el firme objetivo de labrarme un porvenir como traductor literario, a ser posible en su vertiente fantástica. Quiso el azar que mi sueño se hiciera realidad, y con creces, si bien en todo el tiempo transcurrido desde aquel venturoso verano de 1996 hasta la fecha no haya podido por menos de preguntarme en varias ocasiones hasta qué punto fue determinante la carrera de mi elección a la hora de abrirme las puertas del mercado editorial, por no hablar de mantenerme en él y de expandir los horizontes profesionales que se abren hoy por hoy ante mí.
Quienes sigan esta columna con asiduidad se habrán percatado ya que me gusta invitar a participar en ella a colegas de reconocido prestigio, veteranos cuya dilatada carrera es para mí, y espero que también para muchos de nuestros lectores, motivo de inspiración, admiración o mero pero sano entretenimiento. Cuando no las tres cosas a la vez. Para esta entrega de La mano izquierda…, sin embargo, me he tomado la libertad de desviarme de esa meditada, aunque no por ello inflexible, seña de identidad para darme un capricho que llevaba tiempo rondándome la cabeza. Una tentación hija de la nostalgia de mi etapa universitaria, la curiosidad por saber si mi antiguo sueño sigue encontrando nuevos recipientes, y el deseo de acercar al gran público siquiera el bosquejo de una opción curricular relativamente nueva y quizá por ello ignorada aún por un elevado porcentaje de la sociedad. Es por ello que, dentro de apenas unas pocas líneas más, tendré el placer de ceder la palabra a un puñado de jóvenes alumnos presentes y pasados de la licenciatura de Traducción e Interpretación, savia nueva dispuesta a seguir nutriendo nuestras estanterías de letras traducidas, siempre y cuando la amenaza de saturación del mercado y el creciente atractivo de otras ramas de la profesión, tanto en lo tocante a la proyección profesional como en lo que a incentivos pecuniarios se refiere, no encaucen su entusiasmo y su preparación por otras vertientes. Ya sin más dilación, la tribuna es toda de: América Garoña (AG), Cristina Aroutiounova (CA), Laura Carasusán (LC), Nieves Gamonal (NG), Rebeca Vicedo (RV), y Vicent Torres (VT).
¿En qué ciudad estás estudiando o has estudiado TeI? ¿Se trata de la localidad donde resides habitualmente o has tenido que desplazarte para realizar tus estudios?
AG: Estudié en la Universidad de Alicante, porque es la que tenía más cerca de casa. Me he mudado temporalmente a Valencia para estudiar el máster que me interesaba en la UV.
CA: Estudié en la ciudad de Alicante y es la localidad donde resido.
LC: Estudio en Vitoria y soy de Tudela, así que durante el curso vivo en un piso de estudiantes.
NG: Estudié en Barcelona, aunque nací en Madrid. Me mudé aquí para poder estudiar japonés como tercera lengua y para cambiar de aires.
RV: He estudiado en la Universidad de Alicante, iba y venía todos los días desde Ibi, mi pueblo.
VT: En Alicante, vivo cerca y me desplazo allí a diario.
¿Qué idiomas estás estudiando o has estudiado? ¿Esperas traducir desde más de un idioma o te concentrarás en una sola lengua de trabajo?
AG: He estudiado (y sigo) inglés, francés, italiano y valenciano, además del español. Normalmente trabajo inglés/francés-español.
CA: Estudié la especialidad de francés, y además del francés, cursé catalán, inglés y ruso. En cuanto a trabajo, mi caso es algo especial, soy bilingüe (ruso/español), por lo que al estudiar la especialidad de francés y tener el ruso, sí trabajo con más de un idioma y traduzco hacia más de un idioma.
LC: En la carrera estudio inglés, francés y alemán. Me gustaría poder centrarme en una o como mucho dos lenguas de trabajo.
NG: Inglés y japonés. Ahora mismo me planteo esta última como una afición. Teniendo en cuenta mi forma de trabajar y mis expectativas, prefiero concentrarme en el inglés mientras sigo perfeccionando mi lengua materna.
RV: Mis idiomas son inglés, polaco y alemán, pero me gustaría traducir desde el inglés o el polaco.
VT: Castellano, catalán/valenciano, inglés, alemán, japonés y polaco. De momento me quiero concentrar en EN->ES/CAT y ES-CAT.
¿Has residido o piensas residir durante algún tiempo en el extranjero? ¿Crees que esto puede ser relevante a la hora de perfeccionar tus conocimientos sobre tu(s) lengua(s) de trabajo?
AG: He vivido un año en Francia y varios meses en Italia e Inglaterra. Creo que vivir una temporada rodeado por la cultura y la lengua que te interesa es primordial para conseguir un buen dominio (para que la mente cambie el chip y piense en esa lengua).
CA: Sí, pasé una estancia de un año en Francia gracias al programa de Auxiliares de conversación de lengua extranjera. En mi opinión, para nuestra carrera es fundamental pasar por lo menos 6 meses o un año en el país de nuestra(s) lengua(s) de trabajo. Aunque también es fundamental estar siempre en contacto con dichas lenguas, ya que evolucionan muy rápido.
LC: He pasado seis meses con una beca Erasmus en Alemania y no descarto pedir una beca de auxiliar de conversación para pasar otro año en un país donde se hable otra de mis lenguas de trabajo. Creo que es importante, aunque no imprescindible.
NG: No participé en ningún programa de intercambio, pero sí que me gustaría probar la experiencia de vivir y trabajar en un país extranjero. Es un factor determinante a la hora de adquirir un buen nivel en cualquier lengua rápidamente. Lo pude comprobar con el catalán.
RV: Desde los 16 intento residir una larga temporada en otros países. Estuve en Irlanda, Inglaterra y Polonia (varias veces en todos ellos). Creo que para nosotros es algo imprescindible, no sólo por mejorar la lengua sino para conocer bien la cultura y la forma de ver el mundo que tienen.
VT: Pienso residir en el extranjero, lo que seguro me ayudará a perfeccionar el conocimiento del idioma y de la cultura con la que trabaje.
Esta encuesta va dirigida a alumnos o licenciados en TeI interesados en la traducción de literatura fantástica. ¿Dirías que fue esa vocación lo que te impulsó a elegir la carrera?
AG: Creo que en la adolescencia pasé más horas leyendo que durmiendo y siempre he preferido las novelas épicas y fantásticas. Me entretenía mucho comparando los libros en español con los originales y después empecé a hacer lo mismo con el cine y las series de televisión. Creo que esa parte de producción creativa es lo que me llevó a elegir traducción en vez de filología, por ejemplo.
CA: Creo que cuando empezamos la carrera todos creemos que el súmmum de nuestra carrera será la traducción literaria. Pero a lo largo de cuatro años de estudio te das cuenta que hay muchas más salidas y tipos de traducciones. En mi caso, no fue la literatura fantástica, sino la literatura en general.
LC: La verdad es que no. Fue una opción que fui viendo más tarde.
NG: Sin duda. Supe que me interesaba la traducción desde muy pequeña, cuando empecé a leer los libros de Roald Dahl en inglés y en castellano. Descubrí el género fantástico gracias a la Dragonlance con unos diez años. A partir de ese momento desarrollé una gran curiosidad por la literatura fantástica y de ciencia ficción.
RV: No. La verdad es que entré guiada por mi amor a los idiomas, más tarde me enganché a esto de la traducción.
VT: Ayudó, sin duda. Mi ambición era y es conseguir trabajar en la traducción «más artística» (y friki), ya sea literaria, audiovisual, localización de videojuegos… y la literatura fantástica se encuentra entre ese tipo de traducción.
¿Esperas dedicarte a la traducción literaria a tiempo completo, o crees que será una actividad ocasional? Y, en tal caso, ¿cuál te gustaría que fuese tu actividad principal?
AG: Me encantaría dedicarme a la traducción literaria o audiovisual a tiempo completo, pero de momento no consigo pasar de ese punto en el que buscas un proyecto grande y siempre te falta experiencia. Ahora me dedico a realizar traducciones juradas, económicas y cualquier cosa que salga, porque hay que comer. En principio puedo permitirme estar así mientras siga estudiando, pero si continuo así me gustaría compaginar las traducciones con la enseñanza.
CA: Sinceramente me gustaría probar el mundillo de la traducción literaria, pero no he tenido ocasión. Aunque no sé si un catálogo de obras de arte, se podría considerar como tal. Mi actividad principal se ciñe más a traducciones jurídicas, económicas y de negocios, técnicas y turísticas.
LC: Me gustaría poder centrarme en la traducción literaria, pero creo que es muy complicado y no me importaría compaginarlo con otro tipo de traducción o con la docencia.
NG: Después de ver cómo está el panorama y de descubrir que hay más trabajo en el otro campo que me apasiona y al que me quiero dedicar principalmente, la traducción audiovisual, me gustaría que fuera una actividad ocasional que realizar por el placer de hacerlo y como meta personal, aunque no cierro ninguna puerta en ese sentido.
RV: Me gustaría dedicarme a la traducción literaria, de eso estoy segura, pero quizá me gustaría tener algún proyecto de otro campo. Supongo que todo depende.
VT: Me gustaría combinarla con la traducción audiovisual, pero depende también del trabajo que pueda encontrar en cada especialidad.
En tu opinión y con tus propias palabras: ¿Cuáles dirías que son los principales atractivos de la traducción literaria, en comparación con otras modalidades? ¿Y los mayores inconvenientes?
AG: Supongo que a mí lo que más me gusta es que con este tipo de textos puedes jugar, es divertido tratar de averiguar el tono de la historia, los matices que aporta el autor, y buscar el modo de reflejarlos con mis palabras. El inconveniente que le veo es la parte práctica: conseguir trabajo y poder vivir de él, el trato con las editoriales, los plazos, etc.
CA: Quizás uno de los atractivos es ver el libro traducido en manos de lectores, en las estanterías de las librerías, saber que ese libro llegará a muchas personas. En cambio las traducciones jurídicas, económicas, etc. suelen ir dirigidos a un número de lectores limitado. Como decíamos en las aulas de la universidad: «Un traductor es un escritor frustrado». Gracias a la traducción literaria, podemos realizar nuestro sueño de «escritor». En cuanto a los inconvenientes, creo que lo mismos que cualquier otra traducción: los plazos, las ganancias, etc.
LC: Su principal atractivo para mí es el interés de los contenidos que traduces y el espacio creativo que permite. Puede ser mucho más libre que otras formas de traducción. En cuanto a los inconvenientes, las condiciones de trabajo son pésimas y es el tipo de traducción menos facturado en España.
NG: Plantea muchísimos más retos. Hay que ponerse en la piel del autor e intentar captar el tono y el sentido de la obra sin darle, por otro lado, una interpretación demasiado personal. Además, en algunos géneros las relaciones de intertextualidad son muy frecuentes y hay que tener en cuenta los referentes del autor, el momento histórico o la cultura en la que está inmerso. Es una tarea que exige ingenio y mucha concentración, y creo que ese esfuerzo extra no está lo suficientemente bien valorado en comparación con otras modalidades de traducción que, aunque también son delicadas, son más «rígidas» y utilizan estructuras y registros recurrentes. La remuneración también es bastante injusta y supongo que habrá mucha competencia.
RV: Lo que más me atrae de la traducción literaria es el hecho de poder trasladar a mi idioma una obra que me cautive; es una modalidad creativa y con muchos retos. Quizá los retos también serían inconvenientes, pero también mantener un ritmo, el estilo del autor y el miedo de que una obra se te haga muy larga porque no te guste.
VT: Es una traducción mucho más creativa y para la que hay que ser buen lector y mejor escritor. Por ello, es mucho más desafiante que la técnica, por ejemplo. Sin embargo, establecer el límite de la creatividad del traductor es complicado y se ha de intentar trasladar la idea del original lo mejor posible, sin desvirtuarla y compensando las pérdidas.
En el programa académico de la carrera de TeI, ¿dirías que la traducción literaria recibe más, la misma o menos atención que otras modalidades de la profesión?
AG: Yo no he recibido formación sobre literatura francesa, ni mucho menos internacional, nada más que unas pocas pinceladas a grandes rasgos de los géneros literarios y sus características. No sé cómo será en otras universidades pero en la mía la carrera se centra en el ámbito jurídico-económico.
CA: En la facultad donde yo estudié, recibía la misma atención que la traducción jurídica o la económica. En cambio la traducción técnica era una asignatura de libre elección. No sé cómo será en la actualidad.
LC: Sí, pero eso no quiere decir que sea suficiente.
NG: Mucha menos. Al menos en los planes que conozco, solo forman parte del programa como optativas. En el caso de la UAB, las asignaturas relacionadas con la literatura están desapareciendo rápidamente con el paso de licenciatura a grado. Los programas se centran esencialmente en la traducción científico-técnica y jurídico-económica, dejando a un lado los aspectos más creativos de la profesión. Cuando estudiaba me llamaba la atención la poca importancia que se le daba a la lectura: apenas nos encargaban leer un libro al año (con suerte), dejando a un lado manuales teóricos. Creo que una de las grandes debilidades de los traductores que se forman en las universidades es la falta del hábito de lectura (no adquirido durante años anteriores) y el consiguiente empobrecimiento de su comprensión lectora y capacidad expresiva.
RV: Creo que no recibe el mismo interés que otras modalidades porque hasta los mismos profesores de traducción literaria desmotivan a los alumnos diciéndoles que no tienen futuro en ella porque no hay demanda. Además, en mi carrera se imparte en los primeros años, cuando nadie suele tener claro a qué se quiere dedicar.
VT: Sí, tiene una media de asignaturas similar a la traducción jurídica y muy superior a la de la traducción audiovisual, por citar algunos ejemplos.
¿Qué asignaturas o actividades inciden concretamente en la formación del alumno como traductor literario en potencia? ¿Te parecen suficientes o añadirías algo al programa de la carrera?
AG: En la UA tenemos dos asignaturas anuales obligatorias de traducción literaria, cuando de económica o jurada tenemos, aparte de las traducciones, asignaturas de economía y derecho. Se ofertan más asignaturas optativas pero, los horarios suelen ser incompatibles con el resto del programa. Creo que desde la propia carrera se podrían ofrecer dos itinerarios distintos, el literario y el jurídico-económico y así cada alumno podría decidir hacía qué opción dirigirse.
CA: Traducción literaria I y II, Lengua española y quizá en la UA añadiría alguna asignatura de literatura.
LC: En mi universidad, la Universidad del País Vasco, Traducción literaria e Historia de la traducción. Añadiría asignaturas más específicas, pero creo que sólo podría hacerse si se diseñaran distintos itinerarios, porque esas asignaturas no pueden imponerse a los estudiantes que tienen claro que no quieren dedicarse a la traducción literaria.
NG: En mi universidad, solo una optativa de traducción literaria que ha desaparecido en todas las combinaciones de lenguas menos del inglés al español (y amenaza con hacerlo) y otra de introducción a los estudios literarios, también desaparecida con la licenciatura de Literatura comparada. Tal y como estamos, me habría conformado con que se mantuvieran esas dos asignaturas. En clases de castellano, eso sí, tuvimos una profesora que nos animaba a escribir por placer y fue un gran aliciente.
RV: La lectura de toda clase de obras literarias, para tener un amplio bagaje cultural y la asignatura en sí. Añadiría al programa asignaturas enfocadas a la creación literaria, para desarrollar nuestra capacidad expresiva y clases de literatura que abarcara muchos estilos.
VT: En la carrera en sí, e independientemente de las asignaturas de traducción literaria, se podría considerar que las asignaturas de traducción general ayudan al posible traductor literario, ya que los textos suelen utilizar algunos recursos retóricos que difícilmente encontraremos en textos jurídicos o médicos más especializados. Entre las actividades fuera de la carrera, los congresos de traducción y los concursos y actividades de escritura despiertan la parte más creativa del traductor. La traducción literaria es muy vocacional y no creo que haga falta añadir algo más a la carrera, es el traductor el que se ha de implicar y formarse él mismo mediante la lectura y la escritura.
¿Se hace hincapié en algún conjunto de aptitudes en especial? ¿Dirías que existe en el aula un equilibrio razonable entre la práctica y la teoría de la traducción literaria?
AG: En la carrera no, por lo menos en mi promoción. En un 20% de las horas de clase se hace una presentación de los autores y sus obras y el tiempo restante consiste en traducir fragmentos y realizar correcciones sistemáticas en clase, alumno por alumno, y con los comentarios del profesor. Creo que se puede, y se debe, buscar otro método.
CA: En mi época, no. De hecho creo que no vimos nada de teoría, más que algunos autores clásicos franceses, que nada tienen que ver con la teoría de la traducción literaria.
LC: El reparto del tiempo es equilibrado, pero el tiempo es muy escaso.
NG: Sobre todo en la capacidad expresiva, de comprensión lectora y creativa del traductor. Al menos en el caso de la optativa de traducción literaria que cursé, el equilibrio era adecuado.
RV: La teoría es específica, pero a la hora de traducir nadie puede decirte cómo hay que hacerlo, por eso en clase era difícil saber si lo hacías bien. Se hacía hincapié en los signos de puntuación y en el ritmo de las oraciones.
VT: Por lo que sé se motivan la creatividad y originalidad, pero aún no he cursado esas asignaturas.
¿Crees que tendría cabida la traducción de literatura fantástica como especialidad dentro de la carrera? ¿Dirías que se diferencia en algo de la traducción de narrativa «normal»?
AG: Aunque desde mi punto de vista no es lo mismo traducir narrativa normal y fantástica, no creo que tenga cabida en la carrera; creo que esta carrera está mal programa, que hay créditos innecesarios y que no se aporta una formación específica ni completa para ningún ámbito de traducción, por no hablar de la interpretación.
CA: Sería una optativa genial, en mi opinión. Creo que cada especialidad de la traducción literaria en general tiene sus rasgos característicos, no sólo la literatura fantástica.
LC: Tal y como están los planes de estudios actualmente, creo que no tendría cabida. Se profundiza tan poco en los distintos tipos de traducción que no tendría sentido hacer hincapié en un género en particular.
NG: Con el rumbo tomado por las universidades en los últimos años, no creo que tuviera cabida, aunque sería interesante. Lo ideal sería tener una asignatura anual sobre traducción de literatura y dedicar un par de meses del curso a esta especialidad. Creo que la diferencia está sobre todo en la gran cantidad de referencias no explícitas entre unas obras y otras y en el vocabulario, que es bastante específico. El registro de los personajes también es una parte clave, sobre todo en libros con diversidad de razas dentro de un mundo fantástico.
RV: Tendría cabida dentro de una especialidad y no sólo de literatura fantástica, sino también de poesía, teatro y otros géneros. Sí que se diferencia de la narrativa «normal», es un mundo aparte, hay muchos neologismos o palabras inventadas…
VT: No. Sí que se diferencia del resto, pues reúne características propias de su género, pero el entrenamiento especial que necesita el traductor de género fantástico es conocer el campo.
¿Te parece que el nivel de las traducciones que publican las editoriales especializadas en literatura fantástica es superior, igual o inferior al de las pertenecientes a otros géneros, como la novela histórica, romántica, etc.?
AG: Creo que el nivel de la novela romántica es, sin duda, inferior; pero también es verdad que es más común encontrar una edición pequeña y «barata», que casi parece un tebeo, de una novela romántica que de Canción de hielo y fuego, o Los pilares de la tierra, por ejemplo. Si bajan los costes de producción también suele bajar la calidad.
CA: En mi opinión, todo depende de la novela y al público que vaya dirigida. Pero por ejemplo la traducción de las obras de Pratchett, en mi opinión es espectacular. En cambio, Harry Potter tiene fallos, pero me imagino que es por otros factores (prisas). Incluso diría que a veces se cuida más la literatura fantástica, ya que sus lectores suelen ser algo exigentes.
LC: Similar.
NG: Depende bastante de la editorial, aunque el nivel suele ser bueno. En Gigamesh, por ejemplo, las traducciones siempre son impecables. Creo que es un aspecto que algunas editoriales cuidan mucho, quizás más que en otros géneros.
RV: Decididamente inferior, es más difícil oír hablar de nuevas obras de temática fantástica.
VT: Me parece que la calidad es similar, pero el lector suele ser más exigente y es más probable que se dé cuenta de algunos errores que suelen pasar desapercibidos ante otro tipo de lector y luego critique la traducción.
A lo largo de la carrera, ¿se incide en los aspectos menos extralingüísticos de la profesión, como la búsqueda y la conservación de una cartera de clientes, la autopromoción, la negociación de tarifas con las editoriales, etc.?
AG: No, la única información que he recibido sobre esto ha sido en el máster.
CA: No, quizás actualmente sí, pero todo lo que aprendía sobre estos aspectos fue en charlas y seminarios.
LC: No, algunos profesores lo hacen, pero a nivel personal.
NG: Para nada, creo que es una de las asignaturas pendientes de las universidades. Solo se nos explica cómo hacer una factura en informática y podemos darnos con un canto en los dientes. Todo lo demás lo descubre uno mismo si se empeña leyendo blogs o a través de otros profesionales en internet.
RV: No se habla de la vida real, así que no tengo ni idea de todo eso.
VT: Sí, ahora más que antes. Con el grado, en las asignaturas de traducción siempre se le dedica una parte al mercado de la traducción y se nos explican las posibilidades que tenemos una vez acabada la carrera. Como ser autónomo es lo más complicado, se nos explica en qué consiste, cómo podemos empezar a buscar experiencia, lo importante y relativamente fácil que es promocionarse en Internet… En palabras de los propios profesores, «nosotros salimos de la carrera como perros perdidos y sin idea de adónde íbamos. La idea es que ahora salgáis mucho más preparados para enfrentaros a lo que hay fuera».
El traductor literario suele ser un trabajador por cuenta propia. ¿Consideras que la carrera prepara suficientemente al licenciado en TeI para iniciarse en la profesión como autónomo (alta en el IAE, la SS, obligaciones tributarias, ayudas económicas, etc.)?
AG: Como ya he dicho antes no, cada uno se busca la vida.
CA: No, por lo menos cuando yo estudié.
LC: En absoluto.
NG: De nuevo, la respuesta es un no rotundo. Salimos de la carrera sin que nos hayan dado ni el más mínimo indicio sobre ninguna de estas cosas, ni siquiera sobre dónde informarnos al respecto por nuestra cuenta.
RV: ¡NO!
VT: Por lo que sé y conectado con la anterior pregunta, ahora más que antes. Igualmente, aún estoy en segundo.
Toca afrontar la traducción de tu primera novela. ¿Cuál crees que sería un ritmo de trabajo adecuado para equilibrar la relación entre el tiempo invertido y la remuneración obtenida?
AG: Normalmente trabajo a un ritmo de 1800/2000 palabras al día, pero no sé si esto sería mucho o poco en el ámbito literario. Cuando traduzco por placer puedo pasarme semanas enfrascada en un pasaje en concreto, pero supongo que a la hora de trabajar tendré que encontrar un ritmo de traducción cómodo y calcular un tiempo de revisión, en varios puntos del proyecto.
CA: Tendrías que valorar tu trabajo y saber cuánto estás dispuesto a cobrar por cada página que traduzcas. Aunque creo que en el mundo de la traducción literaria, suele ser la editorial la que propone el precio.
LC: No tengo ni idea. Tendría que consultar con otros colegas y hacer cuentas; supongo que depende del volumen de trabajo.
NG: Dependería mucho de la extensión de la novela, la profundidad del argumento, el estilo del autor… No me atrevo a juzgar porque desconozco las tarifas actuales, pero algunos traductores que admiro no se marcan un ritmo mayor de 10-15 páginas diarias.
RV: Debería dedicarle muchas horas del día, ir rápida traduciendo, tomar decisiones, apuntar dudas o cuestiones para resolver cuando haga la revisión. Pero estoy segura que con la práctica sacaría mi estrategia personal.
VT: NS/NC
Diccionarios aparte, ¿qué herramientas crees que se convertirán en indispensables para realizar tu trabajo?
AG: Los foros de traducción online, otras novelas del mismo autor y mi grupo de amigos traductores, por supuesto.
CA: Un PC en condiciones, programas que exija el cliente, conexión a internet, un procesador de texto, estar asociado que siempre ayuda, un espacio de trabajo también en condiciones (silla, mesa, etc.), y demás enseres de oficina (papel, bolígrafos, impresora, etc.).
LC: Los foros de traductores e Internet en general, que multiplica la posibilidad de consultas.
NG: Seguramente los glosarios especializados y, sobre todo, otros libros del autor y de sus referentes.
RV: Ordenador, enciclopedias, libros de estilo, tesauros, Internet.
VT: PC, escritorio, silla cómoda e Internet, imprescindibles. Los programas ofimáticos también son básicos para escribir la propia traducción, glosarios… También algún programa como TRADOS, quizá.
Tarde o temprano tropezarás con una duda que no podrás resolver por ti solo. ¿A quién acudirías primero para solicitar ayuda: a la editorial, al autor, a otros colegas…?
AG: Si es posible, al autor, luego a otros colegas y finalmente a la editorial.
CA: Yo, personalmente, primero acudo al cliente, que lo sabrá mejor que cualquier otra persona. Creo que no siempre podemos acudir al autor, y no sé cuán dispuestos estarían los editores. Pedir ayuda a los colegas también es una gran opción, suelo usarla a menudo.
LC: Primero preguntaría a otros colegas, si no soluciono el problema intentaría contactar con el autor.
NG: Si el autor es accesible, sería el primero: al fin y al cabo, se trata de su obra y nadie la conoce mejor que él. Si es una duda de carácter lingüístico, a otros colegas.
RV: Primero al autor.
VT: Primero a otro colega, luego depende de la relación que tenga con el autor y la editorial. Si el autor se presta, consultaría con el autor y la editorial quedaría tercera en orden de preferencia, aunque sería extraño que la editorial me pudiera resolver algo que no pudiera resolver el propio autor.
¿Contemplarías la posibilidad de asociarte a alguna agrupación de traductores profesionales, como ASETRAD, ACEtt, etc.? En caso de que la respuesta sea afirmativa, ¿qué beneficios crees que te reportaría dicha asociación?
AG: Sí, de hecho ya me lo estoy planteando, creo que es importante mantenerse en contacto con todo lo relacionado con el ámbito de la traducción que más interese y con otros profesionales.
CA: Sí, de hecho estoy asociada a la Xarxa TIV. En este tipo de asociaciones se encuentra mucha ayuda entre compañeros de profesión, se accede a ofertas de trabajo y se obtienen muy buenos consejos.
LC: Sí. Creo que las asociaciones te permiten sentirte más arropado y estar más en contacto con otros profesionales en tu misma situación.
NG: Sí, es algo que tengo en mente hacer en cuanto pueda permitirme la cuota. Creo que hay muchas actividades de las que podemos sacar partido y que son necesarias cuando trabajamos por cuenta propia para no oxidarnos y seguir conociendo gente con otros puntos de vista dentro de la profesión.
RV: Sí, me aportaría información, ayuda específica, poder participar en cursos organizados por ellos…
VT: Sí, pues me podrían asesorar, poner en contacto más fácilmente con otros colegas de profesión y ayudan al traductor a no sentirse «solo ante el peligro».
Para terminar, un par de preguntas muy breves: ¿Crees que el título de licenciado en Traducción e Interpretación debería ofrecerte alguna ventaja frente a otros aspirantes a colaborar con la misma editorial?
AG: Un médico necesita la carrera para ejercer, ¿verdad? Creo que el intrusismo es uno de los grandes problemas a los que se enfrenta un traductor. Tengo presente que se trata de una carrera nueva y que el mero hecho de haber cursado cuatro años de universidad no crea por arte de magia a un buen traductor, pero creo que debería ser algo a tener en cuenta.
CA: Aunque sea una titulación muy joven y la carrera no garantice que seas un buen profesional (también se necesita práctica), creo que las nociones que uno aprende durante la carrera dan más pluses al currículum de un traductor. Hay traductores que no han cursado TeI, pero son grandes profesionales gracias a la práctica y los años de trabajo. Yo siempre insisto que los clientes deberían contactar con profesionales del sector, bien por la experiencia que han adquirido durante sus años de trabajo, bien por la formación que han recibido.
LC: Creo que sí, aunque cada caso es diferente y depende de la preparación que tenga la persona en cuestión. En cualquier caso, las editoriales deberían tener muy claro que conocer un idioma no es suficiente en absoluto para ser un buen traductor y tendrían que actuar en consecuencia.
NG: A pesar de haber elegido estudiar una carrera, nunca he creído que se pueda determinar la calidad de un traductor en el 100% de los casos en base a que tenga un título o no. Algunos de los traductores que más respeto y admiro no lo tienen. En este caso más todavía, teniendo en cuenta que, como he dicho antes, la traducción literaria no es un aspecto que se impulse desde las universidades ni que interese a muchos alumnos, desgraciadamente. Hoy en día, hay gente que se licencia con un desconocimiento preocupante de su propia lengua.
RV: Creo que sí. En general, en la carrera he aprendido a ser traductora; me refiero a saber en qué posición debería estar, cómo debo actuar, qué cosas debería hacer y qué no (aunque siempre haya opiniones muy diversas), he adquirido experiencia y muchos recursos. Otro aspirante puede tener grandes conocimientos de la lengua desde la que traduce, pero ¿conoce las obligaciones del traductor, etc.? Bien es cierto que al salir de la universidad nos damos cuenta de todo lo que nos queda por aprender, pero eso es lo apasionante de ser traductor: el constante aprendizaje es nuestro día a día.
VT: Debería, pero no sé si lo hará realmente. La mayoría de traductores literarios no tienen ningún título de TeI (más que nada porque cuando ellos estudiaban esta carrera aún no existía) y creo que pesa más la experiencia.
Ya te has licenciado. Y tienes trabajo. Ahora se te brinda la oportunidad de traducir al autor de tus sueños. ¿A quién elegirías?
AG: A J.K Rowling.
CA: Terry Pratchett (aunque en mi opinión es un autor complicado de traducir). Actualmente estoy enganchadísima a Juego de tronos. No diría que no a George R.R. Martin.
LC: A Isaac Asimov.
NG: ¡Hay tantos! Me costaría decidirme, pero la cosa anda entre George R.R. Martin y J.D. Salinger.
RV: Ryszard Kapuscinski, Stephen King, Patrick Rothfuss, Jerzy Maslowski… No tengo uno preferido.
VT: Idealmente, a H.P. Lovecraft, suponiendo que ya tenga mucha práctica, por supuesto.
Hasta aquí hemos llegado. Muchas gracias a todos por participar en esta encuesta, y mucha suerte con los estudios y el ingreso en el mercado laboral.
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