La saga de Iron Savior (y II)

Un saludo, amigos ondulatorios.

En primer lugar, me gustaría disculparme; últimamente han tenido lugar importantes acontecimientos en mi vida (ser padre, por ejemplo) que han obligado a nuestra oscilación particular a bajar un poco la frecuencia acostumbrada. Sin embargo, procuraré a partir de ahora que los artículos vuelvan a tomar una cadencia más regular.

En segundo lugar, “Onda Futura” regresa para recordaros que habíamos dejado a mitad, nunca mejor dicho, las andanzas de esa controvertida máquina voladora llamada Iron Savior. Me temo que aún le quedan a la pobre unas cuantas desventuras más a las que enfrentarse.

Hoy, por tanto, mientras aún sigo celebrando que Piet Sielck y sus muchachos hayan decidido lanzar un nuevo (y estupendo) disco al mercado llamado The Landing, me dispongo a realizar un viaje al pasado para continuar la crónica que comencé en la anterior entrega. Dos discos ansían revelarnos sus secretos: Dark Assault (2001) y Condition Red (2002). Con ellos daré por terminada la saga de Iron Savior, a no ser que la banda decida en un futuro reanudar sus peripecias, cosa que me encantaría.

Bien, pues agarraos fuerte y respirad hondo porque la aceleración no es del agrado del cuerpo humano…

Dark Assault

Cinco años han trascurrido desde el feliz encuentro entre terrestres y calderanos, gracias al cual lograron desterrar al Iron Savior al negro espacio y evitar una segura devastación. Por desgracia, pronto su recién forjada amistad será puesta a prueba: un enemigo poderoso y desconocido al que se denominará la Sombra, acecha en las proximidades del Sistema Solar. Surgiendo de la nada, sus naves llevan a cabo ataques relámpago que ocasionan innumerables destrozos y, lo que es peor, siembran el miedo en ambas civilizaciones. La fortuna y la habilidad de los calderanos propicia que, en una de esas escaramuzas casi indetectables, sus patrullas logren capturar uno de los artefactos asaltantes. Al registrarlo y ponerlo bajo análisis, hacen un impactante descubrimiento: los extranjeros son capaces de manipular el tiempo. Es imposible saber a ciencia cierta si provienen del pasado o del futuro, pero es un hecho. Como lo es, también, que tras la victoria moral y física de los calderanos, los ataques del enemigos cesan abruptamente.

Durante los próximos treinta años la convivencia entre terrestres y calderanos florece y ambos se empapan, en armonía, de la cultura del otro. Tras formar la Federación, el comercio y las comunicaciones entre ambos sistemas planetarios se multiplica y las dos civilizaciones alcanzan un entendimiento y desarrollo notables. El incidente anterior queda como una anécdota, cuando no cae directamente en el olvido, y se suceden décadas de paz y prosperidad.

No obstante, el enemigo oscuro no les ha apartado de su memoria. De repente, se abre un desgarrón gigante en el continuo espacio-tiempo y hordas de una especie sanguinaria penetran en los territorios de la Federación con claras intenciones. Aterrados, los defensores comprueban que la tecnología y el poderío militar de los atacantes son ahora muy superiores a los suyos; esto les pone en una situación verdaderamente comprometida. Descubren, también, que la brecha abierta no ha sido casual sino provocada por la ingeniería alienígena, de un modo demasiado eficiente como para pensar que es la primera vez. Es evidente que este es el medio de que se han servido, y se sirven, para conquistar, explotar y por último asolar mundos y civilizaciones. Vienen de otro universo, un universo donde solo ellos han quedado tras destruir el resto de formas de vida. Ahora necesitan ampliar horizontes en un nuevo entorno.

Muy lejos de allí, el Iron Savior prosigue su periplo solitario por las profundidades del espacio. Su CPU se encuentra en un estado de honda confusión, cercana a la locura. La bio-unidad continúa empeñada en recuperar el gobierno de la nave: un diálogo constante se mantiene entre sus diferentes componentes tratando de llegar a una conclusión. Finalmente, el programa que se obcecaba en negar la verdad termina por rendirse y la CPU consigue anular, y reformular, las arcaicas directrices de Atlantis. Consciente de una vez por todas de su fatal error, se dirige a toda velocidad a su planeta de origen, La Tierra.

En ella, la situación es desesperada. Las últimas fuerzas defensivas lanzadas hacia los asaltantes han sido borradas del mapa con facilidad, y la Sombra se apresta ya a lanzar el ataque definitivo. De forma providencial, el Iron Savior aparece en escena y en esta ocasión no alberga ninguna duda sobre la forma de proceder; viendo a sus amos en franco peligro, se abalanza sobre los extranjeros y les obliga a retroceder. La furia con la que lo hace parece humana: rabia y culpa se entremezclan para demostrar que no cometerá ningún fallo más. Las naves enemigas tratan entonces de escapar a través del desgarro espacio-temporal, pero las fuerzas de la Federación inhabilitan el ingenio que generaba la brecha y esta se cierra. La Sombra se ve obligada a quedarse y luchar, y es eliminada gracias a la acción combinada de los defensores y el Iron Savior.

Condition Red

En las postrimerías del siglo XXII, tiempo de La Tierra, nuevos rumores de un potente enemigo llegan a oídos de la Federación. En efecto, se han recibido informes de una gigantesca nave espacial que ha emprendido una insólita cruzada conquistando un buen número de planetas más allá de sus fronteras, mediante el control y manipulación metal de sus habitantes. Además de la gravedad de las noticias, varios mundos lejanos acusan a la Federación de ser los responsables de todo, pues asocian la idea del colosal artefacto al mítico Iron Savior.

No les da tiempo a los federados de sacarles de su error: el verdadero enemigo se presenta de improviso en el sistema calderano. Se trata del Protector y sus facultades de influjo mental resultan ser completamente ciertas: en cuestión de horas tiene a toda la población bajo su control. Calderia cae en un parpadeo sin ni siquiera ser capaz de oponerse.

Pero no todos se ven subyugados por el poder mental del Protector. Por alguna causa que por el momento no logran desentrañar, los terrestres que habían optado por permanecer en territorio calderano descubren que son inmunes al control psíquico. No tardan en llegar a la conclusión de que esta inmunidad no puede ser fortuita y asumen que debe de haber alguna conexión con La Tierra y/o su pasado.

El misterio acaba cuando el Protector revela su auténtica naturaleza. Tras el diseño del taimado aparato se halla CulDranoc, el creador del Iron Savior. Cuando la Alianza y Atlantis se enfrentaban a la perspectiva de una guerra nuclear que les llevaría a la extinción, huyó al espacio como muchos otros. Junto con sus seguidores, se estableció en un planeta distante donde inició la construcción de una nueva nave espacial, sin un Consejo del Atlantis que interfiriese en su trabajo. Se fusionó con su propia máquina e impuso su control sobre ella.

No obstante, algo le había sucedido a CulDranoc en su huida. La radiación le había afectado como al resto de sus acompañantes, mas no de la misma manera. Algunos murieron, otros apenas sintieron las consecuencias… y él experimentó un cambio en su código genético que le concedió el don de la manipulación mental.

Por fortuna, CulDranoc ignoraba que esa misma radiación había vuelto inmunes a sus habilidades a los descendientes de los habitantes de Atlantis, y que dicha inmunidad se había transmitido generación tras generación. Por ello, cuando en La Tierra se tuvo conocimiento de lo que estaba pasando en Calderia mediante su contacto con los terrestres que allí residían, se fraguó rápidamente un plan de ataque. Un contingente bélico devastador, encabezado por el Iron Savior, se dirigió al sistema calderano con una única consigna: aniquilar al traidor de Atlantis. Este no tuvo ninguna oportunidad, y con su fin llegó también el de la dictadura mental que había impuesto sobre todos los mundos conquistados.

Y aquí acaba, amigos, mi crónica sobre las aventuras del Iron Savior. Para ser honesto, hay que decir que la historia sigue un poco más; de forma discontinua, eso sí. Al final de Condition Red se habla de un nuevo dispositivo de exploración llamado Thunderbird equipado con un módulo TDD que permite saltos interestelares, y en Battering Ram, pese a no estar vinculado de manera directa con la saga, se describe un mundo de máquinas (Machine World) que también formaría parte del mismo escenario. No obstante, considero estos episodios demasiado marginales (que no faltos de interés) para incluirlos aquí como elementos de pleno derecho de la saga.

Espero que la lectura os haya resultado interesante y, como siempre, os animo a que le deis una escucha a los discos de la banda. Los disfrutaréis, seguro.

3 comments

  1. sos un maestro chabon ,gracias por el esfuerzo pero por mi parte solo escuche los dos primeros jeje :P
    y a decir verdad creo que es una historia que me hace acordar mucho al eternauta ,no se porque…

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