Dijo Steven Spielberg en una reciente entrevista que su relación con Terra Nova no pasa de testimonial, que él se limita a poner su nombre y que a cambio recibe alguna carta o llamada telefónica cada cierto tiempo. Asegura que ni siquiera se pasa por el estudio de rodaje. Si esto es cierto, hay que felicitar a los auténticos responsables de llevar la serie adelante, porque el proyecto ha sabido imitar con cierta pericia, ya desde el principio, el estilo y las constantes del mítico director. Jason O’Mara, uno de esos secundarios itinerantes que tanto abundan en la televisión norteamericana, y ahora protagonista de esta serie, afirma que “Terra Nova tiene el sello Spielberg”. La factura, desde luego, es similar. Sin embargo, debido seguramente a la ausencia del gran patrón, el producto se presenta ante el espectador como un sucedáneo jurásico algo descafeinado.
Sin el pulso del afamado director, en ausencia de los tonos oscuros con los que éste suele rebajar la presencia infantil en sus historias, Terra Nova resulta excesivamente blanda para el espectador adulto. Sin embargo, es un excelente producto de entretenimiento para edades más tempranas. Quizás no estuviera en el plan inicial de los responsables (el guión del lujoso episodio piloto de 20 millones de dólares fue transformado por un sinfín de manos), pero lo cierto es que la primera temporada de la serie ha conducido su marcha por terrenos más afines al consumidor de productos Disney que al espectador global del blockbuster palomitero. Para su disfrute es necesario situarse en un nivel de exigencia adecuado, abordar cada capítulo con el mismo espíritu con el que uno comparte con sus hijos una película enmarcada en la categoría familiar.
Branonn Braga, guionista y productor de series como 24 y Flash Forward, así como de diversas encarnaciones de la franquicia Star Trek, es uno de los máximos responsables de Terra Nova. Él la define como una aventura familiar, y en esencia es exactamente eso. La serie presenta puntos en común con un clásico cinematográfico de aventuras realizado en 1960 y que en España se tituló Los robinsones de los mares del sur. Si cambiamos la remota isla desierta por el período Cretácico, el espíritu de esta aventura es el mismo. La familia Shannon, a diferencia de los Robinson, convive con los habitantes de una comunidad aislada, pero como aquellos, habrá de defenderse de una naturaleza salvaje y del peligro que representa otro grupo de humanos. La improbable fauna isleña que aparece en la película de la Disney pasa a ser la propia de la era Mesozoica, aunque sin mucho rigor, a medias real a medias inventada. Como si de piratas se tratara, un grupo denominado los Sextos incordian el bienestar de la pequeña aldea futurista, y aunque los Shannon no huyen del Imperio Napoleónico, sí lo hacen de un presente, el del 2149, en el que los recursos escasean.
Aunque el entorno prehistórico dicta que haya grandes aventuras, el peso de la serie recae en la crónica familiar y en los distintos roles que interpreta cada uno de sus miembros. La familia es, sin duda, el núcleo de todo lo que ocurre en Terra Nova, incluso más allá de los Shannon. Los padres (Jim y Elisabeth) y sus tres hijos (Maddy, Josh y Zoe) cargan con el protagonismo, pero tanto los secundarios como las subtramas que se suceden a lo largo de la temporada guardan también una relación directa con el entorno familiar. El villano principal es el hijo del héroe (Nathaniel Taylor), y su rebelión nace del resentimiento por la muerte de su madre. El infiltrado traidor (siempre hay uno) se ve forzado a serlo debido a que su madre, enferma, es prisionera de los Sextos, poseedores de la medicina que la mantiene con vida. La intrépida Mira, líder de los renegados, se ha visto obligada a formar parte de ellos para salvaguardar el bienestar de su hija, retenida en la Tierra futura. El remate a este despliegue familiar lo pone la mascota de la pequeña Zoe, una cría de dinosaurio que tras varios capítulos es devuelta a su enorme madre en una tierna escena.
Aunque hay trazas de un mensaje ecologísta, Terra Nova no se vuelca en él, no hay sermón alguno. El mundo del siglo XXII está en las últimas, ha sido esquilmado hasta las heces, y el pasado remoto se ofrece como una nueva oportunidad para los seres humanos. Y para los esquilmadores, claro. Si bien la moraleja es inevitable, en ningún momento se hace hincapié en el tema, es más un punto de partida desde el que contar la consabida historia de nuevos comienzos, una suerte de borrado y cuenta nueva. La serie apunta hacia la creación de una mitología propia, pero poco se ha podido ver en una primera temporada en la que la dependencia de la tecnología previa por parte de los personajes es remarcable. Aún así, una muestra de esa intención se pudo ver en el noveno capítulo, en la representación teatral que en la Fiesta de la Cosecha conmemora la primera llegada al nuevo mundo, precisamente la del gran patriarca, el comandante Taylor, y que supone el minuto cero de la regenerada Historia.
En cuanto al tono moral, Terra Nova es una serie maniquea, con buenos y malos inequívocos. El personaje más carismático es el que interpreta el veterano Stephen Lang. Aunque aparenta cierta oscuridad en los primeros capítulos, el comandante Taylor se destapa en los últimos como un héroe ejemplar, un tipo duro pero bondadoso que intenta mantener la pureza del nuevo mundo, aunque eso suponga morir o tener que matar a su propio hijo, el malo de la historia. Tanto los miembros de la familia como sus amigos (especialmente la bella Skye) carecen de claroscuros, y sólo los errores adolescentes o las circunstancias perturban su natural proceder bondadoso. Entre la limpieza moral de los personajes y la poca peligrosidad de los dinosaurios, más escasos de lo que al espectador le gustaría, la serie es un remanso de placidez tensional, lo que le confiere un carácter ideal para los públicos más jóvenes.
En definitiva, Terra Nova es un viaje al pasado, un producto anacrónico cuya esencia guarda paralelismo con el elemento temporal de su argumento. En ella no encontrarán individuos rarunos, sociópatas extremadamente inteligentes, asesinos en serie bondadosos ni enfermos terminales metidos a camellos. Su narrativa es lineal, ajena a esa deconstrucción narrativa con la que Lost infectó al resto de las series televisivas. No hay cierre musical, no hay tonos grises, ni tampoco complejidad argumental. Sólo hay aventuras a la antigua, buenos, malos y valores familiares intemporales. Una serie propia de otra década, naíf para lo que se estila en los últimos años, pero perfecta para quien quiere desconectar y pasar un rato entretenido sin tensiones ni cavilaciones. Sin complejidades, tan inmaculada pero sugerente como lo eran aquellas series de los 70, Terra Nova es un producto ideal para compartir con los hijos. Un entretenimento sin compromisos.
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Santiago L. Moreno es responsable de Literatura en los talones, un blog dedicado especialmente a la crítica literaria, en su mayor parte de ciencia ficción.
Pufff… es para críos de 10 años, la verdad. Solo he visto los tres primeros capítulos y vale, no es la serie más mala que uno haya visto. Pero espero que le den un giro de misterio porque detallines como la mamá operando un huevo para que su hijo tenga de mascota un perrosalachichasaurius me mata….
A mi me pasó en el piloto. En cuanto llegué al momento maravilloso de la niña dándole de comer una hojita de superhelecho al gigantosaurus, desconecté. Independientemente de su calidad, no es para mi.
De todas formas, es curioso cómo su formato recuerda al de las series españolas actuales, con sus protagonistas niños-adolescentes-adultosdediversasedades. Un multitarget de libro que rompe con lo que suelen ser las grandes series estadounidenses que nos llegan.
La ves en plan pasarratos, gana enteros si la comparas con Falling Skies, y bueno, es una serie de una tontería suprema, pero por lo menos entretiene. Tampoco es que la vaya a echar en falta si no la renuevan.
Lo de Falling Skies no tiene nombre. La serie más pobre de los últimos años.
Otra serie al limbo.
http://insidetv.ew.com/2012/03/05/terra-nova-cancelled/
Vaya, justo ahora iba a comentar lo de la cancelación, pero te me has adelantado. Si por lo menos hubiera llegado a haber tomate entre Josh y Skye…
O entre… no, mejor vamos a dejarlo.