Joel Stein escribe (y provoca) en The New York Times sobre por qué los adultos no deberían leer literatura juvenil, utilizando como ejemplo Los juegos del hambre.
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Joel Stein escribe (y provoca) en The New York Times sobre por qué los adultos no deberían leer literatura juvenil, utilizando como ejemplo Los juegos del hambre.
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Ya, y pone como ejemplo a Pynchon y a Foster Wallace, a los pobres, en un patético intento de establecer un canon de adultez.
Ahora, dicho esto ¿por qué triunfa «Los juegos del hambre»? La literatura juvenil, leída por adultos, tiene exactamente la misma virtud que un technothriller: su público objetivo disfruta leyéndolo, y luego puede descartarlo mirándolo encima del hombro. «Pese a ser para chicas, no está mal». «Aunque es literatura juvenil, es muy entretenida». Y volvemos a los viejos prejuicios y demás.
Vaya artículo más idiota. Ni siquiera se molesta en argumentar su posición, sencillamente da su opinión por sentado y usa unos cuantos ad hominem sibilinos para intentar capear su vergonzosa lacra de argumentos. El resultado es un texto tan snob y arrogante que pensaría que es una parodia del intelectualismo mal entendido si no fuera porque sé de buena tinta como las gastan los insufribles críticos literarios del NY Times. Pensar que pagan a este tipo por un contenido con el nivel discursivo de un desvarío internauta me pone de mala hostia.
Yo si creo que como adulto deberia leer mas libros de adulto, noto queme falta eso en la dieta que llevo de lecturas. El problema es que casi todos los que me recomiendan los críticos me resultan un coñazo insufrible.
Y es «mas», no dejar de leer lo que leo. Porque soy adulto, y francamente, leo lo que me da la santisima gana, don crítico.
Oiga, Latro, que en la sección de adultos de la fnac hay mucha cosa ¿eh? No sólo está Dulce Chacón y libros de Pedro Jota…
No, si yo hablo de alta literatura. Hay cosas que las leo y puedo decir si, vale, aqui hay mucho merito artistístico, pero yo ya estoy bastante depresivo como para meterme esto en vena.
A mí también me produce vergüenza ajena ver a un adulto leyendo las obras que cita, pero no porque estén orientadas a un público juvenil, sino porque considero que un adulto debería tener el criterio del que el niño carece, sin el cual es comprensible que pueda perder su tiempo con según qué. Por eso mismo tengo la misma sensación si veo a una persona mayor leyendo la mayoría de lo que se produce hoy para el público adulto, porque resulta que lo que dice este hombre es aplicable en su totalidad a la llamada literatura contemporánea para adultos. Estoy seguro que literatura infantil, como la que produjo Lewis Carroll, tiene mucho más de lo que se puede aprender y más complejidad lingüística que cualquiera de las novelas para adultos que ha ha sido reseñada en The New York Times en los últimos cincuenta años, por ejemplo.
Latro ¿qué es alta literatura para ti? ¿Metemos a Rodrigo Fresán en alta literatura? ¿Al citado Pynchon? ¿En el mismo saco que Dickens y, por ejemplo, Michel Faber?