Me vengo preguntando hace mucho tiempo, casi desde que pude ver ciertas películas en el cine -es decir, en cuanto me dejaron entrar por la edad-, por qué Paul Naschy tiene ese predicamento en el mundo del terror fílmico. Legiones de fans, o al menos eso se dice, forman clubs en todo el mundo para rendir culto a este actor que, ciertamente, ha protagonizado un sinfín de títulos, en su mayor parte anclados en el género del terror. Su personaje mas famoso, Waldemar Daninsky, y su encarnación de hombre lobo, ha sido recurrente en mas de una quincena de estas películas.
No me alcanza la imaginación para ver lo que otros ven de magnífico, o al menos destacable, en la filmografía de este hombre. Su popularidad deriva, indiscutiblemente, de sus papeles dentro del mundo del terror; si, es el hombre lobo español, si ha hecho cien películas, pero… ¿y qué? ¿Son películas para recordar? ¿Son actuaciones memorables? Naturalmente, y siempre en mi opinión, no son nada de eso. No se entiende como una serie de films las mas de las veces absolutamente delirantes y patéticos, con guiones pensados a vuelapluma y sin mayor coherencia, efectos especiales de andar por casa, maquillajes que abochornarían a muchas chirigotas del carnaval, y unas actuaciones que, siendo benévolos, podríamos decir que son de función de teatro de aficionados, y no muy avezados, pueden generar esas filias tan acentuadas.
Que en la década de los 70 estas películas tuvieran éxito relativo no es de extrañar. Los directores y los productores, viendo el filón, se dedicaron a acentuar el componente erótico y sexual en este tipo de producciones. El destape llegó al terror y allí hizo un hueco en el ecosistema, de manera que si la película pertenecía al género, el mostrar "teta" era una condición sine qua non para que se pudiera filmar la película. Muchos de los espectadores eran asiduos al género "destape" mas que al terrorífico.
Pero el caso que nos ocupa se refiere a un personaje que, desde mi perspectiva, es un actor muy limitado. Ni su físico, ni su capacidad de interpretación le proporcionan los suficientes recursos para destacar en sus películas. La mayoría de las veces el registro de sus personajes es muy plano, con expresiones faciales inamovibles independientemente de las situaciones, y eso sin estar maquillado de hombre lobo. Por lo que le he escuchado, me parece una persona excesivamente pagada de si misma, con tendencia a maximizar sus logros y que tiene un concepto de su labor y papel en el mundo audiovisual sobreestimado. El tener un concepto excelente de uno mismo es bueno, aunque vivir al margen de la realidad ya no lo es tanto.
Naschy no ha contribuido a crear buenas películas ni participado en ellas, salvo las excepciones que comenté antes, por lo que parece exagerada su autopromoción y autobombo. En sus tiempos creó un personaje, que por otra parte ya existía con lo que no entiendo cual es la novedad o aportación, que le ha reportado cierta, incomprensible, fama. Ese escaso bagaje parece que le ha sido suficiente para mantenerse en el candelero durante 30 años. No está mal para un actor que no despunta excesivamente en su profesión y cuando lo hace es al margen del género.
¿Paul Naschy es entonces un bluff? Desde mi punto de vista diría que sí. He disfrutado mucho, y me he divertido, con sus películas, pero es de recibo el reconocer que su calidad general es muy escasa y que son productos de serie B o más lejanos, incluso, en el abecedario. Sin embargo la movida entorno a su figura es impresionante y traspasa nuestras fronteras, internacionalizándose en muchos países. Será que yo no lo entiendo, que no se apreciar cualidades ocultas en sus obras. Será eso, seguro.
Otro día hablaremos de Jess Franco y sus innombrables e innumerables películas.
No puedo estar más de acuerdo con lo que comentas. Sin duda la popularidad y posterior ascenso a «mito» de Naschy viene por motivos puramente coyunturales, históricos, podríamos decir.
Como actor es, siendo generosos, limitado y como director me parece fundamentalmente mediocre, sin la menor duda.
Y espero con cierta ansia, lo confieso, ese artículo sobre Franco, otro caso «mitificación incomprensible».
Pues a mi Vampiros Lesbos me gusta muchísimo. Espero que cuando se escriba el de Jess Franco se diga bien claro: «excepción a lo dicho es Vampiros Lesbos, que sólo por la música es una pasada».
Lo de Naschy es como la música de los 80′: puro fenómeno revival. A mucha gente le gusta hoy ver sus pelis igual que escuchar a Depeche Mode o leer al Jabato porque es lo que mamó de pequeña y le mola recordar los «viejos tiempos». Y no les hables de calidad, porque no van buscando eso.
A ver, yo crecí viendo pelis de Naschy (y de chinos que de daban de bofetadas en cuanto se veían, y de tarzanes a cual más insulso, y de westerns rodados en Almería y de muchas otras cosas). Y comprendo el factor nostalgia.
Pero cuando vuelves a ver esas cosas de adulto… por mucha nostalgia que haya encima, se te hacen insufribles, mal rodadas, plomizas e inconsistentes a los pocos minutos. Y si te dedicas a la crítica cinematográfica deberías ser capaz de tomar la suficiente distancia con tu nostalgia para verlo.
Naschy puede tener un interés… «histórico», por llamarlo de algún modo. Pero el interés cinematográfico de su obra es nulo, por mucha nostalgia que le eches encima. Sus películas son malas y aburridas y ni siquiera invitan al cachondeo de otras películas igualmente malas que, cuando las ves con los colegas y unas cervezas delante, te hacen pasar un buen rato de puro ridículas.
Rudy, si razonas el factor nostalgia es que no lo comprendes. O mejor dicho: es que no lo compartes. El que se emociona hoy con Naschy, por cutre que sea la película, no es por Naschy sino por los recuerdos que le trae de esa época (que además no suelen tener nada que ver ni con Naschy ni con la película).
Puede que tengas razón, no digo que no.
Me ha pasado a menudo con cosas que me gustaron en la niñez, películas, por ejemplo, de las que guardaba un recuerdo entrañable y maravilloso que, al volver a verlas de adulto, se me han caído de las manos y no he podido comprender cómo me gustaron. (Pienso por ejemplo en las películas de «Trinidad» de Terence Hill y Bud Spencer, que al volver a verlas de adulto no fui capaz de tragármelas).
En otros casos, sin embargo, eso no ha pasado. Y al volver a ver ciertas cosas, siguen funcionándome. No como la primera vez, ciertamente.
Así que quizá el problema sea ése, que no soy un tipo a quien la nostalgia influya de un modo determinante. Quizá.
En cualquier caso, el problema no es cómo nos afecte a cada uno como «espectadores privados», por así decir. El problema es cuando un crítico, alguien que se gana la vida analizando y estudiando un género cinematográfico, por ejemplo, y a quien se le presupone una actitud profesional ante su tarea no sólo es incapaz de huir de sus nostalgias, sino que trata de convertirlas en algo objetivo.
Amigo Alfonso, qué acertado es tu comentario.
Comparto contigo la sorpresa ante las alabanzas hacia el trabajo de Molina que he escuchado a lo largo de los últimos años.
Los frikis, en el peor sentido de la palabra, siempre ávidos de encontrar productos cuestionables a los cuales ensalzar para sentirse así originales, especiales, y en posesión de un conocimiento y una sensibilidad que que les diferencien del común de los mortales, han convertido la obra del señor Naschy en un nuevo valor a reivindicar.
Basta con ver cualquiera de sus películas para comprobar hasta qué punto se equivocan.
Pero, desde mi punto, lo más triste de todo esto, no es la actitud de sus fans, si no la del propio Naschy, que, crecido por las opiniones de esos frikis, ha llegando a creerse realmente algo así como un «auteur», y aprovecha cualquier foro público para quejarse de lo poco que se le valora en su país, y exagerar el reconocimiento que obtiene en otros países, como Japón.
Señor Molina, por favor, enchúfese unas dosis de realismo: Van Gogh fue un artista incomprendido; usted es algo muy distinto.
Saludos a todos.