Rodolfo Martínez ha decidido autoeditarse su nueva novela, El adepto de la Reina. ¿Experimento, comienzo de una tendencia, apuesta en firme…? En esta entrevista nos explica sus razones, informa sobre este nuevo título y hace un breve balance de su carrera.
¿Qué motiva el nacimiento de Sportula?
Es una idea que ha ido surgiendo poco a poco y cuyo germen puedo situar hace un par de años, aproximadamente, mientras le daba vueltas a la idea de cómo podía hacer que mis antiguas novelas de los años noventa estuvieran al alcance del público de nuevo.
Tenía claro que a un editor profesional no le iban a interesar demasiado: las ventas no serían suficientes para justificar la inversión, casi con toda seguridad. Al mismo tiempo, sabía que había interés entre las últimas generaciones de aficionados, que no habían podido acceder a esas obras. En el pasado eso habría sido un problema insoluble. Con la tecnología actual, sin embargo, con la impresión digital bajo demanda, podía haber una solución económicamente viable y que, además, me permitía mantener esas obras en el mercado de modo que nunca estuvieran agotadas ni saldadas.
Hace tiempo que me di cuenta de que mis libros nunca se venden en grandes cantidades, tomados por ejemplo anualmente, pero al mismo tiempo nunca dejan de venderse, mientras estén disponibles. Lo que los anglosajones llaman long-seller, más o menos.
En un momento en que la tendencia es la obtención de beneficios rápidos y donde la idea de “fondo editorial” parece estar desapareciendo del panorama, ese tipo de ventas no es quizá rentable para un editor. Para mí, como escritor, es sin embargo estimulante, en cierto modo.
Así que a lo largo del último año he estado jugando con esa idea: crear un sello que me permitiera ofrecer a los lectores mis novelas más antiguas y, a través de una imprenta digital que trabajase bajo demanda, poner esas obras en el mercado. Con la ventaja evidente de que estarían siempre en el mercado. No hay stock, no se agota la tirada, no existen los saldos. El libro puede vender mucho o poco, pero siempre estará ahí, disponible para quien lo quiera. Luego, la idea dio un vuelco. ¿Por qué limitarse a las reediciones?, me dije.
En los últimos tiempos, la situación editorial estaba cambiando de un modo que hacía que editores que antes eran receptivos a cierto tipo de novelas ahora estaban volcando su interés hacia otras. Dejaban de ser receptivos a libros demasiado “de género” y preferían obras con las que pudieran superar el mercado para aficionados puros y duros e interesar también al lector general. Comprendo esa política, por supuesto, pero tenía la consecuencia directa de que a una parte de mi obra empezaba a serle difícil encontrar editor. Novelas en la línea de Los sicarios del Cielo o El abismo en el espejo no tenían problemas para ser editadas. Podían tardar más o menos, pero encontrar quien quisiera publicar algo en esa línea era factible. Sin embargo, ¿qué iba a hacer con una novela del estilo de El sueño del Rey Rojo, por ejemplo, dónde iba a poder colocarla?
La salida que me quedaba era dejar de escribir ese tipo de novelas. Bueno, siendo realistas, ésa no era ninguna salida. En los treinta y dos años que llevo escribiendo he escrito siempre lo que me apetecía y como me apetecía y el hecho de que resultara comercialmente viable o no, nunca fue un factor. Y no creo que cambie de modo de ver las cosas a estas alturas de mi vida. Así que, replanteando el asunto, la salida que tenía era ofrecer ese tipo de obras a los pequeños editores semi-profesionales salidos del fandom, claro. Pero, ¿era eso una salida? ¿Era la única? ¿Sería factible publicar y distribuir yo mismo y lograr unos resultados, como mínimo, similares a los que conseguiría publicando con un pequeño editor semi-profesional?
La respuesta que me di a esas preguntas fue “no”, “no” y “tal vez”. Y, cuando terminé El adepto de la Reina comprendí que era una novela perfecta para ver si lo que pensaba podía funcionar. A partir de ahí, el resto del proceso fue cuestión de trabajo. Trabajo en la propia novela hasta dejarla en condiciones de ser publicada. Trabajo buscando, comparando y analizando las distintas opciones de impresión digital bajo demanda que tenía a mi alcance. Iba a añadir que trabajo, también, buscando un ilustrador para la portada. Pero, en realidad, tuve claro desde el primer momento que quería a Alejandro Terán para eso. Por suerte, no sólo accedió a lo que le proponía, sino que se entusiasmó enseguida y se involucró en el proceso mucho más de lo que esperaba; entre otras cosas, diseñando toda la cubierta en lugar de limitarse a proporcionarme una ilustración que yo pudiera usar.
¿Son tus planes para el futuro emplear este tipo de distribución y edición, o se trata de una experiencia puntual?
Como he explicado, Sportula ha nacido, por un lado, como sello bajo el que editar aquella parte de mi trabajo que, por sus características intrínsecas, es difícil de vender al lector no aficionado al género fantástico. Y, por el otro, como un modo de hacer que mis novelas más antiguas sigan en el mercado, tengan vigencia comercial y estén disponibles para quien quiera acercarse a ellas.
Creo que funcionará. Lógicamente, de no creerlo, no me habría metido en este berenjenal. Cuánto y con qué alcance, sólo puedo saberlo con el tiempo.
Sí que hay un elemento que, en estos momentos, puede hacer que cambien algunas de las características de este experimento. Me decidí por el servicio de edición de Amazon por varios motivos. Uno era que el cambio de dólar a euro me permitía ofrecer precios muy competitivos. El otro, obviamente, que el libro estaría disponible a través de Amazon y de sus webs relacionadas.
Es esa parte la que me interesa especialmente en estos momentos. Una de las grandes barreras que los escritores españoles de género fantástico hemos tenido siempre para llegar a uno de nuestros mercados “naturales” ha sido económica. Hablo de Latinoamérica, claro, y del hecho de que los costes de hacer que nuestros libros crucen el charco los acaba volviendo demasiado caros para los lectores de allá. ¿Puede Amazon ser una solución a eso? ¿Las ventas a través de Amazon serán significativas, lo bastante para justificar el usar sus servicios? De la respuesta esas preguntas depende el modo en que Sportula vaya evolucionando. Como veis, en estos momentos todo está en el aire. Esto es un experimento, una apuesta, como he dicho. Y funcionará o no, cambiará o permanecerá igual, según cómo vaya funcionando.
¿Qué puedes adelantarnos de El adepto de la reina?
Como buena parte de mis novelas, nació un poco por casualidad.
A finales de julio del año pasado me había embarcado en la lectura de una trilogía de fantasía épica. Por esa misma época estaba volviendo a ver 24, la serie de Kiefer Sutherland. De algún modo, ambas cosas colisionaron en mi mente y empecé a barajar la idea de escribir “una de espías” en un entorno de fantasía épica y, de paso, de hacer una especie de versión realista, realista desde su psicología, de un personaje estilo James Bond.
Empecé a escribir llevado por ese impulso. Me detuve unos días y traté de averiguar adónde podía llevarme lo que había escrito y, a partir de ahí, la historia fue creciendo y tomando forma. Soy un escritor de brújula, más que de mapa, lo que implica que a menudo voy descubriendo lo que pasa y quién está involucrado en ello casi a la vez que lo escribo. El mundo ficticio donde se desarrolla la novela (una amalgama de tiempos y lugares que a veces parece el siglo XIX, otras la Grecia clásica, otras el Renacimiento o una Edad Media tardía) fue creciendo a medida que escribía la novela. Y no tardé en comprender que era un escenario con muchas posibilidades, demasiadas para una sola novela.
¿Es el nacimiento de un nuevo escenario para tus obras, bebe de Drímar…?
Bueno, como acabo de decir, el escenario en que se desarrolla El adepto de la Reina da para bastante más de una novela. Y el personaje central alrededor del que gira la historia, también. Ambos fueron creciendo a medida que escribía, fueron llenándose de huecos, esquinas y zonas sombrías cada vez más interesantes y, a medida que iba respondiendo narrativamente las preguntas que todo esto me planteaba, me daba cuenta de que surgían otras nuevas.
En estos momentos podríamos decir que estoy todavía definiendo Érvinder, que es como he llamado a este mundo. Tengo una idea general de su historia y una bastante clara de su geografía (es curioso cómo crear un mapa para saber por dónde te mueves acaba sugiriendo historias con las que no contabas) y espero ir concretando buena parte de eso en siguientes entregas.
De hecho, ahora mismo estoy trabajando en lo que sería la segunda novela del ciclo, ambientada en lo que, más o menos, viene a ser el equivalente a Japón en ese mundo.
Y no, no hay relación alguna con Drímar. Para mí, narrativamente hablando, Drímar es un escenario cerrado. Ya conté en su momento todo lo que quería contar sobre él. Cierto que parte de eso está aún inédito, pero si este experimento funciona, una de mis ideas es reeditar lo que en su momento escribí sobre Drímar y, al final, sacar a la luz el último fragmento de su historia, escrito hace casi ocho años pero aún inédito.
¿Tienes planes para continuar con las novelas holmesianas?
A corto plazo, rotundamente no. A medio plazo, quién sabe. En mis cuatro novelas holmesianas he tocado distintos aspectos del detective en distintos momentos de su vida y, creo, he dicho casi todo lo que me apetecía decir sobre él. Cierto que en algún momento he manifestado que me gustaría volver a la fórmula del cuento y preparar un libro de relatos holmesianos. Es una idea que me gusta y me resulta interesante, pero no sé cuándo ni cómo cristalizará. O si lo hará, tan siquiera. El cosmos ficticio que fui creando con estas novelas, por otra parte, aún me sigue interesando y no es descabellado pensar que volveré a usarlo. Pero, seguramente, Holmes esté ya ausente.
Como escritor que mantiene un estrecho contacto como el fandom, ¿cómo valoras su situación actual, sigue siendo un nicho de desarrollo para una carrera literaria?
Más que mantener un “estrecho contacto” con el fandom, soy fandom. Sería muy hipócrita por mi parte negar eso a la vista buena parte de mis actividades públicas, y especialmente en un momento en el que acabo de volver de un fin de semana dedicado casi íntegramente a un rol en vivo de trasfondo space opera.
Al mismo tiempo, en los últimos años sí que me he distanciado un poco como “fandom activo”, por así decirlo. No estoy tan al tanto como solía estarlo de lo que se cuece o se deja de cocer, de los nuevos autores que aparecen y seguro que me pierdo muchas de las iniciativas que van saliendo. De hecho, me he perdido las dos últimas HispaCones, aunque sí que iré a la de este año.
Respondiendo a la pregunta: bueno, cualquier cosa puede ser un nicho de desarrollo para una carrera literaria. Así que, ¿por qué no va a serlo el fandom? Como todo, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, que han sido discutidas y analizadas hasta la saciedad y en las que no voy a entrar ahora. Pero sí, puede ser un entorno que favorezca la aparición de escritores. De buenos escritores. Y también de los malos. Tiene peligros evidentes, pero también estímulos importantes. Y tiene el problema obvio de la endogamia. Un problema difícil de resolver como colectivo. A nivel individual, ya es cosa de cada escritor, de sus aspiraciones y su capacidad, resolver si está contento y satisfecho con escribir para amiguetes (y en ocasiones, para “enemiguetes”) o tiene otras ambiciones. Ninguna de las dos opciones es mala de por sí, en tanto uno sea consciente de lo que hace y por qué y, sobre todo, no culpe a los demás de las consecuencias de las decisiones que él mismo ha tomado o los caminos que ha querido seguir.
Con una obra ya nutrida en tu haber, ¿cuáles son los libros de los que te sientes más satisfecho, los que darías a un posible lector que recién llegue a tu trabajo?
Si intento mirar lo que he escrito con un poco de perspectiva (difícil, si es que no es imposible) las novelas que considero literariamente más satisfactorias son la segunda y la cuarta de Holmes (Las huellas del poeta y El heredero de Nadie) y El sueño del Rey Rojo. Creo que son las más sólidas, las más ambiciosas y en las que mejores resultados he obtenido, en el sentido de que la diferencia entre el resultado y las intenciones originales es mínima. Para un lector que nunca haya leído nada mío y quiera acercarse a mi obra… si es aficionado a la ciencia ficción le recomendaría El sueño del Rey Rojo. A un lector más generalista, le recomendaría Sherlock Holmes y la sabiduría de los muertos (la primera del ciclo, y si luego quiere seguir, por mí estupendo) o El abismo en el espejo.
Me parece un paso la mar de interesante y vanguardista. Buscar una relación directa con el lector. Nada, felicitarle y suerte. Así, sin saber de que va la copla. Lo que me parece más complicado es lo de gestionarlo por Amazon, ¿no sería más sencillo tirar de 15 en 15, guardarlos en el garaje?
Ya me he leído el adelanto, tiene superbuena pinta.
Me parece una iniciativa no sólo interesante sino quizá la solución para mantener siempre disponible el fondo de un autor con independencia de los altibajos del mercado o que le moles o no a un editor. Me gustaría saber un poco más cómo se gestiona algo así, qué tipo de hoja de ruta hay que seguir, etc. ¿Podriais aportar algún detalle al respecto?
Por cierto, ¿qué significa Sportula?
Hombre, Amazon se limita, digamos a poner el libro a la venta, tanto en su web principal (www.amazon.com) como en otra media docena de webs que, o son parte de su conglomerado, o tienen algún acuerdo con ellos. Cuando alguien entra en amazon y compra el libro, ellos lo imprimen y lo envían.
Como ves, complicación, ninguna. El mismo proceso que si tratase directamente con una imprenta digital y fuera encargándoles ejemplares a medida que voy recibiendo pedidos. La ventaja, de hecho, es que no tengo que molestarme en hacerlo: ellos gestionan esa parte.
Cuando digo que Amazon se limita a poner el libro a la venta, hablo de la opción que he elegido, donde el trabajo de diseño, corrección y maquetación corre por mi cuenta. Hay otras, donde Amazon maqueta el libro, diseña la portada, busca un portadista, incluso hace revisión de estilo (en inglés, claro) y muchas más opciones. Todas ellas, obviamente, previo pago.
Sportula significa en latín «deportito» o «jueguito» o «juego de andar por casa». Viene de una parte Claudio el dios y su esposa Mesalina donde Claudio comenta que, siendo emperador, a veces le apetecía organizar unos juegos sin ningún motivo especial, simplemente porque hacía un buen día. Como tenía que improvisarlo y conformarse con lo que hubiera los llamaba «sportula».
El por qué elegí ese nombre se remonta más de veinte años atrás. E iba a ser el nombre de una empresa de desarrollo de software que nunca llegó a crearse.
Pero eso ya es otra historia…
Respecto a todo el proceso, desde que tuve la idea de editar por mi cuenta hasta la elección de Amazon, la forma de ponerme en contacto con ellos y todo lo que pasó hasta que el libro estuvo listo… quizá escriba sobre ello en detalle algún día.
No sé hasta qué punto puede ser una experiencia valiosa o trivial, pero no me importará compartirla.
Me parece una experiencia de los más interesante, Rudy. Ojalá puedas compartirla con nosotros, aquí o en tu blog.
La small-press empieza a utilizar esta fórmula de print-on-demand, que es algo que suele confundirse con la autoedición cuando no tiene nada que ver. Ahí tenemos el ejemplo de PortalEditions. De aquí a unos meses veremos si esta fórmula novedosa de ajuste a demanda y contención de costes cuaja aún más y aparecen nuevos sellos.
Como autor lo que más interesante me parece todo este invento (no lo único, ni de lejos) es el hecho de que el libro, se venda mucho o se venda poco, siempre está disponible. No importa cuánto tiempo pase.
Hay muchos otros factores a tener en cuenta, claro, como el hecho de trabajar bajo pedido, que te permite no correr demasiados riesgos económicos, o no tener montones de libros apilados donde puedes -o te has podido permitir alquilar un lugar-, el que corregir sobre la marcha errores de maquetación o diseño no implique tirar toda una edición a la basura o esperar a que ésta se agote para incorporar los cambios… En fin, muchos factores interesantes.
Pero como autor (y en buena medida como lector), y es un punto de vista interesado, sin duda, el hecho de que un libro, el que sea, esté siempre disponible, me parece el aspecto más interesante.
Para las librerías especializadas en saldos y segunda mano quizá sea una putada, claro. Pero ya sabéis cómo era aquello de la lluvia y el gusto de todos.
Ya a la venta en Amazon. Teneis hasta que salga del curro si queréis ser los primeros.
http://www.sportularium.com/2009/10/21/el-adepto-de-la-reina/
Rudy dijo:
«No sé hasta qué punto puede ser una experiencia valiosa o trivial, pero no me importará compartirla.»
Pues a mí me parece una experiencia valiosa y me gustaría conocerla.
Y, desde luego, también puede resultar interesante para autores que se lanzan a otras formas de autoedición mucho menos interesantes, en las que tienen que pagar dinero a alguien para que les edite un libro que no se va a distribuir y sobre el que apenas tendrán control.
Otra de las ventajas, ya comentadas, es la distribución: colocar un libro en cualquier parte del mundo (léase a través de Amazon, Barnes& Noble, o similar) y a un coste similar, es casi la panacea para muchos pequeños sellos. La distribución y sus costes son el principal caballo de batalla, no digamos intentar colocar una pequeña cantidad fuera de las fronteras nacionales; esta opción, es ventajosa desde bastantes puntos de vista. Y lo que has comentado sobre errores de maquetación y diseño, subsanables rápidamente, también.
Por otra parte, en aquellos casos en que el autor no sea asímismo editor, esa tercera parte puede verifcar la tirada y que unos y otros cobren de acuerdo a ello.
En fin, (casi) todo son ventajas. Pero siguen siendo necesarios los compradores :-)
Que yo sepa el único problema es el formato: debes optar por uno que pueda ser impreso allá donde tú quieras distribuirlo, tener cuidado con los tipos de letra, los códigos especiales («ñ», etc). En teoría, deben facilitarte una prueba de impresión, pero en la práctica… se retrasa o no llega.
Rudy, ¿has tenido problemas con esto?
No, para nada, ningún problema. De hecho, lo que comentas de tener cuidado con los juegos de caracteres y los códigos especiales me sorprende bastante. Hoy por hoy trabajas con un PDF y si lo has generado correctamente (es decir que no tenga que «extraer» los tipos de letra del ordenador local donde se ejecute el documento sino que estén incrustados en el propio documento) da igual que allí donde lo mandes tengan o no ese juego de caracteres. Eso es irrelevante.
En cuanto a los formatos, cierto que estás limitado a lo que la oferta digital te proporcione, que no es ni de lejos tan variado como en una imprenta tradicional (y no todas ofrecen la misma variedad), pero hoy por hoy hay la suficiente variedad para que los formatos más estándar estén presentes.
Y, desde luego, la prueba de impresión llegó y pude revisarla a mis anchas. Si había algún error estaba en el PDF que yo envié. En mi lado, no en el suyo.
Y como dices… uses el método que uses, sigues necesitando compradores. Sin ellos no vas a ninguna parte.
Usar impresión digital bajo demanda es simplemente una forma de minimizar riesgos y tiene ciertas ventajas. Pero no es una panacea. Sigue habiendo que llegar a los lectores y convencerlos de que ofreces algo que merece la pena. Eso no creo que haya variado desee Homero. Bueno, desde antes.
La verdad que me parece una idea genial, y un paso adelante muy interesante. Ciertas son las ventajas: nada de tiradas largas, nada de saldo, posibilidad de corrección, etc… Entre los inconvenientes destacaría que el hecho de no estar en una librería física (tb diréis que no siempre en la impresión clásica se está en las librerias en el sitio y momento adecuado, cierto) hace que no tengas una proyección hacia el lector. En el caso de Rudy, al ser conocido y tener un nombre, siempre contará con lectores. ¿Pero y en el caso de un escritor que se inicie y sea desconocido?. Nadie te conoce, nadie va a buscar por internet tu libro. Quizá ese sea el trabajo que las editoriales tipo sportula deberían hacer: garantizar la calidad como lo hace una editorial clásica.
Ahí le has dao, Mazarbul: el «problema» de ser escritor seguirá pasando por el «problema» de darse a conocer, promocionarse, etc. Quizás los demás asuntos (maquetar, etc.) lleguen incluso a dejar de ser importantes del todo gracias al mundo digital y de impresión bajo demanda, pero lo primero seguirá mandando en las ventas de un libro. Vamos, que un desconocido no conseguirá mucho simplemente por editar bajo demanda o en otra forma que la computación permita.
Rudy, espero que tengas mucho éxito con esta iniciativa. Me parece realmente interesante y, como pienso que la autoedición es una forma de edición tan válida como cualquier otra (no confundir con el pagar para que te publiquen), el hecho de que haya cada vez más gente intentándolo con ella me alegra un montón :)
¿Aparte de tus propios libros tienes pensado ampliar el catálogo de autores, dependiendo de lo «satisfactorio» de la prueba? Quiero decir convertir Sportula a algo más parecido a una editorial tradicional, algo que leyendo entre líneas parece que descartas a priori.
No sé si algo así existe hoy en día, pero tu nombre asociado al de Sportula, como hace Santi Eximeno con Ediciones Efímeras, puede servir para avalar una obra que de otra forma pasara desapercibida.
Suerte con la aventura
Confieso que es una idea que ha pasado por mi cabeza. Depende de muchas circunstancias (fundamentalmente, de que el invento funcione y se alcancen unos mínimos) y habría que pensarse bien la idea pero sí, confieso que es algo que he considerado y no me cierro a la posibilidad.
Gracias, desde el punto de vista del lector, siempre he pensado que un print on demand de cualquiera con la única crítica de cuatro amiguetes del autor por internet era poco de «fiar», creo que un nombre detrás de un sello ayudaría bastante a las ventas (esto ya desde el punto de vista del autor) y que ese «editor» podía seguir explotando económicamente ese nicho de mercado.
Otra pregunta que quería haberte hecho y se me ha pasado: la posibilidad de traducción para abrirse a otros mercados distintos del hispanoparlante es muy complicada, pero ¿no crees que puede ser muy interesante aprovechando el servicio de Amazon? Especialmente en el caso de un autor previamente traducido como tú. Claro que el «impacto» del nombre se pierde en este caso.
Lo que apuntas no es mala idea, y de hecho es una posibilidad a considerar en el futuro. Exigiría una inversión (lógicamente habría que contratar un traductor profesional) pero creo que podría ser lo bastante asequible para, en el momento adecuado, probar.
En estos momentos, mi prioridad es, lógicamente, ver cómo se desarrolla el asunto y cómo se estabiliza la cosa, si lo hace. A partir de ese momento podré empezar a plantearme cosas nuevas y posibilidades de «expansión». Entretanto, aunque ideas hay muchas (y las dos que has apuntado son interesantes y están marcadas como «posibles» en mi fichero mental) prefiero no dispersarme demasiado.
Joserra, además de Sportula hay otras editoriales que utilizan el print on demand. Ya he hablado de PortalEditions: http://www.portaleditions.com/
que ha publicado a gente como Eduardo Segura, el mayor experto sobre Tolkien en este país, o la antología de terror Paura IV, ambas finalistas de los premios Ignotus, entre otros títulos.
Y, de una vez por todas, impresión bajo demanda no es igual a autoedición. No necesariamente, al menos. En el caso de Portal, hablo porque lo conozco, existen por detrás todos los procesos editoriales habituales, de selección de textos, trabajar con el/los autores, maquetación, pruebas, elección de portadas, galeradas, etc. NO son autoediciones. Simplemente, se saca una pequeña tirada y el resto, a gusto del consumidor.
En relación a las reediciones, Me gustaría preguntarte – si no es demasiado preguntar -: ¿tenías tu los derechos de reedición de las obras en alamut o gigamesh?. Me extraña un poco que no siendo saldadas te permitan sacarlas con sportula. Y referente a las portadas, ¿son las mismas que las de las ediciones originales?.
Sds
En ningún caso se están reeditando bajo Sportula las obras que publiqué con Gigamesh, Alamut/Bibliópolis o cualquier otro editor y que aún están en el mercado, como las que comentas.
Si están en la página web, que supongo que es lo que ha originado la confusión, es a título meramente informativo/publicitario.
Yo tuve la oportunidad de leer la novela antes de que Rudy la publicara, cuando aún estaba en su primera versión, y he de decir que me pareció divertidísima. Es un pastiche (en el buen sentido de la palabra) que mezcla la aventura medieval épica con las sagas de agentes secretos a lo James Bond, consiguiendo escenas realmente impagables. El momento de la armería, al más puro estilo Bond, donde nuestro personaje se equipa con cachivaches y hechizos asesorado por una especie de Q medieval, es genial.