Far North, de Marcel Theroux

Marcel Theroux es un escritor y periodista de televisión británico nacido en 1968, hijo del escritor norteamericano Paul Theroux. Antes de Far North publicó otras dos novelas: The Stranger in the Earth The Confessions of Mycroft Holmes, obra ganadora del premio Somerset Maugham en 2002. En 2004 presentó en Channel 4 el documental The End of the World as We Know It, sobre el cambio climático, y en 2006 Death of a Nation, sobre la situación de Rusia en la actualidad. Sin duda, ambas experiencias están en la raíz de Far North, publicada en junio de este año.

El mundo en el que se mueve Makepeace, la protagonista de la novela, es el nuestro después de un apocalipsis gradual pero muy real, en el que las sequías provocadas por el cambio climático han acabado por provocar una migración masiva hacia el norte en busca de alimentos, una ola que ha arrasado las estructuras de la civilización moderna. En realidad, sólo sabemos con detalle lo que ha ocurrido en la región que se extiende entre Alaska y el río Lena, en Siberia. Makepeace es la única policía y la última habitante de una ciudad creada por cuáqueros y otros buscadores del retorno a la tierra norteamericanos antes de la catástrofe, en una tierra cedida por el gobierno ruso para hacer frente a la despoblación. Devotos de la no violencia y de una vuelta a un pasado utópico preindustrial, los habitantes de la región, los colonos, envueltos en sus contradicciones, serán incapaces de hacer frente al desastre que se les avecina.

Al principio del libro, Makepeace patrulla sola por una ciudad en la que todos los demás han muerto, han sido asesinados o han emigrado. Con menos maestría, Far North podría haber degenerado en un Mad Max siberiano, pero Theroux ha construido una novela que gira sólidamente en torno a un personaje enfrentado a una vida para la que nadie le había preparado, en un viaje por lugares y personas alejados del blanco y el negro (excepto en un caso), muchas veces envueltos en un destino que no acaban de aceptar, pero del que no tienen escapatoria: capataces de esclavos, pastores de caribús que recobran el territorio que perdieron sus antepasados, fanáticos religiosos, sacerdotes ortodoxos que preservan los libros de un pueblo abandonado esperando el regreso de una población que no volverá…

La imposible búsqueda de la ciudad que nunca ha conocido por parte de Makepeace, como símbolo del mundo admirable que los hombres han construido y no sabido conservar, tiene un sabor  lúcido, melancólico y verídico que hace que nos embarquemos con ella en su empresa, en su quest, como dicen los ingleses. A partir de las sucesivas pérdidas que conforman su vida, Makepeace observa sin rencor el pasado y el futuro de la humanidad desde la perspectiva que le da su rincón perdido del planeta. Hablando de uno de sus compañeros de esclavitud, un antiguo cirujano plástico, Makepeace reflexiona: “Hicieron falta mil años de estudio para que supiera las cosas que sabía – mil años de ciencia y experimentos y gente dispuesta a morir por decir que la tierra giraba alrededor del sol y no al revés. Y una vez que se perdiera, harían falta otros mil años para aprenderlo de nuevo.”

Es esa mirada que añora un pasado que no ha conocido y un futuro que no verá la que nos empuja a seguir a Makepeace en su recorrido por el paisaje gélido de la taiga, presenciando eso que ella misma señala que nadie esperar ver nunca: el final de todo.

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