Todos los jueves El Santo manejaba su Cadillac blanco hasta Ciudad Juárez para regalar biblias. Un 8 de octubre viaja solo por un camino rural. Es tarde. La radio transmite un cover estilo ranchera de Karma Police. La penumbra en el oeste se está desvaneciendo. En el páramo la noche se precipita, la oscuridad lo envuelve todo y desciende un silencio aberrante. Sobre el manubrio aparece una luz. Pasa como un rayo. Cruza el cielo. Alarmado, frena de golpe. Las biblias se caen del asiento trasero al piso del auto. Se baja del Cadillac. Ahora son tres… cuatro luces. Vienen hacia él. Aterrizan. Salen de las naves. Sus rostros diminutos se contorsionan con odio y venganza.
El Santo se ajusta la máscara, se arranca la camisa y flexiona los brazos. Esta noche no sucumbirá. Esta noche es invencible.