Perdido en el laberinto
(o cómo escribí una tesis de ciencia ficción)

Año 2001: en el umbral del tercer milenio, gracias a Dick, entré en el laberinto.

Me dirigía a comenzar mi jornada laboral en un colegio de Segovia cuando vislumbré, en un quiosco, una novela de diminuto formato titulada Blade Runner. Era el regalo con el que se promocionaba una revista de divulgación (pseudo)científica. El título me llamó la atención, pues, aunque estaba poco versado en la literatura de ciencia ficción, reconocí la película de la que tanto había disfrutado en mi adolescencia. Esa misma tarde, cuando desandaba el mismo camino de vuelta hacia mi habitación alquilada, no pude reprimir mi bibliofilia compulsiva.

La novela me sorprendió, hasta el punto de que su lectura fue la llave que me abrió la puerta al las estrellas. El impacto fue tal que pronto le siguieron otras; tras Dick llegaron Bradbury, Orwell, Lem, Capek, Pohl, Aldiss,… Así husmeé en manuales, escarbé en busca de galaxias consideradas clásicas por los amantes del género, las cuales me guiaron a otras dimensiones, más ocultas, más desconocidas. En la inevitable soledad de trabajar en una ciudad extraña, alejado de amig@s y demás deleites,  guiado más por "le plaisir du texte" que por cualquier altruista compromiso científico, indagué en ese género lejano e ignoto que durante demasiado tiempo había permanecido velado a mis ojos. De este modo penetré en esa realidad futura de límites borrosos y paradójica consistencia.

Habiendo terminado la carrera de Filología Hispánica un par de años antes, elaboraba por aquel entonces el trabajo de investigación que me ofrecería la oportunidad de presentar la tesis. Muy alejado aún de la literatura de anticipación  que comenzaba a ocupar mi destierro, me había decantado por la aplicación del subversivo concepto de apertura de Umberto Eco en el Libro del Buen Amor. Sin embargo, mi bagaje de investigaciones y lecturas no me había deparado una orientación concreta en la que enfocar la tesis que culminaría mi doctorado. Ese mismo año, gracias a la insistencia y al ánimo de una estimada compañera de la facultad, aprobé el trabajo de investigación. Sólo me quedaba la tesis… Pero seguía sin tener un tema. Y, efectivamente, eso era lo mismo que no tener nada.

Las ideas que hasta entonces había propuesto a mi tutor, Tomás Albadalejo, habían sido monstruosamente generales. De los sucesivos contactos intuía que era necesario que concretase el tema posible. Requerí un año más de indagaciones, pero cuando llegué a la entrevista que manteníamos al final de curso, la ciencia ficción ya se había apoderado del tema.

Me impuse que la originalidad fuese uno de los pilares de la tesis, por eso las primeras ideas se concretaban en la ciencia ficción española, tan poco tratada dentro del ámbito académico. Había comenzado la redacción a finales del 2002, cuando la editorial Robel publicaba La ciencia ficción española, que coincidía en muchos puntos con el proyecto que yo había diseñado. Eso me obligó a reelaborar de nuevo todo el material y alterar el contenido.

Ya tutelado por Francisco Javier Rodríguez Pequeño, más cercano a la literatura fantástica, decidí centrar la tesis en un autor concreto. Ante el nuevo rumbo que tomaba el proyecto, Javier me observó la necesidad de justificar la razón por la cual el autor seleccionado merecía una tesis. Ciertamente, esto limitaba en gran medida los nombres que manejaba; de hecho, Tomás Salvador era el único que, por La Nave y por estar considerado un escritor perteneciente a la mainstream, podría justificar sin dificultad ante un tribunal académico. Sólo quedaba asegurarse de que nadie había investigado en la  línea que yo me proponía. Comprobé la bibliografía sobre el autor: increíblemente, no había nada.

Decidí reelaborar el material ya trabajado en una primera parte más teórica, que mostrase las dificultades de una moderna ciencia ficción, y, a su vez, dotar de un retrospectivo contexto genérico en el ámbito nacional a la obra de Tomás Salvador. Las siguientes partes analizarían su producción clasificada como ciencia ficción, utilizando el concepto de apertura que tanto me gustaba aplicar en mis lecturas.

Los años pasaron. Al no disfrutar de una beca, tuve que enfrentarme a la agotadora dificultad de compaginar trabajo y vida familiar con investigación. Me impuse una organización del tiempo férrea, con ineludibles objetivos diarios de lectura y escritura. Sin darme cuenta, el proyecto avanzaba… Aunque según me acercaba al final, más tiempo me requería. Ni qué decir tiene que me convertí en un eremita.

Un día recibí un email de Javier, que me decía que con lo que llevaba escrito ya teníamos tesis. El hecho me sorprendió, pues ni siquiera había acabado con la crítica de La Nave. Decidimos ponernos una fecha, reducir el proyecto, centrarnos en la opera magna y condensar el resto de la narrativa en una última parte.

El verano del año 2005 fue agotador. Mañanas y tardes confinado, luchando con el calor y los espectros futuros de las letras y las naves. Sin embargo, cuando llegó septiembre, el corpus textual, casi setecientas páginas, estaba cerrado.

Desde ese momento todo fueron añadidos, correcciones, matizaciones, búsqueda de un título,… En el otro extremo, el inevitable proceso burocrático: registros, impresiones, búsqueda de miembros para el tribunal,… Así hasta el 19 de abril del 2006, día en el que defendí la tesis bajo el título Interpretación y apertura de una obra española de ciencia ficción: La Nave de Tomás Salvador. La opinión del tribunal fue favorable. De alguna manera era el reconocimiento a una investigación, pero también a una obra, a un autor y, como no podía ser de otra manera, a un género.

Era la salida de un laberinto. Un laberinto similar al que mostraban los pasillos y galerías de La Nave; una salida que solo fue posible gracias al apoyo de los seres que compartieron tan sufrido y gratificante viaje.

32 comments

  1. Joer, ya por cómo empiezas uno se enamora. Yo estoy aquí sobre todo y a pesar de mi mismo y los Asimoves, por Dick, El Que Trajo Todo Lo Demás (jejeje)

    Por lo demás precioso el título de tu tésis, con tantos dobles sentidos simbólicos, me gustaría sinceramente el poder leerla.

    Gracias.

  2. Me acabo de bajar tu tesis doctoral. Estoy seguro que será un análisis mas que interesante, tal y como lo es la novela.

  3. Muchas gracias. Espero que podáis enriquecerla con vuestras lecturas y comentarios. A ver si revitalizamos a Tomás Salvador de su inmerecido ostracismo.
    De la tesis ya sabéis que la culpa la tiene el que está vivo, y no nosotros, los que estamos muertos… Un genio ese Dick.

  4. ¿Alguien sabe algo de alguna posible reedición de sus otras novelas prospectivas? Tengo curiosidad desde hace años.

  5. Hola, Óscar, estoy leyendo la tesis (voy por la página 56) pero tengo dificultades de comprensión, supongo que por ser ajeno a la retórica de los «estudios literarios».

    Comencemos por lo básico: ¿qué significado se le da al término «literario»? Me va quedando clara la sospecha de que no guarda relación con lo que esa palabra significa en el mundo real.

    Por ejemplo, se dice en la pág. 56 que

    esta Ciencia Ficción literaria (…) se preocupa de los aspectos formales, de tal manera que renuncia por sí misma a la calificación de “subliteratura”

    ¿En qué sentido no puede existir literatura sin preocupación de los aspectos formales? (Y: ¿en qué sentido puede no existir preocupación de los aspectos formales?; o también: ¿en qué sentido puede disociarse la forma del contenido?)

    No pregunto porque crea saber la respuesta; sino porque sin saber tu respuesta cada vez se me está haciendo más oscuro lo que dices :)

  6. CF «literaria» lo utilizo para diferenciarla de la CF «paraliteraria», es decir, de escaso valor literario (también llamada «subliteraria») . Es decir, novelitas generalmente aventureras de escasa calidad y sin pretensiones formales (lugar ocupado principalmente por la «space opera» o las novelitas de «a duro»); éstas estaban orientadas a un público infantil o juvenil y se caracterizaban por el plagio y los estereotipos que repetían hasta la saciedad.
    En realidad, al escoger como tema de la tesis lo que para muchos (en su ignorancia) sigue siendo un género menor (la CF), estaba obligado a justificar que tanto el género como la obra elegida tenían la suficiente calidad para dedicarles un trabajo de tal envergadura. Para ello tuve que hacer una defensa del género y separarlo de lo subliterario. Esta defensa estaba orientada, principalmente, al tribunal de la tesis.
    Lo cierto es que la discusión y la separación entre literario y subliterario es banal, como bien dejas entrever en tu comentario. Los límites entre ambas clasificaciones son, en muchos casos, difusos, y no dejan de esconder un cierto elitismo cultural. En cualquier caso, yo estoy contigo en que toda la CF es «literaria», es decir, participa de lo que consideramos «literatura» en la actualidad.
    Quizás quede más claro si asimilo a la CF literaria con la «mainstream» de la literatura (clasificación muy utilizada por los adeptos al género).
    No sé si esto ha respondido a tu duda. Aún así, yo desconfiaría de las clasificaciones; mucho más de las realizadas por críticos dentro del ámbito literario… Je, je.
    Quedo a tu disposición.
    Un saludo.

  7. Gracias por la respuesta. Entiendo que para poder poner «ciencia ficción» en el título de la tesis tengas que contextualizar el tema de forma que al tribunal le sea digerible. Hay también un conjunto de críticas en esa primera parte que parten de asignarle un «contenido académico» a textos que no lo tienen, p.ej. la definición de CF de Asimov, que si la memoria no me falla sale del editorial del nº1 del Asimov’s SF Magazine (o la de Spinrad, que no es más que un giro a la conocida frase «Inteligencia es lo que miden los tests de inteligencia»), con lo que, al margen de que personalmente creas o no que es lógico hacer esa crítica, por lo menos no parece que escribes desde el forofismo.

    (Excepto en el momento de lo de la genialidad de Philip K. Dick)

    Pero, por cierto, fíjate que hay un momento en el que criticas el enfoque «retroactivo» que busca obras de CF en la literatura universal, presumiendo que puede tener la intención de lavar la imagen de la CF apropiándose de obras menores de grandes nombres, lo que calificas como absurdo ya que lo que cuentan son las obras, no los nombres. En el fondo, lo que haces o te ves obligado a hacer es similar, ya que, según tú mismo has dicho, para poder hacer una tesis sobre «La nave» (o «La Nave», que no me queda claro cuál sería la intención del autor) tienes que justificar el género de CF entero. Aquí también se tendría que aplicar que lo que cuenta es la obra.


    La pregunta no era tanto por la oposición literatura/subliteratura, aunque yo no haya conseguido expresarme muy bien, sino literatura/no-literatura. Yo tendería a pensar que cualquier texto cae bajo el ámbito de la literatura. Por poner un ejemplo sin salir de lo personal, en mi tesis hay un apartado de agradecimientos que ocupa cuatro páginas. Me fue muy difícil conseguir que quedara legible, ya que los agradecimientos son invariablemente un tostón. Habrían cumplido igual su función si no hubiera quien los leyera; ese plus que yo he añadido con un esfuerzo especial y resolviendo un conjunto de problemas técnicos (¿cómo agradecer durante cuatro páginas sin repetirse?), ¿no es de naturaleza literaria?

    A mí me cuesta imaginar un texto desprovisto de una dimensión relativa a: ¿qué pretende el autor? ¿qué medios pone en marcha para conseguirlo? ¿cómo sortea las limitaciones que le impone el lenguaje en el que está trabajando, y cómo explota sus posibilidades? ¿cómo consigue desencadenar la comprensión en el lector? ¿qué técnicas emplea? ¿hay novedad en estas técnicas? Todas estas preguntas me parecen propias del ámbito de la crítica literaria, aunque el 99,9% de los textos del mundo real no pretendan hacer innovaciones técnicas en el uso del lenguaje.

    Vaya, no puedo seguir en este momento. Ya lo retomo cuando pueda :(

  8. Bueno, a ver si condenso o no llego a ninguna parte.

    Decía que, desde la ignorancia, todo se puede hacer en versión «bien escrita» o «mal escrita», y no hay por qué no analizar qué diferencia hay entre la una y la otra. Cuando leí el artículo de Fernando Moreno creo que en Hélice nº1 creí que había al menos una línea general de crítica con esta ambición «totalizadora», al reivindicar el derecho a leer la Biblia como texto literario (p.ej.) o defender que el crítico (o el teórico, no recuerdo) de la literatura es un ser entrenado para saber leer cualquier texto. O eso creí yo que decía, vamos.

    Sin embargo, lo que observo no sólo en tu tesis sino también en algún comentario reciente de Fernando en esta web es que la línea general parece ser la contraria, es decir, que el ámbito del análisis literario se limita por decisión propia a aquellos textos a los que se presume un contenido exclusivamente literario (como decía Fernando, «la literatura no sirve para nada») y por tanto sólo se analiza desde un punto de vista «interno» de un grupo de personas con intereses similares y una determinada dinámica social: si lo que hace Fulanito nos resulta interesante a «nosotros» y coincide con nuestras ideas sobre cómo «tiene» que ser la obra literaria.

    Esto, aparte de un cierto ombliguismo, o «metarreferencialidad» o como se quiera llamar, a los que estamos fuera nos descoloca un poco, porque parece nada más que el triunfo de la ideología sobre la visión desprejuiciada del objeto de estudio, llegando al máximo extremo de decidir a priori que sólo una selecta fracción del total de los fenómenos literarios merece atención. Elitismos los hay en todas partes en la misma cantidad, pero una expresión desmadradamente acientífica como «subliteratura» no existe en ningún otro ámbito del saber humano. Nunca se ha oído a un biólogo decir que lo hace otro biólogo es «subbiología» ni a un matemático decir que las matemáticas que desarrollan los psicólogos o los informáticos son «submatemáticas».

    Volviendo al tema, avanzando en la tesis me ha ido quedando un poco más claro qué características tiene lo literario, por ejemplo repites muchas veces que sin ficción no hay literatura. Por ahí iba la pregunta: qué distingue lo que académicamente se considera literario de lo que no.

    Supongo que podría empezar a indagar la respuesta en la Wikipedia; de todas formas, si me quieres guiar brevemente te estaré agradecido.


    Voy por la pág. 270, aproximadamente. Desde luego, me hago con «La nave», sí o sí.

  9. Pedro Terán dijo: «el ámbito del análisis literario se limita por decisión propia a aquellos textos a los que se presume un contenido exclusivamente literario (como decía Fernando, “la literatura no sirve para nada”) y por tanto sólo se analiza desde un punto de vista “interno” de un grupo de personas con intereses similares y una determinada dinámica social: si lo que hace Fulanito nos resulta interesante a “nosotros” y coincide con nuestras ideas sobre cómo “tiene” que ser la obra literaria».

    No entiendo muy bien cómo sacas esa conclusión de mis palabras, pero intentaré explicarme, porque quizás lo hice mal. Diferenciamos, por supuesto, «literatura» de «no literatura». La literatura tiene un fin preeminentemente estético y se prioriza lo estético sobre la realidad o la documentación. Es decir, si algo «es estéticamente válido», es decir, «favorece a la obra como instrumento estético, como máquina de generar connotaciones estéticas», entonces «es literario» y se deja en la obra. Es decir, cuanto más busque un novelista que sea fiel a los hechos en vez de crear una buena novela, más será historia y menos «literatura». Me parece bastante evidente.
    Por ejemplo, en una noticia de un periódico, lo literario -lo estético- no suele primar y por eso no es literatura. Si de repente apareciera un factor estético, no convertiría automáticamente el texto en «literario», sino que «participaría de un elemento estético». A este texto lo denominaríamos: «paraliteratura». Como ves, se trata de un criterio teórico, no subjetivo. Por supuesto, un periodista puede engañarnos, pero eso sólo significaría que el factor estético permanece escondido, que se nos engaña haciéndonos creer que una ficción es una realidad, que no es un texto literario.
    Por otra parte, no comparto con Óscar -a quien admiro por otras opiniones- la división «literatura» y «subliteratura». «Literatura» , en una línea teórica que comparto, es cualquier construcción verbal ficcional creada para despertar connotaciones. En este sentido, no vale para nada más allá de su propia utilidad connotativa, es decir, por el propio texto. Por tanto, en cuanto algo es literario, no puede ser «subliterario». Es como decir: «es una submesa», una «subsilla» o un «subperro».
    Además, cuando en Teoría alguien dice qué es «LIteratura», suele escribir tratados, estudios, análisis… No lo calificaría de «ombliguismo». Podrán o no equivocarse, pero se tiene en mente al lector usual. Los teóricos no escriben para sí mismos; al menos, no todos. Es, por lo general, el lector usual el que juzga las opiniones teóricas sin haberlas leído desde sus propias fuentes. Supongo que en ciencias ocurre de un modo muy parecido.
    Por otra parte, el final de la respuesta de Óscar me parece también muy matizable, pues resulta absurdo pensar en la intención del autor, como ya se ha expresado en otros sitios. A lo que creo que se refiere -y espero que me corrija- es a que el escritor entiende la obra como una construcción retórica mediante la cual desplegar toda una serie de inquietudes. Para ese despliegue habrá técnicas, medios, relaciones… que podremos estudiar desde un punto de vista -en mi opinión- estrictamente retórico: un medio verbal para sublimar a un lector de una determinada manera.
    Más. En mi artículo de Hélice no defendía el leer cualquier libro como texto literario por mi análisis de la Biblia; ¡es que la Biblia es un texto literario en sus orígenes! O, mejor dicho, muchos de los pasajes de la Biblia, la cual tiene un fortísimo componente literario, por no decir «casi» total.. Fue después cuando se le otorgó el carácter religioso o, mejor dicho, sacro. Para una excelente aproximación a esta idea, recomiendo, de Harold Bloom: «El libro de J», donde explica el origen de los pasajes más antiguos del Génesis, que en principio quizás fue una parodia de la religión hebrea.
    Gracias, por cierto, por las referencias.

  10. Óscar escribió: «CF “literaria” lo utilizo para diferenciarla de la CF “paraliteraria”, es decir, de escaso valor literario (también llamada “subliteraria”) . Es decir, novelitas generalmente aventureras de escasa calidad y sin pretensiones formales (lugar ocupado principalmente por la “space opera” o las novelitas de “a duro”); éstas estaban orientadas a un público infantil o juvenil y se caracterizaban por el plagio y los estereotipos que repetían hasta la saciedad.
    En realidad, al escoger como tema de la tesis lo que para muchos (en su ignorancia) sigue siendo un género menor (la CF), estaba obligado a justificar que tanto el género como la obra elegida tenían la suficiente calidad para dedicarles un trabajo de tal envergadura. Para ello tuve que hacer una defensa del género y separarlo de lo subliterario. Esta defensa estaba orientada, principalmente, al tribunal de la tesis.»
    Lo siento, yo no lo hice así en el tribunal y no comparto esta línea. Me sentía muy por encima de mi tribunal en este tema y no quise hablar en ningún momento de «subliteratura» porque no lo es. Ni «paraliteratura», término que uso como ya he explicado arriba. Son LITERATURA, con todas las letras. Cada vez me encuentro menos entusiasmado con esas valoraciones entre «más literatura» y «menos literatura». Prefiero hablar de que una obra tiene más niveles de lectura o menos niveles de lectura. Para ello, recomiendo los ensayos de C.S Lewis, geniales, en De este y otros mundos, donde explica cómo una obra con pocos niveles de lectura puede ser magnífica o, al menos, muy satisfactoria para un lector. De verdad que creo que cuanto menos juzguemos la literatura, mejor, aunque a veces se vuelva indispensable hacerlo.

  11. Estoy totalmente de acuerdo con ambos (al menos en lo de la dicotomía «literatura/subliteratura»). De hecho, Tomás Albaladejo en el tribunal se refirió a ello en los mismos términos que tú, Fernando.
    Yo asumí el error, aunque por una consciente necesidad práctica, de defender la literatura cayendo en la falacia de asumir una división que desde mi punto de vista es insostenible, y que encierra bastante de un peligroso elitismo cultural.
    El tema de la ficcionalidad es infinitamente más complicado… Resumiendo: mi postura es que, efectivamente, creo que todo texto (literario o no) es ficcional. En cuanto a lo literario… Se trata de una convención más (y como tal, es mudable y dependiente del contexto sociocultural que lo genera).
    Eso sí, espero que comprendáis que como buen escéptico, soy partidario de criticarme hasta la saciedad y dudar de mis convicciones… (je, je).
    Donde no tengo tanta duda es en el caso de la función de la Crítica literaria (aquí me parece extraordinario en su planteamiento, no tanto en sus soluciones, la introducción de «Anatomía de la Crítica», de N. Frye). Estoy contigo, Fernando, la Crítica no debe juzgar, sino, quizá, interpretar los textos, analizarlos y justificar sus opiniones. El crítico no es un juez ni del buen gusto ni de lo moral.
    La crítica es una disciplina liminal y espectral, que en su naturaleza inaprehensible toma de todas partes, pero dificilmente se materializa en ninguna. Es decir: sabemos (o creemos saber) lo que no es la Crítica; pero nos es (¿Casi?) imposible saber (mucho menos llegar a un acuerdo sobre) lo que «sí» es. Esto mismo podemos aplicarlo a la literatura.
    Creo estar delirando demasiado…
    En cualquier caso, gracias por vuestros enriquecedores comentarios… Y disculpad tan numerosos y dubitativos paréntesis.

    PD: en la primera edición de «La Nave» (Áncora y Delfín), Nave se escribía con mayúscula… Algo que se repetía en la edición posterior en GP. Dado el valor que tiene en el texto, no creo muy acertada la «minúscula» decisión de Berenice.

  12. Estoy escribiendo una reflexión para ahondar en el tema y en lo de lo malos que son los académicos contra los que siempre arremetemos aunque ellos no se metan con nadie. ¿No lo veis así?
    ¿Os habéis fijado que medio fándom está sentenciando y diseccionando como Grandes Teóricos: Watchmen, y juzgándola? Y sentencian, sí, sentencian. «Es buena.» «No llega.» «Mal adaptada.» «No ha sabido hacerlo.»
    No son opiniones de gustos, aunque los escondan como tales: ¡pretenden pasar como análisis teóricos y pretenden describir analíticamente el objeto de estudio! No dicen: «Es que me encantan las películas con ese ritmo» o «Me quedé muy sorprendido con esa escena» o «Me aburrí, porque a mí no me parecía que pasaran cosas que A MÍ me interesaran», que sería una cuestión de gustos.
    Pero -en fin- de acuerdo contigo, Óscar, excepto en la ficcionalidad estricta de todo texto. Quizás yo hablaría de grados de ficcionalidad, aunque me ha llegado que la Lingüística del texto está bastante cabezona en esto de la ficcionalidad de los textos. Hmmm… Es para discutirlo despacio. Mañana lo propondré en la clase, a ver qué sacamos.
    Tengo aquí el libro de Frye que citas, un libro estupendo, pero que leí hace demasiados años. Le voy a echar un vistazo ahora mismito.

  13. Me he dado cuenta de que mi comentario anterior ha quedado deslavazado del hilo. Es que me he puesto a escribir sobre el problema de la crítica en el fándom a partir de cada nueva alusión al «ombliguismo» y a la idea de si la crítica puede o no juzgar una obra y sobre la idea de los académicos en cuanto a lo que es y no es literatura. Y he resumido al hilo de todos los mensajes, peor no estrictamente del último.
    «La envidia de pene en el fándom», próximamente, en su Prospectiva habitual.

  14. Fernando, no me incumben tus problemas con «la envidia de pene en el fándom», sea lo que sea. Yo he entrado aquí a ver si me aclaraban el uso de unos determinados términos; no agradezco tu actitud enaltecida ni el que me uses de excusa para aprovechar a rajar de esos malvados fandomitas con quienes tengas problemas.

    Yendo al tema, si tú das «por supuesto» que hay que distinguir entre textos literarios y los que no lo son, yo no. Lo que a ti te parece «bastante evidente», a mí no me lo parece.

    Por ejemplo, dices que:
    –>“Literatura” , en una línea teórica que comparto, es cualquier construcción verbal ficcional creada para despertar connotaciones.La literatura tiene un fin preeminentemente estéticoen una noticia de un periódico, lo literario -lo estético- no suele primar y por eso no es literatura.<–
    Creas una confusión sobre la literatura, la estética, la «ficcionalidad» y la connotación de la que me costaría salir. ¿Qué relación lógica hay entre esas tres frases? (Yo no veo ninguna.) Habríamos de empezar por debatir si tiene sentido la distinción entre connotación y denotación; si el lenguaje puede reproducir en sí el mundo real (es decir, si tiene sentido hablar de lenguaje no ficcional); y si el contenido de los textos (si tal cosa existe, que lo dudo) se crea por construcción o no. Por otro lado, tu «criterio teórico» no depende del texto en sí sino de la intención del autor, que no es accesible al crítico; además, es un criterio que depende de las ideas previas del crítico sobre la connotación, la ficcionalidad, etc. O sea que desde luego que es subjetivo.

    Si se me pregunta a mí, según esa definición cualquier texto es literatura, incluidos los artículos periodísticos.

    Por otra parte, es arbitraria e igualmente ideológica la distinción entre la intención estética y cualquier otra intención del autor. La intención del autor tiene consecuencias radicales en la forma del texto y en las técnicas de comunicación usadas, sea cual sea el texto. Si la intención es causar un placer estético, el texto saldrá de una forma más florida; y si es ser claro, de una forma más esquemática. En un artículo periodístico, en una sentencia judicial o en un comentario en un blog entran en juego un conjunto de elementos, independientes del contenido «denotativo» y «no ficcional», y se plantea un conjunto de problemas exactamente idénticos a los que aparecen en una poesía de Fulanito o en un cuento de Menganito.

    Esto así, yo uso la palabra «ombliguismo». Si alguien pretendiera que la Biología no trata sobre la vida, sino solo sobre la de los seres humanos, que «por supuesto» y según algún tipo de ideología mística «bastante evidente» son los únicos que están propiamente vivos, también le llamaría ombliguista.

    (Todo esto puedes copiarlo en tu artículo sobre la envidia de pene, si te parece oportuno.)

  15. Responderé el mensaje de Pedro Terán en diferentes comentarios.

    Dice: «Fernando, no me incumben tus problemas con “la envidia de pene en el fándom”, sea lo que sea. Yo he entrado aquí a ver si me aclaraban el uso de unos determinados términos; no agradezco tu actitud enaltecida ni el que me uses de excusa para aprovechar a rajar de esos malvados fandomitas con quienes tengas problemas.»

    Efectivamente, me he basado en este hilo para otra neura que llevo desde hace tiempo. no sólo con los fandomitas, es cierto, pero no quería pagarlo contigo, que has enviado mensajes bastante educados. No he tenido esta reacción por tu mensaje, sino al desarrollar ciertas ideas y, si te fijas, no te he mencionado en la respuesta. De todos modos, si en algún momento se ha deducido de mis palabras -y reconozco que al hilo quizás fuera lo más lógico- ha sido por mala explicación mía, así que me disculpo.

    Escribe: «Yendo al tema, si tú das “por supuesto” que hay que distinguir entre textos literarios y los que no lo son, yo no. Lo que a ti te parece “bastante evidente”, a mí no me lo parece.»

    En realidad, no sólo a mí. Por lo general, a cualquiera. Casi todo el mundo distingue una diferencia entre «novela, cuento, poema…» y «noticia, artículo científico, prospecto de medicina…». Lo que buscamos es el patrón que hace ese objeto de estudio: «literatura». Incluso veo difícil que alguien no vea «más literaria» una novela que una noticia. Lo usamos en el lenguaje coloquial, lo usamos al referirnos a los objetos… Está claro que una noticia es un texto periodístico. Nadie se rasga las vestiduras por ello. ¿Está claro que una novela es un texto literario? Creo que mucha gente intenta encumbrar sus escritos llamándoles «literatura», pero la literatura tendrá unas características, digo yo, a las que nos referimos cuando todos distinguimos tan claramente que una novela es más literaria que un prospecto de una medicina. Si alguien no lo ve… Bueno, que llame «literatura» a un prospecto de medicina, pero es como si yo llamo «texto periodístico» a un mensaje de móvil que envío porque noty a llegar tarde. Pues, en fin, sí, es una noticia, pero no lo definiría como «texto periodístico». Si usamos un término -y lo usamos- tendremos que saber por qué lo usamos.

  16. Escribe: –>“Literatura” , en una línea teórica que comparto, es cualquier construcción verbal ficcional creada para despertar connotaciones.La literatura tiene un fin preeminentemente estéticoen una noticia de un periódico, lo literario -lo estético- no suele primar y por eso no es literatura.<–
    Creas una confusión sobre la literatura, la estética, la “ficcionalidad” y la connotación de la que me costaría salir. ¿Qué relación lógica hay entre esas tres frases? (Yo no veo ninguna.)

    Efectivamente, como escribes luego, ha quedado un poco confuso. De todos modos, vuelvo a explicar la idea:
    – No veo que yo cree «confusión». Por si acaso es cierto que es confuso, comento que es «construcción» porque alguien lo construye. No es una puesta de sol que nos crea connotaciones de por sí.

    Sigo luego, que debo irme.

    Un saludo.

  17. Sigo.
    – Construcción. Es importante, porque implica que existe un sentido interno, una relación significativa entre sus elementos. Esto -adelanto un poco- no implica intención del autor en el sentido en que se suele usar. Hay una intención de crear connotaciones, pero no buscamos esa intención al analizar el texto, sino lo que se llama: «intención del texto».
    – «Ficcional»: se crea un mundo que se rige por sus propias reglas. Cuando digo «mundo», no me refiero a «Marte», sino a un mundo que comprende desde las tapas del libro hasta el tipo de fuente, los adjetivos empleados, los personajes, el argumento… Es importante sore todo para los análisis sobre géneros especulativos, porque si no se corre el peligro de plantear el estudio de la obra por cómo funcionan las cosas en el mundo empírico (lo que se denomina «campo de referencia externo). Todo lo que comprende ese mundo creado es el «canpo de referencia interno». de este modo, el CRE sirve para tomar las materias primas de la obra y para construirla, así como para entender las palabars y las acciones en relación con nuesra realidad, pero no es su principio de funcionamiento.
    – «Connotaciones»: cuando leemos que una mujer es rosa no analizamos desde su denotación, es decir, no creemos que la mujer es una rosa, sino que por las connotaciones de ese mundo creado en el que decimos que una mujer es una rosa de un modo «estetico», el lector obtiene a su vez connotaciones personales. En cambio, en una noticia de un periódico, lo principal es creer en la denotación de lo que se nos dice, aunque luego obtengamos nuestras propias connotaciones. En este sentido, la estética se basa en el significado connotativo. Cuando alguien escribe que Madame Bovary quiere engañar a su marido, no creemos que sea una noticia periodística, no lo leemos desde el planteamiento de que se nos comunica un hecho real, sino que se ha creado un mundo en el que a una mujer le ocurren ciertas cosas y eso nos interesa por lo que despierta en nosotros. Lo mismo ocurre con un cuadro o con una fotografía artística. De ahí, lo de «La literatura tiene un fin preeminentemente estético». Y de ahí lo de: «en una noticia de un periódico, lo literario -lo estético- no suele primar y por eso no es literatura».
    También quiero matizar que cuando alguien pretende encumbrar, por ejemplo, un libro de cocina diciendo que es «literatura» lo que hace, en mi opinión, es humillar a los libros de cocina, como si tuvieran que ser «literatura» para ser respetados.
    Cuando muchos dicen: «la iteratura sobre este tema» es una metáfora o al menos nació como tal, pero desde luego -por todo lo explicado- no todo texto es literatura ni tiene por qué serlo para tener un gran valor, incluso mayor -según cada caso- al de una novela.

  18. Escribe Pedro: «Por otro lado, tu “criterio teórico” no depende del texto en sí sino de la intención del autor, que no es accesible al crítico; además, es un criterio que depende de las ideas previas del crítico sobre la connotación, la ficcionalidad, etc. O sea que desde luego que es subjetivo.»

    Aunque ya lo he explicado en este mensaje anterior, matizo. La «intención del autor» en los términos en que lo trato -y en que se trata en Teoría de la Literatura- es en cuanto a interpretación del texto, a lo que pretende transmitir. Esa es la inaccesible.
    Pero la intención por la que se escribe un artículo periodístico o un prospecto suele estar clara. No creo que nadie pretenda transmitir connotaciones estéticas con el prospecto del Omeprazol. Como ejemplo, te pongo el microrrelato que acabamos de publicar, de Alejandro Moia. Es un prospecto en forma, pero la intención es claramente literaria.
    Y para eso no ahce falta tener conocimientos sobre ficcionalidad, connotación… Tú podrías caerte de un edificio y matarte aunque no entendieras la Teoría de la Gravedad, y eso no es subjetivo. Pues aquí lo mismo.

    Pero propongo un paso más: ¿y si un lector decide que quiere leer una noticia literariamente? Pongamos que la toma como un texto ficcional creado para provocar connotaciones. En ese momento, entra en juego la «intención del lector». Está en su derecho y puede disfrutar su ejercicio. Pero estará deconstruyendo el texto, otorgándole una naturaleza que no está en sus fundamentos.

    Por otra parte, todo en un texto literario está claramente dirigido a crear conotaciones y construye una ficcionalidad de segundo grado respecto a un texto no literario. Un texto no literario es ficcional en cuanto a que el escritor crea unas pautas que seleccionan partes de la realidad y asume un rol como narrador de un discurso. Pero su relación entre el significado del texto y la denotación es altísima, mucho más que en un texto literario, donde la denotación es sólo el umbral para las ilimitadas connotaciones.

  19. Y para el resto también me gustaría matizar, pero me parece demasiado protagonismo mío por ahora. Otro día sigo con eso, que mezclas muchas cosas siempre intentando defender el subjetivismo y que no pueda definirse nada sobre nada cuando se trata de literatura. y, por desgracia, no es así.
    Lo de la «envidia de pene», eso sí, lo leerás en breve y no necesito citarte, pero muchas gracais por otorgarme el derecho de cita. Así no me cortaré si necesito poner ejemplos, ya que relacionas tu respuesta con la «envidia de pene».
    Un saludo.

  20. Fernando, gracias por tu respuesta, a lo mejor yo he estado un poco excesivamente hosco y también te pido disculpas.

    Imagina que te secuestra una nave extraterrestre y te dicen lo siguiente: «Amigo humano, saludos de las formas de vida del espacio exterior. Llevamos mucho tiempo estudiando la cultura humana y nos llama especialmente la atención eso que llamáis «literatura». Llevamos espiándote mucho tiempo, pues sabemos que eres un estudioso del tema. Aunque el lenguaje de los hombres nos resulta muy difícil, creemos haber entendido que la literatura comprende un conjunto de características especiales presentes en los textos humanos…»

    En ese momento, supongo que les interrumpirías para decirles que se han equivocado y que, de hecho, no saben lo que es la literatura. ¿Por qué no nos retrotraemos a ese punto?

    Yo estoy lejos de estar defendiendo una tesis; simplemente, tengo unas ideas fruto de mi contexto cultural y de mis escasas reflexiones sobre el tema. Por no oscurecer la cuestión, te cedo las palabras «literatura» y «literario» y yo diré cualquier otra cosa, p.ej. la «cualidad x».

    Dicho así, la cualidad x es una característica de los textos que surge de la naturaleza del lenguaje. En tanto que el lenguaje es abierto, y permite la elaboración de textos que nunca antes han existido, y que por tanto no tienen un significado convenido de antemano, la adivinación del sentido de un texto pasa por analizarlo en partes más pequeñas que sí nos sean familiares. Esto nos lleva a considerar tanto los efectos que nos producen esas partes como las relaciones entre ellas y los aspectos globales del texto. De este desentrañar, de ningún modo puede salir lo mismo que el autor puso en el texto. La cuestión esencial sobre la x-atura es por qué los efectos producidos por un texto no son arbitrarios (es decir, responder a la pregunta «qué es leer») y por qué suerte de ingeniería inversa puede uno codificar su texto teniendo algún tipo de control sobre los efectos que va a producir (es decir, responder a la pregunta «qué es escribir»).

    Así veo la cosa yo, que no quiere decir más que eso. Huelga decir que hay personas mucho más inteligentes que yo, que han dedicado largos años a reflexionar sobre esto, y si están de acuerdo contigo y no conmigo, por algo será.

    Te pongo una frase de un prospecto de Omeprazol que casualmente tengo a mano:
    «El contenido de la cápsula no se debe dispersar en agua para su administración»
    (a continuación explica que en zumo o yogur sí se puede). Si esto no tiene más calidad y sabiduría literaria que cualquier parte del «prospecto» de Moia, apaga y vámonos.

    La divergencia no está en que yo no entienda lo que dices y se requieran sucesivas matizaciones, sino que estoy en desacuerdo radical y fundamental. Es decir, si tú postulas la existencia de una categoría «literatura» a la que no pertenecen los prospectos de los medicamentos y los artículos científicos, sobre ti recaerá explicar a qué te refieres y en qué te fundamentas. ¿En qué es imposible desarrollar técnicas de análisis literario que sean válidas para un prospecto? ¿Me vas a decir que lo que te han enseñado no te faculta para entender la estructura de un prospecto, o por qué ocupa 2 páginas en vez de 200, o por qué usa «dispersar» en vez de otro verbo como «desleír»?

    Bueno, aquí lo dejo, que hay que comer. No creo que lleguemos a entendernos, es una pena, un saludo y gracias por tu tiempo.

  21. Como también estoy con prisas, por ahora te agradezco el tono y la actitud dialogante.
    En efecto, no estamos de acuerdo y tengo respuesta a esa consideración, que me parece muy, muy interesante. Es una pena no poder tener estas conversaciones en persona, porque estoy seguro de que nos entenderíamos mucho mejor.
    Gracias a ti por la discusión. Me parece muy enriquecedora, en serio.
    Un saludo.

  22. He estado releyendo este fin de semana «Pierre Menard, autor del Quijote», y me ha recordado esta discusión… Acaso en el cuento de Borges se encuentre la clave…

  23. Sí, la discusión sería más fructífera en persona, qué duda cabe. De hecho, me apetecería… si no tuviera un trabajo al que ir.

    Por supuesto que las posibilidades de un texto literario sin las cortapisas de tener que satisfacer otras funciones no están en el mismo orden de magnitud que las del prospecto o el artículo periodístico, pero creo que no son privativas de la literatura en sentido «estricto».

    Desde tu punto de vista de que la función del crítico es la interpretación, entiendo que no te es útil extender el status de «literario» a los textos «paraliterarios».

    En fin, a ver si aprovecho la ocasión para releer un libro de teoría de la literatura que compré una vez de saldo (el Alsina). ¿No me podréis recomendar algún material docente interesante que se pueda descargar de la red?

  24. Escribe Pedro. «Por supuesto que las posibilidades de un texto literario sin las cortapisas de tener que satisfacer otras funciones no están en el mismo orden de magnitud que las del prospecto o el artículo periodístico, pero creo que no son privativas de la literatura en sentido “estricto”.»

    Sí, si lo son, absolutamente. Pero en serio que la explicación da para otra parrafada y es mejor escribir una reflexión sobre ello, creo.

    Escribe Pedro: «Desde tu punto de vista de que la función del crítico es la interpretación, entiendo que no te es útil extender el status de “literario” a los textos “paraliterarios”.»

    ¿Ein? ¿He escrito yo eso? Hay otros comentarios que has realizado sobre ideas que no he dicho, sino que has interpretado así. Tampoco el lenguaje funciona como has explicado hace un par de mensajes, aunque m,e parece interesante -como he dicho- cómo s eve desde fuera, pero de verdad que siento que parezca que me escaqueo, pero es que lleva mucho tiempo la explicación de cada cuestión de estas. Es como esta frase:

    «Si esto no tiene más calidad y sabiduría literaria que cualquier parte del “prospecto” de Moia, apaga y vámonos.»

    Yo no he dicho nada eso y la literatura no se define por su calidad ni por su sabiduría. Un libro literario puede ser muy bueno literariamente, pero muy poco sabio.

    O, por ejemplo:

    «¿En qué es imposible desarrollar técnicas de análisis literario que sean válidas para un prospecto? ¿Me vas a decir que lo que te han enseñado no te faculta para entender la estructura de un prospecto, o por qué ocupa 2 páginas en vez de 200, o por qué usa “dispersar” en vez de otro verbo como “desleír”?»

    No entiendo por qué deduces de mis explicaciones sobre lo literario que no pueda entender la estructura de un prospecto. ¿Lo que me han enseñado? Evidentemente, no tienes nada claro lo que se enseña en Filología y evidentemente no has leído nada de Lingüística. De lo que me hablas para analizar un prospecto es de estructuras de lingüística del texto mezclado, creo, con gramática (que es una parte muy pequeña del lenguaje) y ¿semántica?, ¿semiótica?, sin plantear cognitivismo, pragmática, filosofía del lenguaje, todas la teorías de los actos de habla…
    De verdad que quiero tratar el tema con el mayor respeto posible, pero afimas teorías como si yo me pusiera ahora a teorizar sobre química o sobre economía, incluso sentenciando. Y sé que me puedes pedir que lo rebata, pero es que de verdad que es larguísimo de explicar.
    Se nota mucho que mezclas muchas cosas que no tienen que ver según una teoría del lenguaje muy simple que has propuesto, muy reduccionista, que poco tiene que ver con la literatura, aunque lo parezca. De nuevo, me parece muy interesante cómo se ve desde fuera, pero de verdad que no funciona así el lenguaje ni la literatura. Es como reducir toda la física a una intuición sobre cómo caen los pesos.
    En serio que no quiero parecer prepotente (e imagino que estoy fallando en ello), pero si algún día podemos coincidir en persona, lo charlamos sin que tenga que desarrollar otras tres páginas de explicaciones.
    Un abrazo muy fuerte.

  25. Fernando, yo lo veo así: cuando dos personas se encuentran y hablan de algo desde perspectivas y tradiciones culturales (no quiero decir «paradigmas») radicalmente distintos, no tiene sentido jugar a «tú dijiste que yo dije».

    Si yo no entiendo lo que tú dices, que efectivamente no lo entiendo, ni lo puedo entender porque desde la forma en que me amueblaron la cabeza no tiene lógica ninguna, ¿por qué supones que tú sí entiendes lo que yo digo?

    En fin, si algún día nos vemos ya hablaremos de esto o (más probablemente) del tiempo. No es una cuestión de prepotencia o no prepotencia, sino de sentido común: ¿habré yo realmente propuesto una teoría del lenguaje, como quien no sabe que habla en prosa?

  26. Órale, por lo que dices, tu trabajo ha de ser muy interesante. Me falta poco para terminar la carrera en Letras Latinoamericanas y este semestre debo tomar Titulación I. He pensado que si hago algo sobre literatura me gustaría que tratara de ciencia ficción. ¿Conoces algún trabajo literario sobre esto en latinoamérica? Gracias.

  27. Mes, Teresa Pilar Mira ha leído hace poco (creo que un año o así) su tesis en Argentina sobre ciencia ficción. Búscala o escríbeme a portalcifi (at) gmail.com y te pongo en contacto con ella, si quieres.

  28. Puede que os sirvan estos enlaces. En L3F tenemos catalogadas varias tesis, no están todas, pero hay bastantes.

    Se puede acceder a ellas de dos formas, o buscando en «Editorial» «Tesis Doctoral» que es como estaban en Cyberdark, o buscando «Tesis Doctoral» pero esta vez en «Colecciones» ya que ahora las estamos catalogando separándolas por las universidades en que se leyeron.

    Y si tenéis constancia de alguna más que no conste, no dudéis en comunicárnoslo para su catalogación.

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