No sé quién es el responsable de que puedan leer esto aquí mismo; el culpable soy yo, que para algo lo escribo, pero desconozco la persona última que ha decidido que esta disertación personal mía pueda interesar a alguien. Cualquier disertación mía en realidad. Como no lo entiendo, a la hora de intentar escribir alguna disertación que encaje temáticamente con este sitio (me es difícil no irme por las ramas), no sé qué postura adoptar tampoco, y como no tengo postura, he decidido que voy a escribir de un sentimiento, que es fácilmente manipulable una vez que se expresa, y por lo tanto, imposible de impostar incluso por mí mismo: la pereza.
De mi pila de lecturas han desaparecido todos los libros de ciencia ficción, los he ido regalando, sobre todo las novedades. Siempre iba retrasando su lectura, escondiéndolos en el fondo de la pila. Nunca me apetecía leerlos, y un día me dejó de apetecer comprarlos. Luego dejó de apetecerme pasarme por ciertos estantes específicos en las librerías, después dejé de interesarme por los catálogos y las futuras publicaciones de ciertas editoriales. Incluso dejé de consultar esta web (y otras del palo) diariamente, como solía hacer. Dejé de visitarlas, de hecho, sin periodicidad. ¿Qué me estaba pasando? Me invadía (aún lo hace, no me engaño) la pereza.
Pero, ¿pereza por qué? ¿De qué?, me pregunté.
Entonces me puse a indagar, intentando buscar la raíz de este sentimiento. Descubrí muchas cosas. Por ejemplo, no solo era cosa del leer. Ya hacía tiempo que me daban pereza ciertos actos, ciertas conferencias, jornadas, hispacones… Donde siempre, indefectiblemente, la pereza se acababa colando en el programa de actividades. Tampoco me apetecía discutir del tema con amigos lectores afines, con amigos escritores afines, con amigos afines, lectores afines o escritores afines, sin tener por qué ser amigos (tampoco afines), lo cual, por supuesto, se refiere a las discusiones de barra y de foro con extraños. Me daba pereza hasta pensar en ello.
No sé cómo llegué a trazar una línea que conectó esta pereza con el desencanto de la metafísica en los filósofos modernos. Todo adolescente con intereses seudofilosóficos, pensé, empieza deslumbrado por la metafísica y acaba, si ha conseguido llegar hasta el siglo XX, hastiado de la metafísica. ¿Concretamente de la metafísica? No concretamente. Pero sí de su enroque autojustificativo. Ese estado de paranoia existencial acaba espantando a cualquier jovencito, que ya tiene bastante con su propia paranoia existencial como para sufrir por la mala situación de una corriente filosófica, o lo que es peor: por un género literario (usen este término: género, con pinzas, por favor). La crisis de la metafísica ya no es un tema de la metafísica o una rama de discusión más de la misma, no, ahora es la única rama. La crisis de la metafísica es la metafísica en sí misma, y un estado de crisis continuo es más crispante que la enésima discusión de la crisis de la poesía actual, cuya crisis al menos es intermitente y provoca cantos de cisne fabulosos (no, no creo que el estado editorial de la poesía pueda compararse al de la ciencia ficción, pero no quiero extenderme sobre eso aquí).
Por poner otro ejemplo más de este fenómeno: toda carrera universitaria tiene un pequeño cupo de asignaturas que, paranoicas o acomplejadas (desconozco la causa, aunque normalmente suelen despertar poco interés entre el alumnado), dedican la mayor parte de su temario a justificar por qué están donde están, por qué lo merecen, por qué no son prescindibles. Esto también es síntoma de crisis. Además de que esta actitud acentúa la crisis al hacerla visible y convierte al sujeto de la crisis en un objeto aún más prescindible dentro del plan académico general, por ser un retorcido solipsista.
Por supuesto, todo esto es aplicable a la ciencia ficción. Las discusiones más encendidas y con más comentarios son siempre acerca del estado de la ciencia ficción y de su crisis y del panorama, que si funesto o no, pendular, infantil o atributivo… Curiosamente, cuando uno descubre por primera vez este mundo, parece que se contagia de esa fiebre de autocuestionamiento y autojustificación, alimentando la bola de réplicas, de reflexiones y de indignaciones, pero a mí ya todo esto me da pereza. De últimas es incluso peor. Ya no son solo las discusiones, los temas, los comentarios, las charlas entre lectores, las quejas de los escritores. Ahora son los mismos libros: me encuentro con aquellos que apelan a la felicidad ingenua pre-crisis y aquellos que intentan convertirse (o venderse) ellos mismos como solución a la crisis. O lo que es peor, como justificación de que esa crisis no existe, o que a ellos no les afecta. Al final, todo libro de ciencia ficción me acaba provocando una pereza infinita y termino leyendo a McEwan, que ya es decir.
pd: es curioso, incluso esta disertación que pretendía ir contra la pereza que me provocan las reflexiones sobre la ciencia ficción (y por extensión, la misma ciencia ficción) ha acabado revelándose como otra reflexión más sobre lo mismo. En fin, ya veremos qué pasa.
Freno de mano.
Lo que ocurre es que cuando siempre estás leyendo ciencia ficción, pues eso, te acabas saturando. Pero no pasa nada, siempre se vuelve. De hecho yo he estado un año sin leerme un libro, y he vuelto con fuerzas.
Nunca he estado leyendo siempre ciencia ficción, ni mucho menos (soy un lector bastante heterogéneo, no soy lector de géneros, signifique esto lo que signifique). Además de que no es eso.
Cierto. Serán las fases… Ahora mismo, las únicas novelas que consiguen tenerme quieto en el sillón son las de CF… Si no hay marcianos, como que me entra pereza…
Todo son épocas. Pero estoy de acuerdo con Rising: siempre regresas. A mí con la SF me pasa igual que con el rock; puedo estar tiempo sin escucharlo, pero llega un momento en que u oigo el sonido de una guitarra eléctrica o me da algo.
Es curiosidad, pero me ha llamado la atención que los tres comentarios que he recibido son del mismo palo, no sé si no he sabido expresarme pero ¿de verdad creen que lo que digo de la pereza se reduce a una cuestión de saturación o de fase lectora?
Para mí siempre ha sido muy sintomático que, al menos en España, al menos en el mundillo de España, las voces que más se tienen en cuenta cuando hablan ‘ex catedra’ de la cifi sean de lectores más que de escritores.
Me siento bastante identificado con tu artículo, al menos en lo que lo interpreto como una crítica a esa pose de autojustificación del género que ha pasado de defenderlo activamente e impulsar su evolución, a asfixiarlo y saturarlo de discusiones y prejuicios, en lugar de creatividad (aunque que a lo mejor no era tu intención y estoy proyectando mis propios prejuicios…) en algo que podríamos llamar perfectamente una crisis de la mediana edad.
«Me siento bastante identificado con tu artículo, al menos en lo que lo interpreto como una crítica a esa pose de autojustificación del género que ha pasado de defenderlo activamente e impulsar su evolución, a asfixiarlo y saturarlo de discusiones y prejuicios, en lugar de creatividad»
Justo a esto me refería. Y menos mal que alguien lo ha captado, porque empezaba a sentirme mal. ¿Prejuicios? Quizás, pero también hay un reflejo, y multitud de ejemplos por cualquier blog o foro.
Lo que comentas de los lectores y escritores es muy curioso.
Supongo que eso depende de los gustos de la persona, ¿no?.
No entiendo muy bien tu artículo MC, o lo que intentas transmitir, pero creo que hay gente que evoluciona de diferente manera respecto los diferentes géneros literarios. Por ejemplo, yo cuando era adolescente no hacía otra cosa que beberme los clásicos, sin embargo ahora cerca de la cuarentena no hay quien me separe de ciertos autores de ciencia ficción o fantasía (digase Asimov, Negrete, Martin, etc…)
Creo que tu opinión es respetable, pero demasiado subjetiva. Habrá gente que coincida contigo y otras que no. Habrá personas que se aburrirán de la ciencia ficción y otras que no.
Tu caso puede ser extrapolable a diferentes sujetos, pero eso no significa que sea la regla general. Lo dicho, «opinión subjetiva».
Efectivamente, tal como indico al principio, es subjetivo: «no sé qué postura adoptar tampoco, y como no tengo postura, he decidido que voy a escribir de un sentimiento, que es fácilmente manipulable una vez que se expresa, y por lo tanto, imposible de impostar incluso por mí mismo».
Sin embargo, reitero que no es una cuestión de fases lectoras ni de gustos. Y aunque la pereza sea subjetiva, los motivos que la provocan no lo son (lo que apuntaba de la crisis).
Pues a mí también me dan pereza las discusiones eternas y las autojustificaciones ad infinitum, como si después de más de una centuria de existencia del género no fuera suficiente. No veo que la novela romántica o la histórica les dé por estarse justificando, ni hacen lo propio los géneros realistas. Sin embargo, de vez en cuando me topo con algunas teorías extrañas que no había oído antes y quizá me detenga un poco a escuchar la discusión.
Ahora bien, las discusiones y autojustificaciones y qué es y qué no es CF y por qué es un género literario y no un adminículo panfletario del cine o etc., no suele incidir en mis gustos lectores. En ellos va la historia y no el género lo que prima, aunque suelen ser historias de género fantástico las que normalmente llaman mi atención.
Creo que las teorías y posiciones filosófico-existenciales que mencionas a la larga dan lo mismo. Cómo nos gustaría que fuera el mercado, qué quisiéramos leer, qué creemos que se debería escribir, qué casillas tenemos para ir colocando los libros que van saliendo,…
Al final quedan las obras de los que escriben, si lo merecen. Las vallas al terreno y los mapas vienen después, no cuando el territorio está aún por descubrir. Quizá sea esa la cuestión. ¿Debe la crítica aspirar a «ser prospectiva»? Yo creo que no. Las escuadras y los cartabones se sacan luego, se colocan sobre lo que ya está escrito.
El que escribe -si lo que hace merece la pena y de verdad es algo nuevo- se mueve a ciegas. No es consciente de si lo que está inventando lo llamarán un refresco nuevo o será una nueva receta que lleva patatas.
Es un círculo vicioso: el hecho de que se escriba/lea poca ciencia ficción origina un número discusiones asombrosamente alto (y muy apasionados) para un género tan poco escrito/leído, hecho este último que origina las discusiones sobre el estado del propio género y vuelta a empezar.