Entrevista a Fernando Ángel Moreno

Tal y como comentas en la introducción, el ensayo ofrece justo lo que promete en el título: una teoría de la literatura de ciencia ficción. ¿Podrías ampliar esta idea?

Mi libro es la explicación del funcionamiento de la narrativa de ciencia ficción -especialmente las novelas- desde la mayor cantidad de puntos de vista posibles: de lo social a lo creativo, pasando por la manera en que los textos de ciencia ficción son recibidos por cualquier lector que entre en el juego. Es decir, qué es y por qué es así y qué ocurre cuando se escoge escribir o leer desde la ciencia ficción. He intentado aportar una explicación profunda del género tanto para el académico como para el lector profano o el experto.

Lo social está reflejado en un pequeño estudio sobre cómo ha sido acogido el género por la crítica, sea la académica o la del aficionado y cómo esa crítica ha influido mucho además en que haya sobre todo un tipo de obras y de acercamientos literarios. También hay una breve historia del género, tanto en España como en el extranjero, a partir de los textos más significativo, y una tipología que resultará útil sobre todo para quienes menos lo conozcan.

El libro en realidad responde al frío erial que existía en España sobre tantísimos aspectos de la ciencia ficción, siempre envuelta en leyendas urbanas, tópicos y desconocimiento del género y de la literatura por parte de todos los sectores, entendidos o no.

En el análisis que has llevado a cabo es significativo el cambio de peso en el estudio de las componentes histórica o social, fundamentales en los ensayos más populares publicados en España anteriormente, hacia la narrativa en sí. ¿Por qué ha tenido que pasar tanto tiempo hasta que surgiese este enfoque?

Te respondo desde un difícil equilibrio entre experiencia e intuición. En España apenas existe tradición teórico-narrativa hasta los años ochenta y, desde luego, nada de verdadera entidad hasta finales de los ochenta y principios de los noventa. Aún hoy, estamos muy obsoletos en cuanto a estudios literarios, como puede apreciarse tanto en la forma en que el lector de a pie entiende la literatura (saturado de tópicos falsos y leyendas urbanas contradictorias entre sí) como en la manera en que se enseña en secundaria, con una obsesión por lo social que apenas ha cambiado en los enfoques más teóricos desde los años setenta. Por fortuna en algunos libros de texto eso empieza a cambiar. Incluso en la universidad puedes encontrar todavía muchos obsesos de lo socio-histórico, sobre todo en Filología Hispánica, aunque cada vez son menos, por suerte. La consecuencia ha sido que cuando alguien, académico o no académico, se ha acercado al género casi siempre lo ha hecho desde lo social porque -sobre todo si no era académico- es como creía que se hacía y porque apenas disponía de herramientas teóricas en las que apoyarse, porque nadie se las había enseñado ni le había informado de que existían.

A eso debemos añadir una clase intelectual de izquierdas, de base comunista en muchos casos, y una tradición de derecha obsesionada con la patria y su historia. Ninguna de las dos entendía ningún estudio humanístico más que desde lo socio-histórico y entre ambas crearon una tendencia socio-histórica terriblemente cutre en la mayoría de los casos. No te doy títulos, pero he leído cosas incluso ofensivas. Evidentemente, se salvan excepciones de estos enfoques, como el magnífico ensayo sobre cf de Juan Ignacio Ferreras, de principios de los setenta.

Curiosamente muchas de estas excepciones se encuentran en los prólogos de novelas y antologías de relatos, donde a veces encuentras verdaderas joyas por parte del autor de turno, donde casi siempre se veían en la obligación de justificar el género que habían escogido y a menudo te sorprenden con intuiciones y reflexiones realmente brillantes. Mariano Martín Rodríguez (que me consigue muchos) y yo disfrutamos a menudo con pequeñas joyas olvidadas que no debieron apenas oírse en los sesenta y los setenta. En el libro cito unos cuantos.

Con esto no pretendo defender solo lo puramente narrativo como vía de estudio de una novela, pues me encontraría en el extremo contrario y la cf, especialmente, es un género muy político, económico y social, incluso en la más pulpera de las narraciones, aunque no siempre lo parezca. Basta con leer algunas novelas de Burroughs o algunos bolsilibros para ver que muchos autores han volcado en el género sus obsesiones sociales.

En el libro, como habrás visto, intento poner un ancla en lo social con relativa frecuencia, pero lo curioso es por qué que no lo he hecho más: no por ombliguismo o solo por convicciones teóricas, sino porque no soy experto en sociología y creo que cada uno debe aportar desde donde tiene conocimientos, desde luego. Esperemos que en el futuro algún buen sociólogo se interese por el tema.

En un momento construyes una definición de ciencia ficción para segregar de ella lo prospectivo: toda una serie de ficciones que, hasta ahora, se clasificaban como ciencia ficción. ¿Realmente es tan necesaria esa separación?

Es Julián Díez quien propone el concepto y realiza la separación estricta entre ficción prospectiva y ciencia ficción. Yo dudo un poco de tal separación, aunque reconozco que tiene razones poderosas para ella y que en el libro a veces la sugiero porque acabó haciéndome dudar seriamente.

Hay un hecho demostrado y constatable: hasta la entrada del pulp, la novela especulativa, científica… como quieras llamarla, era un género culto bastante bien entendido desde unos parámetros exactos por la crítica, los lectores y los autores. Incluso tuvo un gran momento de esplendor en España antes de la Guerra Civil, siendo cultivado por prácticamente todos los autores de renombre de la época: Unamuno, Clarín, Azorin, Maeztu, Pérez de Ayala, Blasco Ibáñez… Muchos reconocieron su admiración por Wells y por el nuevo género. Las utopías y distopías triunfaban en estos relatos como juego crítico ante la sociedad, como está demostrando con unos artículos impresionantes el historiador de la literatura Mariano Martín Rodríguez. Precisamente él y yo, a partir de los argumentos de Julián, estamos de acuerdo en que aquello era un tipo de literatura concreto, que hoy podríamos llamar «ficción prospectiva» y que ha tenido una continuidad en cierto tipo de relatos que hoy se escriben. Es una literatura de temas, abstracciones, inquietudes muy diferente del resto de la cf, si queremos considerarla un subgénero de ella, para lo cual tampoco veo mayores problemas.

Sin embargo, en los cuarenta y de repente, llegan los Gernsback y Campbell y deciden hacer otro tipo de cf, basada en esos temas y motivos. Pero esa literatura de cf fue muy diferente en el fondo, aunque terminaran por fundirse ambas. Precisamente de esa dicotomía surgen muchos de los problemas de aceptación del género hoy.

De aquí parten dos frentes que siempre se quieren unir y son diferentes. Por una parte, defender una literatura muy entretenida, con muchísimos valores literarios, no prospectiva, por ser una manera tan válida de literatura como una novela de García Márquez o de Camus. Por otra, hay que defender un tipo de cf, la prospectiva, con otros valores y que es otra forma literaria y que también es válida, con sus profundizaciones filosóficas o su crítica psicológica o social. Hoy son casi dos tendencias que se funden con muy variadas intensidades.

¿Por qué todos hablan de ciberpunk, steampunk, hard, utopía, distopía…? ¿Y luego muchos se rasgan las vestiduras porque se define una línea que no tenía nombre? Lo prospectivo engloba muchas líneas narrativas de la cf general (muchos subgéneros) y es muy, muy, muy cómodo, creo, afirmar: esta obra es más hard y esta otra es más prospectiva. Creo que todos empezamos ya a entenderlo así, incluso los detractores del término saben a qué nos referimos cuando lo usamos. ¿No será entonces que hacía falta? ¿Y qué problema hay con ello? De verdad que no lo veo.

Las definiciones y las etiquetas son una herramienta para dar a conocer nuestros gustos, no es venderse al enemigo, porque ¿realmente hay enemigo? Las etiquetas -si son maleables, criticables, adaptables, no rígidas- son fundamentales para la sociedad, pues la sociedad (todos nosotros) se basa en conceptos y definiciones. Que estos sean laxos, relativos, que a veces sea difícil clasificar tal o cuál obra no significa que no se pueda empezar una lucha a partir de correctas definiciones.

Aunque llevas tiempo apostando por el acercamiento entre la esfera académica y la esfera aficionada y la ruptura de estereotipos, veo ambos mundos muy alejados. Los académicos, salvo experiencias híbridas (la revista Hélice , tu ensayo…), continúan moviéndose en su órbita mientras que los aficionados siguen en la suya.

Pues sí, sabes que ese es uno de mis más obsesivos campos de batalla.

La respuesta es muy complicada porque, a pesar de todo lo que te digo aquí, hay problemas muy diversos que dependen al final de cada persona y de los tópicos.

Mi preocupación apareció sobre todo al entrar en la facultad y mis jefes me dijeron: «Aquí vienes sobre todo a hablarnos de estos temas porque hay que trabajarlos» (aunque luego he dado clase de las cosas más variadas, claro). Muchos de mis compañeros habían sido fanáticos de la cf de jóvenes y la defendían incluso hoy.

Es decir, cuando entré, esperaba lo que todo aficionado externo: un montón de gestos torcidos e incluso burlas y me encontré, en Filología, con una amplitud de miras enorme y con muchísimo apoyo. No siempre es así, desde luego, y debo bregar aún con algunos subnormales, pero he sentido un gran respeto hacia mis estudios en la mayoría de los casos.

¿Existen retrógrados que quieren que se estudie solo lo de siempre y que no son capaces de abrir miras ni para cf ni para otras posibilidades? A patadas, pero son sobre todo ciertos representantes de la vieja escuela. ¿Qué se le va a hacer? Sí es más difícil cuando chocas con proyectos grandes, con investigación de altura, porque basta que aparezca alguien de la vieja escuela en un tribunal de tres catedráticos para que te hundan por el peso que tienen. Este es uno de los motivos de que aún le cueste crecer.

Pero ya hemos organizado un congreso sobre series en la UCM que ha sido uno de los de mayor éxito en los últimos diez años y para el curso que viene tenemos total apoyo para uno de Alan Moore. El congreso en la Carlos III de 2008 fue para que el fándom entero lo hubiera visto, ¡de verdad!: profesores de charla con aficionados, cañas juntos, conferencias eruditas y mesas redondas divertidas… Por otra parte, ¡¡¡José María Merino es académico de la lengua!!! ¿De verdad es imposible dar el salto? En febrero, Julián Díez y yo moderaremos dos mesas redondas, respectivamente, en el Instituto Cervantes, que tienen por objetivo apoyar a los escritores españoles de ciencia ficción, quizás con ediciones, traducciones, viajes… ¡Una ayuda académica hacia el género, quizá la mayor que ha habido nunca en España, si sale bien! Estarán José María Merino, José Carlos Somoza, Luis Albero de Cuenca, José María Merino, Andrés Ibáñez, Julián Díez y Eduardo Vaquerizo en el Instituto Cervantes por iniciativa del propio instituto. ¿De verdad los académicos están cerrados a ello? ¿De verdad todos los aficionados desprecian a los académicos? Pero, si te fijas, la mayor parte de los espacios de los aficionados dan la espalda a iniciativas como esta, que tanto apoyarían a la difusión del género.

Otra cosa son muchos periodistas y muchos escritores, así como cierta masa intelectual española muy dada a ciertos tópicos sobre literatura y arte o cuyos gustos han prevalecido. Pero eso no es la academia.

Te aseguro que estamos en un momento magnífico para introducir estos géneros en la universidad. ¿Hay resistencia? Mucha, desde luego. No quiero decir que estén las puertas abiertas de par en par en cada despacho, pero no es ningún muro, de verdad que no.

En cuanto al aficionado, la cosa es más complicada. Hoy en día el debate está en internet, donde se lanzan diatribas fugaces, muchas veces anónimas o como si lo fueran, en el tono que sea y con lo primero que a uno se le ocurre.

Además muchos se quedan con los cuatro ejemplos universitarios que han visto (casi siempre no filólogos) o con la imagen que se les quedó tras pasar por muchos arcaicos e incompetentes (en algunos casos) profesores de secundaria de literatura, que por suerte también están cambiando. El mayor peligro siempre son los pseudo-intelectuales, los que creen que pueden opinar de todo por motivos variadísimos. Pero eso no es lo académico.

Me hablas de Hélice o de mi ensayo. No es cierto que solo se trate ahí el género. Lo que pasa es que yo me muevo dentro del fándom y me oís más, pero hay mucha más gente trabajando estos temas, no solo en España, sino también en México, Argentina, Rumanía, Estados Unidos…, con los que por fortuna hemos creado una pequeña red de trabajo, aunque sea desde otros puntos de vista y, desde luego, no puede buscarse algo como Hélice en la academia. No porque no se quiera la cf, sino porque no son frecuentes las revistas académicas tan especializadas como para ceñirse a unos pocos géneros. ¿Conoces alguna revista académica que trate solo la novela existencialista, la literatura del absurdo o la novela picaresca?

Por otra parte, yo NUNCA he tenido ningún problema en publicar sobre cf en NINGUNA revista científica española o extranjera. Todo lo contrario. Se me han abierto aún más puertas. Es falso, completamente falso, que se marginen absolutamente los estudios de cf en la ciencia española. Quien afirme lo contrario miente; por ignorancia o por mala voluntad, pero miente.

Creo que abunda la gente abierta en ambas líneas, pero también que los becerros de ambas líneas hacen demasiado ruido y son quienes emponzoñan e impiden el deseable y fructífero encuentro.

Respecto a los casos de simple desconocimiento, a menudo, cuando salgo de discutir con alguien de la universidad y en una hora choco con alguien en un foro, siempre pienso: «Si hablaran tranquilamente, con unas cervezas delante, seguro que se reirían y empezarían a plantearse proyectos juntos».

Los lectores no se ponen de acuerdo sobre si la ciencia ficción vive un momento de esplendor o están en una alarmante crisis. ¿Cómo ves grosso modo este dilema?

Parece que estamos en un declive de la ciencia ficción más maravillosa, la de los saltos hiperlumínicos y los puertos espaciales. En mi caso, reconozco que la echo mucho de menos, porque siempre me ha encantado. Aún así, si no fuera por las horrorosas ediciones que sufrimos a veces, nos quedarían Banks y alguno más. Lo de Excesión es una auténtica vergüenza y ese tipo de casos hace que, por ejemplo, muchos hayamos huido de las ediciones de la Factoría, pero si te fijas en su catálogo verás que se escribe mucho interesante. Que la edición sea legible es otra cosa, claro.

Pero se están publicando cosas muy, muy interesantes. Es una pena que el libro de bolsillo ya no triunfe en la cf y creo que eso influye mucho para confundirnos.

No obstante, parece que existe una obsesión por parte del mainstream de acercarse a los recursos narrativos de la cf y eso está dando obras maestras a una velocidad que solo se vio en algunos momentos de la new wave o de la Edad de Oro. Por otra parte, sigues teniendo agradables sorpresas dentro de la literatura de género, de vez en cuando.

Además, creo que el abanico de lecturas del lector individual ha crecido mucho y es raro el lector que solo lee cf, con lo que es más difícil charlar de las mismas obras cuando te encuentras con alguien. La oferta es tan grande hoy que cuesta coincidir y a menudo te das cuenta tarde de que te has perdido una gran obra porque nadie te la había comentado ni la habías visto reseñada en ningún sitio. Publicaciones como esta son muy importantes en este sentido y hay que apoyarlas todo lo que se pueda.

No veo un declive, no, sino una apertura de temas, espacios editoriales, lectores, lecturas, autores… Que causa una impresión errónea. Creo que hay menos impacto mediático dentro del fándom y menos presencia de una alta variedad en estanterías especializadas, pero lo que hemos perdido dentro del mundillo se ha ganado fuera.

Como aficionado, yo estoy contentísimo con el momento en general, desde luego, aunque echo de menos más piratas espaciales. ;)

Dado que escribiste una tesis sobre la ciencia ficción española, ¿te atreverías a citar tres autores que hayan supuesto una pequeña revolución sobre lo que se producía anteriormente y a explicar (brevemente) por qué los eliges?

¿Tres autores individuales? Difícil, porque creo que la revolución fue muy fugaz y fruto de un colectivo, pero si tuviera que elegir citaría primero a Gabriel Bermúdez Castillo, por diversos motivos, pero ante todo porque le dio entidad literaria al género y propuso una irreverencia que todavía se echa de menos. Por desgracia, considero que ha envejecido mal.

Creo que en general la cf española es bastante conservadora y poco atrevida con ciertos tipos de lenguajes y temas, como el sexo o la política. Bermúdez Castillo abrió una posibilidad que se ha seguido poco, pero que fomentó una ciencia ficción diferente a la de los bolsilibros. Solo algunos gamberros como el gran Daniel Mares han decidido profundizar en esa línea. Reconozco ser un gran defensor de su novela corta 6, injustamente olvidada, en mi opinión. Si Sabino viviría, de Iban Zaldua, pese a su sencillez sería otro buen ejemplo de cf irreverente y gamberra.

No puedo dejar de citar a Rafael Marín con Lágrimas de luz, a pesar de que es una novela que no me entusiasma como construcción completa y que la verdadera revolución en ese sentido fue la de Bermúdez Castillo. Pero Marín fue quien consiguió el éxito y eso no puede ser fortuito, además que lo que más importa en la historia de la literatura no es quién inicia, sino quién influye. Como ya he escrito en Hélice, Lágrimas de luz fue un intento de separarse de la mera trama escapista, de regodearse con lo literario, con las referencias eruditas, con la introspección de los personajes y su relación con el sentido sublime de la maravilla propio del género. No creo que consiguiera un gran resultado, pero sus sucesores entendieron que había otra manera de escribir cf. Por desgracia, después se ha cerrado mucho de esa línea y creo que los pocos que escriben cf un poco más introspectiva y cuidada en España es más por influencia de autores extranjeros que por la de autores españoles.

Por último, Juan Miguel Aguilera tiene la que considero la verdadera propuesta interesante de su tiempo: Mundos en el abismo, porque hizo más ambiciosos a todos los escritores de género en muchos sentidos. Su tratamiento de la religión, del space opera, de lo hard, de lo sublime, de la identidad personal, del mundo científico… me parecen que han influido muchísimo más que los autores anteriores. Me es fácil encontrar rastros de Mundos en el abismo en mucha ciencia ficción posterior, pero apenas se ha seguido la línea erudita y pretendidamente más literaria de Lágrimas de luz.

De todos modos, deberíamos citar más nombres, porque esta “generación de los noventa” o “generación HispaCon” (como la considero por haberse centrado tanto en estos eventos) es más un grupo que individuos sueltos, más una fusión de personalidades y literatura que “solo” escritores.

Y, por último, ¿tres narraciones de ciencia ficción española que recomendarías sin reservas?

Para un lector abierto a la maravilla, siempre Mundos en el abismo. La disfruté mucho cuando la leí por primera vez, desde una mirada bastante joven, pero cuando la releí para la tesis me volvió a sorprender desde otros aspectos. No me habría extrañado nada que le hubieran concedido un premio Hugo de haberse publicado primero en Estados Unidos, como ya han afirmado otros compañeros. Es una magnífica muestra de las características más clásicas del género, sin despreciar del todo elementos más audaces.

Como ejemplo de ciencia ficción más literaria, para lectores que disfrutan de la riqueza de un lenguaje muy connotativo, recomiendo encarecidamente El mundo de Yarek, de Elia Barceló. Tiene mucho de new wave, mucho de Le Guin, mucho de cf clásica, mucho de concepto kafkiano y posmoderno del mundo; todo ello muy equilibrado. Me llama la atención que no se cite más, que se considere a menudo una obra ligera. Quizás el argumento no sea especialmente original en cuanto a las ideas pero, como me repite tanto Eduardo Vaquerizo, la literatura no se hace con ideas, sino con palabras. Parece sencilla porque los numerosos elementos que toca (el primer contacto, el exilio, la importancia de la ciencia, el amor, la ética social por encima de la individual, la inconsistencia de la realidad por lo virtual, lo prohibido, la autocensura, la unión con el entorno natural tras el desgarro de lo urbano…) no son desarrollados hasta sus últimas consecuencias porque no es ese el objetivo del relato. Sin embargo, el acierto de la novela reside en su equilibrio de todos esos elementos a favor de la historia que se nos está contando. Se nos cuenta algo muy concreto y el desarrollo poético e intelectual posterior queda como posibilidad en la mente de cada lector, que puede escoger entre solo disfrutar de una historia perfectamente escrita o extraer conclusiones más profundas. En mi opinión, El mundo de Yarek es quizás la obra más equilibrada y mejor cerrada de la ciencia ficción española.

Me cuesta escoger una tercera, porque la extrema autorreferencialidad de muchas obras, sumada a la irregularidad que tanto caracteriza a la ciencia ficción española, vuelven complicada una elección que sirva de guía a alguien que se introduzca en el género.

Así que me inclinaré por la antología de relatos que publicó Julián Díez en Minotauro: Antología de la ciencia ficción española 1982-2002. La mejor ciencia ficción española está en los relatos y, desde luego, yo diría a cualquier interesado que intentara conseguir las antologías de relatos de cada autor significativo del género, porque va a disfrutar muchísimo. Mientras tanto, esta antología es una gran opción, con cuentos tan increíbles como los de Aguilera o Mallorquí. Es el gran legado, por el momento, de nuestra ciencia ficción a la ciencia ficción mundial y debemos defender y fomentar su difusión y su reconocimiento para que sigan editándose y para que puedan disfrutarlo más lectores, actuales y futuros.

22 comments

  1. Totalmente de acuerdo en que desde que más o menos la posmodernidad entró en las aulas hay un feeling distinto respecto a la CF. Distinto y positivo, en general. Recuerdo aquellas posturas cerriles de los 70 (con excepciones), en lo que lo fantástico y lo popular se consideraban directamente fuera del mundo (no se consideraban, punto). Como anécdota, de adolescente leía y releía la histo. de la literatura de Valverde y Riquer, vaya las dos, la universal y la otra. Verne, Verne sí… no sale ni en el índice onmástico. Y eso que Valverde era un gran profesor, abierto y erudito. Yo me decía, como coño se puede escribir la historia de la literatura universal sin citar a Verne ni por error. Simplemente para ellos Verne NO era literatura a considerar.

    En eso creo que los planteamientos posmodernos han ayudado mucho (aunque claro, buena parte de la sociedad, periodistas, formadores de opinión, concejales de cultura, gente vale -aficionada- pero con puntos de vista muy potentes a veces, siguen anclados en aquel sentir.Demasiados años de rayadura)

  2. Por cierto ¿qué pasó con Tropismos? Ya las pasaba canutas consiguiendo libros suyos antes, pero han desaparecido sin saldo ni ná ¿verdad?

  3. Esa referencia a la posmodernidad me parece interesante. Es posible que tenga mucho que ver con la aceptación «académica» del género, o los procesos de evolución de las temáticas, hibridación de temas, etc. Pero también tiene una parte negativa.

    En esa discusión tan larga que ya casi ni se puede seguir sobre las distopías no parece plantearse la cuestión de que estas eran propias de la Moderdidad y que al abundancia o no de ellas en estos momentos podría tener mucho que ver con la Posmodernidad. Aunque como movimiento filosófico me parece poco interesante y tiene más de negativo que positivo, sí que creo que refleja una interpretación sobre la sociedad que realmente estamos sufriendo ahora.

    Me gustaría que Fernando Ángel comentase algo sobre este tema, pues me parece muy interesante, y creo que hablar sobre estas cuestiones aclararía un poco nuestras mentes sobre qué pasa realmente con el mundo de la ciencia ficción.

    Otro tema que me interesa (y que ya he comentado en una reseña en otra parte) es que si bien aceptas la validez de la división del género de la ciencia ficción entre prospectiva y otras cosas, sí que muestras algunas dudas. ¿Por qué entonces el libro parece estar centrado en esa clasificación, que según mi percepción parece oscurecer lo que se expone en los primeros capítulos (que a mí me han parecido los más interesantes del libro?

    Y para terminar, ya que citas un par de veces «Mundos en el Abismo» y en ambas ocasiones lo consideras fundamentalmente ciencia ficción hard, ¿crees que tiene elementos prospectivos?

  4. Instan: en primer lugar, quiero agradecerte el mensaje y la crítica que hiciste hace tiempo del libro. Efectivamente, la segunda parte es más densa por ser más teórica, más científica, más una demostración de teorías que un ensayo divulgativo, aunque ha habido profanos que me han insistido en que también les ha gustado mucho. Va por intereses personales, aparte de mi propia torpeza al escribir, claro.

    En cuanto a las distopías, no lo veo tanto un género exclusivamente moderno, a menos que consideremos solo las que están centradas en describir pormenorizadamente un sistema alternativo, como 1984, herencia de las formas de la utopía clásica. Hoy somos más sutiles narrando, creo, y por eso puede parecer que no es un género posmoderno, al no existir a veces obras tan exhaustivas de ese tipo, si exceptuamos el cyberpunk que muy acertadamente citaba Kaplan. De todos modos, estoy relativamente de acuerdo con tu planteamiento: la posmodernidad más radical no distingue del todo entre sistemas correctos e incorrectos, por lo que quizás fuera un poco contradictoria una distopia desde esos parámetros. Sin embargo, no creo en la posmodernidad radical y considero, como ya he comentado, que en el mundo anglosajón se están escribiendo interesantísimas distopías, como La conjura contra América o Nunca me abandones, puesto que en el fondo un género es solo una herramienta. Las razones por las que en España no se emplea más esta herramienta quizás deban buscarse, en mi opinión, entre las mismas por las que nuestras huelgas generales son de opereta.

    Respecto a la diferencia entre cf y prospectiva, creo absolutamente en que existe una línea/género/tendencia que podríamos denominar «prospectiva» y creo tanto en ello que el subtítulo del libro lo indica. Mis dudas son respeto a si considerarla dentro del género de la ciencia ficción o aparte, como defiende Julián Díez con poderosas razones. En lo que he empleado desde luego muchas páginas ha sido en delimitar lo más claramente posible qué es prospectivo y qué no es. Respecto a la pertenencia o no al género, me parece un matiz tan pequeño que lo considero más una diversión teórica que un factor de aplicabilidad, por lo que tampoco me quita demasiado el sueño mientras el término sea útil en cuestiones más importantes y se tenga claro qué obras se adscriben (sean consideradas cf al mismo tiempo o no). MI división final en la bibliografía entre obras de cf y obras de prospectiva puede entenderse como «puramente de cf» o como separación genérica a gusto del consumidor.

    Por último, desde mi definición de «prospectivo», Mundos en el abismo sí tiene claros elementos prospectivos, aunque no creo que sean rasgos dominantes, sino secundarios. Lo que ocurre es que son lo suficientemente interesantes y bien vistos como para enriquecer la fusión de space opera y hard que es la novela.Respecto a esto, apenas hablo en el libro de que hoy ciertos teóricos no defienden los géneros por saturación, no como absolutos: «novela más picaresca, algo romántica, nada policiaca», por ejemplo, en vez de centrarse en planteamientos absolutos. Precisamente, eso explica mejor las obras y evita (aunque tampoco mucho) valoraciones de los géneros en sí mismos, en vez de hablar de su plasmación en las obras, cuando se busca hacer valoraciones estéticas.

    No sé si lo ves igual…

    Gracias al resto por vuestros mensajes. Espero que disfrutéis el libro.

  5. Una entrevista magnífica. Fer: tengo que leer tu ensayo ya pero ya :-)

    Un apunte: no sólo el mundo académico es más receptivo a las literaturas «prospectivas», desde hace bastante tiempo también el editorial admite sin tapujos etiquetas, autores, temáticas, etc. No todos los sellos ni cualquier libro, claro, pues algunos persiguen una determinada línea editorial y otros lo evitan porque siguen adoleciendo de escasez de miras cuando no directamente de complejos de inferioridad. Pero, en fin, para muestra un botón:
    http://www.alfaguara.com/es/libro/el-hielo/

    De lo último publicado por Alfaguara: la reseña cita a Philip K. Dick, Michel Houellebecq, Haruki Murakami, ciencia ficción, relato inclasificable, thriller posmoderno… Y puede que ni siquiera el libro sea «de género», pero no duelen prendas hablar de él con naturalidad y entre otras cosas, claro.

  6. Me alegra leerlo, Mariano, y gracias por el comentario. Quizás en este momento es hora de ir preguntándose quién prefiere que siga siendo un gueto y por qué.

  7. Bien, lo del posmodernismo lo planteaba como una hipótesis teniendo a partir de mis reflexiones sobre el tema, sin tampoco afirmar nada categóricamente (esto sí que suena posmoderno). Pero me parecía interesante comentarlo ya que haces referencia al posdernismo en la entrevista, en el libro, y creo que viene bastante a cuento. Al menos respecto a las eternas discusiones que se plantean en esta web y otras sobre «la crisis del género».

    Sobre lo de el término prospectiva, dejando de lado que a mí no me gusta, y creo que sería más adecuado el de proyectiva, a mí me parece una cuestión de no mucha importancia. De hecho encuentro otras cuestiones mucho más interesantes e importantes. Por ejemplo, lo que a mí más me gustó del libro es el pequeño apartado sobre los mundos posibles. Me agradó encontrarme con que hay expertos en crítica literaria que plantean rigurosamente ideas que tengo intuitivamente sobre el tema.

    Pero más importante me parece dejar claro cómo el manejo de dicho concepto en la teoría de la literatura difiere del que pueda darse en lógica, metafísica e incluso física. Creo que a veces los críticos aficionados y muchos lectores tienden a confundir los usos y conceptos en este tema, tan interesante para comprender en profundidad el género. Ahí, para aclarar puntos de vista alternativos sobre estas cuestiones, es donde yo le veo más utilidad al libro, y me parece que es conveniente hacerlo notar.

    En cuanto a lo de Akasa-Puspa no lo decía tanto para negar que como bien dices no pueda decirse que es space opera o hard, que sin duda lo es, como para hacer notar que es mucho más. Estoy de acuerdo con que no deben de buscarse los absolutos a la hora de clasificar una obra en un género u otro. Simplemente ocurre que en este caso creo que la parte prospectiva es si cabe más importante, cuando se analizan las fuentes de donde surge, que el resto, aunque seguramente tampoco esa fuese la intención de los autores. Y en cualquier caso es una percepción personal, que sin duda se basa en mi gran interés por algunas de las cuestiones sobre las que se reflexiona en esa saga.

  8. Lo de Prospectiva fue un tema que se discutió durante meses en Xatafi, a partir de la teoría de Julián y precisamente Antonio Rómar defendió el término alternativo de «proyectiva». Incluso dio una conferencia en el congreso de la Carlos III. Yo dudé tanto que incluso en un momento dado tuve que cambiar los términos d todo el libro porque casi todo el tiempo me inclinaba más por lo segundo. Fue cuando Julián me enseñço la definición del diccionario para «prospectiva» que incluyo en el libro cunado de verdad me entusiasmó el término, a partir de lo que implicaba. Pero recuerdo meses de tertulias, mensajes en la lista interna de Xatafi, chistes… sobre el tema, sobre si había que usar el concepto o no, sobre las posibilidades… Fue muy, muy divertido, aunque suene extraño desde fuera.

    Sobre el resto estoy bastante de acuerdo. Es curioso lo que comentas sobre la teoría de los mundos posibles, porque Dolezel (de quien saco la perspectiva) reflexiona del mismo modo, advirtiendo que es un uso que no se puede vincular estrechamente con el que hacen otras disciplinas. La teoría de la literatura no es filosofía ni física, aunque ninguna de estas deba perderse de vista. Lo importante es entender y conseguir herramientas.

    Mucho más veraze interesante, por si te animas algún día, es la propuesta que hace Iuri Lotman sobre las obras como semiosferas (desde la semiótica), aunque es mucho más complicado. Yo intentaré ponerme con ello cuando me haga mayor, que todavía me da miedo jugar con cuchillos. ;)

    También me parece muy curioso que a ti precisamente te haya interesado más la segunda parte del libro, al contrario de lo que comentaba otro amigo más arriba. Como ya dije, creo que depende mucho de lo que cada uno busca al reflexionar sobre literatura, sí. Creo que es la línea que más nos gusta a los que tenemos una mentalidad muy, muy científica al analizar las cosas, quizás menos literaria (paradójicamente).

  9. En toda la entrevista no encontrado una sola idea de lo que es la Ciencia Ficción. Para ello, naturalmente, hace falta saber qué es literatura, y para ello hace falta saber bastante filosofía. Aconsejo, para saber qué es el lenguaje, la lengua, e introducirse uno a la idea de la razón narrativa, la obra de Ortega, de Marías o, incluso, de M. Zambrano. La razón vital es razón narrativa… No me gusta que este profesor diga «subnormales» a sus colegas profesores, tampoco me gusta que en sus clases diga palabrotas (lo digo con conocimiento de causa), y la foto de portada muestra vanidad.

  10. Creo que el comentario merece largas respuestas, ya que está tan personalizado y que toca puntos que pueden interesar a otros lectores.

    En primer lugar, no acabo de pillar por qué en una entrevista debo responder a qué es cf, literatura y filosofía. De todos modos, las dos primeras se encuentran ampliamente explicadas en el libro. Es muy largo extenderse aquí sobre ello. También puede venir cualquiera de oyente a mis clases sobre literariedad, si se tiene interés. Imparto tres asignaturas universitarias al año sobre ello.

    Para cualquiera: que la filosofía explica todo es un defecto tan común como el de los que piensan que la literatura explica todo, la física explica todo o la religión explica todo. En fin, considero que he leído bastante filosofía y sí me parece imprescindible para estudiar literatura, pero igual que se debe saber de lenguaje, de sociología y de psicología… Pero, en fin… Es una opinión como otra cualquiera, desde luego.

    Por mi parte, para saber qué es literatura no recomiendo a ninguno de los que cita Francisco, aunque como no sé nada de él, quizás sea un gran sabio, así que bienvenidas sean las citas. Ahora bien…. Eso de que la razón narrativa es la razón vital… Ejem, ejem… Joooodeeer… Aparte de que María Zambrano escriba muy bien y no sea mala recomendación (aunque sí algo profana en estas lides tras décadas de teorías de la literatura y que arrima el ascua a su sardina), yo acudiría mejor a cien años de teorías de la Literatura (formalismo ruso, new criticism, estructuralismo, semiótica, pragmática, estilística, neurocrítica, psicocrítica, estética de la recepción, deconstrucción…) antes que a personas que se basan en intuiciones e inspiraciones, o métodos arcaicos, por sabias que sean. Aristóteles, quizás, te lo aceptaría, aunque sabía poco de muchas cuestiones actuales. Y, desde luego, ni de lejos acudiría a Ortega, que tanteaba mucho más que construía. Y te aseguro que respecto a Ortega hablo con conocimiento de causa. Mucho. ;) Pero en fin… Ahí están las recomendaciones de Francisco. Se agradecen siempre.

    Respecto a las palabrotas… Oh, mierda, joder, me has pillado. Iba a negarlo, pero si hablas con conocimiento de causa, como dices, será porque algunos de miles de alumnos que he tenido a lo largo de más de diez años ha debido de chivarse, así que tendré que reconocerlo. Malditos… Respondo a esto porque me ha aportado una sonrisa. Efectivamente, digo palabrotas en clase, como en redes sociales, foros, conferencias e incluso en la iglesia si ocurriera el extraño caso de que me pillaran en una. Lo lamento… Cuando las uso es porque no existen sinónimos en castellano que digan exactamente lo mismo y que sean agradables a ciertos oídos. Pero con no escucharme… Yo firmo a cualquier alumno el cambio de grupo si mis métodos le ofenden. Añade a eso el placer de decir palabrotas en según qué momento. Ooooohhh… Dicho esto, desconozco el motivo de quejarse en un foro, teniendo una vicedecana de alumnas en la Facultad de Filología tan maja ante quien se le puede poner una denuncia que me ponga en mi sitio. Pero cada cual…

    Agradezco lo del toque sobre que llamo subnormales a algunos compañeros. Me extrañaba que nadie se hubiera quejado y lo atribuí a que los lectores de Prospectiva son ya lo suficientemente maduros como para no escandalizarse por estas cosas, así que lo dejé correr. Evidentemente, me refiero a gente prepotente, intolerante, dictatorial que trata a patadas a quien no tiene sus gustos e incluso les marginan o insultan. Me da igual que sean profesores o aficionados; llamo así a cualquiera que solo se encuentra cómodo imponiendo sus gustos y opiniones a los demás por la fuerza. Como digo en la entrevista, no hay muchos, pero los hay. Lamento que no te guste que les llame así. Es la vida… De nuevo, puedes ponerme una denuncia. Incluso te invito a ello, mira. Si me preguntas por privado, te explico los pasos a seguir.

    Y dejo lo mejor para el final. ¡¡¡Me ha encantado!!! Gracias por este momento feliz: que en la foto muestro vanidad… Jejejeje…

    (Cojo carrerilla.)

    La foto, con vaqueros y corbata, quien jamás lleva corbata, y con esa sonrisa… ¿De verdad no se nota que está hecha de cachondeo?

    Aunque también te lo reconozco… Si hubiera sido por vanidad… Oh, oh… Habría encajado con mi forma de ser, ya que soy enormemente vanidoso. No, la automutiladora humildad cristiana no va conmigo. Desgraciadamente, no es el caso. La foto es de cachondeo.

    Muchas gracias por interesarte tanto por mi persona y por hacerme pasar este rato agradable, y si en algún momento, en un arrebato de autoestima, te atreves a dar tu nombre completo y email incluso podemos tomarnos una cerveza juntos y te explico qué es literatura. Mientras tanto… Un abrazo.

  11. Juas…. acusado de decir palabrotas en clase (hostias, Francisco, deberías ver las mías)… María Zambrano… la razón poética…. No, querrá decir Ruskin o el padre Benito Feijoo? (tan interesantes, por lo demás…. Ayseñor….

  12. Yo propongo que en vez de unas cervezas debatáis amigablemente delante de una taza de té.Y por supuesto,Fernando tiene que ir de manera civilizada vistiendo un traje de raya diplomática y un monóculo.

    Y sin tacos,joder. (joder,esto se me ha pegado por culpa tuya).

  13. Yo no le veo ningún problema a la foto de portada; si acaso, elogiar el hecho de que Fer no esté acariciando un gato de Angora mientras pone risa de supervillano.

    Por lo demás, cojonuda, entrevista. Que no es un cuestionario de Quore, joder: ya se da por hecho que los lectores saben de qué va, hostia. (Cagonlaputa, yo antes no soltaba tantos tacos.)

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