Vd. DEBE leer este microrrelato. Se lo aseguro: funciona. No es broma, créame. Comencé a escribir esta microficción como cualquier otra de las mías, con absoluta desgana. Recién concluida, se la mostré a mi vecina Manolita Porcel, 57 abriles bien cumplidos, para conocer su opinión. La leyó de inmediato —debo decir que no le impresionó mucho—. Esa misma tarde conoció a un chulazo moreno de metro noventa que la tiene como a una reina. Quise saber qué le parecía el texto a mi concuñado, Bartolomé Cochón, que alegó múltiples ocupaciones, prometió leerlo al día siguiente y finalmente olvidó su compromiso. Cada noche desde entonces en sus sueños aparece Camilo José Cela con una palangana.
Este microrrelato es taumatúrgico y sacrosanto. Vd. debe proceder como le explicaré: Piense en el número de veces que le han recomendado alguna novela de Javier Marías. Anote la cifra. Multiplique el resultado por la edad de Manolita. Sume diez al resultado. Llámelo X. Cuente hasta tres en voz alta y pida un deseo. ¡Listo!
Ahora tan sólo tiene que recomendar este microrrelato a una cantidad de personas igual o mayor que X. Apresúrese: lo que tarde en efectuar las recomendaciones será lo que se demore el cumplimiento de su deseo. Mi primo Ricardo, el impotente, recomendó el micro ipso facto y ahora parte nueces con el… bueno, parte nueces de un modo muy vistoso. Gumersindo Bonafé, embajador de la República Argentina en Madagascar, delegó la labor en su despampanante secretaria que lo dejó para después de los sudokus. Una hora más tarde su mujer conoció a mi primo Ricardo.
¿Todavía no ha pedido su deseo? ¡No se demore! La secretaria del embajador aún está disponible. El gemelo rubiales del chulazo de Manolita también.
¡Deprisa!, se lo ruego. En esto de la microficción la competencia es feroz.
El autor,
Iulius
Ja, ja. Genial.
Dios mío, estoy haciendo las cuentas rápidamente para ver si me sale un chulazo moreno como el de Manolita.
Me ha encantado, divertidísimo
Estupendo, realmente maravilloso. Me reí como una idiota =)