De verdad, no sé a quién le gustan estas novelas. No sólo debo estar totalmente anticuado en lo que se refiere a la ciencia ficción, sino que además todos mis conocidos han envejecido conmigo. Una y otra vez lo intento, y me estrello contra el mismo muro, con distintos ladrillos sobresaliendo, eso sí, pero el mismo. En fin, que En tiempos de guerra, novela merecedora del premio Campbell del año pasado, obra de una autora de creciente prestigio como Kathleen Ann Goonan, es otra bien facturada decepción, que pasará inadvertida entre el mar de novedades del género que todavía se amontonan en España a pesar de la crisis editorial (tal vez se publique una docena larga de títulos de cf al mes), y que ya casi nadie reseña, casi nadie compra, y aún menos gente lee.
Lo que más pesa concretamente en En tiempos de guerra es que se suma a la moda del ladrillo y tiene más de 400 páginas. En las cinco primeras, se nos anuncia que habrá una trama de cf. En el centenar de páginas posteriores, no volvemos a tener noticia al respecto, mientras se nos relata cómo un joven científico ingresa en el ejército estadounidense al comienzo de la II Guerra Mundial y dedica su tiempo libre a tocar y escuchar jazz. Y la trama cienciaficcionera avanzará casi con vergüenza, mientras unos personajes de tercera viven sus anodinas vidas y se acumulan los momentos “efecto Connery” subgénero jazz, al cruzarse con Miles Davis o con quien corresponda.
Goonan se siente obligada, como es de rigor hoy, a detallar cada avance de su poco verosímil especulación, concretamente un procedimiento para alterar el tiempo ligado a la biología molecular. Nos explica cómo consigue cables. Cómo logra unas cosas que la traductora ha dado en llamar predictor –como lo de los embarazos, sí-. Todo marcha despacio. El amigo del prota cambia de novia. Tocan en garitos ingleses o alemanes. Beben cerveza. En algún momento aparece un romance que aporta algo de sustancia. Pero todo eso está escrito sin ningún toque singular, sin gracia, sin aportar absolutamente nada en lo estilístico o lo narrativo.
Cuando la trama avanza lo suficiente, descubrimos una vez más que alberga en sí misma una ucronía: en medio de tantas páginas se esconde una posible novela interesante de la mitad de grosor, que Goonan desestimó escribir, y en la que podrían destacarse una visión del viaje en el tiempo algo distinta –también confusa-, una historia romántica con algún tinte emotivo, y ciertos dilemas morales interesantes. Pero han sido necesarios tantos esfuerzos para enterarse de ello, ha habido que pasar tantas páginas en diagonal, que resulta imposible recomendar el volumen real, este En tiempos de guerra, por mucho que el ucrónico nunca escrito tal vez valdría para pasar el rato.
Ay, hay tantas novedades «autobombeadas» de ese tipo… Yo últimamente las cierro a las primeras de cambio y a otra cosa mariposa, que hay mucho que leer y poco tiempo que perder para leerlo.
Lo lamentable es que salgan publicadas cosas que de literatura tienen lo que yo de cura, pero digo yo que tendrán su público (como Gran Hermano edición XXXXXI)
En defensa antiaérea, el «predictor» (con acento en «tor» no en «dic») es una computadora mecánica, como el predictor Kerrison.