Nueva dimensión, BEM, incluso Galaxia o Asimov Ciencia Ficción son cabeceras que para el aficionado encallecido traerán recuerdos de tiempos pasados y para los más novatos como yo suenan casi como mitos de una era antigua. Más allá de las discusiones que surgían en una era en la que internet no permitía atizarnos con tanta inmediatez, en esas revistas comenzaron su carrera literaria la mayor parte de los autores hoy reconocidos como importantes en el género. Hoy en día el panorama de las revistas, fanzines y otros lugares similares parece casi desierto. Su lugar lo han ocupado los e-zines y webzines, que aunque proliferan (Artifex en su cuarta encarnación, Revista NM, la veteranísima Axxon y la tan solo algo menos veterana NGC3660, Tau Zero, El resto es silencio y tantas que me dejo en el tintero) por desgracia parecen carecer de suficiente repercusión..
Y es una lástima, porque en estos momentos su presencia es poco menos que imprescindible. Desde hace bastante tengo claro que es necesario un escalón intermedio entre lo que llamo "filtro cero" de publicación (foros y blogs, principalmente en los que ningún texto es rechazado) y "filtro profesional" (con todas las comillas que merezca lo de profesional, publicación remunerada por una editorial en papel). Parece que un autor que comienza hoy pasa de recibir las alabanzas de sus compañeros y amigos (algunas veces interesadas por recibir esas mismas alabanzas como agradecimiento, otras claramente parciales por la simpatía que provoca al autor) a tener un trabajo publicado en el mercado.
En los tiempos míticos que comentaba en el primer párrafo, para que uno publicara sus pinitos literarios tenía que pasar al menos por un editor que, con mayor o menor criterio, seleccionaba las obras que consideraba adecuadas y, en teoría al menos, sugería posibles cambios o correcciones con el fin de pulir el texto. Tal vez debido a la ola de subjetivismo que asola la red 2.0 que conlleva una suerte de darwinismo para la creación en todos los ámbitos (sólo los más fuertes sobreviven). Yo, como escritor al menos, lo considero una lástima.
Tal vez sea una especie en extinción, pero yo al menos considero más valiosa una crítica negativa (siempre respetuosa y razonada) que un “cómo mola” sin mayor profundidad. De lo primero, al menos puedo aprender para mejorar. Y creánme, soy consciente de los mucho que lo necesito. Para ello es necesario alguien con el suficiente desapego emocional y un cierto criterio, que corrija una obra y resalte sus virtudes y defectos antes de publicarla. Es decir, un editor, en el sentido clásico del término.
Hoy en día estos editores, aparte de denostados, sólo existen en las editoriales y, como digo, en los e-zines. Su trabajo como ojeadores de la cantera es pues mucho más valioso de lo que pensamos. El actual sistema poco menos que obliga a los infantiles a jugar en primera división, si se me permite la metáfora.
Pero no sólo esa es su función. Los e-zines son, hoy en día, casi el único lugar en el que los que disfrutamos del relato corto podemos ver colmadas nuestras ansias. Los editores comerciales renuncian a publicar antologías por su escasa viabilidad comercial (aquí hay que incluir, como muestra paradigmática, la nueva NGCFicción!, que sólo acepta novelas a pesar de que el webzine correspondiente ha estado siempre formado por cuentos cortos) y ello obliga a que nos perdamos cualquier posible producción breve de autores consagrados. Algo que, ya que estamos, enlaza con lo anteriormente comentado. Si un nuevo autor quiere subir un escalón más debe ponerse con una novela, algo que considero bastante complicado cuando lo más largo que se ha escrito no pasa de 3000 palabras en un foro. De nuevo, el salto en exigencia que lastra la calidad media.
Creánme, más allá de nuestras fronteras los autores siguen escribiendo relato corto. Ian McDonald tiene una antología situada en su universo de El río de los dioses que aquí no verá la luz y si no fuera por la locura de Raúl Gonzálvez nos hubieramos perdido Axiomático de Greg Egan, algo que también puede decirse de Luis García Prado y Ted Chiang. Sin embargo lo único que vemos por aquí son novelas. Tal vez peque de ingenuo, pero supongo que alguna editorial lo suficientemente arriesgada podría ceder gratuitamente a un e-zine un relato de un autor que va a publicar una novela próximamente con ellos sólo como publicidad. Por supuesto, nadie haría hoy en día tal cosa, porque la visibilidad difícilmente torna rentable tal idea, pero es algo a explorar.
Para ello creo que estas publicaciones electrónicas deben aumentar lo máximo posible su base de lectores. Teniendo en cuenta que nos encontramos en un momento de interregno papel/e-book y que cada vez existen más lectores para pocas publicaciones electrónicas, este quizá sea el momento ideal. Para ello hay una serie de cosas que pueden ayudar:
Contenido atractivo. La gente no valora suficientemente lo que se le da gratis. Así que difícilmente va a leer una revista por un nombre desconocido. Pero sí lo hará con alguien más “rimbombante” (incluso extranjero) y, quién sabe, se atreva con el resto del contenido. Un editor de e-zines no debería tener reparo en solicitar relatos a autores consagrados. La mayoría responderá encantados, porque difícilmente sus historias cortas van a abandonar su cajón.
Exigencia editorial. Aparte de los contenidos estrella, las historias de jóvenes promesas deben ser relatos que el editor realmente crea que valgan. No sólo cuentos de amigos que uno conozca y con los que se lleve más o menos bien. Difícilmente se atraerá a posibles lectores si no comprueban que la calidad media merece la pena.
Acabado profesional. Y no me refiero (sólo) a bonitas maquetaciones, ilustraciones, etc. Hablo de erratas ortográficas, tipográficas y semánticas. El editor debe meter la tijera y la goma de borrar si lo cree necesario (previo comentario con el autor, por supuesto). Aunque leves, ese tipo de fallos hacen que el conjunto se devalúe demasiado.
Especialización. No es completamente necesario, pero si uno sabe que en determinada publicación sólo aparecen relatos de un determinado género (o subgénero) que le interesa, acudirá más fácilmente. Esto parecen haberlo entendido bastante bien los e-zines y antologías de terror, y en el mundo anglosajón es fácil encontrar e-zines dedicados sólo al ciberpunk, retrofuturismo o incluso realismo mágico.
Como en todo, estas recetas tal vez no logren hacer que un e-zine despierte el suficiente interés como para compensar el tiempo y el dinero (porque aunque no sea necesario tirarlos en papel y enviarlos como antiguamente, los hostings y el ancho de banda no surgen de la nada) empleados. Pero creo que al menos pueden lograr aumentar las descargas (incluso las lecturas, todos nos descargamos más cosas de las que somos capaces de escuchar/ver/leer) y los comentarios. Que, al fin y al cabo, es lo que buscan tanto los editores de e-zines como los autores que publicamos en ellos.
Una interesante reflexión.
Para mí, que escribo principalmente relato y microrrelato, la existencia de revistas/fanzines/ezines es más que necesaria. Y no sólo de género vive el hombre, que hay muchos ezines como «narrativas» o «La Comunidad Inconfensable» o la desaparecida «alex_lootz» que permiten a los autores de géneros minoritarios publicar su obra.
Completamente de acuerdo.
Atentos, por ejemplo, a esa curiosidad literaria de Iulius llamada Nanoediciones: puede albergar piezas interesantes. Las de Santiago, sin ir más lejos.
El problema de una liga intermedia es que el ezine carece de un mínimo retorno (al menos con los fanzines te sacabas para las fotocopias y una caña), y menos sobre la base de las cuatro condiciones que fijas (que estoy perfectamente de acuerdo). Es así que el único recurso es el voluntarismo. Obviamente, los que más voluntad le ponen son los escritores, de donde al final (y con las loables excepciones que las hay y muy buens) se vuelve al problema endogámico y el filtro deja de serlo.
Habría que buscar un cierto retorno, al menos los gastos… pero nadie sabe dónde está ese retorno. Otra opción es el poner el cepillo tipo “colabora con nosotros”, pero que apelar a la caridad del aficionado anónimo, chungo… No sé, ojalá a alguien se le ocurra algo porque está claro que el ezine tiene un papel fundamental, no sólo en lo que dices, sino en la preservación de parcelas donde pueda cultivarse lo absolutamente minoritario como dice Santi. Crucial.
Nanoediciones es, simplemente, encantador. Una idea brillante en la que apetece colaborar.
Entre los desaparecidos había cosas como «Efímero», «Qliphoth» (ambos míos), «Miasma», «Título» o «Club Bizarro», pero existen todavía unos cuantos más que no hemos mencionado que me resultan atractivos: «Otro cielo», «Sable», «Catarsi» (en catalán), «La Biblioteca Fosca», etc.
Respondiendo a Sim, se puede pasar el cepillo, sí. Se pueden poner anuncios de librerías, tanto on-line como físicas, o de novedades editoriales. Vamos, publicidad de las de toda la vida. Para que haya publicidad en parte es necesario que haya un cierto seguimiento (pescadilla que se muerde la cola), pero que algo así se hace más por gusto que por dinero, es seguro. Y con los fanzines en papel creo que rara vez se pagaban siquiera las fotocopias…
Los ezines son de los pocos barcos para agarrarse en este rumbo tuerto, aunque a veces sea un barco solitario. Un sitio que destacaría también sería Portal Cifi de Federico Witt, un tipo honesto y que no tiene pegas en colgar cualquier estilo de narrativa fantástica.
Yo la verdad es que tengo sentimientos encontrados con todo esto. Me parecen muy necesarios, cada vez más, el problema es encontrar entre tanto qué te lees. A lo mejor vas picoteando algún relato, porque lees algún comentario (aunque poquísimas veces los hay) o porque te llama el título, pero no pueden leerse como una revista al uso, demasiado largos a veces y mi vista sufre.
Leo y escribo CF desde niño, pero nada supe de los fanzines y los ezines hasta entrado el siglo XXI, cuando se me ocurrió buscar en Google si es que existía otro bicho raro como yo en mi país. Así conocí Fobos y TauZero, y después en las tertulias a autores con los mantengo correspondencia y nos juntamos esporádicamente, incluso publicamos libros juntos. Para mí fue una experiencia enriquecedora y sigue siéndolo aún hoy.
Pero los Zines cumplen etapas. Nacen, crecen en audiencia y lectores y luego pasan por largos periodos de latencia. Renacen con motivo de alguna publicación o evento donde participan sus antiguos colaboradores, y luego vuelven al mutismo. Es lo más natural.
Al menos en Chile no he visto ni sabido de ninguna publicación nueva, ni digital ni en papel, que recoja a las nuevas generaciones de autores. No hay un proceso «editorial» que exija a los autores una calidad base para sus escritos. El movimiento parece que lleva varios años muerto.
Hay días en que sueño con formar mi propio WebZine que cuaje exactamente las ideas que planteas en este artículo. Pero luego recuerdo que apenas tengo tiempo para llevar a buen término mis propios proyectos. Es un trabajo duro y demandante. Y sé por experiencia propia que las buenas ideas no se desarrollan solas.
Llevar adelante una publicación es un lujo ingrato.
Últimamente pienso mucho sobre esto, me habrá picado José Ramón, no sé :)
Hay publicaciones de calidad… diversa. Yo sí echo de menos alguna publicación más de esas «de traca», con una calidad de contenidos (exigencia editorial) contrastada y un acabado profesional.
Claro que requeriría trabajo y tiempo, pero ¿tanto tanto tanto? No lo sé. Entregamos mucho trabajo y tiempo a iniciativas quizá demasiado individuales (y ahí tengo que entonar la palinodia, porque así es como me he venido moviendo yo, en modo outsider / francotirador) y probablemente algo «de traca» lo que necesitaría es gente que aunara esfuerzos para conseguir eso: un comité editorial de lujo y una presentación niquelada.
No sé… pero que no pare la reflexión, a mí me interesa :)