Crónicas del Multiverso, Víctor Conde

Cuando se hizo público que la ganadora del último premio Minotauro era Crónicas del Multiverso de Víctor Conde, barrunté que Planeta había decidido darle una vuelta total a la orientación de este galardón. Después de apostar por autores provenientes del fandom (León Arsenal, Rodolfo Martínez, Javier Negrete), ilustres desconocidos (Federico Fernández Giordano) y afines a la filosofía esotérica (Clara Tahoces, Fernando J. López del Oso), después de decantarse por fantasía y el terror, de repente, se decidía volver a los orígenes (otro autor del fandom) y recurrir a una última carta: la ciencia ficción pura y dura. Por lo menos eso aventuré vista la portada y el título de la novela.

Terminada su lectura puedo asegurar que no me equivocaba en mis predicciones: Crónicas del Multiverso es una space opera con todas las de la ley, ciencia ficción pura y dura y, para ser exactos, del tipo que en ocasiones se denomina autorreferencial. Vamos, que hay que tener unas cuantas lecturas de género detrás para poder apreciarla, porque determinados recursos no se explican ni por asomo.

Me imagino que con este dato puede surgir un debate interesante sobre hasta qué punto Minotauro está acertando con esa nueva orientación que ha dado al premio. Desde luego, si pretende atraer al gran público me da a mí que lo lleva crudo. Esta es la típica obra que sólo van a apreciar aquellos lectores que se pasan por páginas como la nuestra. Los habituados a lecturas más realistas, de best-seller u otros premios, no creo que disfruten en exceso un texto donde los agujeros de gusano, las entidades colmena, marsupiales respiradores de hidrógeno, universos paralelos y una mecánica cuántica que roza la magia están a la orden del día.

De hecho, da la sensación de que a alguno de los jurados el cóctel le ha parecido un pelín rarito para sus gustos. Por ejemplo, Juan Eslava Galán ha dicho: “Se asienta con firmeza en un estilo muy flexible y muy visual, aún con lo difícil que resulta para alguien de mi edad visualizar un universo así”. Normal, la idea de una entidad gestáltica que va más allá de lo humano, capaz de crear con su pensamiento varios universos burbuja, uno de los cuales empieza a colapsarse, no es precisamente una imagen habitual en el panorama narrativo que, posiblemente, Eslava Galán frecuente. Ángela Vallvey es más profesional pero no deja de señalar “tiene fantasía, aventura y emoción, todo lo que un lector amante del género puede desear”. En fin, sin comentarios.

En cualquier caso, en este artículo me gustaría centrarme más en la novela en sí que en las decisiones editoriales que hay detrás. Y a este respecto, una de las primeras cosas que llama la atención es la envergadura del volumen: casi 500 páginas en canal en un tomo de tapa dura (y sin que el precio se resienta por ello ¡Bien por Minotauro!). Luego hay un par de detalles de la estructura de la novela que, creo, resultan significativos. Uno: el libro se cierra con un voluminoso glosario (útil desde luego) y un índice alfabético de personajes. Esto da idea de la relativa complejidad del libro y, al mismo tiempo, me recuerda poderosamente a Dune de Frank Herbert, una de las más claras referencias en la carrera de Conde (fue una inspiración más que evidente en su primera y ambiciosa novela El tercer nombre del emperador). Y dos: la historia se estructura a través de capítulos cortos, cada uno de ellos titulado como un personaje y donde la acción es vista exclusivamente desde su punto de vista subjetivo. Sí, efectivamente, Canción de hielo y fuego de George R.R. Martin está creando escuela.

Con todo, quizá el dato más interesante del libro sea su condición de tercer título de una saga (en este sentido, el título y las portada, aunque bastante pulp, no dejan de tener su lógica). En efecto, Crónicas del Multiverso comparte ambientación con El tercer nombre del emperador y Mystes (finalista del Minotauro en el año 2004. ¿Una sutil venganza de Conde?). Y, de hecho, culmina algunos de los cabos sueltos que dejaron dichas novelas y comparte protagonistas y paisajes con ellas. Ahora bien, es perfectamente posible disfrutar del libro sin haberse leído ninguno de los títulos anteriores. En cierta forma, las tres son bastante autónomas y la información que conecta unas con otras aparece perfectamente resumida a lo largo de cada historia.

Y una vez dejado atrás todas estas consideraciones un tanto accesorias ¿qué queda? Pues una trepidante space opera muy bien escrita, llena de acción y ritmo y con una gran potencia visual. Conde, como ya he comentado en otras ocasiones, posee una portentosa imaginación y una sólida formación como lector de ciencia ficción. Ambas virtudes son manejadas a la perfección a lo largo de toda la obra logrando un acertado sentido de la maravilla que hasta al lector más encallecido le permitirá suspender su incredulidad durante unas cuantas páginas y disfrutar como un enano. Aquella famosa máxima de Van Vogt de que presentaba una idea nueva cada cinco páginas ha encontrado un digno heredero en Conde, profundizando en los numerosos hallazgos que aquí apenas son perfilados otros podrían elaborar sagas de docenas de volúmenes y, probablemente, me esté quedando corto.

Por supuesto, también hay cosas negativas. La trama es ciertamente artificiosa, hasta cierto punto algo normal: una space opera no es precisamente un dechado de costumbrismo. Sin embargo, en ocasiones da la sensación de que el autor busca el barroquismo por el barroquismo. Además, muchas de las escenas están un poco traídas por los pelos o fuerzan en exceso la casualidad como motor argumental. De hecho, en más de un momento he tenido la sensación de que Conde se estaba adornando de más, gustándose a medida que escribía, y no ha tenido fuerza para recortar determinadas partes que es posible que le hayan quedado geniales pero que, insisto, aportan poco al conjunto general de la obra.

La complejidad quizá exagerada no se debe tanto al estilo, fluido y fácil de seguir, al continuo cambio de escenario y personajes, a veces un tanto mareante y en ocasiones arbitrario. De hecho, el libro podría haberse ahorrado perfectamente una de sus subtramas principales (sobre cierto tiburón empresarial y su oscuro pasado) sin resentirse en exceso y eso hubiese supuesto quizá unas 100 páginas menos (puede que más), algo que personalmente hubiese agradecido.

Por otro lado, y dado que estamos ante una space opera ambiciosa, resultan un poco chirriantes algunas de las decisiones de Conde como narrador. La historia familiar detrás de Lina Kolbrand, probablemente la principal protagonista de la historia, es de un anticuado que espanta. En un universo paralelo donde conviven quince especies inteligentes, los viajes espaciales son tan habituales como coger el autobús y la tecnología está a mil años de nuestra época, resulta chocante que la hermana de la protagonista no haya podido ser piloto espacial porque se ha quedado embarazada de un mal hombre que la arrastra a un matrimonio desgraciado con malos tratos incluidos. ¡Vaya! Como culebrón no está mal y como dramón decimonónico tendría su pase… Pero en pleno siglo tropecientos la cosa no deja de ser un poco chocante.

Crónicas del Multiverso no deja de ser una divertida novela de aventuras sin mayores ambiciones ni trascendencia. Es honesta y está bien hecha. Cumple su cometido aunque en ocasiones no te acaben de convencer algunas cosas, y si hubiera sido escrita por un estadounidense vendería como rosquillas y se llevaría algún premio gordo. Quizá sea una pena que Conde no se decida a dar un paso más allá en su carrera y embarcarse en proyectos de mayor calado. Capacitado está de sobra, aunque es muy posible que se contente con ser simplemente un buen narrador de historias de aventuras. Un oficio difícil y una decisión tan buena para su carrera como cualquier otra. Personalmente me da un tanto lo mismo. En el futuro esperaré con interés lo que siga publicando. Me da la sensación de que va a merecer la pena.

10 comments

  1. Un inciso «la historia se estructura a través de capítulos cortos, cada uno de ellos titulado como un personaje y donde la acción es vista exclusivamente desde su punto de vista subjetivo», este recurso no lo invento Martín, de hecho es muy poco original, y es habitual en la literatura betsellera, dentro de la ciencia ficción, David Brin lo usaba en casi todas las novelas. No hace falta ver la «Canciónd e hileo y fuego» en todas partes.

  2. Tal como dice Pepe Fotón, ese recurso del protagonismo coral con cambios rápidos de un personaje a otro y narrador omnisciente que adopta -más o menos- el punto de vista de un personaje cada cierto tiempo, es un recurso muy habitual del best-seller, heredero en ese aspecto de la novela-rio decimonónica. Igual que Canción de hielo y fuego.

    Y es que, como decía el propio Freud, a veces una bicicleta es sólo una bicicleta.

  3. Quede constancia de que aún no he leído Canción de hielo y fuego, estoy esperando a que Martin termine la saga para darme el empacho :)

  4. Siento disentir con vuestras apreciaciones, conozco la obra de Brin y la de Martin y algo he leído de novela decimonónica, por supuesto que sé que con Canción de hielo y fuego no nació ese recurso pero la técnica de Martin tiene un aire, por decirlo de alguna manera, particular y que se repite en el libro de Conde, dejando aparte que las dos historias apenas tienen nada que ver la una con la otra.
    Dado que Martin ha tenido un éxito mayor y más reciente que Brin me parece una influencia obvia que puede ser consciente o no, Conde sabra y que, en ningún caso, es una crítica hacie Conde. Los autores tienen todo el derecho del mundo a utilizar las técnicas narrativas que les de la gana, sean de su invención o no. Faltaría más. No creo que nadie eché en cara a un autor que esté usando la técnica del monólogo interior robándole la idea a James Joyce, sería ridículo. Simplemente me pareció onteresante ofrecer el dato.

  5. Iván, cibertartaja…
    Desde luego es una satisfacción ver CF en un premio como el Minotauro. Además, he visto el libro en multitud de sitios, señal que la apuesta de Planeta es seria. Suerte con él.

  6. Evidentemente escribí mi comentario antes de veer/leer el de Conde. Si el dice que no hay influencia de Martin pues entonces no la hay y no hay nada más que añadir. En este caso la bicicleta era una bicicleta.
    Y más que cybertartaja, problemas de psicomotricidad como ya me han comentado más de una vez, los dedos me van más rápidos que la cabeza, lo que tampoco es difícil.

  7. Realmente me he deleitado con TU historia, Conde. La forma en que has entretejido multiples historias de multiples personajes que confluyen en un mismo punto. Ademas de que practicamente cualquier duda que se pudiera tener la aclaras, no solo con la propia narrativa, sino tambien con el glosario. Ahora que te he descubierto,(desconocía tu existencia) ansio leer las precuelas y tengo gran curiosidad por las secuelas. En resumen, Felicidades, tanto por el premio como por tu prodigiosa imaginacion. XD

  8. Acabo de terminar la historia. Me han faltado momentos, ratos libres ( soy ama de casa-profe de vacaciones con marido y dos hijos ) ,escapadas… para poder seguir leyendo. Sólo puedo decir que he disfrutado mucho y estoy deseando leer las precuelas y las futuras secuelas. Gracias, Víctor, por esos ratitos de felicidad.

  9. No, gracias a usted por dejarse sumergir en ese universo tan complejo :)
    Dentro de un año o así habrá más novelas del multiverso.

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