Por encima de todo están las ciudades. Y luego, las ciudades dentro de las ciudades, en las que nada es realmente lo que parece y las cosas tienden a engañar al ojo no preparado. E incluso existen las pequeñas ciudadelas, que permanecen ocultas hasta para las criaturas que se esconden entre las sombras y los recovecos, y que son ignoradas hasta por las sociedades más secretas, o al menos por las sociedades secretas que no las habitan en concreto. Y por último están esos lugares minúsculos que a su vez son como gigantescas ciudades en miniatura, lugares extraños y recónditos como aquel al que van los ciegos nacidos el último de marzo, o en el que se esconden los que adoran a las arañas que viven entre las paredes de las casas. Lo más probable es que incluso dentro de esos lugares tan extraños y desconocidos haya otros incluso más recónditos e inexplorados en el que casi inexistentes sociedades invisibles de insectos o mariposas creen sus propias realidades, erijan sus propios dioses y conspiren contra el resto del mundo.
Si lo pensamos con detenimiento cada ciudad es como un juego de muñecas rusas en el que cada muñeca contiene cientos y cientos de muñecas más pequeñas. Y cada una permanece siempre cerrada para todas las demás.
Porque ¿qué sabrán los músicos callejeros que en secreto adoran a la extraña criatura que vive en lo más profundo de los túneles de la ciudad acerca del extraño y desconocido templo de los dioses paloma que se alza ante los ojos de todos sin que nadie lo vea en la más alta torre de la ciudad? ¿O la sociedad de niños perdidos que vendió su alma a quien creían Peter Pan sobre el lugar donde los gusanos de seda guardan las más exquisitas obras que nunca soñó hombre o gusano alguno?
Sí. Puedes pensar que todos esos lugares no existen. Que toda esa gente es inventada. Pero están ahí. En una ciudad que no conoces, dentro de la ciudad que sí conoces. Como un mundo aparte, que no deja de rozarse con el nuestro. Como una caja cerrada que no podemos abrir. Porque a fin de cuentas ¿qué sería entonces del misterio?
Qué bueno. Me ha recordado a Mieville.
Precioso :)
Gracias, me alegro de que os haya gustado.
Algún día debería tratar de escribir sobre todas esas sociedades secretas, pero entonces esto perdería un poco de su misterio :D