Star Ship: Motín, de Mike Resnick

La aparición de Star Ship: Motín en nuestras librerías es una buena noticia por dos buenos motivos: en primer lugar, porque es el primer libro de Resnick publicado en España desde la antología Sueños nuevos por viejos del 2006; y en segundo lugar, porque supone la primera incursión de este autor en un subgénero –el de la ciencia ficción de corte militar– en el que apenas se había prodigado con anterioridad, si exceptuamos algunas colaboraciones puntuales en franquicias como Battlestar Galactica (la serie clásica, la de Glen A. Larson, no el remake moderno del canal Sci-Fi).

Resnick es uno de esos autores que iba para gran promesa y renovador del género, pero que al final ha tenido una carrera más discreta de lo que auguraban sus primeras obras, aunque puede enorgullecerse (con toda justicia) de tener un palmarés más que impresionante: ha obtenido cinco premios Hugo y un Nébula, y ocupa el cuarto lugar en la lista de escritores más premiados de la ciencia ficción.

Al igual que en el caso de Isaac Asimov, Robert A. Heinlein o Larry Niven, la mayoría de las historias de Resnick (como Santiago o La Dama Oscura) se ambientan en una particular historia del futuro conocida como el Universo Birthright, dividida en cinco etapas políticas (República, Democracia, Oligarquía, Monarquía y Anarquía). Motín (2005, primera entrega de la saga Star Ship) no es una excepción. La trama principal de la novela se desarrolla en el año 1966 de la Era Galáctica (unos tres mil años en el futuro), cuando la República está en guerra con la Federación Terani, una alianza de razas resentidas por el crecimiento militar y económico de los humanos.

Motín es también la crónica de Wilson Cole, nuevo segundo oficial de la vetusta nave de guerra Teddy Rooselvelt. Cole es un carácter arquetípico de Resnick: mitad héroe, mitad rebelde, el cual ha perdido ya en dos ocasiones el mando de su propia nave debido a su indisciplina. La novela funciona así como carta de presentación de un nuevo personaje cuyas aventuras Resnick expandirá en títulos posteriores como Pirate (2006), Mercenary (2007), Rebel (2008) o Flagship (2009).

Hay quien leyendo esta obra opine que no alcanza el nivel de trabajos previos de su autor como la ya aludida Santiago (1986) o Marfil (1988) y es cierto, aunque sólo en parte; el tiempo no pasa en vano, y Resnick ya no es aquel joven inquieto y algo experimental que deslumbró a sus contemporáneos con títulos como The Soul Eater (1981) o Birthright: The Book of Man (1982). Pero quien tuvo retuvo, y entre las líneas de Motín aun se pueden encontrar destellos de ese talento que alumbró obras maestras del calibre de Santiago y su secuela (The Return of Santiago, 2003). Y es que Resnick es de los pocos autores que sabe plasmar sobre el papel argumentos épicos e imaginativos hasta el exceso con una prosa culta, elegante, casi barroca, que remite a otros contemporáneos suyos como Samuel R. Delany o el tristemente fallecido Roger Zelazny. Unas señas de identidad que nuestro escritor ha mantenido, en mayor o menor medida, a lo largo de toda su carrera, incluso en esa parte de su producción que podríamos considerar como más acomodaticia, como pueden ser sus colaboraciones diversas franquicias como es el caso de Galactica Discovers Earth (1980) o una novela protagonizada por la heroína de los videojuegos Lara Croft.

Resnick es, por otra parte, uno de esos autores mestizos capaces de combinar en una misma historia diversos temas y ambientes a cuál más dispar, que van desde la ciencia ficción a la novela policiaca pasando por unas gotas de western, y hacerlo con un equilibrio y armonía rara vez vistos en el género. Muchos de sus éxitos tienen como eje argumental la búsqueda de algo o alguien por parte del protagonista, ya sea un delincuente como Santiago; una obra de arte como la Dama Oscura o un par de colmillos de marfil; búsqueda esta que le lleva a través de los rincones más exóticos y fronterizos de ese particular universo imaginado por Resnick poblado por cazarrecompensas, ladrones de guante blanco, femmes fatales y razas alienígenas, y dónde el límite entre héroes y villanos es tan estrecho que resulta difícil decidir quién es quién. Algo de todo ello se puede encontrar en Motín que, si bien no es la mejor novela de su autor, se deja leer con interés y está muy por encima de la media de otras obras por el estilo, amén de recordarnos que Mike Resnick sigue vivo, en activo, y todavía es capaz de sorprendernos con historias tan interesantes como la que nos ocupa o sus secuelas.

4 comments

  1. No creo que llegue a leer esta novela de Resnick pero gracias al post Santiago sube posiciones en la pila de pendientes…si lo deja Canción de Hielo y Fuego ;)

  2. Santiago no suele gustar, ojo. Pero porque es casi más un tratado irónico sobre el icono legendario (y en escenario de western, que no gustaba a nadie hasta que a Josh Whedon le gustó) que un space opera, y es practicamente todo diálogo.

  3. Total que en la librería del pueblo -¡tachán!- han puesto un anaquel de CF, y estaba esta. La compré y bueno, correcto entretenimiento. Es como un capílulo de Star Trek. La pena es que la idea inicial, una nave de castigo poblada por drogotas, oficiales deprimidos o/y ordenancistas hasta el desastre, se antojaba un muy buen trasfondo para una space crepuscular. Y no, a las pocas páginas el prota ya está salvando planetas a lo Indiana Kirk, al final mejora. Y como se lee casi sin querer, puesss…..

  4. Personalmente, a mi me ha recordado series como la de la Flota Perdida de Jack Campbell, pero un poco mejor, aunque en efecto ese complejo OMAC que menciona Sim me resulta un poco molesto. Sin embargo reconozco que Resnick sabe coger un tema tan sobado como es este y darle un aire más fresco y original de lo esperado, así que le concedo el beneficio de la duda pendiente de ver que como desarrolla la trama el autor en las siguientes esperas, las cuales espero no se hagan de rogar…
    Un saludo cordial a todos.

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