De la new wave podemos añorar muchas cosas: calidad literaria, temática arriesgada, ruptura, innovación…. Personalmente añadiría su gusto por el vanguardismo formal, sus ganas de demostrar que se podía escribir de otra forma, ir más allá del viejo planteamiento-nudo-desenlace. Vale, es cierto que este afán experimental se fue de madre. Que por cada cuento donde estos fuegos de artificio funcionaban había docenas literalmente ilegibles. Que, casi siempre, el nivel de experimentación estilística estaba un tanto anticuado y se limitaba a juguetear con el viejo surrealismo de los años 20 o con las técnicas de escritura automática de James Joyce. Pero era divertido y, en ocasiones, refrescante.
Luego llegó la década de los 70 y la ciencia ficción decidió retroceder a 1950. Los lectores nos volvimos perezosos, nos cansamos y le dimos la espalda a ciertos autores. Y los editores se asustaron y corrieron rápidamente hacia otros derroteros más rentables. Se siguieron escribiendo buenas historias pero los experimentos, como dice el refrán, en casa y con gaseosa. A veces los echo de menos. Y, sí, ahí tengo mis viejos libros de Harlan Ellison, Brian W. Aldiss, Thomas Dish o James Tiptree, Jr. Pero me gustaría ver algo nuevo bajo el sol. Por eso he disfrutado bastante con La moderna Atenea de Mª Concepción Regueiro.
Regueiro es una autora que descubrí en algunas de las recopilaciones de relatos del Melocotón Mecánico. Sus cuentos no eran originales ni innovadores; de hecho contaban historias mil veces vistas. Pero eran muy interesantes porque conseguía darles un baño de costumbrismo local. Sonaban españoles y no a burda copia de relatos de otras latitudes. Repito, no eran deslumbrantes pero resultaban satisfactorios.
La moderna Atenea ha supuesto una continuación de las virtudes de Regueiro. Aquí sigue apareciendo ese suave costumbrismo que hace que, al leerla, sintamos que es de aquí; que transcurre en cualquiera de las capitales de provincias de España y no en los suburbios de Nueva York o en los barrios altos de Londres. Pero, además, Reguerio ha crecido como escritora. Si hubiese que clasificar esta novela en algún subgénero yo la ubicaría en el biopunk. Algo parecido al stempunk, con su misma ambientación decimonónica, pero con las ciencias biológicas cogiendo el papel de la máquina de vapor. Un planteamiento, por lo tanto, bastante atractivo y original. En este sentido se nota que Regueiro ha hecho bien sus deberes: la ambientación está muy lograda y consigue reflejar a la perfección la vida en una capital de provincias no muy grande tanto en el siglo XIX como en la actualidad.
De hecho, la autora parece gustar de caminos poco frecuentados y en su libro aparecen fielmente reflejados ciertos aspectos poco conocidos de nuestro pasado no muy lejano, como la comunidad gay, el movimiento de liberación de la mujer o los grupos esotéricos que pululaban por la España del ochocientos. Su labor de documentación ha sido notable y eso se refleja perfectamente en la novela que, a ratos, resulta fascinante.
Pero, quizá, el aspecto que más me ha agradado de La moderna Atenea es el gusto por la experimentación formal que lo recorre. Puede que no sea ni muy arriesgado ni muy novedoso, si hablamos de literatura general, pero resulta de lo más refrescante si hablamos de ciencia ficción escrita en España. Es digna heredera de sus antepasados de los 60. La obra aparece estructurada totalmente a través de artículos de revistas, cartas al director, correos electrónicos, informes policiales, declaraciones de testigos, informes médicos… Un collage enorme y bien ensamblado, muy atrayente y, repito, original que, además, permite que el grueso de la historia esté narrado de una forma convencional que no espantará a los lectores más amantes del clasicismo.
Si a eso añadimos una idea no muy tratada y bien llevada, un misterio que no se resuelve hasta las últimas páginas y que nos tiene en vilo toda la narración, y un tamaño bastante discreto acorde con la historia (165 páginas), nos encontramos, por tanto, ante un libro redondo y atractivo al que se le puede disculpar lo confuso que pueden resultar, en ocasiones, algunos párrafos del primer tercio que hubiesen merecido una revisión y rescritura. Pero, insisto, son pecata minuta.
Es una pena que, como en tantos otros casos, este libro de hace tres años haya pasado inadvertido. Regueiro merece mejor suerte y, sinceramente, espero que no se desmoralice y persevere. Personalmente, y vista su progresión, la creo capaz de lograr una novela realmente rompedora en poco tiempo. Estoy seguro de no equivocarme. Si no, al tiempo.
Más que una escritura automática la de Joyce es una literatura del inconsciente,a veces, pienso, desde la ebriedad:
http://ramiropinto.es/escritos-literarios/ensayos/finnegans-wake-joyce/
«a veces, pienso, desde la ebriedad».
Hombre, siendo irlandés como era, muy probablemente.
De todas formas ese «fluir de conciencia en la duermevela», por llamarlo de algún modo, lo usa masivamente en Finnegans Wake, cierto, pero en en el Ulises (que también lo usa, en la parte final, si no recuerdo mal, con Molly Bloom) usa un montón de técnicas más.
De hecho, como novela, el Ulises siempre ha resultado aburrida y plomiza. Pero como manual con abundantes ejemplos de técnicas narrativas me parece de lo mejorcito.
Muchísimas gracias por una reseña tan generosa sobre mi humilde novela. Nunca se me había ocurrido lo de la deuda con la new wave, pero la verdad que es una idea que, vista así, me resulta extremadamente atractiva. Respecto a lo de que pasara inadvertida… pues, por desgracia, es lo que toca. Solo baste este post para demostrarlo: de los dos comentarios aparecidos hasta el mío, ninguno se refiere a la obra comentada en sí sino a una brevísima referencia sobre Joyce que en la reseña se hace a modo de enumeración. Insisto, es lo que toca y a lo que hay que acostumbrarse. En cualquier caso, que no decaiga y que siga la fiesta (literaria). Al menos, por mi parte.
Lo dicho, millones de gracias por la reseña. Anima un montón.
Un saludo
Por la parte que me toca: no he leído tu novela y mal puedo hablar de ella. Mi comentario sobre Joyce viene simplemente a que me resultó graciosoel texto entrecomillado que lo encabeza.
Lo que no quita para que, evidentemente, la reseña haya servido para que tenga en el ojo tu novela y la posibilidad de leerla esté ahí.
Es una estupenda novela y para mi no pasó desapercibida creo que fue la primera reseña que escribí para Scifiworld. Conchi es una estupenda novelista de la que tampoco hay que perderse Erundina salvadora, una esplendida ucronía de la guerra civil o su extensión «Reclutas de guerras invisibles»
De hecho, si esta novela se pudiera comparar con algo, la referencia obvia sería «El mapa del tiempo» de Felix J. Palma. Ambas comparten ese aire stempunk, y ese gusto por el XIX insólito, aunque, sinceramente, creo que la obra de Regueiro es mejor novela y, especialmente, mejor historia de CF. Una opinión, me imagino, totalmente minoritaria.