Última generación, de Iain M. Banks

Se recogen en este volumen 7 cuentos cortos, uno más largo, y una recopilación de notas sobre La Cultura de puño y letra del propio Banks. Los textos van desde lo anecdótico, pero aún así con fuerte sabor Banks, como “La carretera de los cráneos”, hasta lo imprescindible, como el cuento que da nombre, y sentido, al volumen: “Última generación”, dónde La Cultura se encuentra, al fin, con nosotros, con la Tierra.

A estas alturas es vano decir que Banks ha revolucionado la space opera. Y es vano porque, por desgracia, no ha creado escuela. Y mira que la fórmula es sencilla: tómese el sentido de la maravilla, los horizontes ilimitados del espacio más desaforado que la imaginación pueda concebir y aplíquense herramientas rigurosas de creación literaria, personajes exigentes y un interés personal por las sociedades, su evolución y el problema del bien y del mal, del poder y su uso, de la convivencia y el conflicto. Bueno, ahora que recapacito, quizá no es tan sencillo. Quizá esto explique por qué no hay otra space opera como la de Banks. Quien haya seguido los ya 9 títulos dedicados a explorar ese universo habrá descubierto que en él conviven extraterrestres, inteligencias artificiales y sistemas políticos en los que la opción ultraliberal o pseudofeudal no es la única, como suele ser tradición en la space opera más rancia

En este libro encontramos más de ese Banks de imaginación desaforada. Lo novedoso son las pequeñas pinceladas de los cuentos de un autor acostumbrado a los largos desarrollos. Cuentos que, en contra de lo que se podría esperar, son igual de buenos que las novelas. En “La carretera de los cráneos” la pincelada trata tan solo de los puntos de vista antropocéntricos, una pequeña anécdota hiperrealista en un escenario que no es lo que parece en absoluto. Ese es uno de los viejos trucos de Banks y también de la space opera, las dimensiones alteradas, los paisajes diferentes, las realidades que se parecen pero no son, y sí son, pero aún así, muy diferentes.

“Cortesía de La Cultura” es un relato cercano a la novela negra. Asistimos a las dudas morales de un exciudadano de La Cultura enfrentado a un dilema moral frente a la pura necesidad física. Una vez fuera de las coordenadas que dan sentido a su moralidad, a su forma de pensar, fuera de La Cultura que protege el libre albedrío, —o al menos, una parte de él— no hay opción, la moral se convierte en un lastre peligroso.

“Un acoplamiento extraño… e impar”. Un relato que parece sacado de una colección de la edad de oro de la ciencia ficción. Contiene alienígenas de los que alguna vez se le ha achacado que carece La Cultura, de los realmente raros. Establecer paralelismos con Los propios dioses de Asimov sería fácil, pero cae más cerca aún de Relaciones extrañas, de Farmer. Quizá el menos interesante del libro, pero aún así muy disfrutable, a pesar del sabor añejo.

“El descendiente”, sin embargo, es Clarke casi en estado puro. Clarke matizado por Banks, claro. Un traje y un humano de La Cultura luchando por sobrevivir en un entorno hostil. Quizá una de las mejores explicaciones de las relaciones humanos-IAs que he leído en la obra de Banks y que constituye una de sus fortalezas. No es el mejor del volumen, pero quizá es el que más he disfrutado.

“Operación limpieza” es un cuento con un acusado sesgo humorístico. Extraterrestres enfangados con la tierra y una máquina de transmisión de materia averiada. Ni que decir tiene que me recordó poderosamente a la buena y vieja edad de oro que quizá Banks homenajea. Banks se vista con la piel de un Sheckley divertido y muy sarcástico. Un relato para pasar un muy buen rato.

“Retazo”, es un cuento que no creo que vaya en consonancia en absoluto con el resto. No habla de La Cultura, ni siquiera es ciencia ficción. Da igual, es una divertida y aguda reflexión sobre la realidad y nuestra relación con ella a través de la imaginación, la literatura y la invención. A ratos experimental, a ratos espeso, delicioso.

“Última generación”, más que un cuento es una novela corta. El encuentro de La Cultura con nuestra “cultura” no merecería menos. Una nave exploradora de Contacto es destacada para analizar una nueva civilización recién descubierta. Esa nueva civilización es la nuestra, con lo que la perspectiva habitual de los relatos de Banks cambia. Ahora la extrañeza, los paisajes, costumbres, usos sociales, la arquitectura no nos sorprenden a nosotros. Sorprenden a los exploradores de La Cultura, a la propia nave que desmenuza hasta la última brizna de información que puede extraer del planeta. Y con todo el juego que da en el relato ese chocante punto de vista de una sociedad como la de La Cultura sobre la nuestra, no es el elemento principal del relato. Tampoco lo es el divertido juego con los referentes culturales, Star Trek, el principio de autoridad, la democracia, Star Wars. El cuento, una vez más en Banks, es una reflexión sobre el individuo, la libertad y la sociedad que lo sustenta y limita. Una reflexión que el propio autor confiesa con un final desolador, inconclusa, sin una respuesta clara y diáfana. Tras viajar por el espacio, tras asistir a guerras colosales, tras conocer asombrosas inteligencias artificiales y descubrir culturas sorprendentes, el contraste con la tierra termina siendo un baño de humildad muy diferente al de otros tratamientos de la space opera tradicional. Siguiendo el juego de referencias seguramente inintecionadas, surge la semejanza con Qué difícil es ser dios de los Strugasky.

“Interferencias” pertenece a la misma línea genética que “Retazo”. Escritura a lo Burroughs —¿homenaje tras homenaje?— diarrea oral, interferencias informativas de las que emerge, solo si se mira el conjunto y no el detalle, una forma fantasmal, una idea, un desarrollo.

Cierra la recopilación “Unas cuantas notas sobre La Cultura”; no es sino lo que anuncia, notas del escritor sobre su universo, su funcionamiento, apuntes sobre su historia, sobre su sociedad y su ulterior progreso en el tiempo. Imprescindible si se es, como yo mismo, un fanático de la saga. Contiene una primera frase antológica, un declaración que encierra, en sí misma, la grandeza de la saga de la cultura, de la eficaz imaginación de Banks y hasta la misma ciencia ficción, esa herramienta que a menudo más que sugerir, invade la mente de los lectores:

“En primera lugar y lo más importante: La Cultura no existe, en realidad. Solo existe en mi mente y en la de las personas que han leído algo sobre ella”

Claro que La Cultura no existe, pero debería. Como pasa con Tlön y Uqbar en el cuento de Borges, la vastedad inmanejable e indiferente del universo palidece ante la coherencia, la locura y la poesía de las mejores creaciones del ser humano hasta suplantarlo. Preferimos la arbitrariedad del creador a la indiferencia de la realidad. Siempre ha sido así, solo que no lo sabíamos.

En resumen, una recopilación discutible, con dos o tres cuentos maravillosos e imprescindibles no solo para completistas y seguidores de Banks, sino para cualquier aficionado a la maravilla.

8 comments

  1. Mira, me has despertado la gana de releerlo. Aunque yo tengo la edición en inglés, que no tiene esas notas sobre La Cultura… pero esas las puedes leer en internet, por ejemplo aqui

    http://www.vavatch.co.uk/books/banks/cultnote.htm

    Banks es especial. Si lo analizas con calma, la cosa no deberia dar para mucho, y en sus ultimos libros se desdibuja un poco. Pero nadie como el toma el space opera menos cientifico y mas peliculero del mundo sin ninguna verguenza y lo usa con absoluto desparpajo para contar algo que, aun lleno de todas las referencias del genero de siempre, es exactamente todo lo contrario.

  2. «Pero nadie como el toma el space opera menos cientifico y mas peliculero del mundo sin ninguna verguenza y lo usa con absoluto desparpajo para contar algo que, aun lleno de todas las referencias del genero de siempre, es exactamente todo lo contrario.»

    Eso es. Salvando las enormes distancias, lo que hace Banks es jonathanswiftizar la space opera.

    Por otro lado yo creo que si ha creado escuela, la escuela escocesa de space opera. Un Alastair Reynolds, un Stross. Incluso en «Quantum Thief» (me suena que Hanuni Rananarama o como se llame su autor finlandés, no me apetece buscarlo, vive en Edimburgo), me pareció apreciar influencias de Banks.

  3. No se, yo a Reynolds no le encuentro ese punto de diferencia. Lo noto absoluta, total, y aburridamente clásico para mi gusto.

    Stross es otra cosa, pero tampoco hace mucho space opera.

  4. No he leído nada de Banks, que recuerde… Nueve entregas de una saga es demasiado para mí, por otra parte, no tengo problemas en empezar por el medio o el final… ¿por dónde recomendarías que empiece para tener una cierta visión de este autor?

  5. Besa, es que no son 9 entregas de una saga. Los 9 son absolutamente independientes. Si, hay un «orden cronológico», hay eventos que pueden mencionarse (normalmente de paso) en una que pasaron en otra, pero la mayor relación que vas a tener es que «A Barlovento» es una historia que surge por un evento que tiene que ver con lo que paso en «Pensad en Flebas», o una sorpresita en uno de los ultimos libros que, si no te enteras porque no leiste «Uso de Armas», da igual, es sólo un guiño a los veteranos.

    La Cultura no es una saga, es una ambientación («mileu» o como sea que le dicen los anglosajones). Cada libro es su propia historia, y cada libro encaja perfectamente dentro de esa ambientación, por su cuenta.

    Empezar… pues mira yo pase años sin leer a Banks porque el primero que lei, «Pensad en Flebas», me parecio flojo y absolutamente prescindible – no hacia mas que ver lo que decia arriba, el «bagaje» peliculero. Pero luego fue dejarme convencer y encontrarme con lo genial que es, y en retrospectiva, como no vi elementos que estaban latentes ahi en Flebas.

    Mi recomendación es uno de estos tres:

    «El Jugador» – porque es accesible, porque es muy bueno, porque tiene mucho de ese enfoque político cultural…

    «Uso de Armas» – porque es la jodida obra maestra :-P Si sólo vas a leer un libro de la Cultura en la vida, que sea ese. Ojo, es dura. Te da hostias en la empatia y el alma a cada dos por tres.

    «Excesion» – porque es la mas palomitera y a la par divertida que he leido. Menos chicha intelectual (aun asi, mucha), amplio despligue pirotécnico.

  6. Respecto a Reynolds, y a riesgo de columpiarme, si que considero que hay un elemento diferenciador de la space opera clásica. Existe una constante en sus tres primeras novelas (las que he leído), y es que está obsesionado con el tema de la redención, sus personajes parecen como de Frank Miller, gente de pasado oscuro y violento que busca la salvación; ¿hasta que punto hay que sacrificarse para encontrar la redención?, ¿cuántos actos «heróicos» se necesitan para redimirse?. Esto se ve muy claro en «Revelation Space» (el mejor momento de esta novela es, cuando ya cerca del final, no sabes quien dice la verdad y quien miente y quien es «bueno» y quien es «malo») y, sobre todo, «Chasm City», aunque es discutible si esta última es space opera. Pero vamos, tampoco soy muy experto en Reynolds, me bajé en «Redemption Ark»…

  7. De acuerdo en las recomendaciones. Teneís razón: el término saga está, quizá, mal utilizado. La cultura es más una ambientación que un relato correlativo en 9 entregas. Me apunto lo de la escuela de Space Opera escocés. No sabía que esos autores eran todos de aquellas tierras norteñas, pero la cosa tiene sentido. Algún día alguien tendrá que hablar del efecto multiplicador y sumamente beneficioso -para sus obras, no siempre para su ego- que tiene la convivencia de escritores en un marco temporal y espacial común. Mi novela preferida de la cultura podría ser el uso de las armas, sí. Recomendaría -de modo poco objetivo dada mi afición por los juegos de mesa- El Jugador. Ningún título de la cultura me ha decepcionado. Como mínimo me han divertido.
    Para no olvidar el final de Pensad en Flebas: la mejor definición que conozco del space opera y de paso del sentido de la maravilla.

  8. Si es por escoceses space-operaticos esta Ken McLeod, al que también le hermana con Banks lo rojeras (y aún posiblemente lo deja como un socialdemocrata aguado).

    El problema es que de McLeod solo me he leido 2 libros que si, eran space opera, pero tambien eran un soberano muermo.

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