Quo Vadis?

Pocos personajes históricos (pese a la nebulosa a medias fanática, a medias infantiloide, en la que ciertos grupos de poder, habituales en webs sobre conspiranoia, enterraron las pruebas de su actividad) más interesantes para escribir acerca de ellos que el llamado Jesús, el Cristo. De hecho, la inconcreción o directamente la ausencia de datos claros de la que adolece buena parte de su vida, supone una auténtica provocación para ponerse a “rellenarla” inventando todo tipo de hipótesis a cual más fabulosa. A ello ha colaborado cierta creencia, muy extendida en ciertos ámbitos de la literatura hoy ya bastante rancios, según la cual un escritor no era “completamente adulto” hasta que no se animase a escribir su propia versión sobre los hechos que acaecieron en Jerusalén hace un par de milenios. Hechos que siguen marcando a estas alturas del año (aunque en el 2009 lo hicieron a primeros de abril) la atención de la España contemporánea, que se cree muy moderna aunque tan poco haya cambiado más allá de las formas externas.

Ahí tenemos el caso de Juan José Benítez, antaño periodista reciclado hoy en autor de obras extravagantes que mezclan la investigación sobre el terreno con las especulaciones más alucinadas, además de la serie de novelas que tanto dinero le reportó bajo el título de Caballo de Troya. Esta serie (para mí, francamente insoportable: lo siento, pero fui incapaz de terminar siquiera la primera de ellas) contiene la hipótesis de partida básica a la hora de tratar literariamente a Jesús desde el punto de vista del hombre actual: el viaje en el tiempo para averiguar si la Pasión sucedió como realmente nos cuentan los Evangelios.

En realidad, la historia misma de Jesús resulta tan apasionante que sería interesante (disponiendo de un buen artefacto para el viaje temporal) recorrerla entera, desde el principio, pues sugiere un montón de ideas para cuentos o novelas del género. Por poner algunos ejemplos: ¿es cierto que hubo unos reyes magos guiados por una estrella en su nacimiento? Imaginemos un relato de estos reyes practicando magia para luchar contra  unos demonios que tratan de invadir el mundo…, o, al modo de La vida de Brian, una pareja de bizarros extraterrestres tripulando la “estrella” que ha sufrido una avería y acaba aterrizando de emergencia en este extraño planeta, o más bien estrellándose.

O ¿quiénes fueron los Maestros del Maestro y cómo le enseñaron a ser como fue? Se me ocurre un cuento humorístico con un Jesús adolescente y aprendiz de brujo que tras conocer el conjuro para convertir el agua en vino se dedica a probar las diversas añadas de varias ánforas…  O incluso ¿qué pasó con San José, ese oscuro personaje que parece un añadido en la mitología evangélica? Podría ser el protagonista absoluto en una historia en la que acaba harto de la fama de su hijo, que en realidad no es suyo sino de Dios, y decide irse de casa y emigrar a Grecia, donde acaba montando su propia Escuela de Misterios con lo que ha aprendido de Jesús.

Sin embargo, todos los autores que han tratado el tema de manera literaria se centran en la Pasión.  Posiblemente porque todos están cegados por una obsesión tan humana como es la muerte y con un anhelo tan potente en nuestra naturaleza, como inútil en el fondo, cual es el de encontrar la forma de evitarla. Así que todo el mundo envía a sus viajeros en el tiempo a los últimos días como humano digamos “normal” de Jesús para ver si resucita y sobre todo, cómo lo hace, con objeto de clonar su habilidad y regresar con ella a su mundo contemporáneo. Todos fracasan, claro.

De los relatos de género que conozco, destaco He aquí el hombre, una frase que a cualquiera que conozca algo de religión le sonará enseguida (por el latín clásico de "Ecce homo", en referencia a las palabras presuntamente empleadas por el gobernador romano de Judea, Poncio Pilatos, para presentar a un Jesús recién flagelado ante la multitud vociferante contra él) aunque en inglés tiene un sentido algo distinto, quizá más humano, que se descubrirá al final de la obra: Behold the man, traducible como "contemplad al hombre". Su autor es Michael Moorcok, mundialmente conocido por su serie de fantasía heroica sobre Elric de Melniboné, el Multiverso y demás complejas hierbas que, en lo particular, tampoco puedo decir que me atraigan demasiado.

Moorcok escribió He aquí el hombre en 1966 y al año siguiente recibió el Premio Nébula por su novela. No deja de ser curioso que fuera un ateo anarquista (por cierto uno de los bastiones de la llamada new wave) el creador de ésta, una de las mejores obras sobre el tema, aunque el final de la misma deje bastante claro cuáles son las ideas personales del autor. De hecho, el protagonista de la novela, Karl Glogauer, es un individuo  bastante neurótico, de educación a medias judaica a medias católica, afincado emocionalmente en el masoquismo, carente de autoestima, sobrante de autocompasión y con tendencias más o menos soterradas hacia la autodestrucción a partir de sus complejos de culpabilidad. Todo un antihéroe. La descripción progresiva de este personaje desquiciado, que está de vuelta de todo aunque busca desesperadamente algo en lo que creer, es a mi juicio uno de los principales atractivos de la narración.

En un momento dado, Karl conoce a un científico que le ofrece la oportunidad de viajar en el tiempo para ser testigo (y regresar después a su tiempo para contarlo) del drama neotestamentario. Así que acepta la misión imposible y se embarca con éxito en el viaje. Así llega a conocer a Jesús y a su familia, y al resto de protagonistas de los hechos famosos…  En su retrato de la Palestina del siglo I, Moorcock demuestra el trabajo de documentación que se tomó para enmarcar de la forma más impecable posible su trabajo literario, al menos según la comprensión arqueológica de la cual se disponía en la época de redacción de la novela. Pero para la sorpresa y decepción de Karl, resulta que una de las piezas no encaja con la historia conocida de la Pasión. Y es la pieza más importante.

No revelaré el final porque sería destruir la novela, aunque se hace evidente para cualquier ojo avizor a partir del momento en el que Karl conoce a Jesús. No obstante, sí diré que éste es el único punto de la obra susceptible de debate sobre si Moorcock acertó o no. Para los que hayan leído la obra, o vayan a hacerlo en un futuro inmediato, mi opinión es que lo malogró. Se trata de un final lógico y que redondea el texto pero, teniendo en cuenta el planteamiento general y el mensaje de fondo, me pareció poco osado e incluso diría que insatisfactorio.

Vamos, es que me estoy planteando escribir mi propia versión novelada sobre todo esto.

Nota bene:

Se supone que esta columna trata de novedades científicas aplicadas a nuestro género favorito y, aunque no lo parezca, así es también en este caso. Me refiero a los viajes en el tiempo. Dicen los expertos que si no hemos construido todavía la máquina que nos permita desplazarnos hacia delante y hacia atrás en el calendario no es porque no se pueda hacer, sino porque simplemente todavía no sabemos cómo construirla. Aunque algunos científicos aseguran que la máquina ya existe: sería el Gran Colisionador de Hadrones, el famoso LHC construido bajo tierra por el CERN entre Francia y Suiza. Dos matemáticos rusos del Instituto Steklov, Igor Volovic e Irina Arefeva, aseguran que el verdadero objetivo del LHC no es tanto buscar las llamadas partículas primordiales, como el Bosón de Higgins, sino realizar los primeros viajes controlados científicamente a distintos momentos temporales. En principio, estos desplazamientos estarían limitados a pequeñas partículas cuánticas pero, una vez afinado el sistema hasta el punto de admitir viajeros humanos, ¿cuál será la primera época a la nos atreveremos a enviar temponautas? 

6 comments

  1. Mencionar que existe una adaptación al cómic de la obra de Moorcock con guión de Doug Moench y dibujos de Alex Nino. Fue publicada en nuestro país hace ya unos cuantos años en la revista Nueva Dimensión.

    Y, aunque se aleja un poco del tema del artículo, para mí la mejor novela sobre el Jesús histórico (si es que lo hubo), ya sea de género fantástico o no, sigue siendo el Rey Jesús de Robert Graves.

  2. Por mi parte, mi experiencia con el tema es con la novela «El Vieo Jesús» de Andreas Eschbach… también trata sobre un viaje en el tiempo a los años de vida de este personaje, aunque enfocado desde el presente.

    Me gustó bastante

  3. La novela más curiosa que conozco con Jesucristo como personaje, es «Planeta en la pupila del tiempo», de Brian Earnshaw, en que el protagonista viaja en el tiempo para asistir a la crucifixión. Mi recuerdo de ella es el de una novela interesante. Editó Fotón en Argentina, años setenta.

  4. Se me ocurre un cuento humorístico con un Jesús adolescente y aprendiz de brujo que tras conocer el conjuro para convertir el agua en vino se dedica a probar las diversas añadas de varias ánforas…

    Leete Rey Jesus, de Robert Graves,,, no es exactamente eso pero da una visión talmúdico.chamánica del tema muy realista y convincente.

    En cuanto a Jesús y la CF…. Fuera de Caballo de Troya 1, del que tampoco conseguí pasar más de 30 infernales y delirantes páginas, la unica noción que tengo es en la Vida de Brian, cuando una nave espacial salva al prota de espachurrarse al caer de una torre….- Buenísimo gag…. Vale la pena recordar lo que un mendigo testigo le dice a Brian al salir de la nave, sano y salvo….
    «Vaya potra tío»

  5. Qué curioso. Hace dos noches estuve disfrutando del cómic que menciona Rudy, pero en la versión original de lo que aquí fue Mundos Desconocidos, una colección de 6 cómics de cf, con entrevistas y adaptaciones, editada por Marvel y que recomiendo a todo aficionado al género.

  6. En la novela Down the line, Silverbeg hace que sus viajeros del tiempo vayan a ver la crucifixion. Ahora bien, los testimonios hablan de poca gente y sin embargo se representan con multitudes,¿La respuesta de Silverbeg?Son viajeros del tiempo.
    Y hubo tambien algo de eso en Swamp Thing que tuvo sus problemas.

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