por Enric Quílez
Estaba navegando por internet cuando me di de bruces con un blog en el que se hablaba de una maravillosa ciudad rusa situada en el Ártico siberiano llamada Norilsk, que nada tiene que envidiar a las peores pesadillas surgidas de la imaginación humana.
Todos hemos sentido un cierto desasosiego cuando hemos leído acerca de las ciudades futuristas distópicas, de múltiples niveles, en las que los niveles inferiores suelen ser oscuros, mugrientos y húmedos, hipercontaminados y llenos de tubos de los que emanan vapores deletéreos. Por supuesto, ni rastro de parques o zonas verdes, ni de pájaros, ni de nada que tenga que ver con algo distinto al acero corroído o al cemento desconchado. Son ciudades como las que aparecen en Blade Runner o la Harko City de Giedi Prime, sede de la casa Harkonnen en el universo de Dune. Podríamos poner muchísimos ejemplos más.
Norilsk parece salida del sueño de un escritor con profunda indigestión, una noche en la que la úlcera le achuchaba de lo lindo. Para empezar, es una de las diez ciudades más contaminadas del mundo. Los árboles pueden combustionar «espontáneamente» debido a la acumulación de desechos tóxicos industriales del suelo, cosa nada tranquilizadora. Pero esto no es nada al lado del hecho de que tiene cuarenta y cinco días de noche debido a su posición cercana al Ártico boreal. Hace un frío que pela (allí, diez bajo cero son un día plácido) y en invierno nieva tanto que las primeras plantas de los edificios quedan cubiertas. Además, la ciudad se encuentra edificada sobre permafrost, por lo que sus sucesivas congelaciones y deshielos provocan una erosión descomunal que arruina cañerías, edificios y todo lo que corre por la superficie.
Por si esto fuese poco, a veces los vientos soplan a velocidades de 90 km/h, cosa que complica aún más si cabe las cosas. La esperanza de vida en esta ciudad es de unos 45 años, la nieve suele teñirse de negro por la contaminación de metales pesados y el aire huele frecuentemente a azufre. Ni si quiera tiene un futuro muy tranquilizador, porque está rodeada de numerosos silos de misiles nucleares intercontinentales.
En fin, un lugar idóneo para ir de vacaciones. Claro que, visto que en su día los alemanes organizaban expediciones para ir a ver los bombardeos de la guerra en la ex-Yugoslavia, no me extrañaría que alguna avispada agencia de viajes aprovechase la crisis para ofrecer paquetes turísticos a Norilsk para ver lo más parecido al infierno en la Tierra, como sucedía en el relato «Época dorada» (“Vintage Season”, 1946) de Henry Kuttner y Catherine L. Moore, publicado en La Edad de Oro. 1946-1947. Y si no, tiempo al tiempo.
De hecho me han entrado unas ganas tremendas de ir, jajaja. Y si lo recomienda D. Enrique Kuttner ( y su encantadora esposa), aún más, no?, jaja. En fin, los humanos tenemos una notable capacidad para convertir nuestra vida en un delicioso infierno …
Pues yo vi un reportaje de Lagos que tela. Atascos de tráfico de cinco horas… atascos incluso de peatones… Lagos, la capital ciberpunk del mundo, con un crecimiento PIB que flipas y gente, gente, gente… 10 millones de tíos…
Pues, por favor, abrid Google Maps y echadle un vistazo, por pura curiosidad morbosa. Eso no es una ciudad, es un ESTERCOLERO. La parte de la ciudad que no está tapada por los humos industriales, claro…
Virgen santísima, no vuelvo a quejarme de Madrid… nunca más.
No conocía esta ciudad… ni falta que hacía. Artículo de lo más interesante.
Je. Yo nací en Caracas. Y la primera vez que vi Blade Runner, estuve un poco rascandome la cabeza pensando oye, esto yo lo he visto en algun lado… y luego claro, claro que lo he visto. Si aqui mismo al lado del superedificio de oficinas futurista esta un tio vendiendo camisetas y bragas desde su coche porque no le llega el sueldo :-P
Las ciudades del futuro suelen ser como todo en ciencia ficción una proyección de los miedos y esperanzas del presente
Satán es mi señor. (busquen esto en google, totalmente ontopic).