El saldo de la temporada

Enero. Tiempo de subirnos algún producto de primera necesidad el IPC multiplicado por tres o por cuatro. Tiempo para pegarnos unos cuantos empujones por ese jersey que, con un descuento de un 30 o 40% respecto a su precio anterior, aún deja un interesante margen de ganancia a la tienda que lo pone a nuestra disposición. Y, también, tiempo para que algunas editoriales hagan limpieza de almacen y nos ofrezcan unos cuantos títulos a un precio tan suculento que unos cuantos aficionados terminemos acumulando libros que, en muchos casos, ni se nos habría pasado por la cabeza adquirir.

Este Enero observamos en las mesas de rebajas de El Corte Inglés y otros puntos de distribución a viejas conocidas de estas prácticas, como Ediciones B (Quantico, de Greg Bear) o La Factoría de Ideas (aplazando, al menos, para la próxima temporada de verano el momento de, probablemente, dejar de saldar), en compañía de nuevos valores como Roca (con casi toda la colección Ómicron con libros de Joe Haldeman, Harry Turtledove, Maureen F. McHugh… además de un nutrido arsenal proveniente de sus colecciones histórica, romántica y negra) que promete competir con ellos de tú a tú en futuras temporadas.

Como no podía ser de otra manera, el tema trascendió a los foros de Sedice donde se produjo la tradicional diatriba sobre los pros y contras de esta táctica (el tema comienza aquí). En esta misma web se puede encontrar una jugosa reflexión de Julián Díez sobre sus consecuencias y, también, podemos acudir al blog de Luis G. Prado que tocó el asunto desde su perspectiva. El hecho quizás no merecería más comentario (poco más se puede aportar a estos tres enlaces) sino fuese porque personalmente el dilema en el que me movía hasta ahora (comprar o no comprar saldos) ha dado un pequeño salto… “cuántico”.

Desde hace unos meses soy poseedor de un lector de libros electrónicos al que poco a poco voy sacando partido (lo más reciente, la excepcional maniobra de Lorenzo Silva poniendo la serie completa de Bevilacqua y Chamorro a 15 euros sin DRMs). Y con las paredes de mi casa cada vez más forradas de papel, rozando un límite que no me apetece sobrepasar, teniendo la experiencia que jamás de los jamases me voy a leer un porcentaje sustancial de ellos… he llegado al extremo contrario de donde me encontraba hace una década: he roto con los saldos.

Se terminó acumular libros sin ton ni son.

Sin fariseismos, hay dos opciones que, para mi, tienen más sentido: en un futuro más o menos cercano será posible encontrar una edición electrónica de gran parte (espero) a un precio asequible (si ahora se mal vende a menos de seis euros entonces no puede estar más caro). O, si no es el caso, más pronto que tarde ese título buscado terminará llegando a la red por otros canales… si es que no está ya allí (como es sabido, ahora es posible encontrar libros que jamás serán reeditados porque profesionalmente se antoja imposible extraer una rentabilidad de ellos).

¿Qué hay de razonable en gastar seis euros en un libro (o poco más de tres si encuentras la tienda adecuada) que tardaré en leer unos años… si es que alguna vez lo hago?

No responda todavía. Hágalo después de llegar a su propia conclusión.

Nota: Hábil maniobra de La Factoría al coger autores que piensa seguir publicando (los más significativos, Robin Hobb y Jonathan Carroll) y poner sus libros de hasta 30 eurazos a, según el comercio, entre 3 y 6. Te sientes tan bien por haber apostado por ellos….

Nota 2: Cierto es que, visto lo visto, esta práctica no parece hacer mella a las novedades de estas editoriales. Merece la pena reflexionar sobre ello.

11 comments

  1. Sabes que estoy absolutamente contigo en esto: paso de acumular más libros, me niego. Y si me encuentro el, por ejemplo, «Médula» de Robert Reed por descarga, me lo descargo, lo convierto y lo meto en el ebook: eso me parecerá mejor, más útil y no mucho menos lícito que pillarme el saldo.

    Por favor, amigos de La Factoría: no lo pongáis tan difícil para conseguir vuestros fondos, que por mucho que me guste vuestro catálogo empiezo a cogeros manía.

  2. Como tú, Ignacio, yo también me he plantado en esa manía de acumular libros… ha llegado a rozar lo absurdo (tengo libros en papel para dos años o así). Creo que el futuro pasa por el libro digital y la impresión bajo demanda; es lo más lógico. Lo que va en contra del sentido común es la vida comercial tan corta que tienen los libros (como no tengan repercusión en unos pocos meses, se ven relegados al olvido), para acabar saldados sin beneficio para nadie…
    … salvo para los acaparadores compulsivos de libros, claro.

  3. Pues a mí me ha ocurrido al contrario, pero curiosamente ha sido por coherencia interna. Hace años que decidí dejar de comprar novedades a las editoriales que saldaban, esperando conseguirlas después a un precio mucho menor. Y efectivamente, eso es lo que ha pasado. En este saldo de principio de año de Roca, Omicron y La Factoría me he hecho con nada menos que 12 libros. Sólo dos han sido un capricho, los otros diez los tenía en el punto de mira esperando. Dado que pensaba comprarlos en su día, que salían como novedad por un global de, más o menos, 200 euros y me han costado ahora 40, creo que la estrategia me ha funcionado muy, pero que muy bien.
    Además, el fiasco de ver en el saldo otros dos libros por los que en su día pagué 20 y 19 euros respectivamente a 3,50 cada uno me reafirma en mi estrategia.

  4. No, es que yo ya he pasado esa etapa. Luego llegarás a la de «ni de saldo lo voy a comprar» :)

  5. A todo esto,como le dije a Javier ‘stardustcf’ Romero, tiene huevos que en su día no me comprase «Vellum»… porque estaba inencontrable en todas las librerías.

  6. Yo no tengo problemas de acaparación, periodicamente desato purgas en las estanterías, hago paquetes y los mando a Aida Books o a la biblioteca pública municipal(hasta me lo agradecen). También reparto muchos libros. Bondadoso y magnánimo, digamos que concibo la literatura como una aportación personal a la caridad pública. :)
    Procuro quedarme con los que más me gustan y ya está (o los que tienen estructura de diccionario, son superútiles). No tengo pila. Compro lo que consumo. Lo normal es tirarme semanas sin leer novedoso simplemente porque me he quedado sin material. Entonces tiro de libros farragosos que cuestan una vida de terminar y que me dan un gran cachet entre mis amistades…

  7. El saldo de Ómicron ha sido bastante pequeño, teniendo en cuenta que desaparecía la colección ¿no tendría que estar ese saldo por todas partes, incluyendo la tienda cyberdark?.

  8. El saldo te está llamando cómprame, cómprame, ¡me van a destruir!

    Las estanterías llenas con las colecciones de ultramar, nova, martínez roca, júcar de los extintos saldos de lo 90 dicen cómpralos, como hiciste con nosotros.
    ¡Seremos más, corre hazte con ellos que valen 1/4 de su PVP!
    Miles de libros perfectamente alienados, ordenados y leídos. Innumnerables yojas descatalogadas e inencontrables.
    La satisfación y orgullo de todo coleccionista, empezando por una estanteria y luego las cuatro paredes de una habitación, surtidas a rebosar con libros salvados de la quema, de los saldos. Colecciones montadas durante décadas, con esfuerzo y tesón ¿se puede tirar eso por la borda con una simple reflexión?

    ***

    Este problema ha surgido con la aparición del libro electrónico, quien no ha ido como un poseso ha hacerse con los saldos y ahora le da vueltas a la cabeza.
    El problema final es que ya se acabó…
    El único soporte analógico que no ha desaparecido es el libro, revista periódico etc… la música y las películas ya lo hiceron hace una década.
    Qué ha hecho la gente con sus colecciones de cientos de cintas VHS etc.
    El soporte físico ha desaparecido, sólo queda que el ereader se generalice, muy poco queda para que eso suceda finalmente en la galaxia guttemberg.

    Por cierto bastantes obras del saldo están pirateadas alguien le ha dado por escanear libros de la factoría, es que ya es el colmo que hasta el mismo saldo no merece hacerse con él, cosa inédita hasta ahora.

  9. Soze, no tengo los datos para saber si es grande o pequeño. Pero teniendo en cuenta que hace unos meses descatalogaron toda la colección (cerrada, por cierto, por malas ventas) y lo fácil que resulta conseguir los títulos en sitios como Santander (donde no se suelen ver muchos saldos y hay, al menos dos tiendas con varios de ejemplares de casi todos)…

    Si no están en Cyberdark supongo que es cuestión de que los saldos se venden a unos distribuidores diferentes y que cada uno trabaja con su propia red de puntos de venta. Ya ocurrió con los últimos de La Factoría (no estuvieron en Cyberdark pero sí en El Corte Inglés y en varias tiendas de segunda mano). No sería extraño que esta vez ocurra lo mismo y lo veamos, por ejemplo, en el circuito de ferias del libro de segunda mano (donde, por ejemplo, lleva meses el de Vía Magna)

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